Buscar este blog

viernes, 13 de febrero de 2015

PARA TI... SOBERANO.

Observando la portentosa fotografía que ilustra y anuncia a los cuatros vientos el Jueves Santo linarense según la hermandad de Ntro. Padre Jesús del Prendimiento y su amantísima Madre del Rosario podemos encontrar muchas cosas. Un conocido mío, artista por vocación, cuando intenta explicar sus trabajos suele hacerlo sencillamente. Seguramente si estuviera aquí diría: vemos el paso, a la salida, arriba está el Señor, con los romanos, San Juan aquí en este lado, el sayón casi escondido tras el Cristo. Lo rodea mucha gente, aquí el nazareno, el hermano mayor, el guardia civil con su tricornio o este de aquí que está de espaldas es el capataz.
Segundo capataz para ser más exactos, que una mañana me buscó a través del teléfono porque pensó que yo podría dedicarle unas palabras a este acto. Supongo que lo hizo pensando que no lo haría tan escuetamente como lo hace ese conocido mío de mi pueblo o eso creo, quizás ustedes puedan valorar lo contrario. La verdad que desde que salí aquella noche de septiembre de hace 14 años en busca de esta hermandad me han pasado bastantes cosas que nunca he buscado, pero que obviamente han llenado de satisfacción mi alma. Yo que no me considero totalmente preparado para la oratoria me he visto casi a empujones presentando charlas, haciendo programas de radio, pregonando cofradías y hasta la Semana Santa de esa mi tierra que me sigue preguntando que se me perdió aquí. Cómo le iba a decir que no, no solo a Antonio, cómo le iba a decir que no a la hermandad, y como le iba a decir que no al que me empuja desde entonces, el que me sigue empujando, el que cree más en mí que yo mismo. Como le iba a decir que no aquel hombre de tensas y poderosas manos que siendo un niño comenzó a llamarme en una noche calidad de agosto, el que me enseñó la gloria que buscaba, el que parecía que sería uno más y se enganchó a mi corazón de tal manera que aun cuando cierro los ojos y necesito hablar con Dios, es su melena la que comienza a dibujarse entre las tinieblas de la oscuridad que Él siempre llena con su luz.
Este cartel no solo muestra lo que nuestros ojos pueden estar viendo. Muestra la inquietante templanza que arranca a andar de una cofradía que representa ese nazareno de vara dorada, con la gratificación de echar a descansar el alma porque el paso ya se hace templo en la ciudad y todo sigue su curso. En el mismo también podemos intuir esos nervios a flor de piel por comenzar a repartir fe por las calles, esa incipiente sensación que se gesta en el interior de San Agustín, de los que serán su luz, sus pies y su banda sonora. La fotografía detiene el tiempo pero se puede mascar el movimiento de un galeón que parece no tener fin en el callejón, que nos pareciese ya estar viéndolo venir con el primer izquierdo de la tarde, entornando los ojos de los que llevan un año esperando el momento. Y es que el momento sabe a la gloria, tiene más quilates que el áureo pan que recubre el canasto del maestro Bejarano. Creo que es tan buena la toma que encuadra lo esencial con lo único “bonico” que nos dejaron de aquella remodelación arquitectónica, el olivo jugando con la vegetación del jardín, donde ya se ha bajado la rampa que hace girar y girar más de lo que debería al galeón del jueves que queda enmarcado bajo el celeste mariano del cielo. Es fácil observarlo y sentirte parte de la escena, serán las ganas de pasión… que podría llegar a escuchar al que siempre se acuerda de la levantá que Andrés le dedicó al consistorio donde se gestó el despropósito, que solo Él, un día al año, lo llena de belleza y vida. Si se fijan detenidamente tal vez puedan escuchar los compases de “Cristo del Amor”, siempre lo mismo y siempre distinto, el arte efímero que completa su sinfónica de la corneta que aunque no se vislumbre, siempre es fácil distinguirla cuando en medio de todo está el que todo lo llena… y no me refiero al guardia civil. Escolta entregada a la causa, que hace más fácil el camino para el que muchos dicen que es solo madera, pero como dijo el poeta… si es madera ¿quién es el que me habla?
Como no iba a dedicarle unas palabras al que en cualquier rincón me habla con su infinita mirada, revestido de penitencia profunda, tocado por tres del oro divino, como el que le regaló en la epifanía Baltasar, para eso Él es el más sagrado rey, maniatado por todos y por nosotros atravesando la fragancia del incienso que desde Gaspar lo perfuma. ¿Veis sus manos? Esa tensión de su cautiverio, prendido por nuestras culpas y desdichas, que son tantas que las quiere para sí mismo, por eso la soga le aprieta tanto mientras nosotros seguimos escondiéndonos tras el olivo y lo material e intranscendente de esta vida se balancea en una bolsita en la mano del que creíamos era amigo. Estampa colosal querido amigo Juan Antonio que dejas tu arte al servicio y engrandecimiento del arte, de ese arte que llama a la fe que es todo este prodigio llamado Semana Santa. Gracias por elegir a esta hermandad y particularmente a mi Dios. Yo ayudo a ser sus pies, antes fui su músico para llevarlo al pueblo que seguramente lo sigue necesitando tanto, porque el Señor del Prendimiento quizás no es quien buscan pero si es el que necesitan. Linares se encenderá en la mecha de la cuenta atrás para la gracia cuando vean lo que nos muestras en el cartel. Sepa Dios a cuantos podrá estremecer y llamarlos a apostarse a la salida de San Agustín, esa que nos anuncia en el papel que Dios comienza a conquistar su tierra y se abre paso, abriendo el compás porque en el interior de la iglesia ya se eleva al cielo una catedral donde se impregnarán todos los rezos como si de un rosario de sentimientos se tratase.
Las cuatro columnas de la evangelización sustentando el retablo andante del Getsemaní que se puede contener en un relicario, evangelio de los sencillos meciéndose al son, el eco del galope del jinete de la leyenda llamando a la gloria, desde el Pisar por Dios y por los hijos de Linarejos. Nos parece escuchar a sus capataces, me parece estar observando atónito los fogonazos de sol que bombardean la galera ciega de este ciempiés domesticado y aún más, casi presiento como se cuela por el respiradero un olé y un “a esta es” que no sé si vienen del pueblo, del que va vestido de negro o de aquel que ya presume de cuadrilla por los confines del cielo. Tú que eres aficionado al mundo del albero, ¿te aprovechaste de la percha torera del Señor para este portento? El Jueves Santo se abre así amigos, con la luz de las mejores tardes en el ruedo, la que brilla en esta instantánea que ha sido capaz de transmitirme los repelucos del momento que espesa el aire, detiene los relojes y eleva al alma a un estado de éxtasis como si estuviésemos suspendidos en el limbo de la conciencia. Y siempre en medio el que me empuja, el que aunque no se mueva suelo percibir su alegría cuando ante su capilla me acerco que casi se le escapa un… “que tal, cómo va la vida y un te quiero”, yo también te quiero Jesús, Prendimiento, gitano sobrao de compás aunque siempre he preferido llamarte como me enseñó tu capataz, y que verdad más grande me inculcó porque no hay nada de más excelencia, grandeza y majestad en el infinito universo como para llamarlo como a Ti…“Soberano”. Cómo me iba a negar a decirle estas cosas, y me quedo cortísimo, a mi Cristo...

* Presentación exaltada por mi persona, del cartel "Ecce Agnus Dei" 2015 en la noche del 13 de febrero del año del Señor de 2015.

No hay comentarios:

Publicar un comentario