La impotencia y la rabia inundan mi ser cada vez que observo fotografías como la que abre esta entrada. Se trata de nada más y nada menos que de la joya de la corona artística que poseía mi pueblo, el retablo que realizó en el lejano año de 1586 el seguramente imaginero retablista más cotizado y afamado del Santo Reino, Sebastian de Solís junto a Blas de Figueredo. Esta portentosa obra fue la gran pérdida del patrimonio devocional y artístico de mi pueblo –solo se salvaron unas columnas-, Bailén en los malditos días de la Guerra Civil Española. Si es que que como diría mi amigo Pedro Soriano: “teníamos una mini-catedral y todo se lo cargaron”. No le falta razón cuando uno se para a pensar en todo lo que se perdió, seguramente en el mes de agosto de 1936 cuando justamente un mes antes, al comenzar la guerra los sectores radicales de la izquierda comenzó a atacar a la iglesia católica y sus afines, considerada “enemiga” al estar siempre afín a la ideología que defiende su misión -con o sin partidismo, cada cual piense lo que crea conveniente-, la derecha y que “apoyó” aquel alzamiento militar con Francisco Franco a la cabeza. Que se podría esperar cuando la II República trajo un aire antirreligioso, radicalizado por los sectores más humildes del bando ajenos a una cultura que los hiciera ver la tragedia que suponía borrar del mapa el patrimonio artístico de España ¿tan solo por herir los sentimientos de sus “enemigos”? aquello puso a la iglesia en ojo del huracán, siendo atacada en los primeros compases de la misma y sobre todo en los primeros días de la guerra y en menor medida –conforme iba ganando terreno el llamado “Bando Nacional”- hasta el final de la misma. En Bailén al parecer esta “corriente” destructora llegaría como he dicho un mes después o por lo menos eso apunta las pocas crónicas de los actos sacrílegos al patrimonio devocional como es el caso de la Virgen de Zocueca y la Virgen de los Dolores.
Todo el rico patrimonio de la iglesia de la Encarnación perecería en las llamas, un patrimonio que en la mayoría de los casos no hemos podido conocer y disfrutar. Saber por lo menos quienes fueron los artistas del pasado que dejaron su arte para la posteridad del por entonces pequeño pueblo de casas encaladas, alfareros y campesinos. Y lo que es peor, también ardieron multitud de archivos de la parroquia que seguramente hoy en día nos hubiesen desvelados nombres y fechas de las que por lo menos gozar y llorar, teniendo que acudir con la esperanza de encontrar algo a archivos provinciales, diocesanos –los que dejaron igualmente- o protocolarios. Incluso inventarios que nos diera una idea de lo que albergaba la vieja parroquia en aquellos días de calor y desasosiego, que nos hace limitarnos como siempre al boca a boca de una generación cada vez menos abundante y en la que su conciencia ya les juega malas pasadas. La trágica destrucción de la patrona, la Virgen de Zocueca a hachazos para usar su “cuerpo” para guisar una paella y un niño Jesús que al parecer se encontraba en el altar mayor son algunos ejemplos del rico patrimonio con el que contaba la entonces única parroquia de Bailén, amén de elementos como el órgano y el coro. De menos calidad artística era el camarín que realizó el valenciano José Romero Tena en 1912 para la Virgen de Zocueca, que de trazas neogóticas “tapaba” la portentosa obra retablística del siglo XVI. Seguramente habría que meter en el saco la talla de Santa María Magdalena de su hoy inactiva cofradía como una de las imágenes destruidas en la Encarnación y sobre todo alegrarnos de la salvación, casi inexplicable de la portentosa talla, quizás de la escuela genovesa del “buen ladrón” San Dimas que aún hoy sigue coronando el primer escalafón como obra de arte de primerísima categoría en la ciudad.
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Aspecto de como quedo la iglesia. |
Como he dicho, la quema de archivos obstaculizan la investigación en estos menesteres, al igual que con estas imágenes de las que tampoco se conocen su autor y procedencia, tan solo con guiarnos por las fotografías públicas y conocidas hasta la fecha de aquellos titulares; el Nazareno que al estar íntegramente revestido a la usanza y moda del XVIII resulta complicado adivinar una futurible atribución y la del Resucitado, que al parecer se integró en la que seguramente fue la gran cofradía de penitencia de entonces en los primeros años del siglo XX. Observando la fotografía y conociendo las corrientes artísticas de aquel momento no es de extrañar que saliese de algún taller valenciano como podría ser Pio Mollar o Romero Tena, el cual trabajó para Bailén antes y después de la fratricida guerra –tras la misma realizaría la Virgen de los Dolores-. La nube sobre la que descansa el triunfante Cristo, el tratado en el modelado de los cabellos de la cabeza y barba o el trabajo en la anatomía del cuerpo parece indicar a la escuela levantina. Todas perecieron en las llamas, incluso recuerdo como en el colegio, el que fuese mi profesor de historia D. José Calvillo nos relató que al parecer la imagen del Nazareno fue arrastrada por algunas calles en irreverente procesión, incluso siéndole extraído uno de los ojos por unos de los milicianos para arrojarlo al balcón de un médico del pueblo, el cual era considerado “fascista” por su condición social y económica.
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Nueva Imagen tras la guerra. |
Igual suerte corrió la imagen de San Juan Evangelista, de la cual no conocemos fotografía alguna que nos mostrase como era aquella imagen, sirviéndonos tan solo de la antigua pintura del viejo estandarte para hacernos una idea de cómo era aquella efigie, la que intentó plasmar años después Juan Francisco García. Curiosamente una vez escuché una singular historia alrededor de las burlas que recibió este antiquísimo icono devocional bailenense en la que me narraron que una mujer que participó en aquellos sucesos, a modo de mofa se vistió con la túnica y mantolín del discípulo amado y simuló el movimiento estático de la imagen como si fuese sobre sus pequeñas andas o parihuelas. A los años al parecer comenzó a padecer una enfermedad degenerativa en la que sus manos y brazos se le quedaron prácticamente paralizados en una postura muy similar a la que tomó en su mofa al evangelista, intentando imitar la iconografía del San Juan bailenense y que en su caminar también quedo afectada de tal manera que hacia recordar el mismo que imitó aquel verano de 1936. Aquella mujer ya falleció…
Igualmente perecería a la hecatombe las imágenes titulares de la Santa Vera Cruz, la misma cruz la cual conocemos gracias a la famosa fotografía de 1930 en su discurrir por la actual plaza Prim o del Mercado con los cuatro angelitos pasionistas que la custodiaban, la cual por sus trazas me recuerda sobremanera a la misma en la que procesionaba el Cristo de la Expiración de Úbeda, igualmente destruido en aquellos sucesos pero en su ciudad y que saliese de la mano de Luis de Zayas lo que me hace pensar que aquella cruz saliese del taller de la familia Zayas en Úbeda. El Cristo de la Expiración de Bailén seria donado por la familia Martínez y Ramón pocos años antes, en 1916 –los cuales volvieron a donar el actual tras la contienda, amén de varias cosas más para las cofradías bailenenses- y que seguramente saliese de algún taller valenciano o quizás seriado como el actual que volviesen a donar en 1941… la falta de fotografías nos hacen suponer deliberadamente. Estas imágenes –también parece ser que existía la Santa Mujer Verónica- fueron quemadas en la puerta de su actual sede, la capilla del Santo Cristo en la cual llevaba poco tiempo establecida tras la pérdida en el pasado de su primitiva capilla, la actual de Ntro. Padre Jesús y residir lo más probable en la Encarnación. El resurgir tras la guerra de esta hermandad seria…como decirlo… digno de estudio.
Al parecer la ermita de la Soledad también fue saqueada en el mes de agosto, por unos milicianos que según las gentes de entonces parecían provenir de pueblos de la sierra de Jaén por su acento en el habla para incentivar por no decir a obligar, a los bailenenses afines a la republica a realizar todos estos hechos. Gracias una vez más al amigo Miguel Ángel Perea, podemos conocer como era aquella dolorosa al encontrar una estampa de la misma en esos cajones del olvido, esta vez de la familia de su pareja sentimental la cual es una familia históricamente relacionada con esta hermandad. Gracias a las investigaciones de Miguel Ángel y Juan José Villar podemos conocer que aquella imagen no fue la primitiva fundacional si no una imagen nueva que se realizó para sustituir a la original inmersa en un avanzado estado de deterioro. Aquella imagen fue a parar a la actual capilla de Ntro. Padre Jesús Nazareno y al parecer también ardería en 1936 – tal como indica “Maese Pedro” en un artículo del programa de fiestas de 1947, y que al parecer era llamada popularmente como “Virgen de los Siete Cuchillos”…- y no en 1810 como si ocurrió con el resto de imágenes que recibían culto en la misma. Quizás para ese año aun no hubiese sido trasladada desde la ermita de la Soledad, antaño llamada de San Marcos y San Nicasio siendo de suponer que existieran algunas imágenes hagiográficas – de santos para que nos entendamos- sobre aquellas devociones en la ermita que presidia en su suntuoso camarín la Virgen de los Dolores, realizada en 1779 en la ciudad de Úbeda pudiendo constatar este que escribe que su autor no fue Alonso Pablo Sánchez, ya que en realidad se trataba del presbítero o párroco de la Encarnación que por entonces movería los hilos para buscar un taller imaginero en la ciudad renacentista. Puedo constatarlo, porque leí con mis propios ojos en el Archivo Diocesano de la Catedral de Jaén, legajos en los que aparecía su nombre en un pleito que mantuvo por esas mismas fechas con la cofradía patronal. Abra que investigar talleres imagineros en la segunda mitad del siglo XVIII en la ciudad de Úbeda…
Así a modo de resumen, se podría “catalogar” las perdidas devocionales y artísticas de Bailén, que serían restituidas con imágenes que en la totalidad de los casos no alcanzaban la calidad artística de las desaparecidas, sobre manera las realizadas o adquiridas en casas o fábricas de artículos religiosos realizados en su mayoría en serie, en materiales poco dados al “procesionismo” como la escayola. “Arte Cristiano” en Olot y quizás “Casa Aranda” en Zaragoza o “Santa Rufina” en Madrid, por nombrar algunos ejemplos de aquellos negocios… por que no se les podría denominar de otra manera. Si no hubiese sido por aquellos tristes sucesos, seguramente no estaría hoy “quejándome” de la falta de calidad en la gran mayoría de la imaginería bailenense, “molestando” a tantos cofrades que se desgarran las vestiduras al entrar en este blog y leer mis opiniones, para después infravalorar mi persona. Que culpa tengo, de que al salir del periodo de postguerra no se sustituyeran aquellas imágenes para al final convertirse en la devoción del pueblo llano que no entiende de “mérito artístico”… bueno en realidad tan solo dos son hoy iconos devocionales… basta con ver como para sustituir a la Oración en el Huerto no ha habido tantos problemas como con Jesús de Medinaceli.
Si me gustaría terminar, pidiendo a todo aquel que lea estas líneas –incluso a aquellos que os las hacen llegar por otras vías- que busquen en los “baúles de los recuerdos” en busca de aquellas antiguas fotografías, en las que quizás podamos descubrir como era el patrimonio que perdimos para siempre y si son tan amables hacérmelas llegar, ya sea escaneadas o en persona para que este “criticón” las muestre al mundo desde esta ventana. Pero si el orgullo les puede y no quieren “coronarme”, háganlo por la historia y la cultura de nuestro pueblo y envíenselas a la magnífica web de "Bailén en el Recuerdo" que gestiona D. Blas Galey para el disfrute de todos, de la cual he cogido las fotografías que ilustran esta entrada.
Señor don Juan José Galey del Reino, “Pepón” para los amigos, aquí tiene lo prometido.