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sábado, 27 de diciembre de 2014

SEMANA SANTA BAILÉN 1994

Llegamos en esta ocasión a la Semana Santa de Bailén de hace justamente veinte años. La Semana Santa de 1994 para quien mejor me conozca, para quien sea asiduo al blog no fue para este que les habla una Semana Santa más, incluso los meses previos, la cuaresma no se sucedieron de la forma que más me hubiese gustado y ojala que nunca más vuelva a sufrirla. Aunque por otro lado fue de unas vivencias, de unas novedades, de una fragancia a gloria difícil de olvidar… paradójico con las escenas que luego vivía al volver a casa. Una cuaresma y mucho antes viviendo sin madre, aunque me salió otra que quizás me daba más manga ancha para comenzar a jugar a las cofradías. Las vivencias que viví aquel año con los amigos montando procesiones infantiles, convirtiendo mi garaje en iglesia o casa hermandad improvisada, sin nadie que me parara los pies, dibujando recuerdos y momentos que aún siguen perdurando en la memoria de quien las hicimos realidad, aunque ya seamos hombres, algunos padres e incluso el líder en muchas cosas de aquellos días sea hoy sacerdote, haya sido ya pregonero de la Semana Santa de Bailén e incluso sea uno de nuestros actuales párrocos… entonces vestía a una dolorosa de “juguete” y hoy viste nada más y nada menos que a la Patrona de Bailén.
Aquel año fue duro, Dios tenía pensando que necesitaba un nuevo ángel en sus filas y no lo sé, tendré que esperar a mi turno para saberlo, pero se lo tuvo que llevar por más que no lo quisiéramos. Le tocó anunciarla a un cartel la verdad poco bello y trabajado donde aparecía el nuevo Resucitado –hoy excluido del procesionismo- sobre, en un escueto fotomontaje, el Santo Entierro que mostraba por última vez su estampa clásica de dormir en la urna. La fotografía del programita incluso era más digna del cartel, con el Nazareno “el viejo”,  el cual aún recuerdo que me lo dio Antonio “el cojo” junto al altar de la Oración en el Huerto en la capilla del Santo Cristo.

Así que llegó el Saludo, esa chispa de la gracia que nos anunciaba que venía lo más grande. La fuerza de un niño es diferente a la de un adulto o quizás menos niño. Lo mismo que me angustiaba de vivir aquella situación, disfrutaba con la llegada de la semana que ya tenía claro, creo que nunca sería algo digno de una moda que acarrea la edad. Como el año anterior, las cofradías crecían y sobre todo las cuadrillas de costaleros, como precisamente le gusta llamarlos a alguien que aparece en primera plana bajo los varales de Ntro. Padre Jesús, que al ser entonces el más alto ocupaba el primer puesto en la andas del mítico Cristo de la historia bailenense, manchándose seguramente la rodilla del traje de “guapo” que ya por entonces se había convertido en pieza indispensable si se quería pertenecer a las cuadrillas de “Jesús” o la “Virgen”. El trono del Nazareno –nuevamente “el nuevo”- hacia la “reverencia”, el cual crecía en número de anderos y los costeros del trono igualmente se llenaban por primera vez de más hombres. Como en los últimos años poco más que reseñar al evento de aquel año, la opulencia floral del Cristo, sonando las cornetas de La Carolina tras el mismo, digna mención a esta cofradía que desde entonces vino luchando para que sus pasos no caminasen en silencio por la simple razón de no contar ni poder costear una banda, algo que la otra hermandad comenzó a subsanar con la banda de la hermandad de San Juan.
Aquel Domingo de Ramos, por ser precisamente ese domingo no haría como hice todos los anteriores, irme a Jaén a visitar a mi hermano al hospital, nuestro Cristo lo quería aquí a partir del miércoles, Él también quería despedirse de él. La mañana de ramos fue como siempre me dice el amigo Pradas; luminosa, es cierto, pareció que en los noventa las nubes le dieron de lado a Bailén. Monte blanco, Jesús en su entrada en Jerusalén hizo pisar a su Mulica terrenos benditos de la flor de la pureza muchos años, un año más, sin mucho más que destacar aunque si me quedaré con algo que el otro día, caminando por la Ronda histórica de Sevilla le comentaba a mi amigo Antoñin… que bien sonaba en aquellos años la banda de música de Bailén, la cual estrenó el “éxito” que años después arrasaría en la procesiones… la versión de palio de “La Saeta”.
He de decir que los videos seleccionados pertenecen a las grabaciones caseras de mi buen amigo Carlos Madueño y a un video que comercializó la cofradierísima familia Herrera en aquel año, que tanto visualicé que al final pocos días pude salvar para capturarlos, por eso pido nuevamente disculpas por la calidad de los mismos. Siempre me dice mi madre que nunca olvidará en que año llegó el Cristo de los Domingos de Ramos por la tarde –desde entonces-, el que lleva después de veinte años sin ver en la calle. A mí me sigue pareciendo increíble como en tan poco tiempo la hermandad de San Juan subió estrepitosamente. Juan Rusillo tuvo que volver a agrandar su pequeño paso de ruedas además del estreno de los terminales o cabezales de los varales. Si apenas dos años antes los jóvenes anderos arrastraban las patas, aquel año seguramente se erguía como la cuadrilla más numerosa, llenando al igual que la hermandad de Jesús los costeros del trono. ¿Porque crecía el trono del evangelista? Simplemente porque estamos ante el estreno del paso de misterio de Ntro. Padre Jesús de la Sentencia. Las andas se prepararon para albergar el primer misterio creado con esa intención de la Semana Santa bailenense donde se escenificaría la injusta pero necesaria sentencia al Hijo de Dios. Ya he ahondado en muchas ocasiones sobre aquel hecho histórico por eso destacaré la presencia de la nueva imaginería de Miguel Arjona Navarro, que aún me parece estar oliendo el especial aroma de los óleos de las policromías recién aplicadas mientras “Carape” enseñaba orgulloso en la ermita a varias personas la imagen de Poncio Pilatos. Roma ponía sus pies en la vieja Baécula –mientras los señores arqueólogos me den motivos más contundentes para no pensar así- y el cónsul revestido a las maneras del emperador –como ideó un tal Lastrucci- levantó el asombro de un pueblo que aún no terminaba de asimilar los pasos de gigante que daban las cofradías de su pueblo. Como pasa el tiempo cuando algunos de los bebes que se ven en brazos de sus padres o abuelas –hoy mujeres y hombres de 20 años- ven alejarse el rosa de los claveles del paso, aun me parece estar viendo a la florista Mari Paqui (q.e.p.d) colocándole la flor a aquellos centros, que llevándole la contra a la junta de gobierno hizo el delantero de tal forma para que se le viera algo la túnica al Señor, de un color de un cierto tono cardenal que hoy en día se están poniendo muy de moda en Andalucía. Aquellos domingos entre enero y mayo que me iba a Jaén previo paso por la papelería de mi amigo Perea y me compraba los primeros videos del Correo de Andalucía, como aquel donde salía de la hoy basílica de María Auxiliadora el Cinco Llagas con agrupación y hacía sonar la marcha “Sagrado Decreto”. Los de la banda de San Juan también los tenían y aquella marcha, transcrita de oído era tocada en los primeros pasos “del” Sentencia por Bailén, como podemos escuchar en el video, recibiendo como nombre, al desconocer el suyo propio obviamente como el Cristo de aquel video… “Cinco Llagas”.
¿Quién me arreglaría la túnica por entonces? Supongo que sería mi tía… llegaba el Lunes Santo y llegaban nuestros días grandes. La primera procesión en la que un padre comenzó a saber que temperatura tiene el asfalto bailenense cuando el tiempo de la luna llena del mes Nissán cubre la ciudad de antiguos ecos de batalla. Penitencia por un favor divino… a veces me pregunto si aquella penitencia era suficiente, si para nosotros salir era y es un placer. Jesús rogaba igualmente en el huerto de los olivos aunque Egudiel lo mirara con la tranquilidad de los cielos. Todo igual, una procesión inalterable durante años. Sus tronos de ruedas, sus largas filas, calle los Campos, Jardines, la calle Ancha, la banda de la hermandad… fue como siempre pero no era como siempre, el aire estaba enrarecido como hace dos mil años sintió el Hijo de Dios en Getsemaní.
Hace apenas uno días le comentaba a alguien quien era para mi entender el siguiente protagonista. Martes Santo y Bailén se disponía a recibir a su Dios… el Cristo de Medinaceli salía a habitar entre nosotros un año más, haciendo que largas filas de devotos dejasen al Señor de Bailén sin los sones de la banda que iba cerrando junto a la Virgen de los Siete Cuchillos. Rodilla en tierra para este Cristo que ya trasciende mucho más allá de la cofradía, Cristo del pueblo, rincón de desahogos cada viernes a los pies de su capilla. No te reprocho nada porque entiendo que cuando es lo que es hay que darse punto en boca, aquel hombre descalzo, aquel día se confundía entre tantos y tantos que solo Él sabía por qué lo siguen tanta muchedumbre. El eco de los toques de campana, en cada recogía aun los llevo guardados en el corazón, mientras Limón daba sus órdenes, que aquel año sin ni siquiera llegar a ser un “capataz poeta” hizo algo que jamás podré olvidar mientras tenga un mínimo de sensibilidad y amor en mi corazón…
Llamá de unos pobres cristianos a las puertas de la Soledad para salir en penitencia con el Cristo de la Soledad por las calles de Bailén… Miércoles Santo y Bailén ya sobrenombraba al Cristo del Buen Morir como aquel que vivía en la antiquísima ermita de la Virgen de los Dolores. Llegaba el turno de la cofradía “de la Virgen” de sacar a su Cristo, tumbado como los crucificados salen en los vía crucis, con el rigor de no llevar una banda, más de lo que es una hermandad de silencio, aunque en ocasiones el pueblo llegase a entender el rigor de callarse cuando pasa un paso. Es curioso que ya desde los primeros años esta procesión llegó a llamar a la espiritualidad del pueblo y sus hermanos, dibujando hasta nuestros días las más largas filas de nazarenos o penitentes como aun mantenemos diciendo en Bailén. Aquel día volviste bajo una gorra para comenzar la despedida…
Jueves Santo en que don Eduardo (q.e.p.d) me lavó los pies mientras desde mi hueco de falso apóstol le veía la espalda al Cristo, que por ser de mi cofradía también era mi cristo… el Ecce Homo. Él abre el video, saliendo de la Encarnación –previamente bajado para comenzar la procesión desde allí- con rodilla en tierra para dibujar aquellos Jueves Santos. El Amarrao con sus costaleras estrenando monte de flor, San Juan bajando desde su ermita porque en la Sentencia se me pasó contarlo, desde aquel año estos cofrades comenzaron a dibujar con la imaginación el dintel de una puerta en el atrio de la pequeña ermita de la Limpia y Pura, por ello San Juan ya no fue bajado un Jueves Santo de mañana más por su hermanos, sino que comenzó su cortejo desde su sede canónica horas antes de comenzar el itinerario conjunto. Resumen de todo el recorrido al que mi amigo Madueño le dio por embellecer metiendo algunas marchas de palio porque según él salía harto del machacante tambor de las bandas de entonces, donde la interpretación de marchas era bastante más reducida. Aquel año la banda de San Juan comenzó a cimentar poco a poco lo que es hoy día en lo musical porque tristemente ambos colectivos han decidido separar sus caminos después de más de medio siglo de unión… llegaron las primeras trompetas, una pequeña versión de “La Saeta” y sobre todo algo que tuvo que alzar tanta polémica que solo duró aquel año, la interpretación de la “retreta floreada” que hacía a la cuadrilla mecer el paso para el fervor de las pasiones populares y para la desaprobación de los más estrictos con el rigor de la Semana Santa… lo que está claro es que aquello hizo de la cuadrilla la más querida del pueblo años después.
Madrugá de Viernes Santo nuevamente con el Nazareno “el viejo” llenando de pellizco la calle de la Amargura, imagen que tras su letargo de olvido se asentó de forma prodigiosa en el devocionario local. San Juan, la Verónica y la Virgen de los Dolores dibujando una procesión que entonces ya comenzaba a hacer trasnochar a los más jóvenes de la localidad entre la movida e ir despues a la Amargura y después a tomar churros por la zona de la calle Colón, por donde la Virgen de los Dolores camina con la marcha “María Stma. de la O” de Abel Moreno. Igualmente se acrecienta la fama de los multitudinarios encuentros en la recogía donde Jesús esperaba los pasos de San Juan y su Madre en la confluencia de García Lorca con la calle Iglesia y cada hermandad volvía a recrear la esencia del día de saludo con el lucimiento de sus cuadrillas. Aquella noche hubo un detalle curioso, era tan larga la fila de penitentes de la Santa Vera Cruz –hoy extinguida esta procesión por justamente lo contrario- que yo estaría bajo mi caperuz en la calle del Prado para perderme aquello que ocurrió metros antes cuando ante mi puerta Bernabé Limón dirigió a sus hombres y encaró el trono de la cofradía para que uno de los suyos volviera  soñar con volver abajo, un detalle que jamás se ha vuelto a repetir en la historia de la cofradía y que jamás olvidaremos aunque cada Madrugá las ventanas no volvieron abrirse… en sí fueron muchos detalles que para un creyente a través de las cofradías como soy yo, no puede evitar aun apretarme el nudo en la garganta con el recuerdo.
Nuevamente el mediodía del Viernes Santo se vestía de túnicas blancas, negro y rojo. Procesión del Calvario y la Piedad sin mucha más reseña que años anteriores. Como he vendido apuntando, la jornada de la procesión general fue especial porque era cuando disfrutábamos de nuestro “Mostrenco”, cómo en el día de la elegía de mi hermano ya les comenté… (Pinche aquí).

El Domingo de Resurrección se levantó con la triste noticia del adiós de mi tío Alfonso Lendínez, viejo veterano de las cofradías bailenenses, sanjuanero de sangre que curiosamente bajó a mi casa aquel Jueves Santo para visitar a mi hermano… su San Juan se lo tenía preparado aun con el trabajo que ya le costaba bajar al centro, pero el motivo era importante porque a sus bisnietos los quiso como aquel hijo que su San Juan nunca le pidió al Señor, porque hay que tener en cuenta que el vivió su cofradía solamente con la devoción al discípulo amado, al Señor de la Sentencia ni lo llegaría a conocer. Igualmente los recuerdos en mi casa de aquel día son… para no contarlos, mientras tú parecías irte y Dios te abría las puertas del cielo, aun miro a aquel rincón donde me cobijaba asustado… Ese cielo que buscaba aquel Resucitado de Olot, recientemente estrenado del año anterior que la cofradía trajo para sustituir el anterior debido a su mal estado, el que levitaba sobre la losa del sepulcro y miraba al cielo sobre un tupido monte de clavel blanco -como ya eran los caperuces de los nazarenos y anderos-, al compás de las cornetas de La Carolina llegando  a su antaño llamada capilla de la Consolación y cerrando una Semana Santa inolvidable para este simple capillita mientras aun me perecen ver a aquellos dos chavales, hoy hombres que lanzaban los claveles del Señor como alabanza y alegría por la Buena Nueva… después nos llegaría una tremenda tristeza, un largo camino de superación, pero sin perder la fe de aquellas sus palabras… “Yo soy la Resurrección y la vida, el que cree en Mí, aunque muera… vivirá”. La mano traspasada del Resucitado hoy día me pone una meta… algún día volveré a abrazarte.

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