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miércoles, 19 de octubre de 2011

ALGO MAS QUE EL "CRISTO DE SAN JULIAN"...

Me encanta este video, me parece que todo el que tuvo la dicha de vivir el momento que se refleja se sumergiría en aquellos años “dorados” de las agrupaciones musicales. Llega a la emblemática iglesia de San Julián su cofradía rallando la madrugada del primer gran día de la Semana Santa que está a punto de dar sus últimos coletazos. El imponente crucificado de la Buena Muerte nos muestra su soberbia estampa que le imprimiera el maestro Antonio Castillo Lastrucci. Su piel morena se oscurece con las tinieblas de la noche mientras María, la de Magdala llora a sus pies con la valentía imaginera de su hombro desnudo, la no menos soberbia imagen que suele identificarse como símbolo de la producción del maestro de la calle San Vicente. Paso de caoba y plata y cuatro cirios le intentan iluminar su muerte, la más buena de la humanidad… Cofradía popular, con sello propio que se ha encaramado en un puro emblema de aquellos “acérrimos” nostálgicos no solo de un estilo si no de un sonido añejo que según ellos fue la banda que acompaña al paso la verdadera creadora: Santa María Magdalena del Arahal, eso sí con el “agrupación musical” por delante, para eso fue la primera que lo lucio. Todo no va a ser criticar a las nuevas composiciones de cornetas y tambores, que en este estilo también se “menosprecian” las nuevas creaciones de aquellos que vivirían mágicos momentos en aquellas décadas de los ochenta en que estas formaciones tenían un protagonismo equiparable al que tiene hoy las bandas de cornetas y tambores, si aunque tengan más variedad instrumental que esos dos instrumentos.
El sonido clásico del Arahal sigue patente tras el crucificado de San Julián, y la música del maestro Manuel Rodríguez Ruíz sigue siendo en este reducto parte esencial de la Semana Santa sevillana, aunque las demás agrupaciones lleven integradas en sus repertorios sus marchas. Pero es que Arahal para el estilo sigue siendo como la Centuria para el suyo y las pautas creadas por el maestro se dejan palpar perfectamente en la chicotá del video mientras en el solo de trompeta se va dibujando la silueta del modelo de Crucificado que tantas veces repitió su autor con el sonido agónico de la corneta como telón de fondo, característica inconfundible en las creaciones de aquellos tiempos. Por eso el Cristo de la Buena Muerte, para muchos es algo más que el “Cristo de San Julián” como nos indica el titulo de la marcha, es el Cristo de los nostálgicos de un tiempo que tienen en su caminar y en el Domingo de Ramos su día grande por antonomasia.

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