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miércoles, 30 de noviembre de 2011

LA VIRGEN MONJA DEL LUNES SANTO...

Entre las penumbras de la noche de cada Lunes Santo en la sevillanísima plaza del Museo se produce la recogía de un paso palio muy especial. En si toda la cofradía que le da nombre el entorno donde vive es especial. En unas de esas recogías donde la bulla no te aplasta en plenas primeras horas de la madruga, llega tras su estación de penitencia la hermandad del Museo con su agonizante crucificado, al más puro antiguo de la sobriedad y el silencio que se puede cortar con un cuchillo y el quejio de las saetas.

Los que no estén acostumbrados a verla, seguramente se exaltaran cuando tras un rato de espera -meritorio que una hermandad como esta, de las que no salen constantemente en las portadas haya crecido tanto sus filas nazarenas- llega su singular paso palio con la bella Virgen de las Aguas. Imagen realizada en terracota – el busto- en 1772 por uno de los imagineros más prolíficos de la época, Cristóbal Ramos y que durante años procesionara de rodillas a los pies de su hijo de la Expiración.
La sobriedad de hermandad de centro impartida por el paso de Cristo se convierte en la algarabía de los barrios. Contraste que como dije puede chocar, de echo a mí me ocurre aunque a veces en estos términos haya que acatar la idiosincrasia que se forma a lo largo de los años, a ver quién es el guapo que borra el andar de su palio de malla recortándose entre el Museo de Bellas Artes al compás rítmico y casi letífico de la genial partitura que le dedicara en 1953 D. Santiago Ramos Castro –como vemos es un apellido muy unido a esta advocación Sevilla- titulada “Virgen de las Aguas”, Aguas a secas como le gusta llamarla el mundo capillita.


Esperanza de la Trinidad.
Pero el elemento que la hace inconfundible es el singular tocado que la diferencia en la Semana Santa con la práctica totalidad de las dolorosas de Sevilla, por lo menos las que procesionan bajo palio por que la otra que luce similarmente es la Virgen de la Piedad del misterio de la Sagrada Mortaja. Un tocado que luce la Virgen de las Aguas desde los años veinte del pasado siglo que saliera del ingenio de un artista poco valorado con los años y por ende poco conocido, Antonio Amiáns y Austria.

Este cordobés de nacimiento destacó por su labor de platero y diseñador dentro del mundo de las cofradías. Igualmente destacaría por su labor a la hora de exornar los pasos como las flores que colocaba entre los candelabros de los pasos del Señor, creando además el estereotipo del entonces nuevo paso de la Virgen de las Aguas siguiendo el estilo de malla del primer palio de esta tipología de la historia, el de la Virgen del Rosario de la hermandad de Montesión.
Pero sin lugar a dudas su aportación más personal y única seria la forma de aderezar los tocados de las dolorosas que no solo se quedó en la dolorosa de la hermandad fundadora del Lunes Santo, vistiendo igualmente como he referido a la Virgen de la Piedad y las “marías” del paso de la Sagrada Mortaja, siendo utilizado este tipo de tocado hoy en día en multitud de imágenes de “marías” en toda Andalucía y fuera de ella. Un tocado que envuelve la cabeza, los hombros y mangas en un velo de tul a tablas pero dejando el manto de la Virgen por debajo de este que con los años se ha ido perfeccionando, de ahí que parezca una moja y lo llamen coloquial mente “monjil”. Posiblemente usara como fuente de inspiración los cuadros de la escuela española del siglo XVII como el tocado que luce Atenea en “Las Hilanderas” de Velázquez. Hoy en día, aunque no suele abundar debido a su personalidad tan unida a la Virgen de las Aguas –quizás por la crítica de copia fácil-, ha sido utilizado en multitud de dolorosas de Andalucía y del resto de España e incluso en épocas pasadas llegaron a lucir este especial tocado dolorosas sevillanas bajo palio como pueden ser la de los Negritos, Trinidad, San Benito, Montesión o la Hiniesta.


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