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miércoles, 20 de junio de 2012

"EGO...SUM HÍSPALIS..."

Hablando de la reciente celebración de la Eurocopa de futbol y de la por el momento magistral actuación del futbolista manchego de nuestra selección Andrés Iniesta con un compañero de trabajo, el mismo me recordó que le volviese a contar una historia muy singular y muy de Sevilla. Esta rotundidad de procedencia es la esencia de la misma, cuando un día comentándole alguna peripecia cofradiera por Sevilla se sorprendió cuando le nombré a la Virgen de la HINIESTA. Se sorprendió por que la Virgen tomaba la advocación del apellido del hoy famosísimo futbolista que nos dio la alegría futbolera más grande de toda la historia de España hace ya casi dos años en Sudáfrica.
Curiosamente yo le comenté que la primera vez que saltó a la palestra nacional este genio del balón yo pensé lo contrario a el… se llama como la Señora de azul y plata, Reina de San Julián, la que este año no pudo derramar sus lagrimas por la ciudad que hace siglos proclamó, en tierra extraña de donde era y a donde quería volver…
“Ego Sum Híspalis… Yo Soy de Sevilla”, parafraseando el latino nombre de la mítica marcha, sacada de la frase que su Soberano hijo proclama cada Lunes Santo, les intentaré contar la ancestral historia de la Virgen de la Hiniesta, de la que proviene su advocación, pero no la de la dolorosa del Domingo de Ramos si no de la imagen gótica gloriosa que le da nombre y origen de la fundación de la hermandad. La primera vez que conocí, obviamente a la dolorosa me preguntaba a que venia ese extraño nombre. Ahí comencé a conocer que muchas dolorosas sevillanas tomaban sus advocaciones de los antiguos iconos gloriosos de donde nacieron sus actuales cofradías, hablando desde la perspectiva penitencial.
Y cuenta la leyenda que la Virgen de la Hiniesta fue encontrada en los bosques de Cataluña en 1380 por un noble caballero llamado Mosén Per de Tous, perteneciente a una de las principales casas de Cataluña. El mismo al igual que todos los grandes señores de aquellos tiempos era aficionado a la caza. Como de costumbre salió un día a la caza de perdices con su correspondiente cortejo de monteros, perros y azores. Mientras se aproximaba al monte salió una perdiz huyendo al oír el estruendo que venia levantando la comitiva, internándose en la espesura y seguida de cerca por un azor. Cuando parecía que sus días estaban contados tras la inminente captura del ave de rapiña, la misma se posó en una retama o “hiniesta” -es un arbusto con florecillas amarillas perteneciente a la familia de las fabáceas, originaria del Norte de África y de la Península Ibérica- mientras el azor en lugar de atacarla se colocó a su lado sin atreverse a lastimarla. Los perros lazaban al aire sus ladridos para llamar la atención de su amo, el cual se introdujo entre la maleza. Llegando este, se sorprendió del comportamiento de ambas aves, encontrándose a renglón seguido una imagen escultórica de la Virgen Maria con el Divino Infante en sus brazos.
Retama de Hiniesta.
Emocionado, se postró en tierra en reverencia ante la “Mare de Déu” y aquel prodigioso descubrimiento instando a todos los demás a que se acercaran a verla, humillándose todos ante ella e incluso los perros que les acompañaban en la cacería. Examinándola encontrarían en la talla la inscripción en latín: “Sum Híspalis de sacello ad portam quae ducit ad Cordubam” es decir: “Soy de Sevilla, de una iglesia que está junto a la Puerta de Córdoba”. Todo hacia indicar que la imagen se encontraba allí desde siglos -aunque su aspecto se conservaba como si llevase solo horas- oculta entre retamas de “hiniesta”, seguramente y basándonos en la leyendas y tradiciones llegaría hasta la tierras de Cataluña huyendo de Sevilla en el año 714 al producirse la invasión musulmana. Parece ser que la imagen despertaría la gran devoción de la ciudad, incluso dicen que seria la segunda imagen tras la Virgen del Pilar en recibir la veneración de los cristianos en la península ibérica, la inscripción se la grabarían por si el regreso se alargara en el tiempo… como así fue.
Mosén per de Tous quiso devolver a la Virgen a su tierra que ya había sido reconquistada por el Rey San Fernando. Invitó a muchos de sus nobilísimos parientes, junto a sus criados y adornando un carro suntuosamente que tiraban bueyes – un anticipo del primer Rocío…- colocó a la imagen de la Virgen y partió hasta Sevilla en una inimaginable procesión cruzando toda la península, levantando las fiestas y algarabía por todos los pueblos por los que pasaban llegando a Sevilla con todos los honores que tal prodigio divino venían proclamando los catalanes. La imagen fue depositada en la iglesia de San Julián, por ser la más cercana a la puerta de Córdoba, sellando la puerta de la iglesia por la que entró “para que nunca más volviera a salir de Sevilla…”.

A partir de entonces el culto a la misma y la devoción se extendería de tal manera que podría estar días y días escribiendo – ciertamente no me gusta aburrirlos en demasía, aunque no lo parezca…- sobre los más de seiscientos años que lleva entre los sevillanos, porque lo que cumple seiscientas primaveras es la cofradía que se erigió en su honor, la que entre otras cosas es patrona del ayuntamiento hispalense. Por tal motivo la imagen procesiona en la actualidad (desde 1965) en los días en torno al Corpus Christi hasta el ayuntamiento para presidir el suntuoso y casi gigantesco altar de la plaza de San Francisco.
Primer altar de Corpus en 1965.

Gloria y Pasión...
Los tiempos cambiaron y aquella que vivía a su sombra, dicen que salida de la manos del “dios de la madera”, comenzó a declinar su fama y veneración por la que lloraba las penas de la Buena Muerte de Dios bajo los bordados de plata del genio de Juan Manuel. Todas la glorias cedieron un día su pomposidad y grandeza a las cofradías de penitencia, estando esta eterna devoción de Sevilla, más que ninguna, hoy menos conocida que la de su dolorosa… muchos son los sevillanos que no conocen esta solariega leyenda o historia. Como muchos sabrán, San Julián fue el primer gran objetivo de las “hordas marxistas”, fue el primer templo destruido en Sevilla por la sinrazón del izquierdismo más radical que trajo consigo el mal entendimiento de lo que es una república, la que los sectores más analfabetos afines a esta ideología entendía –y muchos siguen entendiendo- como un “paraíso de izquierdas”. No hizo falta ni levantamiento militar, según estas personas la iglesia debía desaparecer radicalmente de la faz del mundo y así que comenzaron quemando esta eterna iglesia sevillana, desapareciendo con ella aquella legendaria imagen encontrada bajo retamas de hiniesta, una imagen gótica obviamente de autor anónimo, atribuida como todas las imágenes de aquel periodo a la descabellada idea de que las talló el mismísimo San Lucas. Aunque el tipo de imagen no ofrece dudas que proviene de la zona catalana, la composición general de sus líneas recuerda ligeramente (por lo menos en un primer golpe de vista) a la Virgen Madre que preside el parteluz de la portada principal de la Catedral de Tarragona. Como tantas otras esculturas marianas de su tiempo y estilo, tampoco se libró de la moda de cubrirla con ropajes naturales y al aderezo artístico de vestidores. De tal forma permaneció hasta 1912 en que se le quitaron las ropas y Delgado Brackembury la restauró. Entonces le repuso la mano derecha, colocándole sobre ella una manzana (en sus principios pudo tener también una bola del mundo, un cetro o una flor).
Así quedó la imagen.

La primitiva imagen revestida.

Catedral de Tarragona.

Antonio Castillo Lastrucci seria el “resucitador” de las devociones de esta sevillanísima cofradía con las imágenes penitenciales y la semi-copia de la Virgen gloriosa en 1945, la cual también –y merecidísimamente- está coronada canónicamente. Así que esta es muy resumidamente la ancestral historia de esta advocación que llora por las calles de Sevilla y esa “Estrella Sublime” que levanta la algarabía que trajeron aquellos catalanes, cada festividad de Corpus, sobre la parihuela y respiraderos de su “hermana” dolorosa, bajo un inconfundible templete que le labrase el genial orfebre Seco Velasco y escoltada e iluminada por unos frondosos candelabros, que comparten con el “otro” paso de la jornada, como vimos en la entrada anterior la mezcla de guardabrisas y faroles.




Por cierto existe otra “leyenda” que cuenta que la imagen llegó del mar, que la trajo a Sevilla un hombre que la encontró a sus orillas o riberas sobre una hierba que llaman “Yniesta”, que es de hechura de retama. La historia prosigue que un caballero de los Tous la quería para su capilla de San Julián. Lo cierto es que no hay que pasar por alto que la imagen primitiva de la Virgen podría provenir de un pueblo llamado “La Hiniesta” en la provincia de Zamora –pasé muy cerca en mi viaje a Oviedo-, donde existe otra imagen con la misma advocación de la Señora de San Julián. Me comenta mi buen amigo Pedro Soriano, historiador el, que el más que posible origen de los apellidos con nombre de pueblos o ciudades provienen de los expósitos, es decir allí en el pueblo en que se abandonaba a un recién nacido se le ponía por apellido el nombre de la población, así ¿porque no puede surgir el apellido “Iniesta” de un expósito de aquel pueblo zamorano? Así que posiblemente Andrés Iniesta, sin “h” o más bien su apellido puede que tenga su origen con la ancestral devoción a la Virgen gloriosa de la Hiniesta….





2 comentarios:

  1. ¡Hola!
    Genial el Blog y genialísima entrada.
    Pero me gustaría comentar algunas cosas. Sobre el "Título de Patrona del Ayuntamiento de Sevilla" hasta dónde yo alcanzo a saber no existe de forma oficial, recayendo a efectos prácticos sobre la Patrona de la Ciudad y Archidiócesis de Sevilla, la Santísima Virgen de los Reyes Coronada en calidad de Alcaldesa Perpetua Honoraria, título que desde el siglo pasado ostenta.

    En cuanto a la Imagen de la Virgen, si existe atribución, la de Pedro de Moragues, autor de la Santísima Virgen de la Mercé Coronada, Patrona de Barcelona y su Iglesia. Pedro de Moragues, labró en el siglo XIV la actual Imagen de la Patrona barcelonesa, fechas que coinciden con las de la Hiniesta Gloriosa Coronada.
    Los rasgos son inequívocamente similares.

    Pedro de Moragues, era catalán y trabajó mucho por la zona de Barcelona, lo que justificaría el "porqué de la venida de tierras catalanas" de la Santísima Virgen (evidentemente, no sería la misma Imagen legendaria puesto que aquella, tendría que ser mucho anterior).

    Como último apunte Mossén en català se usa para hablar de un sacerdote, aunque no es la tradución literal, en castellano diriamos "padre" o "reverendo".


    Un abrazo! y gracias!

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  2. Gracias Antonio por tu interesantísima aportación, solo comentarle que la base a todo lo escrito en esta entrada está en el trabajo, según dicen los expertos “más completo” de las Glorias sevillanas del historiador Juan Martínez Alcalde, incluso de la recientísima actualización de hace poco más de dos años de la obra y nada venia sobre sus nuevas aportaciones, de haber sido así, así lo hubiese reflejado. Sobre el tema de la atribución me podría indicar dónde viene reflejada esa hipótesis?. Un saludo y gracias por sus palabras.

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