Cae parafraseando la marcha de Bienvenido Puelles la “noche del Lunes Santo” de 2009 cuando este que escribe buscaba el Arenal en busca del Cristo de este hombre. Con los pies para tirarlos a la basura nos encaminamos en busca de la capilla del Baratillo para presenciar uno de los grandes momentos de la Semana Santa sevillana. Ese en el que el Soberano busca de nuevo el puente que lo llevara a su territorio, pero antes no puede dejar pasar el momento de despedirse de sus “madres” toreras…las Baratilleras.
Viendo este video que muestro tengo que hacer mención al título de la entrada por que aquellas más de dos horas embutido entre personas no son fáciles de digerir, ni siquiera para un simplemente capillita como yo pero el Soberano fue la medicina al dolor… llego imponente como siempre en el horizonte de ese mar de cabezas que abarrotaban hasta el último centímetro la amplitud de la calle Adriano para plantarse ante la capillita y dar una nueva lección de por qué San Gonzalo es lo que es, con esa idiosincrasia del paso misterio que la eleva a cotas impensables hace muchos años.
Sonaron grandes marchas salidas de esa sinfónica de cornetas llamada “Cigarreras” pero sobre todo me quedo con la que suena en el video cuando el misterio emprendió la chicotá definitiva de despedida en busca del Tardón al que llegara a altas horas de la madrugada. No la conocíamos los presentes pero nos enamoró, que mejor circunstancia para saborear una nueva marcha que andándola el Soberano de Triana. Aquel día vivimos el que para mí es el gran último éxito de las Cigarreras: “Sagrado Decreto”…. Y la inspiración venia de tierras leonesas…
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