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miércoles, 8 de mayo de 2013

DOMINGO DE RAMOS SEVILLA (III).

EL DÍA DONDE SOLO ÉL QUISO TRIANEAR...
Se esfumaba lo que había parecido ser un sueño, ¿o verdaderamente lo fue? Se alejaba de nuestra visión el Señor que llenaba la Campana del aroma de San Jacinto, siempre dándole ese aire para sus Penas y se esfumaba - más bien se mascaba la cruda realidad- gran parte de la ilusión de haber vivido un Domingo de Ramos muy diferente. Ya no quedaba ni el Amor y la hermandad de la Estrella se introducía allá por donde no podíamos continuar siguiéndola hasta que saliera de la Catedral, si el tiempo no lo impedía, aunque a mí este término taurino no me gusta usarlo para las cosas de Dios, más bien si al “Zapatero” no se le antojaba. Quedaba eso sí, rendir pleitesía ante los pies de “la valiente” de los años treinta y la valiente una vez más de este Domingo de Ramos de 2013. Largas filas de nazarenos de luz iluminan el caminar del astro más bendito de toda Sevilla. Allá por la Magdalena, vamos la iglesia, aun ni siquiera había llegado por lo que optamos por seguir esperando el encuentro con la Virgen que ahora adjudican a la Roldana. Ciertamente había más de una cofradía a esas horas en la calle, la Estrella la única que lo estaba intentando realizar como si no hubiese pasado nada y la Paz y el Despojado volviendo a sus templos tras haberse refugiado por la lluvia y haber suspendido sus respectivas estaciones de penitencia.
La Paz frenaba su poderoso andar, como vemos hasta en Sevilla se le da juego a los arrebatos pero estaba lejos, si echábamos el resto en ir al Porvenir, nos la jugábamos con que apareciera la lluvia y estar lejos de lo que toda Sevilla buscaba, la única hermandad si prisas ni nada por el estilo en la calle, o por lo menos esa fue mi intuición y mi consejo, aunque uno o sea perfecto. Más cerca eso sí, estaba la cofradía de Jesús Despojado, que ya alcanzaba los aledaños de su querido Molviedro para la recogía. Cuando accedimos a la calle Zaragoza se agolpaba una gran bulla ante la revirá que da al callejón por donde comienza y termina Jesús Despojado su caminar del Domingo de Ramos. El misterio ya había pasado y se disponía a realizar una extensísima y casi pesada entrada, donde la agrupación Virgen de los Reyes echó el resto… ¿Qué han sido de aquellos tiempos en que decimos los músicos que la bandas no eran discos? sobre todo en las excesivas peticiones de marchas a cargo de quien paga… hoy ya no hay chicotás a tambor. Si el reloj lo permitía, es decir, mientras el Señor de las Penas estuviera por carrera oficial, allí esperaríamos este nuevo arrebato ante la posibilidad de una nueva lluvia de la corporación de antiguo Compás de la Laguna de eternizar su recogía, que recordemos se había convertido en un “traslado” tras la suspensión de la estación de penitencia. El reloj lo permitió, y el incesante eco de los bombos de los Reyes se apagó con el himno de España como mandan los cánones de Eritaña. Ahora tocaba el palio decimonónico de Molviedro… una de las Vírgenes qué destacaría de la aportación artística, de la genuinidad y aportación novedosa de su época, la Virgen de los Dolores y Misericordia se aproximaba en la lejanía, no pudimos acercarnos más… me gustó este año bastante el compás de este paso de palio, sin duda una de las cuadrillas menos deseadas de la ciudad pero que a mi modo cumplió muy óptimamente las leyes de todo paso de palio sevillano. Unas chicas se reían cuando comentaba que venía con una marcha que parecía de una película del oeste, pero la sorpresa vino después…


El otro día les hablaba una vez más de Granada, qué le gusta al amigo “Pepón” Galey, y ciertamente me acordé de él por lo de Granada y la pasión que ha despertado una marcha en su cofradía del pueblo. Cris fue el primero en intuirla y quien me lo iba decir que quizás estaba ante el estreno de una marcha no creada para Sevilla y que está corriendo como la pólvora por toda Andalucía, haciéndose famosa antes de haberse interpretado en la más mediática de las Semanas Santas. El aroma de Molviedro me transportó hasta el Realejo de Granada, aunque allí la Amargura siempre sale con la marcha de los Font de Anta, aunque para Dolores y Misericordia se hizo en la noche el aroma de las Comendadoras de Santiago, las cuales cobijan a las que ellas llamarán en primera persona  “Mi Amargura”… curiosidad para el recuerdo, quizás el estreno  en los días grandes vino para mi “fijación” con la misma, la que sigo sin encontrarle mucho más que una melodía pegadiza, de sensibilidad tierna como lo que últimamente triunfa en muchos palios de Andalucía.
El alma de las hermanas Antúnez resucitadas por Grande de León se perdía por el callejón mientras la bulla se abría lentamente para apoderarse de toda la extensión donde se cobija Molviedro… el barrio del Arenal, seguía sin llover y la Estrella se hacía aún mucho más valiente…
Se buscaba el Postigo, todo estaba casi consumado y solo nos quedaba más “Zapatero” y por supuesto la Estrella. Aunque antes se hacía necesario un descanso –que me enoja cansarme sin haber disfrutado de todo-, una paradita al servicio y a comer, bueno como bien me explicó Oscar, a cenar... Al llegar a la Puerta del Arenal, con un barrio llenándose a gran rapidez, nos detuvimos en el famoso Serranito de los spot de los “compadres”. Rico serranito, como decían estos personajes, con su lomo, jamón y su buen pimiento verde, un pajarillo de huerta como decimos en mi tierra, aunque éste por su tamaño era más bien zorzal… y por supuesto su refrescante Cruzcampo ¡me voy a comer un kebab! einnn! Me decía Óscar entre risas, aunque él y Fátima se despidieron del Domingo de Ramos, Fátima había comprobado cual nivel de “jartibles” la movieron por Sevilla y hasta donde la metieron que la agotaron considerablemente y aguantar lo que luego aguantaríamos Cristóbal y servidor se hacía bastante hipotético. Una lástima, comprendida al máximo, pero una lástima sobre todo porque vino mucha más gloria…
Allá por la Catedral el Génesis de Triana se alzaba como en la creación, su Dios de las Penas quería volver a su arrabal, sin sobresaltos, con su pellizco especial al trianear. Pero este año lo esperaríamos en la nueva disposición urbanística del Postigo del Aceite, bordeando las Reales Atarazanas para poder alcanzar un hueco por donde nos “bordaríamos” tal hojarasca al “sobrao compás” del Cristo sentaito de Triana…
Y con el marco incomparable de la Catedral, nueva visión para la tarjeta de memoria del alma, llegó nuevamente el Cristo de las Penas, sobre su portentoso paso, sin experimentos en el exorno floral, es decir volvió a su tradicional monte de clavel rojo, llenando Sevilla de aquello que el agua se había querido encargar de estropear… gloria. Aquello pareció como el descanso de un partido de futbol, porque ahora venía la vuelta, nos comimos casi toda la ida y ya solo quedaba echar el resto. Un año más caminar bajo la clámide del romano bajo el amarillento encalado y sobrado de sabor, ese arco astral del cielo, ese Postigo que muchas cofradías tienen como el portón donde San Pedro espera a los justos. El otro día le decía a un amigo, que ojalá nunca nadie me quite todas estas vivencias, no hay semana en la que más me sienta orgulloso de que el Señor me concediese el don de la vida que en la semana que conmemoramos su muerte y su triunfo para que hubiese la otra vida, la mejor de todas… y si el Postigo parece la puerta del cielo, en el mismo nos encontramos la alcoba de su Madre, Pura y Limpia que cada año llena de luminosidad el caminar del Señor de las Penas. “Costaleros de tus Penas” enmarcaban al “Zapatero” bajo el arco siempre a rebosar de fieles de Dios y su manera de trianear. La música seguía sin cesar para que se adentrara por la arteria del Arenal, la calle Arfe, siempre dándole “Aire para mis Penas”, caminante este Jesús sentado, que mirando al cielo quería escuchar una saeta que saltó desde un ventanal… seguía poderoso hasta que encontró lo que para Él será el umbral anticipado de Triana, y es que dicen que este barrio de la Plaza de la Maestranza pertenece más a Triana que a Sevilla. Así llegó a la calle Adriano, una año más a rebosar, donde sin duda se palpó que era la única de Sevilla en la calle y que la misma quería pasión…
“Que hasta un Cristo sentao ande sobrao de compás” decía el maestro Antonio Burgos, eso contemplaría mi capataz David Parra, al que al final pude dar la mano en una tarde escrita solo para la valiente del Domingo de Ramos. Un nuevo Domingo de Ramos acompañado de su señora, incompleto pero disfrutando seguro de una de sus esencias… que carita pusiste cuando nos vistes, que te hubiese gustado meterte tras uno de tus Cristos y una de tus hermandades esenciales, de hecho la fotografía que abre esta entrada está realizada por él, en aquel punto donde el Señor le mostró lo que la música de Dos Hermanas puso en el oscuro cielo de Adriano… “Esencia”.
El paso se detenía en la parada obligatoria, un año más la Piedad le mostraba su destino al Señor de las Penas, le mostraba que durante tres días dormiría para la gloria de la humanidad y que Ella lo cobijaría, ya se llamase también Estrella o Caridad, morena del Guadalquivir… Se repetía una marcha, cuanto se repitió la banda por cierto… y los dúos de las cornetas parecía emular los susurros entre las dos dolorosas comentando lo guapo que venía su Hijo de la Penas mientras Él les saludaba como mejor saben hacerlo allá por su barrio… con el izquierdo por delante y siempre como hacía sonar la música, dándole “Aire para mis Penas”. Le siguió un clásico de la banda, una de las marchas con la entrada más potente y evocadora para mis sensibilidades marcaron un año , y ya van unos cuantos –gracias Señor por todo ellos- el saludo del Cristo de las Penas ante el Baratillo, sonaba “Pilatos a Jesús” y para la despedida nuevamente en la tarde-noche “Al Dios del Perdón” que levantaba el asombro de la multitud mientras esta vez sí, la espalda del Señor se entrecortaba entre la del centurión y en el oscuro infinito la Torre Pelli, que evocaba más a una vuelta a Mordor que a la vieja Triana… increíble la multitud que se formó allí tras el Señor y la banda, casi el mismo hueco que ocupa la formación musical pero de acompañantes de la devoción y la afición, que incluso tuve que soportan a un tipo que me llamó sin vergüenza por ir ahí, como si yo representara a todos…
La multitud empujaba y nunca mejor dicho a salirse, ya habíamos vuelto a tocar el cielo baratillero con la primera de Triana en rendir pleitesía, por lo cual, tranquilamente nos encaminamos hasta su recoleta capilla en la calle San Jacinto, echando el resto y así contemplar lo que el cuerpo y Dios dispusiera, que por cierto que gran diferencia este año con el estado de los pies, que aunque me llevé la sillita a Sevilla, este año para alivio de los que se desgarraban las vestiduras por que la utilizaba -por lo visto para ser puro y rancio no te puedes cansar- no tuve que recurrir a su uso, quedándose en el hotel todos los días…he ahí la diferencia de estar casi todo un día sentado a estar más de diez horas de pie, con antelación  a la “paliza” más grande de los capillitas.

CONTINUARÁ…

Fotos: Óscar Ortega y David Parra.

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