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domingo, 22 de mayo de 2011

¿VALENTÍA O COBARDÍA?

Leyendo un interesante artículo en el último número de la revista Pasión en Sevilla me ha llevado a escribir esta entrada para intentar abrir luces a las polémicas que siempre se generan cuando la Semana santa se ve afecta por la lluvia como ha ocurrido este año. Aunque centrado en la pasión sevillana se puede extrapolar a cualquier Semana Santa del mundo cuando siempre se repiten los mismos comentarios, ya sean en foros o en persona en los que los cofrades, capillitas o capiroteros tildan a las cofradías de “cobardes” ante la difícil decisión de sacar a la hermandad y cofradía a la calle ante el riesgo evidente de lluvia. Incluso reflejan que en esta primera década del siglo XXI se han suspendido por motivos meteorológicos más estaciones de penitencia que en todo el siglo XX en Sevilla, algo que también se podría llevar al resto de ciudades andaluzas y españolas. La verdad, los adelantos con los que contamos hoy en día no son ni siquiera como los de hace veinte o treinta años, en los que la cofradías solo podían mirar al cielo, ver los telediarios y no como ahora que se están en contacto, incluso durante la salida procesional con expertos que mirando mapas vía satélite te puede llegar a medio predecir lugares y horarios en los que pueden caer el líquido elemento.
Así, aun la tecnología no puede llegar a ser exactos escrupulosamente para vaticinar lo que pueda ocurrir por lo que muchas son las cofradías que se han mentalizado que esto no es un juego de azar para jugarse todo lo que conforman sus hermandades y otras por desgracia siguen haciéndolo. En el artículo referido se han hecho eco de las opiniones o consejos de diferentes profesionales sobre las circunstancias que puede acarrear que a una cofradía le llueva o lo que es peor, le caiga un chaparrón como le ocurrió el pasado año a la hermandad del Cautivo del Polígono de San Pablo –este año se ha notado la experiencia que dan los palos- o este año a la de “La Bofetá” como ejemplos en Sevilla u otras tantas de diversos lugares. Restauradores, doradores, orfebres o bordadores son los que han esgrimido sus juicios sobre estas circunstancias, así el afamado restaurador Enrique Gutiérrez Carrasquilla indica que “lo fundamental es no salir si está dudosa la cosa”, “a pesar de que la policromía es impermeable, si una escultura se moja, el agua entra por la fisuras que presenta”… fisuras que tienen todas las imágenes como en los ensambles, sobre todo las imágenes con varios años a sus espaldas. Por esas grietas, si entra el agua puede hacer que la madera se hinche y levantar la policromía. Quizás con imágenes más modernas no se llegue a tomar en consideración estas circunstancias pero con imágenes de Montañés, Mesa, Ocampo, Ruíz Gijón, Mora, Mena, Salzillo, Solís, Juni, Gregorio Hernández, Salvador Carmona, etc… habría que pensárselo seriamente por que no son solo iconos devocionales, sino un patrimonio artístico e histórico irremplazable. Lo mismo podríamos pensar de las maravillosas andas procesionales que nos regalaran genios como Guzmán Bejarano, Martín Fernández o por su importancia histórica como el paso del Gran Poder o el Amor, ambos de Ruíz Gijón.
En este aspecto, sobre todo en aquellos pasos dorados con pan de oro se refiere el dorador Francisco Javier González Moreno del taller muy de actualidad en sus trabajos “Hermanos González”. El sevillano se refiere a que las láminas de pan de oro se colocan sobre estuco que “se reblandece si se moja” además “un chaparrón gordo mancha el oro, le apaga el brillo, no se oxida como muchos piensan pero si hace que el brillo se apague”. Además si el paso empapado se toca hace que el oro se caiga y el estuco húmedo hace que se descascarille mentando como ejemplo uno de los pasos que se ha mojado varias veces recientemente, el del Cachorro de Triana “que está lleno de rajitas por la cantidad de agua que le ha caído a lo largo de estos años”. Además afirma que “el dorado siempre hay que restaurarlo pasadas las calores del verano” añadiendo que es una restauración que “para muchas hermandades, puede tener un coste inasumible”. Bajo mi punto de vista, hoy en día con la que está cayendo y se critica a las cofradías por las grandes inversiones que se gastan en terminar sus pasos, el hacerlo para restaurar lo que se ha destrozado por no tener cabeza, es la gran verdadera falta de respeto. Los cofrades debemos concienciarnos, que la hermandad esta todo el año, que nuestras imágenes benditas por suerte están en sus capillas esperándonos y que si las circunstancias hacen que el día más grande para los cofrades se vaya al garete hay que asumirlo y pensar que ya sea de mayor calidad o de las más ínfima hay que salvaguardar el patrimonio material que se atesora, que es el fruto del trabajo de generaciones y generaciones que han conformado las cofradías que hemos heredado.
Porque luego está el humano, quizás el más importante y por “genética” el ser humano no suele reaccionar por un igual, y en los momentos de lluvia se montan escenas que pueden acarrear accidentes graves para los cofrades que participan en las estaciones de penitencia o simplemente contemplándolas en las aceras. Porque siguiendo con el artículo, me llama la atención lo que indica el bordador hispalense Francisco Carrera Iglesias que fuese a su vez hermano mayor de la hermandad del Cerro del Águila, indicando que en 2007 cuando le cayó la mundial a su cofradía, la mayoría de los nazarenos tuvieron que hacerse una túnica nueva con el costo que eso acarrea más si la túnica es de tejidos más nobles como el terciopelo, un gasto que no todos podrían asumir haciendo que las filas de nazarenos pudiesen bajar al siguiente año. Afirma que “el tejido pierde también el color, y el destinte del terciopelo también afecta a la túnica, porque la mancha”. Y lo que se refiere a los bordados indica que estas piezas no están echas para soportar el agua”, sufriría el soporte textil, indicando que en el terciopelo el pelo se chafaría, el almidón se quedaría arriba de la superficie y el terciopelo se despega del lienzo moreno, le salen bolsas y este se encoge y le salen arrugas”. Respeto al bordado en si expresa que “el muletón que tiene y el fieltro, si se mojan, el secado es muy lento. Lo que produce una humedad interior que afecta al oro”.
Incluso unas piezas que aunque se pueda pensar que el agua no les puede afectar como es la orfebrería, también sufren las consecuencias de la lluvia. En este apartado expresa sus sabios consejos Ángel Delgado de los excelentes talleres de Los “Hermanos Delgado” indicando que “aunque en principio la parte metálica no tiene problemas, los interiores de madera y las estructuras de hierro sí que se ven afectadas”. Estos soportes llegan a mojarse porque el agua penetra por todas partes, oxida el hierro e hincha la madera pudiendo crear aberturas en las uniones de las chapas y piezas como los varales pueden verse insostenibles. Estos últimos suele ser cuatro maestros de hierro y el resto de madera –el interior- lo que les acarrearía daños.
Los pasos de mi hermandad vistos desde fuera de San Agustin, entre la lluvia.
Los cuatro coinciden en algo y es que si hay riesgo de lluvia, lo más acertado es no salir, y lo dicen personas que viven y comen de esto, de crear y restaurar lo que a ellos les supondría trabajo pero hablan desde la perspectiva artística y cofrade de cómo se debe actuar. Por eso uno se sorprende cuando se escuchan comentarios como “no pasa nada, es madera y la madera se seca” o que “si el terciopelo se estropea se cambia y no pasa nada” o que el dorado “mientras no se toque no pasa nada…” los cuales curiosamente nos llaman a los que pensamos así “ilusos” por creernos “la historia de siempre del patrimonio”… pues aquí les dejo esta entrada para el que quiera recapacitar y pensar lo que puede acarrear las consecuencias de actuar con el corazón, porque aquí todos somos sobre todo capillitas, y todos contamos segundo a segundo la cuenta atrás para la semana más grande del año y la decepción de no salir es mayúscula pero pienso que debemos luchar por mentalizarnos en lo que es lo correcto y quizás sirva de consuelo implicarse más en la hermandad durante el año y participar de sus actividades –yo el primero- y así puede que lleguemos a tomarnos la estación de penitencia como lo que es, un acto más en la programación cultual de una hermandad en el año.


















2 comentarios:

  1. Una vez mas Enhorabuena por la entrada.
    me ha encantado
    creo que has documentado y basado suficientemente bien este tema como para dar un gran ejemplo a seguir.
    el trabajo documental y gramatical ha sido grandioso
    un abrazo

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  2. Buenisima entrada, y aunque nos duela siempre es mejor prevenir que correr bajo la lluvia

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