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lunes, 4 de abril de 2011

"JESUS DEL PRENDIMIENTO... MI CRISTO".


Con estas palabras expresó el genial artista sevillano Antonio Garduño Navas en una entrevista en Radio Linares-Cadena Ser lo que era para él, el Señor del Prendimiento… el Soberano de Linares. No es para menos porque dentro de su dilatada trayectoria como vestidor y pintor, sobre todo diseñando piezas para cofradías esta imagen se puede considerar como su gran obra. Muchas veces he hablado sobre su figura, de la extrañeza de que el que fuera hermano mayor de San Gonzalo tuviese la pericia para atreverse a realizar trabajos de talla. Se puede pensar que su amistad con Luis Ortega Bru –él le encargó el actual Cristo del barrio León- y Guzmán Bejarano hiciese que la gran restauración que sufrió nuestro Cristo Prendido corriese de “extranjis” por las manos de estos inmortales artistas pero la realidad es que Garduño fue capaz de restaurar y retocar las imágenes que pasaron por sus manos y bajo mi apreciaron rayando un gran nivel que más bien pareciese que llevase toda su vida con un taller abierto de imaginería. Rosario, Prendimiento y Amor Hermoso fueron restauradas y retocadas por el sevillano con una gran pericia, refiriéndome al trabajo que realizó aunque se cambiasen fisonomías originales o se retocasen estilos que en realidad no se deberían acometer cuando lo que se quiere realizar es una restauración. Polémicas aparte, la moda o el movimiento de entonces fue ese y las cofradías siempre han tendido a adaptarse a lo que se lleva en cada momento.



Pero habría que comenzar desde el principio para intentar comprender los avatares por los que pasaría el Señor del Prendimiento hasta nuestros días cuando en la década de los veinte del pasado siglo surgiera el embrión, allá por San José para gestar lo que hoy se nos presenta en San Agustín y por las calles de Linares cada Jueves Santo. Aquella hermandad que naciera dentro de un fenómeno social y político adecuado para la creación de nuevas cofradías para procesionar en la jornada del Martes Santo un misterio que representara la Sentencia a muerte al Hijo de Dios acompañado de su Madre Bendita en una poco usual escenificación de una sacra-conversación con Santa María Magdalena. Hay mucha controversia en torno al autor de aquellas imágenes ya que la hermandad no posee ningún documento que acredite quien fue el verdadero padre de nuestros titulares aunque algunos autores apunten tener documentación o por lo menos haber visto algún contrato donde queda reflejado el nombre del valenciano Juan Estellés como autor posiblemente de la dolorosa, un documento según me contaron que se encuentra en la Real Chancillería de Granada. En un articulo del tristemente desaparecido Rafael Ortega y Sagrista en la revista “Boletín del Instituto de Estudios Giennenses” sobre la historia de la Semana Santa de Linares, este jaenero indica como autor a otro valenciano, un tal Juan B. Palacios en 1928 apuntando como fuentes documentales los archivos del Archivo Diocesano en la Catedral de Jaén, un legajo que yo mismo busqué pero que no conseguí encontrar al no estar todos los documentos ordenados y catalogados.


No sería nada de extrañar que estas imágenes fuese de estos imagineros o cualquier otro de la zona levantina que por aquel entonces se constituiría como el mayor foco artístico en la provincia de Jaén, en lo que se refiere a material religioso y cofradiero, quizás impulsado por obispos y canónigos de origen valenciano que regentaron la Diócesis por entonces. Aquel misterio de la Sentencia al parecer fue admirado por la ciudad los pocos años que pudo procesionar ya que con el estallido de la guerra civil seria destruido como la gran mayoría de la imaginería procesional de Linares. Curiosamente el primer capellán de la cofradía, D. Antonio Lara Pardo pudo salvar los bustos del Cristo, la dolorosa y la Magdalena revistiendo a las imágenes secundarias con el ajuar de los titulares para así intentar conseguir engañar a los exaltados milicianos, algo que conseguiría para esconder los bustos en un hueco de una escalera la cual posteriormente tapió hasta que acabó la guerra.
Tras la misma, aquellos bustos serian recuperados para intentar reconstruir las imágenes y la cofradía aunque decidirían constituir un nuevo pasaje evangélico, el del Prendimiento en el huerto de Getsemaní, quizás por no poder acometer el costoso misterio que suponía realizar cinco imágenes que era las que conformaban la Sentencia y tan solo quedarse en la efigie del Señor escoltado por dos soldados romanos. Aquel trabajo lo realizaría el artista jiennense, que en plena postguerra abriría su taller en Torredonjimeno, Miguel Jiménez Martos realizando nuevos cuerpos de candelero para el Señor y la Virgen y las dos tallas completas de los soldados romanos, trabajo por el que cobraría 15.000 ptas. en los años cuarenta del siglo XX.

Primitivo misterio de la Sentencia.

Resultado de la intervencion de Jiménez Martos.
Jiménez Martos tras su preparación en dibujo en la academia de D. Manuel de la Paz Mosquera, se inició en el taller de su padre, Miguel Jiménez Godino, consagrado a la talla en mármol de lápidas y panteones ubicado en la calle Bernabé Soriano. Ampliaría su formación gracias a una beca de la diputación para marchar a Roma a instruirse junto a Mariano Benlliure. Aunque el nombre del gran genio valenciano nos suponga un hándicap, la realidad fue que la precariedad y los materiales de la época hicieron que aquellos trabajos no fuesen muy inspirados procesionando aquellas imágenes desde entonces en este estilo castellano en el que se sumergió la Semana Santa linarense… hasta que se atisbó el Giraldillo en la lejanía…





Lo mismo que la Semana Santa se “castellanizó”, fiel reflejo de que toda costumbre se adapta a las costumbres de otros lugares e idiosincrasias, en la década de los ochenta del pasado siglo, cuando en el ambiente se mascaba que la realidad política y social que trajo la democracia podría acabar con el apoyo de las instituciones y del populacho que durante la dictadura había gozado, la hermandad puso sus miras en la Semana Santa sevillana, queriendo coger sus patrones para intentar engrandecer una cofradía que languidecía y todo comenzó... La cofradía también intento ser siempre sobre todo hermandad, la estética comenzó a olvidarse de lo sencillo y humilde para pasar a la suntuosidad ya sea en enseres o en la puesta en escena de los diferentes cultos… se comenzaba a tener otra perspectiva de los cultos a la imágenes y se comenzaba a acercar más a las imágenes al devoto con los besamanos y besapiés. Las ruedas se metieron en el cajón del olvido para pegarse tras más de treinta años luchando por que no volviesen a salir de aquel rincón para convertir esos pasos en “ciempiés ciegos y domesticados que caminan al golpe de mando de una voz” como diría Barbeito porque “andar sin ellos sería ir de gracia desprovisto”. Se realizaría el paso palio y el barco de Guzmán Bejarano, se aumentaría el misterio y los titulares con la imagen del patrón de los jóvenes cofrades, San Juan Evangelista pero sobre todo se acometería la restauración y remodelación -sobre todo en el Señor- para adaptar aquellas imágenes a la categoría artística que suponía aquella revolución que con Antonio Garduño a la cabeza se gestó en la hermandad del Prendimiento y quieran o no los mundanos orgullosos, en la Semana Santa de Linares.




Salida de aquella mítica casa de hermandad.
Confiaba tanto la hermandad en la sapiencia de Garduño que se negaban a encomendar los trabajos de restauración a los artistas que el trianero les aconsejaba teniendo que reconvertirse en imaginero y aprovechar el taller de Bejarano para realizar aquellos trabajos –curiosamente quizás sea el único conjunto paso-imagen de Cristo que hayan salido del taller del genial tallista-. Como se notaba que la gracia que el pueblo sevillano infunde al mundo de sus cofradías ya se hacía patente en esta humildísima corporación linarense cuando Garduño hiciese que el revisor del tren en el que viajo a Sevilla con la cabeza del Señor en una especie de bolso no les cobrara el billete e incluso los pasara a su compartimento para plantarse en Sevilla y pasearlo por toda la carrera oficial hasta la Catedral. Aquel trabajo le supuso mucha responsabilidad, mucha más que con la imagen de la Virgen del Rosario ya que con el Señor prácticamente tendría que realizar la imagen casi al completo a excepción de la mascarilla. Realizar un cuerpo completo – porque además la imagen presentaba un enorme deterioro-, con unas nuevas manos tan expresivas y quizás la gran preocupación que rondaba su cabeza…tendría que cambiar la fisonomía con la que fuese reconocido durante décadas al eliminar el postizo de pelo natural por una nueva cabellera realizada en pasta-madera. La mascarilla también sufriría ciertos retoques, siempre en pos de mejorar los rasgos anatómicos de la cara pero sin borrar un ápice el semblante que sus devotos tenían grabado en su imaginario pero siendo evidente que la imagen al completo sería muy diferente a lo que venían conociendo años atrás. La imagen al igual que hoy impactó, la planta del cautivo era poderosa y tierna a la vez siendo presentado en aquella mítica casa de hermandad de la calle Republica Argentina -que gracias a Él y a su Madre del Santo Rosario hoy esta sobre nombrada como “Hermanos Costaleros”- completamente desnudo para poder apreciar al detalle el nuevo cuerpo anatomizado que se le había realizado, con los brazos extendidos en lugar de maniatados por las muñecas y un trozo de tela blanco para tapar las articulaciones de los hombros que retrotraía a una estampa de Resucitado.


Comparativa tras la intervención de Garduño..
Curiosamente según me contaron aquella presentación tuvo que ser el segundo año tras los primeros trabajos de Garduño porque al parecer por la premura de tiempo no se llegó a policromar el cuerpo para aquella Semana Santa vistiendo al Señor con la túnica que luciera hace pocos días en su quinario, una prenda realizada por Garduño tomando los patrones de una túnica de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder, ya que por entonces Antonio Garduño era el vestidor de la corporación de San Lorenzo. Una policromía que le imprimió en su propio domicilio durante un temporal de lluvias que hizo tener a la imagen en secado con balcones y ventanas abiertas y estufas durante varios días.






Así que estos son todos o una parte de los avatares de ese Cristo que me ha dado mucho, cuando en aquella recogía del año 2001 lo conocí imponente sobre su galeón de almas. A partir de ahí gracias a Él, a través de sus hermanos he vivido grandes sensaciones y he realizado muchos sueños que me parecían hipotéticos y cada vez que lo veo, aunque sea en una fotografía se me dibuja una sonrisa en la cara y me es inevitable decirle con el corazón… gracias. Por eso aunque no me gusten los forofismos porque Él de allí arriba es el único Dios Verdadero si tendré en este caso hacer mías las palabras de Antonio Garduño a través de la ondas radiofónicas…”Jesús del Prendimiento…mi Cristo”.


Mi primer año tras Él:





Mi primer año bajo sus pies:



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