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lunes, 13 de agosto de 2012

REFUGIO DE LA NUEVA ALIANZA...


Agosto es el mes de las vacaciones por antonomasia, incluso para el culto, que pareciese que hasta Dios se va a tomar el sol alguna playa del mundo. Pero no, el culto esta o debe de estar presente, y en Sevilla los cultos cofradieros no paran aunque las iglesias y capillas abran menos horas a la semana, incluso algunas ni abren. Como será que media Sevilla tiene por costumbre volverse del retiro vacacional por un día para rendir pleitesía a la Virgen de los Reyes. Pero en agosto también hay iglesias llenas de incienso en honor de sus titulares… Negritos, San Gonzalo o San Bernardo.
Sevilla es ciudad turística, eso no hace falta ni que lo explique. La ciudad es visitada por personas de toda España y fuera de ella durante todo el año aunque en este mes, seguramente por el sofocante calor en Andalucía, quizás disminuya la concurrencia a la misma. Hoy les dejo un evocador y para mi impresionante video donde la luz refulgente de la Virgen del Refugio atraviesa un rincón de esos que ha hecho de Sevilla una ciudad eterna, inimaginable en una sola cabeza, fruto del paso de los siglos. Este factor turístico de la ciudad hace que sobre todo en los aledaños colindantes a la Catedral y los Alcázares, existan multitud de negocios típicos dedicados a la vente de recuerdos y utensilios “typical guiri” que los visitantes se llevaran como símbolo del recuerdo. El Sábado Santo pasé por ese rincón, y ciertamente el entorno ensoñador te hacia perderte en el embrujo de la plaza de la Alianza, aunque estos negocios estropeaba la estampa paradisiaca… paraíso andaluz, paraíso de Sevilla.
Plaza de planta aproximadamente cuadrada, rodeada de naranjos y presidida en su centro por una sencilla fuente. Sus reducidas dimensiones, su acceso exclusivo peatonal, la arquitectura de los edificios que la rodea y el lienzo ajardinado de muralla que lo recorre por uno de sus frentes, hace de esta plaza un lugar especialmente agradable. En primavera explota en azahar y cera… e incienso… y en pasión. Si el desorbitado encanto le añadimos el típico, típico desde 1975, retablo cerámico de tintes “delft”, el azul cobalto según Sevilla donde el vecino de collación, el Santísimo Cristo de las Misericordias preside el día y preside la noche de este rincón de Sevilla. Él se llena de flor y de cera para cada Martes Santo, pero hoy estamos en Miércoles Santo, y también recibe a su Madre pidiéndole refugio...
La populosa hermandad del barrio de San Bernardo emprende su camino de vuelta a su arrabal, o lo que queda de él. La misma lo hace por este simpar callejón. Por Romero Murube viene la opera prima del eterno Sebastian Santos, aquella que resucitó para sus hermanos las cenizas de los desaprensivos, que creían que la eliminarían de los corazones. Élla es el refugio de Sevilla, la que dicen tiene el dolor de la Amargura y el donaire de la Esperanza de San Gil… la luz de la Giralda comienza a ganarle el pulso al sol, el primer rascacielos de la historia se alza como un ascua intentando alumbrar a la Virgen del Refugio. Su paso brilla con luz propia, emergente altar de oro para la otra “torera” del Miércoles Santo, la noche va ganado la partida aunque el cielo pareciese tomar el tono cerámico holandés del evocador azulejo donde la Misericordia de Dios mira con Esperanza, como desde hace siglos, al cielo de Sevilla.
La estampa cofradiera que se dibuja no puede ser más impactante. Siempre digo que nada como el directo, pero la calidad de esta grabación hace que el disfrute y las emociones suban sus “decibelios” de sabor y categoría. Hermandad de barrio, palio de los “letíficos” de Sevilla, de compases rítmicos para mover otra de las genialidades de Juan Manuel. Pero el momento se vuelve más que nunca “de centro” y pareciese trasladarnos a una Semana Santa que conocemos en los fotogramas del color sepia nada más. Seguramente en aquellos tiempos no seria igual, porque todo cambia. Pero los hombres de los Villanueva le dan paso al palio, van de vuelta y pareciese que debajo más que costaleros hermanos o de afición, fuesen las cortas y sufridas cuadrillas de profesionales. La abarrotada plazuela, los muros de los Alcázares o el Convento de la Encarnación abrazan a la Virgen de San Bernardo mientras el sonar de una marcha hace diferente a la hermandad. Esta vez no será “Campanilleros” ni la “Estrella sublime”, si no otra de las grandes desconocidas del eterno maestro Cebrián es la que marca el pulso de las lagrimas de María, las cuales, cayendo siempre en el izquierdo, ya lloran al compás de la cera que comienza a anaranjar y a embellecer la cálida policromía de la Virgen que escoltan el Regimiento de Artillería. Ellos se dibujan cerrando el fugaz caminar del palio, de los de “impacto” según los cánones sevillanos, al son de “Cristo de la Sangre”, han enmudecido la plazuela, solo las voces de los Villanueva y el tintineo del palio han echado el pulso a la genial música del toledano. Es la explosión de los sentidos de la Semana Santa según Sevilla, donde además de imagineros, orfebres, bordadores, floristas, músicos o costaleros se le añade el ingrediente de un callejero lleno de embrujo y magia, como este, porque la plaza de la Alianza no es solo una tarde de Martes Santo por el barrio de Santa Cruz. Una sola mente nunca podría haber imaginado esto…

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