
Y ahora que hablamos de Madrid nos quedaremos en su casco antiguo, en el conocido como el “Madrid de los Austrias” entre el Palacio Real, la Catedral de la Almudena, la Colegiata de San Isidro -antigua catedral- y la Plaza Mayor. En este entramado de calles “castizas” se encuentra la Basílica Pontificia de San Miguel, junto al Arzobispado de la capital de España.
Y me pararé ahí por que cada Domingo de Ramos la esencia cofrade sevillana emerge en una perfecta simbiosis de que lo bueno y serio se puede llevar acabo en lugares tan “multiculturales” como es esta ciudad.

En su interior viene recibiendo culto desde hace muchos años un interesantísimo Cristo crucificado obra de un espectacular imaginero que vino a “endulzar” los modelos de su escuela, la castellana. El vallisoletano –Nava del Rey 1708- Luis Salvador Carmona realizó la imagen del Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón, imagen considerada como la segunda en calidad artística de la ciudad, no es para menos ya que su autor fascinó en su momento al rey Fernando VI el cual fusionó su taller con el de Olivieri, embrión este para la creación posterior de la Academia de San Fernando.
Protagonizaba antaño este crucificado un piadoso vía crucis en la noche del Viernes Santo, debido a la devoción que profesa en el pueblo de Madrid hasta que las buenísimas homilías del reverendo Don José Antonio Galera de Echenique atrajera la atención de Don Enrique Roig Estrada, un sevillano residente en Madrid y reconocido cofrade de la hermandad de San Isidoro de su Sevilla natal entre otras. Maravillado por este crucificado promueve el proyecto de procesionarlo sobre un paso para su vía crucis.

Este sueño se conseguiría en 1994 pasando a procesionar en la tarde noche del Domingo de Ramos comandando esta cuadrilla de costaleros los mismos hermanos Estrada, contando a su vez con costaleros de diferentes hermandades sevillanas, que con su experiencia comenzarían a formar a los nuevos integrantes.
Pero todo no quedaría ahí, en 1996 se bendice la nueva imagen de la Madre de Dios, advocada como María Stma. Inmaculada, Madre de la Iglesia para en un futuro procesionar bajo palio tras su hijo. Juan Manuel Miñarro realizaría el milagro de sacar de la madera la mejor representación de la Madre de Dios que puede dar su arte.


Desde el año del Señor del 2000 acompaña a su hijo bajo un palio de cajón, que me recuerda en su estilo a las bambalinas de la Virgen de los Dolores de la hermandad sevillana de Las Penas de San Vicente realizadas de Francisco Carrera Iglesias “Paquili” en su taller de Sevilla. Un paso palio de una linea similar al de la hermandad que quizás ha marcado el estilo de esta corporación madrileña, Los Estudiantes de Sevilla y en este caso el paso de palio de la Virgen de la Angustia -un paso ideado por Joaquín Castilla en un principio para la Esperanza Macarena- aunque este posea su diseño particular.
Al compás de la Unidad Musical del Regimiento de Infantería “Inmemorial del Rey” nº 1del C.G.E. ,(hermano de honor de la hermandad) – que Abel Moreno “cofradierizó” mientras estuvo al frente de su dirección, incluso le dedicó una marcha a la hermandad- camina este paso, con un repertorio igualmente similar al palio del Martes Santo sevillano mientras el paso de Cristo lo hace en silencio acompañado de un trío de música de capilla el cual interpreta piezas tan emblemáticas como “Las Saetas del Silencio” -que la misma corporación sevillana cedió las partituras- entre las calles del viejo Madrid en su estación de penitencia a la iglesia de Santiago.