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martes, 28 de agosto de 2012

UN SAN AGUSTÍN DE PASÍON...

Día grande en Linares, la festividad de San Agustín trae a la ciudad y a la comarca una de las ferias más populares seguramente de España. En honor de Agustín de Hipona se levantó una iglesia en su honor, en el llamado Prado de San Sebastián –el verdadero patrón de Linares- donde antaño un Cristo Nazareno acaparaba todas las miradas de la pasión en las noches de los tiempos bendiciendo los campos y como no, a sus ciudadanos. Tiempo después un Dios Soberano o Prendido –no se me enfaden- llenó aquella zona y la iglesia de unos de los Padres de la Iglesia siendo poco después acompañado de otra devoción renacida de aquella noche de los tiempos, de un sedente y humilde Cristo de hombres que adoraban al leño verde de la cruz.
Es San Agustín y su aportación a la pasión en Linares. Pero hoy dedicaré esta entrada a otro San Agustín, que pasa inadvertido sobre una de las andas de la pasión en Andalucía, y más concreto en la eterna Híspalis. Como no podrá ser de otra forma, para que un personaje nacido 354 años después de Cristo aparezca en la Pasión debería ser en un paso especial, y ciertamente lo es el espectacular misterio del Sagrado Decreto, que durante siglos ha sido titular de la hermandad de la Trinidad, pero que desde hace casi veinte años fue recuperado y viene abriendo el programa iconográfico de la hermandad que nos viene desde la basílica de la Auxiliadora rompiendo la sobriedad del Sábado Santo sevillano.





Como ya comenté en otra ocasión el misterio alegórico se escenifica el decreto donde se decide la venida de Dios al mundo hecho carne ante diferentes personajes que personifican la fe o la iglesia dormida y donde aparecen cuatro imágenes muy singulares, los Padres de la Iglesia Latina que fueron los que la ilustraron acerca de los misterios de nuestra redención: San Gregorio, San Ambrosio, San Jerónimo y el protagonista de esta entrada; San Agustín. Desde que volvió a la estación de penitencia de su hermandad, el conjunto sufrió grandes cambios e incluso renovaciones al misterio que dejo de procesionar, y los padres de la iglesia fueron algunas de las imágenes sustituidas. Todos aquellos trabajos fueron dirigidos o ejecutados por el ínclito imaginero sevillano Antonio Joaquín Dubé de Luque que talló en 1994 la imagen de San Gregorio que es el que porta la banca capa pluvial, representado por un hombre mayor de cabellos y barba blanca. En 1995 ejecutó a San Ambrosio que lo acompaña a su lado igualmente de pie, representado por un hombre más joven, con barba menos amplia y morena. Una imagen que recuerda el inconfundible estilo de su autor y de muchos de sus discípulos, a mí personalmente esta imagen me recuerda al Señor de la Paz de la hermandad del Carmen Doloroso, obra de Reyes Villadiego, discípulo de Dubé.
En 1996 realizaría al santo nacido en Tagaste, pequeña ciudad de Numidia en el África romana. De rodillas es representado por la persona más joven de los cuatro padres, delante de San Gregorio y observado por su maestro San Ambrosio de Milán, motivo por el cual Dubé de Luque lo representó como el más joven de los cuatro. Al año siguiente culminaría esta parte del conjunto con San Jerónimo, también con amplias barbas, de rodillas y pluma en mano junto al protagonista de la entrada de hoy. Vaya pues en honor de todos los “Agustines” que tengo el honor de conocer o de ser sus amigos, que la verdad no son pocos y sobre todo a la gente de mi hermandad del Prendimiento, que viven una de sus épocas grandes. Pueden ver que San Agustín, hay uno que es de pasión…


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