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martes, 16 de diciembre de 2014

HOY IGUAL QUE AYER, PERMANECE... LAS DISPUTAS.

    Este que suscribe no quiere caer en la simple inercia de tantos y tantos que con motivo de un nuevo tiempo de besamanos de las Esperanzas, sobre todo en Sevilla, aprovechar esta fotografía para acordarme de la festividad o incluso de la Esperanza Macarena por la simplez de que ahora toca. Para que les voy a contar –cuando ya lo habrán hecho tantos- que observen esta fotografía, posiblemente un ensayo para el que fue el primer besamanos de la Esperanza Macarena, un 18 de diciembre de 1925, y por consiguiente de toda dolorosa existente y que se paren en el detalle de que a la imagen, del tipo de candelero, es decir la parte inferior de su cuerpo no posee piernas –aunque podría tener pies, pero no es el caso- si no un cuerpo de listones que hacen esa redondez a modo del falda de las antiguas usanzas estéticas de las grandes señoras nobles, jugando con las sayas, a veces ricamente ornamentadas y otras en la más estricta sencillez del tejido liso, sobresale el curioso detalle de unos zapatos de la más bendita de las nacidas, y tratándose de la que nos ocupa, por su barrio, y mucho más allá y para este que les habla, la Madre de Dios en la madera sin discusión.

    Ya conocerán muchos la fotografía, quizás la historia, de la cual algo tendré que contarles, pero lo que me trae a mostrar esta vieja estampa es el revuelo que levantó aquella estética que presumiblemente presentó en aquel histórico evento cultual que la misma hermandad tildó como “esta nueva y hermosa festividad”, cierto, hermosa y sobre todo nueva, ya que no se conocen ejemplo anterior y que ya desde sus primeros años acaparó la atención de multitudes por la entonces sede de la Señora de Sevilla, la iglesia de San Gil, hasta llegar a convertir estos actos como en una nueva revisión de la liturgia, andaluza y de los que quieren impregnarse de esta nuestra personal “teología”, que entre otras cosas llena más los templos que otros recursos, pero eso ya es harina de otro costal… y de costaleros tampoco va el tema.
    Los papeles viejos de la Macarena cuentan que para aquel primer besamanos, a la Virgen, se le revistió incluso con zapatos, caso poco común en este tipo de imágenes. Los mismos, coquetos, qué duda cabe, con una presencia señorial e incluso de realeza, para la que es la mayor Reina de las Reinas –porque reinas habrá pero como Tú ninguna…-, tocados con una especie de pequeños bordados o quizás otro tipo de artesanía como la platería, fueron elaborados en Tánger y donados a la hermandad por Enrique García Lorenzo, porque la corporación de San Gil pensó que podría enriquecer de belleza estética y sagrada la presencia  de su Santísima titular. Cuentan que los mismos también fueron besados como a las reinas en épocas pretéritas lo que nos hace entender que la idea tuvo que gustar a los devotos. Una apuesta por algo nuevo como diríamos hoy día, donde el nivel crítico sobre el trabajo de priostes y vestidores hoy día ha alcanzado una cotas inimaginables en aquellos tiempos… o NO.
    Los zapatitos levantaron la repulsa de un hermano que no dudó en denunciarlo donde eso sí, quizás hoy es donde menos lo hacemos y es quizás donde antes deberíamos hacerlo, ante la hermandad o las instituciones a las que pertenecemos, la iglesia… en esta ocasión mantendré el anonimato de aquel denunciante –aunque podrán buscarlo en otros medios-, para que nos parezca lo más cercano a lo que muchos hacen hoy día, tras un seudónimo o Nick criticarlo por Internet para que la masa social condene y censure con la dureza que suele acostumbrar. Aquel señor, “amenazó” eso sí, que si no se tomaban cartas en el asunto lo denunciaría públicamente ante la prensa, con la excusa de que estaba tan extendida la desaprobación entre los devotos, aunque se cuente que muchos besaban también los zapatos donde para nuestros corazones estarían los hipotéticos pies de la Madre de Dios, que como digo, no los tiene.
    Es curioso, que obviamente, el mismo perteneció a juntas anteriores, como suele ocurrir hoy en día, con aquellos a los que solo les vale su opinión y no intentan sobrellevar las nuevas opiniones de los que mandan –y que Dios nos coja a todos confesados-, aunque nos duelan, aunque estemos en la certeza que se equivocan en cada paso que dan… esa es la trampa de eso que llamamos democracia. Este hombre llegó a tildar la circunstancia primeramente desde un prisma artístico aludiendo que la estampa no era lo común, mucho menos con una imagen de candelero e incluso fue más allá haciendo dudar la procedencia de los zapatos, instando a que ya hubiesen sido usados por una mujer, de la que llega hasta sospechar de sus hábitos de vida poco “decentes”, cuando en realidad como defendió la hermandad ante Palacio fueron creados exclusivamente para aquel día. Como ven, hoy que somos tan derrotistas, que tememos la sobredimensión de la Semana Santa y con ella las cofradías, en las que creemos que todo se ha manchado y que cualquier tiempo pasado fue mejor, vemos que las disputas, el análisis capillita, ya sea constructivo o destructivo, el quizás rencor del que antes mandó, el ir mas allá también se daba en la ya hermandad más pujante de la ciudad, la cual, en un barrio aún muy humilde sobrepasaba el millar de hermanos y el ajuar y patrimonio era ya la envidia seguramente de muchas de las de hoy en día. Este hecho ha venido casi a documentar la fecha de esta fotografía, como posiblemente los preparativos para el primer besamanos de la Virgen de la Esperanza, -porque ni antes ni después de 1925 se han vuelto a mencionar los zapatos-que con zapatos o sin ellos la bajaron los ángeles para dejarla en Sevilla y como diría la letra de Caro Romero… hacerse Macarena.


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