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jueves, 16 de mayo de 2013

LUNES SANTO SEVILLA (I)

AL PRINCIPIO SOLO EXISTÍA EL POLÍGONO... Y LA PALABRA ESTABA JUNTO AL POLÍGONO.
Se le ha ocurrido a mi querido Antonio Zapata un nuevo refrán: “Santo que sale, agua que cae”… y razón no le falta, porque el Domingo de Ramos fue glorioso pero la gloria es cuando se desarrolla sin complicaciones, lo que pasaría a ser memorable pero el agua iba a seguir siendo la protagonista para concedernos paradójicamente un Lunes Santo memorable. Imagínense el cuerpo que se le queda a uno al contemplar como acabó desarrollándose la jornada que les acabo de narrar cuando los meteorólogos decían que seria las más plácida entre las jornadas que van hasta el Miércoles Santo… con esa incertidumbre me dormí plácidamente en nuestra nueva residencia, en la cual desperté mientras por la ventana no se veía nada mal el otro gran protagonista de la semana… el cielo. Ni domingo, y como verán ni lunes visité ninguna capilla, si no recuerdo mal. Mientras gestionaba en recepción el tema de las habitaciones por la salida de Fátima, que se nos marcharía a Madrid, me encontraba con mi amigo Cristóbal que venía de dar un paseo por la ciudad avisándome de que el lunes nos demostraría que existen los milagros y que los arrebatos a veces nos sumergen en la gloria…
Llevaba unos cuantos años abriéndose el Lunes Santo allá por el Polígono de San Pablo, pero la dichosa lluvia se venía encargando de que la jornada pareciera la de siempre, sin el Cautivo y Rescatado y su Madre de los ojos extremadamente verdes… y los partes se presentaban con las mismas intenciones hasta que Cris me relato la “osadía” que al cabo del día nos sonaría a frase legendaria para la historia: “hermanos, existe un gran porcentaje de lluvia pero no nos podemos quedar cuatro años en casa…” en el Polígono comenzó a llover… lágrimas de sus vecinos, pero estas eran de alegría, pese a tener en la memoria lo que conllevó el ultimo arrebato, pero el barrio necesitaba a su Cristo moreno y bien “peinao” atravesar prácticamente Sevilla entera para proclamar la grandeza de los barrios, un respeto señores, que vienen los barrios como dijo en su día Carlos Herrera en un pregón como mandan los cánones.
Casi en desbanda nos lanzamos a la calle, olvidándome el móvil, Museo y Alfonso XII casi a carrerilla… podría repetirse lo de hace unos años y quizás peor todavía, como el año pasado, romperse el Lunes Santo, y había que buscar cofradías que para eso estábamos allí. Corriendo en busca de un taxi, que lo encontramos en el Duque, nos encaminamos a pisar por primera vez, esta alejada barriada que desde hace unos años es conocida en el olimpo cofradiero por tan solo una cofradía… y es que allí una cofradía te da muchísimo, y como yo me creo que Sevilla no es una ciudad, es un sentimiento, por eso parezco un “sevillano” residente en Bailén. Y curioso que por Torneo, la Macarena, la Ronda, Carretera de Carmona, San José Obrero… caía de vez en cuando algunas gotitas, pero no importaba, parecía que Dios quería Lunes Santo aunque las webs anunciaran que todo esto era una imprudencia que se podía pagar cara. Al llegar a la glorieta con la avenida Kansas City –con lo rancia que es Sevilla, que me sorprende aun escuchar el nombre de esta entrada a la ciudad-, en la misma había un atasco de cuidado, seguramente sería porque un día más se hacia la magia y se alzaba la maravilla inexplicable de la Semana Santa, y a esas horas ya comenzaba Sevilla a ceder sus territorios al Hijo de Dios y su Santísima Madre.
Pronto entramos en ese paisaje tan poco o menos publicitado de la Semana Santa de Sevilla… avenidas, torres de pisos, más chándal y vaqueros que vestido o corbata… barrio en estado puro, barrio humilde, de currantes, pero de esos que no habrán dudado un segundo en darle lo más grande a sus titulares, aunque cuando salgan de la iglesia de rezarles tengan que pasarse por Caritas. Ya lo dije en cierta ocasión, el siglo XXI abrazando las esencias del pasado, el ladrillo echándole un pulso a las volutas churriguerescas, el “enlucío” de cemento mano a mano con el pan de oro y encima del barco del Polígono, aquel que llena de orgullo a todos sus vecinos, poderoso, maniatado, caminante al compás de la marcha “Pureza” buscando después de tanto tiempo el Giraldillo que proclama la fe en la ciudad, que quieran o no se extiende hasta el extrarradio… y seguro que Dios estará orgulloso de que la fe llegue de tal magnitud a través de las cofradías.


Una estampa nueva para mí, contemplar el paso de misterio caminando por estos barrios, en una hora temprana, otros años, estaríamos aun sentados en la cama con el pijama puesto y si algo me impactó fue la forma de acompañar al paso la multitud. Pronto nos encaramamos tras la jamuga donde se sienta Herodes, aquel que mira extrañado a este “loco” galileo, el cual era digno de ser marcado por las avenidas de Sevilla, de reluciente túnica para que se mofaran de Él, pero ay Herodes, te quedaste en San Juan de la Palma pero el Lunes Santo volviste a intentar vestirlo de blanco, incluso la banda trianera marcaba el compás y su caminar se hacía poderoso, pero Él siguió triunfante y solo consigues que el marcado según Sevilla, seas solo tú.




Un abrazo al amigo Josito, otro hábil ratón de cofradías que también se las sabe todas, que ya se encontraba allí, sin darle mucha importancia a lo que el cielo pudiese enviar y tan solo ir a disfrutar, el tan enamorado de lo puro y el arte. Pero aunque había mucha gente, la bulla no llegaba a apretar, y por ello mejor que ir viendo una trasera de un paso, que mejor hacerlo según los cánones de estas hermandades, delante o a los lados del paso, acompañando el caminar del Hijo de Dios Cautivo y rescatador de almas, aunque Él lo que nos estaba rescatando, aunque aún no lo sabíamos, era la gloria…
Los bares de la zona se encontraban siempre llenos de costaleros o músicos de las Tres Caídas, reponiendo fuerzas para el medio día, en esta maratoniana estación de penitencia, por ello la banda de la eterna ancla iba más corta de efectivos en estos primeros tramos de día y aunque sonaba de lujo, se notaba que le faltaba algo. Después de unos años volvía a escuchar a la trillada hace años “Esperanza Gitana” en una revirá donde la cuadrilla dio muestra de elegancia en el sublime compás que le dan al paso. Muchas chicotás pero a tambor, sin duda, creo que es una gran cuadrilla la del Señor de San Pablo y en pocos años le han dado una candencia al paso, digna de las mejores de Sevilla, aunque allí hacer esto no es tan complicado, todo depende de quién pongas delante, y uno de ellos curiosamente empezó en esto bajo la Reina del Amor de Linares. Por allí asomaba un famoso, el actor Paco Tous –“Los Hombres de Paco”-, se disfrutó mucho con el andar largo de la cuadrilla y llegó otra nueva chicotá y sonó algo que me traspasa, la Triana fúnebre como yo la llamo, que menos para una marcha dedicada a la atalaya de la cofradías sevillanas… sonó “Silencio”. Después llegaría una revirá que enmudeció a Luís Montoto con la marcha "Al Desprecio de Herodes" que nos colmó del gozo del arte efímero de la Semana Santa. Una chicotá que nos caló hondo al Dios de Álvarez Duarte pero que… se la cargaron con esos tres izquierdos que ni siquiera estuvieron a la altura técnica de esta cuadrilla en la salida. La verdad no comprendo porque de vez en cuando quieren andar con cambios, cuando por la necesidad de las distancias, han imprimido un andar poderoso y a la vez personal que ya lo quisieran muchas… así se marchó el Señor de San Pablo en busca de la Diosa Híspalis, con un cielo gris pero valiente como la zancada de la cuadrilla, con cientos de apasionados capillitas siguiéndola, caminado junto a Él buscando la pasión de los arrebatos, seguramente muchos como nosotros que saltaron de la cama corriendo en busca de aquel casi desconocido barrio que sacó la llave del embrujo.


Aunque seamos muy Cristíferos, no podía marcharme sin acercarme a contemplar a la otra Virgen del Rosario de la Semana Santa sevillana, la que venía al compás de algo muy de la jornada, la marcha “Virgen de las Aguas”, la de aguas que no caerían y que cerrarían el Lunes Santo, pero eso fue muchísimo después.  Esta dulce y bellísima jovenzuela, que también cumple por abril 18 años, para eso es la Macarena su madrina de bendición y que tiene enamorado a mi amigo Antonio Pradas se abrió paso con el compás muy abierto, con la curiosa estampa del Hotel Meliá Lebreros al fondo… es lo que tienen esta hermandades que hasta que no llegan al centro, el encanto es muy diferente, con su palio liso que ya espera el bordado que Charo Bernardino –aunque ahora parezca que solo haga “mierdas” de trabajos, aunque restaure cosas como el techo palio de la Macarena- está acometiendo para pronto igualar a la hermandad a los cánones sevillanos, que como dije, sea barrio más o menos humilde, para Dios y su Madre todo… por esto uno quisiera ser sevillano o más bien que todos nos sevillanizáramos para las cosas de la Semana Santa…
A esas horas Óscar y Fátima ya habían emprendido el camino en busca del Tardón, pero nosotros teníamos otro objetivo más cercano, la plaza de Santiago, donde cada año el Iscariote llega con una trupe a prender al que nos trajo la Redención… pero antes de partir en este viaje imaginario hasta la calle Santiago, no olvidarme de la satisfacción de encontrarme con un viejísimo amigo caminado también al compás del Señor Cautivo y Rescatado. Nada más y nada menos que el que quizás sea mi primer amigo gracias a esto de las cofradías y la mano del Altísimo. Lo conocí en la mismísima guardería de su vecina Maribel pero no les exagero que lo conocí de verdad en párvulos porque buscaba piedrecitas blancas en el recreo para adornar los “tronos” que montaba en su casa para jugar a las cofradías, y nació el primer gran amigo de la vida… curioso verdad, treinta años contemplan una pasión que algunos ya verán en mi casi enfermiza, pero esa ha sido una tónica en mi vida, hacerme amigo de capillitas… los años continuaron y nos separaron, pero ese cariño mutuo que se forja cuando eres un mocoso perdura… él es hoy sacerdote, joe hasta donde llegaron los santos de plastilina, y de los gordos como diría mi madre, estaba programado incluso que diera el Pregón de la Semana Santa de mi pueblo, pero no sé por qué no pudo hacerlo, él es Alfonso Puche, que cosas de aquel al que representa y al que ha entregado su vida nos volvió a juntar en un lugar donde vamos buscando la gloria… Sevilla en Semana Santa. Que me encanta veros, a los curas jóvenes junto a los faldones que cubren a los “pies” de Dios y María… y más si explícitamente bajas desde Madrid a la ciudad eterna…
La jornada nos invitaba a la extenuación, al sin vivir y eso era porque hoy por ejemplo no comeríamos sentados en Alfonso XII, y lo haríamos como en muchas ocasiones he pensado en plan jartible capillita, andando y con bocadillo en mano. Pero antes nos apostamos en la recoleta plazoleta donde un mes antes nos marchamos con el alma rota de ver quedarse en casa la mole de caoba y oro de Sevilla… aunque la plaza parecía llena se podía acceder con facilidad a la zona alta, a los pies del hotelazo que circunda la plazuela de Jesús de la Redención… tocaba un año más nuestra ración de beso… y el arrebato de San Pablo daba su fruto, y el Dios de Lastrucci se echaría a la calle, seguía habiendo esperanza, y eso que era el peor día, pero seguía haciéndose la magia. Se abría el portón y tras los tramos del Señor, la agrupación musical de la hermandad nos evocaba a la recogía, inolvidable recogía del año anterior, con los singulares ecos de la marcha “María Stma. del Rocío”, de cornetas a agrupación, con los que seguramente la cuadrilla enmarcaron el gesto dulce más amargo de toda la humanidad, el Beso de Judas…


Este singular y diferente canasto, como me lo definió mi capataz un mes antes donde nos quedamos sin fe en las calles comenzaba a emerger entre la estrechura, para repartir fe. Perdonen que no cuente con fotos del momento pero mi reportero más dicharachero se estaba hincando un papelón de pescaito allá por San Jacinto, y mi nuevo móvil tiene de todo menos una cámara optima… pero nosotros estábamos llenado el alma de Redención, la silueta llevada hasta la extenuación a cargo del taller del maestro Castillo levantó los repelucos y la fragancia de esta pasión desmesurada por cofradías. Lo que si he tenido este año es una videocámara con la que he intentado grabar todos los momentos de me encontraba, mientras hubo batería y memoria, aunque me perdiera un poco de esencia pero con la que también conseguía planos más complicados para el ojo humano, como ver su sereno semblante aparecer entre esos naranjos desprovistos -por culpa de esta invernal primavera- de la flor de la gloria para Sevilla… el azahar. El cielo seguía gris pero el Señor de la Redención nos quiso regalar un poco más de los sueños que se forjan “Bajo la Luz de su Mirada”. Curioso que las dos veces que he contemplado la salida – y la recogía- de la hermandad del Beso de Judas ha sido motivado por el reajuste en el itinerario premeditado por culpa de la meteorología, aun no sé lo que es verla bajo la luz radiante del sol. La música nos transportaba, todo comenzaba según lo previsto, porque desde el Tiro de Línea también había “cara de calle” y venia hasta Sevilla Santa Genoveva, pero ¿cómo acabaría?, había que seguir disfrutando, gozo curiosamente para la agonía del Hijo de Dios en el “asa” de olivos más conocido del mundo, “Agonía en Getsemaní” marcaba el adiós del galeón que comanda los Reguera dejándonos una vez más la estela imborrable de su Redención… tras Él, el primer Rocío del año, como el mañanero sobre las hojas de las plantas, como el que pronto levantará los repelucos por las arenas de la aldea de Almonte. También hay Rocío doloroso, Reina de las Rocianas de la calle Santiago. Su perfil macareno comenzó a iluminarse en el entrecortado caminar a paso templo de los costaleros. Poco a poco apareció el gran palio que le están conformando, otro de los que esta esperando la guinda de un mantazo mientras los ecos del himno nos regalaba el segundo palio del día… ya llevábamos más que el día anterior a esas horas.
Sublime compás, para una bambalina complicada, y la Madre necesitaba llorar un año más al compás del tambor y flautín que parecen atravesar las marismas bajo la Luna del Nissán. Siempre igual, siempre diferente, arte efímero al compás de “Rocío”, porque de Rocío a Rocío solo hay Rocío, recordando una vez más al maese Herrera, al que quizás tenga que volver a escuchar para que me inspire… buscaba el palio recién remozado la calle del patrón de España mientras en el palacio de enfrente, en su balcón señorial se asomaba alguien bastante nervioso, que se atusaba el pelo y no paraba de besar a un niño…Alex Ortiz, el saetero de la recogías por los cielos de San Gil, se intuía que iba a cantar, es más, el paso no reviraba aun quedando marcha, estaba cantado… yo no soy de saetas, pero señores aquello se me quedará grabado para siempre, no se escuchaba nada más que los quejios de su alma, de su arte pidiendo que la llevasen al cielo sus costaleros. Pensé que alguno lo grabaría y preferí saborear el momento, y aquello vino “sobrao” de sabor a pasión… se acababa un nuevo capítulo, había que seguir con esperanza, cerca nos metimos uno de “carne mechá” entre pecho y espalda, era la señal de que el día iba a ser largo e intenso… próximo objetivo, el recuentro con el otro, el primer Cautivo de Sevilla y un retro-momento con las Mercedes benditas del Tiro de Línea en la Puerta del Arenal….
CONTINUARÁ…

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