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miércoles, 1 de mayo de 2013

DOMINGO DE RAMOS SEVILLA (II).

LA VALIENTE LE DIO AIRE A SUS PENAS Y A SEVILLA...
Tristísimas y desoladoras fueron las imágenes que se vivieron en apenas minutos de pasar de la gloria al chaparrón. Creo que nadie se esperaba esto o si… dicen que se había estropeado el radar del aeropuerto y no sé qué historias para no avisar de lo que se avecinaba, pero en estas fechas te puedes fiar mucho, y no lo digo por los tiempos tan poco predecibles o cambiantes, sino por no cargarse el primer día donde se desembolsa bastante dinero en la ciudad entre varias cosas o vete a saber… allá donde yo estuve lo único que estremeció fue ver impasibles a los nazarenos en su sitio, pero al ver algunos videos del resto de hermandades no he podido evitar incluirlos en esta crónica, resulta hoy en día extraño ver un paso despoblado de público por las calles de Sevilla, sin duda una estampa nueva, en este caso la Virgen de los Dolores y Misericordia comiéndose  la calle Laraña en busca de la Anunciación bajo el chaparrón.

Lo cierto es que en aquel momento viví una experiencia nueva, por un lado un cierto temor, al ver lo ocurrido te hacía pensar en todos los pronósticos que se anunciaban para toda la semana, lo que te llevaba a amargarte e incluso pensar que todo se estaba acabando. Cris que se nos incorporó después, me llevó a la confusión, un mal entendimiento quizás mío hizo que pensara que mientras nos cambiamos en el hotel, los pasos de la Paz habían partido para la catedral a un refugio más seguro claro. No recuerdo bien porque fue, pero Cristóbal y este servidor nos marchamos sin Óscar ni Fátima, en la marabunta de ideas fijamos nuestro objetivo en San Juan de la Palma, por si la Amargura decidía salir. La esperanza del año pasado sobrevoló el ambiente, de que el resto de hermandades se echaran a la calle. Por el barrio de San Vicente se abrían claros y el sol volvía a iluminar, pero solo fue un presagio cuando de nuevo comenzó otra chaparrada que nos hizo refugiarnos en un bar y con ello tomarnos algo escuchando la radio. Todo pintaba mal…
Uno no sabía dónde ir, si estaba en lugar acertado, pero todo no puede ser, aquí comencé a agobiarme con la situación, cuando la radio descoloca nuevamente mis ideas, el misterio del Señor de la Victoria estaba aún en el arquillo del ayuntamiento y en un chicotá antológica, es decir la avenida de un tirón, los “legionarios del Porvenir” llevaron a este singular Nazareno hasta el primer templo de la ciudad. Si antológica fue la chicotá, antológica fue la corría que nos metimos desde Virgen de los Buenos Libros hasta donde dejamos -no sé cuánto tiempo transcurrió- al misterio que abre la Semana Santa de Sevilla. Los ecos de “Ntro. Padre Jesús de la Victoria” de Mena Hervás a través de la radio hicieron resoplar a Cris y empujarnos a lo que sabía iba ser muy complicado de alcanzar, este corto trayecto del misterio de Antonio Illanes… así fue, al llegar el paso ya lamia el dintel de la puerta de San Miguel. Nueva decepción…


Por San Juan de la Palma y San Roque sin noticias, allí una Esperanza hacía pensar a sus hermanos si este año tendría “cara de calle”… de Gracia anda sobrada. Ya no volvió a caer ningún chaparroncillo de importancia y el cielo comenzaba a dibujar una barrera que parecía levantar un Armagedón entre cielo e infierno. Queríamos vivir la gloria pero todo estaba siendo un poco infernal. Sonó el teléfono y mi capataz David Parra nos llamaba desde donde no podría ser de otra manera… desde Triana, desde donde parecía que cielos e infiernos querían batallar para que triunfaran las angelicales estrellas… pero en Sevilla hay una Estrella, única, sinigual, la única del cosmos que llora las penas de todo un barrio. David nos recordaba los arrebatos de Triana, sin que nada fuese oficial, pero que la Estrella salía… y así fue, con retrasos, la Valiente volvía a afrentar los temores y aglutinar a toda una ciudad allá por donde “el sentaito” de Triana –para eso también es hijo de la Auxiliadora- atravesara con el izquierdo por delante y su Madre de la Estrella iluminara una vez más las tinieblas de la noche que se hacían palio decimonónico, porque gracias a Ella el Domingo de Ramos recuperó un cielo de Juan Manuel Rodríguez Ojeda.

Había que buscar Triana, David nos decía que San Jacinto estaba hasta la misma bandera, que sensaciones tendría a esas horas el amigo Miguelillo, al comprobar lo que había y estaba ocurriendo y que iba a poder cumplir su sueño de ser costalero de la Estrella de Triana, seguramente estaría en una burbuja, con forma de terraza, la de la capilla de la Estrella donde se perdía su mirada en el infinito de la ciudad eterna… nos volvimos a juntar con Óscar y Fátima allá por San Buenaventura donde vive una Soledad de caoba y plata, ahora de actualidad por su inminente restauración, y por fin pusimos rumbo hasta la calle Reyes Católicos.
Allí, aun con dolor de garganta por este mes de marzo en el que estado pachucho todos los días, nos metimos entre pecho y espalda el primer y único helado, riquísimos, de Heladería Rayas, los mejores de Sevilla, pero los de puerta Triana como diría mi prima Isabel y en el horizonte un puente con sabor a pasión, a rebosar, eso era imposible acercarse mientras el cielo, parecía eso, una continua batalla por traer la gloria a Sevilla… y la espera fue larga, mientras la amplia calle recibía a los nazarenos de azul y blanco y Estrella del Rey David grabada a fuego en los corazones, por la puerta desde donde viene los habitantes de Triana a Sevilla. Intensa la esperaba para volver a reencontrarnos con ese zapatero bendito, que trae con alegría las Penas de Triana hasta Sevilla. Como aún no se había cambiado el horario, la noche fue cubriendo la ciudad mientras en el horizonte comenzaba a dibujarse la singular silueta implorante más sobrecogedora de Sevilla, ¿Por qué reza este zapatero? Siempre por los que le agredían, por todos nosotros... El anochecer y las primeras luces de las farolas comenzaban a dibujar unos resplandores en el “canastazo” del maestro Antonio Martín. Parecía que todas las estrellas del firmamento se querían posar a los pies de Señor, que como siempre venia sobrao de compás. Aún estaba lejos, venia como siempre vienen los pasos por el puente, al único compás de la percusión. A esas horas creo que ya estaba confirmadas las suspensiones de la Amargura y San Roque, nuevas experiencias, el conocer un Domingo de Ramos sin Herodes y la magnificencia hecha cofradía, malos tragos, más cuando uno se para a pensar cuantas oportunidades nos dará la vida de disfrutar la gran Semana de Dios, en la ciudad de la Semana Santa por excelencia. Pero al fondo, los repelucos recorrían mi piel, Él sí quiso ser fiel a su cita y atravesar Sevilla, la que lo supo esperar… por calle Reyes Católicos, llena hasta la bandera, con su trianear incesante levantando la magia y aplastando con su pie derecho la decepción, este zapatero remendón de la gloria, el que pareciese prepararnos el mejor calzado para alcanzar su reino prometido...





Pero curiosamente la música de Dos Hermanas se hizo clasicismo para que el Señor de las Penas pisara Sevilla con uno de los irrepetibles ecos del maestro Escámez y su “Consolación y Lágrimas”, bendito linarense que lo comenzaste todo, que pareciese que los ángeles susurraron a tu oído las directrices que han sobrepasado todas las expectativas, aunque algunos quieran seguir buscándole una polémica donde no la hay, cornetas y tambores si o cornetas , tambores, trombones… qué más da el nombre si la esencia sigue viva quieran o no, la corneta sigue alzándose poderosa… ¿alguien llama a un paso de palio: paso de palio, candelería, peana, candelabros de cola, varales…?. Pero vamos  esta marcha fue casi un espejismo para lo que llegaría después…
¿Cuánto duraría la gloria?, al menos el portento de José de Arce, modelo de modelos –ya lo verán próximamente- se posaba omnipotente ante nosotros, tantas veces te he visto y cada vez me parece la primera Padre mío de las Penas… ¿qué ocurriría? ¿Llovería? ¿Esperamos al palio? En aquel momento era el único paso por Sevilla, la cual sin duda lo buscaría por masas, aun no estaría su Madre de la Estrella pisando suelo trianero, cosas de ser sin duda la otra Reina del arrabal… así que fue sencillo, casi arroyando a unos niños, ya que sus padres los utilizaron inexplicablemente para que no pudiésemos pasar, comenzamos a vivir una nueva experiencia en el diario, en el álbum de los recuerdos de la Semana Santa: Penas de Triana por Reyes Católicos y de ahí hasta la Campana detrás del romano que gubiase Lastrucci que  contempla y supervisa los preparativos de la crucifixión…  nunca un misterio tan simple complementó tan perfectamente.
Cierto que caminar tras un paso, más bien te pegas una paliza de música y de arte costalero, quizás el más interesante, vista la perspectiva para aprender de una cuadrilla, que con sus imperfecciones me parece sublime. Lo suyo es ver venir los pasos, viendo siempre al Hijo de Dios, pero era lo que había, lo que surgió, seguramente apretando sus manos de dolor por el mundo, eso fue lo que quiso el Señor de la Penas, un Domingo de Ramos casi a sus pies gran parte de todo su recorrido.
La Presentación al Pueblo se vació, por cierto ¿Por qué iban sin la gorra? ¿Vamos a pasar de los soldaditos de plomo a músicos de banda de plantilla completa? La estampa de un mar de gorras me parece ya patrimonio de la humanidad cofradiera… ¿Y los dos banderines?… “La Triana Costalera”, “Salus Christi”, etc… mientras Puerta Triana se iba estrechando buscando el epicentro de la ciudad, pero antes estaba el sabroso discurrir por la plaza de la Magdalena, volvíamos a una plaza que este año hemos pisado bastantes veces. Y por allí, por todas las calles en definitiva no cabía un alfiler, era la única en la calle y Sevilla quería Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios. Por ahí otra vez llamaba David y seguramente el Señor ya sintió que su Madre estaba en la calle, porque se palpó “El Refugio de una Madre”… “Mi Cristo Moreno” era la antesala al antaño Compás de San Pablo. Que me acordé de Félix, o más bien por su novia cuando el zapatero puso en pie al respetable con “Madre”, que por cierto la banda fiel siempre a su historia… potencia, agudísimos pero qué manera de acelerarse o frenar el tempo, y lo sorpréndete es que la cuadrilla le sigue el compás impresionantemente al milímetro. Avanzaba el Señor de las Penas a las órdenes del Vizcaya que de vez en cuando su bendita verborrea se dejaba sentir por detrás. “El Dios del Perdón” y su solo largo seguía levantando las emociones que un chaparrón se había encargado de estropear, lo cierto es que me cuesta ya recodar tantos momentos correlativos, de ese Cristo que buscaba el corazón de Sevilla siempre valiente y con el izquierdo por delante. “A Jesús de la Agonía” fue la marcha con la que llegó a la plaza de la Magdalena, la oficial, la otra es San Pablo, y ahí volvió el miedo, una llovizna caía sobre los desnudos y ensangrentados hombros del Galileo más trianero y flamenco de todos los tiempos, pero en nada, a Dios gracias, se quedó. Mucho se quejan algunos del flamenquismo de la banda y la más que asentada filosofía en el andar de los pasos “alegres” de Triana. Resultados de una evolución donde tuvo mucha culpa un tal Bienvenido Puelles y el padre del que iba mandando al Hijo de la Estrella. Al llegar al Santo Ángel sonó otra de las genialidades del II pregonero del costalero en Oviedo, “Y Tu Estrella” marcha que saboree al máximo, y es que la misma es una de mis preferidas, de esas que nunca me canso de escuchar. Giraron al Señor completamente ante la puerta del templo carmelita, está bien que se visite la casa de Dios, pero a qué saludaba el Señor… ¿a una puerta?






El Señor seguía su camino, mientras contemplábamos las bellas trazas del canasto, la imaginería en miniatura de Ortega Bru y esas portentosas cartelas… lo que me extraña es que este paso no esté prácticamente imitado en ningún sitio, cuando sin duda el mismo es colosal, retablo andante de Triana. Y el Vizcaya pedía “aire para sus Penas” hasta llegar a la segunda revirá que tienen en la tarde tras unas cuantas calles recorridas. Curioso que este año quería hacer un “encaje de bolillos” para poder contemplar la revirá de Rioja con Velázquez, y al final me iba a hinchar, mientras “El Refugio de una Madre -creo que mi amigo Cris se quedará contento este año- volvía a “enmarcar” al zapatero cuando ya se intuía la llegada a Campana y la primera despedida… pero Él siguió “Trianeando por Sevilla”, y la música daba crédito de ello, en esa revirá eterna, como a mí me gustan, sin muchos alardes y si es sobre los pies siempre mejor, así volvíamos a ver su perfil, ya que solo podíamos intuir su presencia, sobrao de compás, cayendo en el costero y rajando el aire con su poderoso izquierdo, subiendo bien los kilos del calvario errante de Triana, que le da aire a sus Penas y le dio aire al Domingo de Ramos.





En aquellos momentos la radio seguía poniéndonos en aprietos, La Paz y el Despojado volvían, y sinceramente lo siento por mi amigo Cristóbal que vi en su cara la decepción de no saborear como merecía a toda la cofradía de la Paz, la cual se sobre suponía que si ya vuela en un Domingo de Ramos sin sobresaltos, como iría con miedo a posibles lluvias hasta el Porvenir. Estábamos lejos, no sabía que podríamos pillar, como ya he comentado no podíamos estar siempre en el lugar correcto, pero estábamos inyectándonos Penas de Triana por los poros del alma, y seguíamos sin saber si la hermandad de la Estrella, haría válido su apodo de valiente y culminaría el Domingo de Ramos sin ningún sobresalto. Así que había que seguir disfrutando…
Así la cuadrilla le dio ese aire para sus Penas que tanto me encanta, siempre ganándole al adoquín, pero sin parar de trianear hasta que se plantó en los umbrales de la Campana, donde lógicamente todos los que íbamos detrás íbamos fuera. Así desde el quiosco de O’Donnell contemplé por primera vez, siempre con su espalda dolorida la entrada del Zapatero de Triana en Campana, este año de noche, mientras en la plaza se disponían a “Sentir” esos aires aflamencados que algunos les desgarra las vestiduras y a otros los envuelve de pasión… un nuevo Domingo de Ramos incompleto, el Amor ni se para a pensar en valentías ni en arrebatos, el Dios del pelicano en los pies, el que gubió Juan de Mesa también nos regalaba un nuevo Domingo de Ramos, sin Él por las calles, si el manto del Socorro… pero bueno, menos es nada y había que seguir como diría Antonio Santiago, a esas horas más allá del parque… que aún quedaba muchas Penas y Estrella de Triana, "Y en Triana" por “Sentir” y “Una Vida de Esperanza”, sonando a lo lejos en Campana, por vivir…
CONTINUARÁ…
Fotos: Oscar Ortega, Josito Linares.

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