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miércoles, 2 de marzo de 2011

AQUELLOS LAMENTOS DE UN MUSICO ALFARERO...


Si hay para mí un Cristo especial en el mundo y en concreto en Sevilla ese es el que duerme en la antigua carretera de Camas. La primera vez que pisaba Sevilla en plan cofradiero, un septiembre de 2002 vislumbraba una zona de Sevilla que hoy la tengo más que vista en la cual el tejado de la cúpula nos indicaba de su morada donde vive un gitano de leyenda apodado “Cachorro”.

Sobre su ya antiguo retablo de frio mármol se recortaba imponente, agonizante, barroquizante, sublime… cuantas palabras para definir a ese Cristo que nadie llama de la Expiración, porque su nombre va unido a esa mítica leyenda de aquel gitano que mirando al cielo la vida se le escaba…y por ahí apareció Ruíz Gijón…

Desde entonces es casi una costumbre que cada vez que voy a Sevilla lo primero que hago es postrarme ante su divina figura, que mejor recibimiento que contemplar al Cachorro, para mí el quizás crucificado más impactante del mundo, la perfecta mezcla del Dios humano que muere como un simple e insignificante ser vivo y a la vez como el astro más relevante de todo lo que existe y lo que no llegamos siquiera a comprender o conocer.

Una fecha para mi regocijo y orgullo queda marcada en aquel enero de 2004 cuando un compañero de la recogida de la aceituna no se explicaba cómo podía perder un jornal por ir a Sevilla a tocar y encima sin cobrar. Aquel año el Rosario de Linares hizo su presentación en la capital Hispalense, en la muestra de arte cofrade MUNARCO en su último año en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla. Una actuación temprana, a la Hora Nona –como la hora en la que Él expiró- con un recinto no muy lleno entre la magnificencia del arte cofradiero onubense o los pasos de la Soledad de San Buenaventura o el paso palio de la Carretería. Tras esto y nuevamente al autobús en busca del otro lado de la ciudad, más allá del rio…en la Cava.

No queríamos despedirnos de Sevilla y como no darnos el gustazo de entregarle al portentoso crucificado trianero esa marcha, seguramente la única en su género que haya realizado el archiconocido compositor sevillano Juan Luis del Valle titulada “Lamentos de Alfarería” que compuso para nuestro primer trabajo discográfico. Nombre evocador a la leyenda del señor acaecida en uno de los barrios o zonas alfareras más conocidas del mundo en la que dejó inserta una bella poesía en la partitura… “En el camino de Camas murió un Gitano alfarero de la Cava de Triana y mirando hacia los cielos la vida se le escapaba”… para un bailenense y más si es descendiente de una familia de alfareros desde hace más de un siglo se le hace especial contemplar por ese barrio único y que tanto arte derrama el oficio con el que as crecido…

Ya era de noche y al parecer la junta de gobierno de la corporación del Viernes Santo nos indicó que no podíamos actuar dentro, al parecer problemas con la techumbre. Aquello nos invadió el alma de tristeza, aun con las puertas abiertas no era lo mismo pero seguro que Él desde el madero intervino para que por lo menos nos adentrásemos a la cancela de la gran puerta por la que emociona a Sevilla cada Viernes Santo para que sintiéramos su calor. Creo que fue hasta mejor porque la sensación que se sentía viéndolo recortarse entre la campana de la corneta es imposible que os la pueda explicar, mejor que en al altar dándole la espalda. Para definir esas sensaciones no ha nacido hombre o mujer aun y ni creo que lo haga…

Si no recuerdo mal sonaron “Cristo del Amor”, “…Y en tu Mirada Gitana”, “Este es mi Cuerpo” –con los amigos Kiski y Agustín allí presentes, los cuales puede saludar tras meses de chateo- y como no “Lamentos de Alfarería” de la cual se entregó la partitura a la hermandad y esta a su vez nos regaló una fotografía enmarcada con una dedicatoria que cada vez que entraba al antiguo local de ensayo o ahora a la cochera de la hermandad en Linares me despierta una ligera sonrisa recordando aquellos mágicos momentos. Fotos para el recuerdo en las que tonto de mí no me importaba destacar para luego enseñárselos a los nietos…o sobrinos porque a este ritmo….

Ahí comenzó a fraguarse ya una devoción especial, un respeto y una admiración que se termina de completar cuando la hermandad se hace cofradía y con su retablo de oro andante –ya tiene otro en la capilla- sale al encuentro del cielo de Sevilla, porque es prácticamente lo que siempre ve como diría aquella preciosa canción de sevillanas maneras que compusiera Pascual González. Todo bello y grande pero secundario a la vez porque solo con su mirada todo lo llena cuando aquel primer Viernes Santo de 2008 en Sevilla, seguía recortándose al infinito oscuro de la noche por la calle Adriano tras despedirse de sus “Madres” Piedad y Caridad en busca del barrio de sus entrañas una congoja me inundaba el alma… el despido, la crisis seguía su ritmo y lo estaba pasando mal. Sabia seguro que la empresa recortaría en aquel entonces la plantilla, irían a la calle trabajadores que ya no serían necesarios para el futuro y yo podría ser uno… pero Él me lo concedió porque no hay nada más seguro que cuando se le pide con el alma Él lo concede. Después la cosa se estropeo pero puedo por lo menos darle gracias que pertenezco a la plantilla, un lujo en los tiempos que corren.


 

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