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jueves, 24 de octubre de 2013

MAGNA ES CÓRDOBA (y IV).

DE LA GLORIA AL AGOBIO...

Echando a volar nuevamente la memoria, que el trabajo no me deja tiempo para agrupar tantos detalles, volveremos a la ciudad de Córdoba a rememorar nuestro periplo entre el sofocante calor que abrazó a la Pasión de Cristo en su renombrada Magna. Se marchaba el Resucitado en busca de la bellísima calle San Fernando convertida en epicentro mundial del cofradierismo y a nosotros aún no se nos antojaba otra cosa que buscar pasos, aunque ya podríamos ver pocos hasta que los mismos no salieran de la Mezquita-Catedral, porque aún nos quedaba contemplar esa segunda parte de encantos y embrujos que trae la incomparable noche cordobesa… y es que en Andalucía tenemos cada ciudad que no sé cómo algunos se atreven a decir con el peloteo en mano que hay otras tierras más bellas en esta nuestra España.
Pero aun contemplando la gran multitud que se agolpaba en Capitulares, pensamos que quizás buscando el inicio del recorrido oficial en esa Cruz del Rastro que tantas veces me ha recibido al pisar la orilla inmortal de la tierra de los califas en Andalucía, podríamos ver algo y a su vez descansar y tomar la cena para esa segunda parte programada si no recuerdo mal para las once de la noche, que aún quedaba bastante rato. La Corredera de Córdoba se encontraba llena de vida en las repletas terrazas que la inundan cada día, aprovechando igualmente para ver cómo iba el futbol y desahogar la vejiga, continuando después buscando por esos callejones que conozco gracias a la letífica Virgen del Amparo, pudimos llegar al epicentro de la polémica…
Por la plaza del Potro, Lineros o Lucano me imaginaba que tendría que haber algún paso, por lo menos el del crucificado del Remedio de Ánimas, que accedía al recorrido oficial por esta zona, pero allí lo que nos encontramos era una gran bulla, que la verdad tampoco me sorprendió, estoy acostumbrado en la Semana Santa hispalense a esas multitudes en lugares tan reducidos. Pero me sorprendió que aquello había generado un descontrol en la buena marcha del multitudinario evento… rumores de continuos desmayos nos llegaban, lógico, fue un día completo de asfixiante calor, el agua, refrescos y demás víveres volaban en los establecimientos que sin duda hicieron el agosto de su vida, vamos ni en Semana Santa dicen que se forman estas bullas. Un señor en las apreturas me aconsejaba sobre cómo reaccionar… en mi interior aun a sabiendas de que no sabía quién era y la experiencia que podría tener aquel amable señor pensé: “Después de lo de San Gonzalo en el Baratillo échame lo que quieras…”. En la confluencia de Lucano, San Fernando y Cardenal González comenzaron a aparecer pasos que nos desconcertaron… el misterio de la Sentencia, la Redención, Nazareno de Pasión, misterio de la Santa Faz... algunos de los pasos que por pronósticos de los programas ya deberían haber pasado y otros no a la espera de pasajes anteriores… “desconcierto” era el titular del momento. Por allí apareció nuestro amigo Joaquín Gómez que nos anunciaba que el misterio del Gitano de San Andrés, Coronación de Espinas o hasta el mismo Remedio de Ánimas ya habían pasado antes que pasos que aún estaban pasando o deberían de haber pasado antes, ya en este punto sin el acompañamiento musical, es más por allí a nuestra llegada nos cruzábamos con la banda de la Elevación que acompañaba a la Oración en el Huerto que si había pasado… ¡menos mal! teniendo su salida pocos metros más arriba y siendo el segundo paso en el vía crucis. Joaquín nos ponía un poco la actualidad sobre la mesa y era que la bulla había descontrolado a la policía, que se encontró desbordada y comenzó a liar a las hermandades parándolas y haciéndolas avanzar según veían ellos conveniente… de cómo se organizaban posteriormente en la Ronda de Isasa no puedo aportarles nada más… algunos me dijeron que se echaban a un lado y eran adelantados por los pasos que debería ir por delante. Lo cierto es que aquí comenzó el caos, que lo siento, pero así lo sentí, empañó la gran Magna de Córdoba y por lo menos a mí me estropeó muchísimo de lo que aún me quedaba por ver.

Se acumulaba un gran retraso, porque cuando decidimos marcharnos de allí para cenar algo era justamente la hora en que por allí no debería haber ningún cortejo y aún faltaba por pasar varias hermandades. En Capitulares retomamos fuerzas para volver a bajar hasta la Santa Iglesia Catedral, por la embrujadora calle de naranjos que es San Fernando, donde ya había gente apostada esperando las muchas vueltas consecutivas que tendría lugar en esta vía crucis, al igual que la estrecha calle Cardenal González que según nos aproximábamos a la Mezquita, seguía creciendo la cantidad de personas apostadas en las aceras hasta llegar a una de las puertas por las que saldrían algunos pasos completamente atestada de gente, donde por cierto pude saludar a unos cuantos amigos del pueblo y donde curiosamente me enteré de uno de los calificativos con que me llaman en mi pueblo… “mira si está ahí el “niño de la cofradías” ¿un poco taurino verdad?
Era prácticamente las once de la noche y por la otra puerta, por donde accedían todos los pasos aún quedaban unas cuatro o cinco hermandades por entrar, el retraso era de más de dos horas y solo nos quedaba esperar, encima sin itinerario que como acostumbro siempre suelo perder y las baterías del móvil no estaban para estar continuamente recurriendo a la aplicación creada para el evento. Tras unas cuantas botellas de agua, coca colas calientes y helados, menos mal que estábamos unos jartibles hablando siempre de lo mismo, se abrió la puerta de la calle Magistral González cerca de las una de la madrugada… es triste contemplar cómo la gente a través de las redes sociales pedían que ante el retraso “los curas suspendieran la misa”… que pena el culto e idolatría a tan solo lo estético y folclórico, por lo menos respétalo...
Se abría la puerta de la calle Magistral González Francés y aparecía la primera cruz de guía que marcase el camino de vuelta, aunque no sabíamos cuál era. Pero pronto pude llenarme de la magnificencia del tallista Antonio Martín Fernández y esto en Córdoba es hablar del Zumbacón… cuantas ganas tenia de contemplar este paso donde un sobrecogedor Cristo alzaba la mirada a los cielos buscando la paz del eterno. Si esta imagen de Buiza procesionase en Sevilla, lo tendríamos hasta en la sopa, pero lo disfruta Córdoba y lo disfrutamos nosotros cuando su “cigarrona” banda comenzó a elevar sus sones que me hacían recordarle a Eugenio su predilección por este estilo. No me lo estoy marcando ahora, aquellos sones me retrotrajeron a la salida de la Cena de Sevilla de hace unos años cuando la banda cordobesa enlazó con el “Cantemos al Amor de los Amores”, más pellizco y predicción no pude tener… una lástima que por los retrasos solo pudiese disfrutar esta maravilla en tan poco embrujador momento. Lo que si me hinché fue de Redención, una vez más, que acertadamente como todas no se recrearon en la revirá, marchándose a los sublimes compases de su banda y la marcha “Aurora de Resurrección”. Tras Él llegó al que denominan como el “Señor de Córdoba”, Ntro. Padre Jesús Rescatado, al que muchos de mis paisanos allí presentes seguramente  denominarían “el Medinaceli de Córdoba”, y ciertamente lo es, con tan solo contemplar el escapulario trinitario. La verdad no me agradó mucho la estética elegida por esta corporación para el Señor… la túnica demasiado larga y ese peinado de la peluca parecía sacado de una peluquería de señoras, por estas cosas las pelucas fuera por favor. El son de una agrupación marcó la salida del Cautivo trinitario.
Después nos llegó otro de los pasos que ya habíamos contemplado, el de Jesús Caído que se marchó con los clásicos sones de “Cristo del Amor”. El turno le tocó ahora a otro de los pasos rancios que tenía ganas de conocer, el de Cristo de la Expiración de la homónima hermandad donde Eugenio me preguntó que si era el titular de la hermandad del Rosario a lo que contesté afirmativamente, seguramente mi buen amigo conocía una de las para mi más logradas dolorosas de Córdoba, la que espero volver a besar el próximo día de Todos los Santos en ese joyero celestial que tiene por capilla. Acertada salida de este paso que normalmente camina en el Viernes Santo en silencio pero que para esta ocasión contó con banda de música interpretando fúnebres, sobrias y clásicas marchas emulando el que podríamos llamar estilo sevillano-cordobés del Amarrao de la hermandad del Huerto. Lo que no me convenció fueron las trazas de su paso que aunque todo muy rezumante de romanticismo, el paso lo vi ya demasiado plano en su concepto.







Tras el mismo cambió el panorama por completo. De la Expiración, el fin… a la vida y la algarabía, demasiado diría yo… salía el paso del Resucitado y las cornetas de Triana entornaban los oídos y los ojos de los asistentes. La marcha real marcaba el compás del glorioso misterio cuando la misma enlazó la marcha “Mi Madrugá”…. Una ovación cerrada nos hacía ver la cantidad de “banderos” que nos rodeaban ante la emoción de escuchar una de las marchas más recientes de la banda de la calle Pureza de Triana. Un hombre a mi lado casi le faltó llorar diciéndole a su compañero “¡Que marchón, que marchón, que marchooonnn!” y ya tras el primer solo de corneta aquello se cayó abajo, como digo sobrepasando los imites de la educación y decoro que creo que merece la contemplación de un paso, la verdad lo vuelvo a repetir, Sevilla seguro que acertó organizando su frustrado y a la vez modelo vía crucis magno sin bandas, porque recordemos que tras este es cuando surge en Andalucía la vorágine de realizar esos mastodónticos eventos, bueno menos en Linares, que fueron bastante más las invitadas que las asistentes. Éxtasis para los aficionados a la pasión por la música cuando el bello misterio se marchaba con la marcha “Sangre y Agua”.









Siguió el rosario o estaciones de pasos volviendo a sus templos con los horarios fuera de todo pronóstico, a cada paso que salía más cerca de la primera fila nos encontrábamos, la gente o buscaba otros puntos o más bien, la gran mayoría, sobre todo los de fuera, volvían a sus casas sin haber podido saborear todo. Nos llegó el misterio del Descendimiento con la banda del Cautivo de Sevilla, ésta ya no levantó tanto alboroto aunque sonó bastante bien, interpretando una marcha que desconozco el nombre, pero con una introducción muy llamativa. Por último, en lo que era esta puerta –por la otra salieron el resto de pasos- Pedro pudo saborear un poquito más la quizás más sublime joya artística y devocional de la Semana Santa cordobesa, la Virgen de las Angustias, aunque a mí la verdad no me termina de convencer todo el ornato de esta imagen, desde la disposición del Cristo en el regazo de su madre hasta el en demasía festivo tocado de la Virgen o las trazas de sus andas que por muy doradas que sean, las veo muy simples en diseño y ejecución. Con “Virgen de las Angustias” de Báez, porque Ella camina también con banda de música, se marchó el paso de la última obra de Juan de Mesa y con Ella nosotros, porque este servidor llevaba levantado desde las cinco de la mañana, y David, nuestro particular chofer en este día, venia de un agotador entrenamiento mañanero. Los retrasos se cargaron para mi un día que podría haber sido antológico, salía el ultimo paso de la Mezquita cuando en los programas ponía que tendría que estar entrando el último paso participante, el del Resucitado. Nos marchábamos sin poder contemplar a la Oración en el Huerto, al Gitano y el Amor, que además presentaba estampa novedosa con la inclusión de los dos ladrones en este pequeñísimo monte calvario errante. Además no puede contemplar al misterio de la Santa Faz o Pasión con música, siendo este el que llevaba tras de sus pasos a los Reyes de Sevilla. Bordeando la Mezquita, en la otra puerta, se dibujaban marchándose el paso palio de la Reina de los Mártires al compás de “Saeta Cordobesa” lo que nos indujo a Cris y a mí a pensar que terminábamos como comenzamos… lástima no haberlo seguido porque después según me consta se dibujaron por el estrecho entramado de calles chicotás con marchas seguramente para el recuerdo. Pero al llegar a la Puerta del Puente pudimos contemplar de espaldas, por las faldas de la catedral al paso del Remedio de Ánimas. Así por fin pude contemplarlo en la calle aunque el entorno seguramente no estaba preparado para lo que debe ser su puesta en escena. Calle bella pero con demasiada iluminación que le resta el conocido tenebrismo que levanta esta especial corporación cordobesa.
Me resultó significativas algunas de sus apuestas procesionistas como eso de llevar un cuerpo de acólitos revestidos de dalmática pero solo turiferarios y no ceriferarios con sus respectivos ciriales. Solo perfumaban al Señor, a lo que alguien del público, seguramente de fuera, le preguntó a uno de los mismos por esta circunstancia. El acolito le contestó que eran una hermandad de tanta sobriedad que no buscaban tanto ornato y que eran especiales… la verdad que comparando con Santo Sepulcro o Expiración, con mucho más ornato, no se cual ganaría en sobriedad, por lo menos han de saber que el modelo de hermandad de negro exportado por Sevilla, un componente de una estación de penitencia o salida procesional nunca debe responder a preguntas externas a su cometido en la calle. El canto gregoriano pues seguramente le tiene que dar un encanto especial pero como digo cuando vaya por calles a oscuras porque sin duda que este paso está diseñado para ser contemplado entre las tinieblas, como el velo que enmarca al Señor de dieciochesca cabellera natural porque a la luz más clara el paso por muy inspirado en sepulcros, parecía una caja plana donde eso sí, los singulares candelabros mezclando como en el Santo Sepulcro, negro y dorado me gustaron muchísimo destacando la calavera de andan sobre el tupido monte morado, donde por mi creo que le sobra los dos huesos tipo bandera pirata, porque inducen a pensar en esto. La verdad esta hermandad no puede “presumir” de sobriedad cuando para otras cosas son el “sursum corda” del recargamiento, basta contemplar el paso de su dolorosa o su montaje de besamanos. Y lo siento pero cuando comenzó a andar por ruedas no pude nada más que acordarme de la cada vez más legendaria frase pregonera…. “ir sin ellos, es ir de gracia desprovista”… tanto en Santo Sepulcro o Expiración no encontré que una cuadrilla desviara la atención del protagonista y es que a mi estas hermandades como escuché en cierta ocasión, que parecen salidas de Palencia, no terminan de encajarme en Andalucía, pero bueno es tan solo una apreciación personal, seguro que habrá muchos que quieran más cosas así…

Pero no acababa la Magna, aun volviendo al coche, porque en el puente romano, se encontraba el paso del Descendimiento de vuelta a esa especie de Triana que es el Campo de la Verdad en Córdoba. La estampa era sobrecogedora y bella y el momento recordaba a los días grandes cuando una hermandad abrazada de su gente se encamina a un nuevo adiós. Allí, con el coche en primera fila vimos despedirse al Cristo de Amadeo Ruíz Olmos y misterio de González Jurado y Alfonso Tamarit con el sabor de boca a medias, grandes momentos y una organización que estropeó una noche digna seguramente de recordar, de la magnificencia cofradiera cordobesa. Por cierto para acabar que mejor que con “Santa Cruz” de Triana…

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