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domingo, 12 de octubre de 2014

UNA LEVANTÁ POR LA VIDA...

Y la tarde venia gloriosa, venia dibujando la alegría que aunque cargada de kilos sabia a la recompensa de un año de ansiedad por sentir que ya había venido… la Semana de Dios ya nos sonaba dentro, y nunca mejor dicho, dentro de un  galera donde lo mejor de este mundo iba floreciendo como las flores de la primavera. Venia Dios atravesando la muchedumbre, rajando el aire siempre con la izquierda por delante y se buscaba el más auténtico Getsemaní de la tarde, aunque su tierra estaba convertida en huerto de los olivos por los cuatros costados.
En las cofradías he conocido, como la vida misma, la cara negativa de este mundo, circunstancias que solo entiendo porque algo he aprendido en este bagaje del pensamiento humano y sus procedimientos. Pero el calor de la tarde se reflejaba en el calor de unos sentimientos que quiera o no se han ido forjando sin que uno haya podido hacer nada para evitarlos. Sonrisas, miradas, complicidad, incluso impregnarte del sudor de otro casi tenía el sabor de la gloria. Madera, hierro, tornillos… la verdad es que iba sintiendo que Dios iba arriba, aunque esto no lo parezca, aunque discuta como se anda, si procede, si las cosas están en su lugar o fuera de él, que si la flor, que si la cera, que si la vestimenta, que sí, que si…todo eso es lo mundano que nos arrastra por esta vida, lo que parecerá que le doy mucho sentido. Que si no es mi tierra, si debería estar ahí, si no, si debería sentirla, que si me equivoco que si no… no lo sé. Últimamente uno de mis cantantes favoritos nos dice que es mejor sentir que pensar y el tiempo me está llevando a la conclusión de que todo me da igual, iba abajo, disfrutando, entre las estrechuras del casco antiguo de los que deben defender a su tierra o no, me daba igual, la sonrisa, la gloria, la burbuja iban a flor de piel, es ahora cuando uno ve los videos y te paras a meditar errores que entonces solo sabían a sentir que caminabas por las nubes del cielo… ojalá pudiese sentirme así todas las horas de mi vida.

Cada calle, cada rincón, por donde vaya Dios tiene que ser un trozo de su reino, pero lo mundano nos llevaba a su rincón preferido, ansiado por muchos, casi cotizado a peso de oro, suelen ir los más fieles y quizás los más buenos, es como en el futbol, sentirte que estás en el equipo titular en una final de Champions o del Mundial, pero quizás no debería alcanzar ese grado, quizás así lo sentí después de un año.
La voz rota de alguien al que ya he perdido credibilidad con mis elegíos, aunque siga sintiendo que es una gracia haberme cruzado con él en la vida –los hombres buenos-, me llamaba, pero no se quedaba la maniobra ahí, me hacía sentir como esa estrella del balompié que tras horas bajas resurgía de las cenizas hacia la gloria, era como el gran titular que volvía, como dirían los italianos, a la escuadra titular. Quizás me equivoqué en mis tristes sensaciones de justamente un año anterior, y en la misma cancha, no quise dar a entender lo que parece que todo el mundo entendió, mi Dios, con cara de Soberano quizás me quiso hacer entender que en cada esquina me entregaría la fragancia de su calle Rosario, por eso no merecía ninguna reseña como protagonista cuando Dios llegaba a su olivo escogido donde Judas lo mandaría al calvario…
Por eso me acordé o Él quiso que ese momento fuese para él, de alguien que seguramente es más puro y más bueno que yo, anoche mismo le recordaba una frase inmortal del capataz poeta, que para mí resumen toda la verdad de este mundo… “bendito sea Dios y los hombres buenos”. No hay verdad más rotunda que esta, porque Dios nos ama a todos como tu amas al pequeño que ya crece en tu hogar, yo así lo siento de mis padres, tu ahora lo sientes en primera persona, y te lo digo sin ser el más beato, sin ser el que va a más a misa, sin ser el que mejor domina la espiritualidad si no es debajo de un paso, escondido tras un antifaz o entre la bulla de una cofradía. Y los hombres buenos, que decir más, a ellos siempre intento aferrarme aunque tenga la siempre complicada esperanza de ablandar a los del corazón negro. Yo pienso que a esas horas un amigo, un bajito de María lloraba porque ante todo es bueno y no podía sentir la fragancia de ser costalero de María y sentir la gracia de los hombres buenos que tiran para arriba de su catedral, él estaba desarrollando la verdadera penitencia de los cofrades, no poder estar… Antes de sumergirnos en Rosario no cabía ningún regalo para este insignificante punto del universo, aunque jamás rechazaré alguno, para el que me lo dio sabe que ya está guardado en el corazón, porque es uno de esos que abres y no disimulas la ilusión, es pura y verdadera, pero quise o quiso Dios que ese regalo fuese para mi amigo, que lejos lloraba por no estar en la gloria, pero la gloria se la daríamos cuarenta y ocho hombres que sacaron la esencia más buena de su ser, olvidando todo lo mundano, todo lo intrascendente, los del corazón más limpio, los que lo tengan más negro, que digo yo que como en la viña del Señor habrá de todo –pero todos tiene plato en la mesa del Señor-y apretaron su musculatura con la misma fuerza y pasión con la que tuvieron que desarrollar los ángeles cuando llevaron a María a los cielos y llevaron a Jesús sin duda a rozar con sus potencias el alma del paraíso. Por momentos así comprendo que merece la pena ser como pocos tiene la gracia de sentirse… cofrades, capillitas o simplemente hijos de Dios. Ahí no hubo ni soberbia, ni lucimiento, ni un querer destacar, ahí solo empujó el sentimiento y te digo que los que son padres subieron a su Soberano un palmo más que el resto, porque ellos saben de lo que es siempre, en la primera petición de la oración que su luz siempre vaya sobre sus retoños.

Tu hijo crecía esperando la luz del mundo, donde encontrará muchos baches pero ojalá encuentre a muchos hombres buenos, pero seguramente si va de la mano de Dios, con la cara del Soberano, como le enseñará su tito le será más fácil encontrarlos. Muchos pensarán que un nacimiento normal no es ningún milagro, llevamos siglos y siglos haciéndolo, aunque también llevamos viendo como otros no son tan buenos, tristemente ahí es cuando recurrimos a Dios para culparlo de todo, pero cuando sale bien, lo eliminamos de nuestro sentido. Yo sé que cuando Dios Soberano llegaba a su calle Rosario, se convenció de que estaría junto a tu hijo para siempre, porque a mí me salió del corazón, que intento tenerlo limpio y a través de mis palabras inyectar la adrenalina de la gracia a una cuadrilla que supieron conceder su mejor regalo, una levantá que Jesús del Prendimiento se llevó guardada y que ya te ha concedido… Felicidades Sergio y Nieves, que el Soberano y su Madre bendita guarden siempre a Pablo Jesús… de este simple capillita que cuando llegan las horas oscuras resurge viendo a Dios atravesando el mundo… bendita gracia la nuestra.

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