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viernes, 4 de noviembre de 2011

UNA "CAÑILLA" PARA REINAR EN EL UNIVERSO....

Es el barrio del Realejo en Granada puro epicentro del mejor sabor cofradiero de la ciudad que baña el Darro. La iglesia de Santa Escolástica o Santo Domingo recibe en su seno varias hermandades y una de ellas es la protagonista de esta nueva entrada que nuevamente me solicita el amigo Juan José Galey, enamorado de la pasión granadina desde que comenzó a conocerla hace unos años. Si le sorprendía la sobriedad del Cristo de San Agustín, igualmente se le llenan los ojos cuando cambia de tercio en estilo, y el estilo hispalense emerge por la alegría de los barrios, sobre todo de ese con tanto embrujo y arte al que siempre invocamos con el nombre de Triana.


La cofradía más antigua de la parroquia, fundada en 1926 en un intervalo de tiempo donde la religiosidad se vio apoyada desde las instituciones gubernamentales o estatales hasta la llegada de la II República e incentivadas nuevamente tras la guerra civil durante la dictadura franquista. Se fundó esta cofradía con la idea de tomar por titulares a dos magníficas imágenes pasionistas que conformaban el gran patrimonio devocional y artístico que posee la iglesia; un Cristo sedente sobre una peña tras la flagelación o “Ecce Homo” y una imagen de la Virgen de talla completa, igualmente sedente a los pies de la cruz que retrotrae al pasaje de la Piedad, pero sin el cadáver del Hijo de Dios muerto en su regazo. Una impresionante obra salida del último barroco granadino a cargo del último eslabón de aquella maravillosa escuela, el desconocido para muchos Manuel González de los Santos (1765-1844). La ejecución de la Virgen de la Soledad se data dentro del siglo XIX, si bien las fichas del Museo de Artes y costumbres la ubican erróneamente en 1847. La imagen del Señor es anónima pero todos los magníficos grafismos de su señera imagen recuerdan a la fructífera escuela de la familia Mora, apuntando algunos especialistas su factura a Bernardo de Mora (1614-1684). Por la fecha de entrega al convento, 1689, y los rasgos que presenta, la imagen puede relacionarse de igual modo con sus hijos José y Diego. Unas imágenes que tuve el honor hace menos de un año de contemplar en su sede canónica y que no me dejaron indiferente, lo mismo que consiguen con el amigo el señor Galey del Reino cada Martes Santo cuando se echan en estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral.

Una nueva simbiosis de unos elementos autóctonos mezclados con la idiosincrasia sevillana, más si cabe cuando la hermandad decidió suprimir el sencillo paso en el que quedaba reflejada la coronación de espinas por el “bizco”, un sayón que con tenazas en mano fija cruelmente la hiriente corona en el cráneo del Salvador. Fealdad realizada a propósito, como utilizaron varios imagineros del siglo XX en Granada para representar la maldad de los verdugos de Cristo, en este caso el genial Eduardo Espinosa Cuadros –entonces tesorero de la primera junta de gobierno de esta hermandad-, autor a si mismo del centurión romano. En 1999 la hermandad acometería la reforma del paso de misterio con la realización de unas nuevas andas – para sustituir el anterior paso de Manuel Cuerva y Moreno Carrasco- estrenadas en 2000 de la tipología sevillana a cargo del tallista sevillano Julián Sánchez y la realización de dos nuevas imágenes para completar la escena con las burlas y mofas a modo de reverencias y alabanzas al que sus seguidores llamaban “Rey de los Judíos” a cargo de un sayón en la delantera del paso. Actos complementados según las sagradas escrituras con la colocación además de la corona de espinas con una clámide de color purpura como manto real y una caña como cetro, elemento este en la cofradía que le da nombre a toda la corporación que al ser de un reducido tamaño, pronto el populacho la comenzó a llamar como la “cañilla”, la imagen de un sanedrita completó la escena –algo que históricamente no pudo pasar ya que los judíos tenían prohibido pisar el pretorio, lugar donde recibiría Jesús aquellos tormentos-, siendo ambas obras del imaginero granadino y formado en Sevilla Ángel Asenjo Fenoy . 

Aquella renovación trajo el estilo actual donde el paso de misterio camina con cambios por una de las cuadrillas más elogiadas de la ciudad según me contaron algunos amigos granadinos, con el acompañamiento de agrupaciones musicales –en la actualidad una propia de la hermandad- por lo que podríamos encasillarla seguidora de estilos si las trasladásemos a la cuna hispalense, como son San Benito, la Redención o al hasta hace pocas fechas, de la hermandad de San Esteban por continuar prácticamente el mismo pasaje evangélico y las maneras de andar que tenía el misterio de la judería sevillana hasta la llegada de los Ariza al martillo de la iglesia de la Puerta de Carmona. Seguramente es este estilo el que tenga mucha culpa de la admiración que despierta en mi paisano esta corporación del barrio del Realejo, el mismo que arrastra a tantos seguidores en diversos puntos geográficos siendo estas cofradías ampliamente más acompañadas de público que las de corte sobrio, silencio o de negro, más si cabe si es fuera de la capital de Andalucía.

Pero también es digna de mención la segunda parte de la cofradía, algo que a mi apreciación la hace singular. Cuando se fundó la cofradía el Señor salía el Miércoles Santo y la Soledad de Nuestra Señora el Viernes Santo para realizar un popular acto en el campo del príncipe a los pies de un crucificado realizado en piedra que preside el entorno. 
Es el acto en el que los granadinos recuerdan la muerte de Nuestro Señor, celebrándose a la hora Nona, las tres de la tarde en las que el Hijo de Dios entregó su espíritu al Padre Eterno y que aún hoy sigue presidiendo la titular mariana de esta corporación, haciendo su salida el Martes Santo por el recorrido oficial con el acompañamiento musical de bandas de música y el Viernes Santo en silencio, incluso si no me equivoco se cambia el color del exorno floral siendo de color rosa el martes y rojo y morado el viernes. Así como la talla no es apta para un paso de palio, camina sobre un paso de los llamados de “Cristo”, realizado en madera tallada y terminado en capas de barniz obra A. Moreno iluminado por cuatro faroles del taller de hijos de J. Fernández. Por cierto, si la Virgen es una soberbia obra que aún recuerda los postulados del inmortal Alonso cano, no menos atrás se le queda el querubín pasionista que aparece a sus pies sobre el monte clavario con unas tenazas en la mano, quedando unido ambos pasos por esta herramienta en un alarde alegórico de la escenografía.
Fotos: http://lalocuradeunafamiliacofrade.blogspot.com/



















1 comentario:

  1. Impresionante entrada Juan Pedro, tanto en el texto como en las fotografías. Enhorabuena y muchas gracias por darnos a conocer esta gran Semana Santa. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea. http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

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