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jueves, 26 de julio de 2012

SANTA CRUZ Y LA VIRGEN DE ZOCUECA...

El pasado día 20 de julio, día grande en mi pueblo, cuando la Reina de Bailen, o por lo menos para mi lo es, vuelve a pasearse para visitar a sus vecinos. La Virgen de Zocueca, con motivo de su intercesión en la victoria española sobre la tropas napoleónicas en la Guerra de la Independencia llena las calles del centro, bajo el siempre sofocante calor para levantar el orgullo local con las tropas de “soldaos” por escolta. Tengo la costumbre de rendirle siempre pleitesía, aunque el amigo Antonio Cobo no se lo crea, también me mueve la devoción por lo de mi pueblo y es Ella la que siempre me despierta el pellizco de lo local, aunque para el procesionismo cada vez tenga más claro que habrá que tirar la toalla, quizás el cambio venga con las nuevas generaciones. Nunca se me olvidará que Ella quiso bajar de su altar para recibir a alguien que un día, aquel que lleva en sus brazos quiso llevarse al paraíso que le prometió a su vecino de capilla, San Dimas.
Así, un año mas me encaminé a su presencia, la busco por devoción, por costumbre, por raíces, aquí la ferviente idea capillita no parece por ningún lado. Así junto a mis amigos Pedro Soriano y Antonio Eloy, la buscamos allá por la calle Colón. A la altura del ya derruido “bar Imperial” de Bailén, símbolo de la hostelería local, mi buen amigo Pedro se detuvo a saludar a sus padres, al poco me encontré con los míos que como buenos bailenenses salían a lo que aquí es la fecha más grande del año, yo la verdad, la “parafernalia” de “las fiestas” hace tiempo que no despierta mi pasión por vivirlas, pero la Señora casi siempre recibe mi pleitesía… estábamos en verano, en fiestas, que aquí no le decimos feria y en un ambiente que para mi poco tiene que ver con lo que les cuento en esta casa entrada por entrada, donde quizás no despierta la chispa de inspiración para contárselos, pero… en ese momento lo “repelucos” señores, los repelucos de la pasión emergía por la “flama” que hasta de noche tenemos en este pueblo.
En la calle paralela, se encontraba el exiguo cortejo –no entiendo porque el día 5 de agosto lleva cortejo y en este no…-, la Virgen de Zocueca caminaba por la calle Real, la calle principal del pueblo y tras Ella la banda de cornetas y tambores –con alguna trompeta de por medio- “Banda de Guerra de la Brigada de Infantería Mecanizada “Guzmán el Bueno” X que ya hace unos años dejó de tocarle las planas, facilonas y castrenses marchas, las que un día les pego “la patá” un tal Alberto Escámez. En ese momento me acordé de que cara pondría mi amigo Alfonso Piñero si se encontrara en la puerta del bar de su familia contemplando el tradicional discurrir de la patrona. Allí en la calle Colon, se encontraba el amigo Juan José Villar “Juan Pepe” para los que lo conocemos desde que echamos los dientes, mientras jugábamos entre el barro de la alfarería y él era un adolescente que comenzaba a ganarse la vida. Alguna que otra diferencia hemos tenido en el pasado sobre mi manera de sentir lo cofradiero hasta que una hermandad de negro, allí en su destino laboral, la “sevillanizada” Ronda le hizo cambiar de opinión y comprender mis inquietudes. La música se hacia en la noche que hace años se me fue un mito a llamar pasos en la gloria y ahí… los repelucos de esa “republica independiente” sevillana que se encuentra de Velá por su “Señá Santana”. A mi viejo amigo le comenté si escuchaba como la banda militar se reconvertía y vestía el traje de Infantería de Marina, el blanco para eso estamos en verano aunque no fuese la Madrugá de verde esperanza… y los ecos de un Dios caído retumbaban entre las armas de los soldados… obviamente así no se lo conté, pero si le dije: “escucha Sevilla, escucha Triana”, en 20 de julio se elevaba al cielo de sofocante calor “Tres Caídas de Esperanza”… que cara tendría mi amigo Piñero si hubiese estado allí…
Suele contar el maestro Abel Moreno en sus conferencias el problema que se encontró en su época de “Soria 9” para poder tener un cuerpo de cornetas para su banda de música, la reducción del tiempo del servicio militar le imposibilitaba enseñar a reclutas a tocar la corneta para tocar esas “Estrella Sublime”, “Aguas”, o “Pasa la Macarena”… de ahí que sus grandes éxitos no llevasen incluida el instrumento por antonomasia de la música procesional sevillana, la corneta. Pero hoy en día, los profesionales ya vienen enseñados, los tiempos han cambiado y la música cofrade es un fenómeno social ampliamente extendido, lo que posibilita que las antiguas bandas de cornetas militares se hayan “cofradierizado”. Así que mis amigos buscamos el lugar que teníamos en mente para como dije rendir pleitesía a la patrona de Bailén, esa gran obra escultórica, que al igual que pasara con la actual Virgen de la Hiniesta gloriosa de Sevilla, su “goticismo” se endulzó y se adaptó a las formas escultóricas del tiempo en que tuvo que reconstruirse tras los fatídicos saqueos de la Guerra Civil española.
Pero la banda siguió dando muestra de “trianerismo”, o como diría el Vizcaya “trianeando”, que dentro de sus limitaciones instrumentales y musicales le volvían a dedicar a la virgencita del Rumblar la marcha “La Pasión”, también de Triana, también dedicada al “Moreno de la calle Pureza”. Por allí el amigo “Nono” Palacios me guiñaba el ojo al escucharla, él capillita de una semana, se quedó absorto con la misma cuando un día le envié una grabación de la misma por el Bluetooth del teléfono. Así la Virgen por fin se vislumbraba venir por la calle dedicada a la heroína local María Bellido, la fiel bailenense que auxilió a los saldados españoles en aquellos días de calores y sangre de hace doscientos años. Y venia mecida de malagueñas maneras por la cuadrilla que todos los años a última hora se presta para que no vuelva nunca más a caminar sobre ruedas. Su templete se mecía mientras los candelabros de guardabrisas iban de “adorno” con cera ardiente, porque varios “ojos de buey” bombardean a la Señora con su antiestética luz artificial. Es lo que hay, es lo que me esperaba… pero nuevamente la banda militar de repelucos trianeros avisó una nueva marcha… y la misma es especial para mí.
Cuando Triana saco aquel disco “La Fe”, había entre sus marchas una marcha que se podría considerar de corte fúnebre para cornetas y tambores, y fliscornos como diría mi amigo Raúl “Vokas”, según el con estas marchas comenzó a desaparecer la Triana de verdad. La misma es “Santa Cruz” del ya popular dúo “Vázquez –Reina” y es de esas marchas que nunca me aburre escuchar. Una marcha que lo mismo marca el compas del Cristo que cae tres veces en Sevilla y Triana lo levanta otras tres…, que tras el Señor de esa Conversión con ese buen ladrón que en Bailén, tal cual chocolatero que se pierde en la noche de los tiempos, que consideramos un vecino más. Mi amigo Pedro se sorprendía que con el aviso de corneta ya supiese de qué marcha se trataba… si es que aquí ser capillita aun no se entiende por cultura. Y el momento me hizo soñar, como otras tantas veces en la que una marcha como esta hubiese roto una revirá, marcada sobre los pies y comerse las calles cuando la misma rompe en su parte final. Quien me iba a decir que un 20 de julio iba a sentir esa sensación mientras la Señora paseaba su dulce semblante por la calle del eterno descubridor de las Américas. “Con esta marcha le hice el homenaje en la radio a Limón” le dije a mi buen amigo “Justicia”, unas palabras entremezcladas por esta sublime música para un capataz que ya despertaba la admiración de unos niños que se sentían simples capillitas, pero en otra onda, otro sentir, otra cultura…
El mítico manto rojo de la reina Isabel II, el que quizás bordaron las manos sublimes de las hermanas Gilard, se dibujaba cerrando el paso de orfebrería lucentina, dignísimo pero ojala algún día ese trabajo sea más digno aun de una reina, pero si comenzamos por quitarle las flores a nuestras devociones, mejor no hablar de estrenos materiales en los tiempos que corren… ya se lo dije una vez a alguien, esto acarreará consecuencias y por el momento estoy acertando…
Aun quedaba cortejo, esta procesión no termina de pasar hasta que pasa la compañía con su paso corto escoltando a la “Capitana Generala”. La banda dejó los aires de Triana para pasarse cerquita, a los Remedios cuando el paso cortó de las andas ya se alejaba, y los sones Cigarreros pusieron el broche de oro a este momento que les he narrado que quizás nunca hubiese pensado que les contaría… por cierto, una vez mas le dije a mi buen amigo Pedro Soriano “para cuando el Rosario montara este clasicazo”… “Y tú Estrella”. No he encontrado videos que muestren todo lo que les cuento ni fotografías, pero les dejo esta que gentilmente me ha cedido el buen amigo Antonio Pradas Padilla, otro capillita que también sueña con la ciudad de la Giralda.





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