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jueves, 27 de junio de 2013

JAÉN SE LLENÓ DEL CALOR DE DIOS... (y II)

Se marchaba el quizás crucificado más antiguo de la Semana Santa jaenera, donde por cierto, sin duda faltó en esta jornada la joya de la corona artística del procesionismo de la capital, el Santísimo Cristo de la Expiración. Se terminaba casi la gran primera parte de  esta celebración tan especial, en este epicentro por donde caminó Dios y donde me encontré a los buenos amigos y grandes capillitas –en nada me quedaré lejos de vosotros- Pedro Guerreo y Antonio Pradas con los que compartiría la siguiente parte de este retablo móvil de la fe en la ciudad que corona el Castillo de Santa Catalina, como diría mi amigo Pedro Soriano… “echándole un pulso a las torres de la catedral…” y donde por cierto se comenzó a fraguar el siguiente evento cofradiero de este ya caluroso mes de junio, la visita a la ciudad de Málaga para conocer muchas de sus imágenes procesionales y la salida extraordinaria de la Virgen de la Esperanza, pero eso vendrá después…
Así, con el gran calor buscamos la cima de Jaén, subiendo su larguísimo Paseo de la Estación para llegar al Jaén antiguo, allá por donde viven las corporaciones más antiguas, la imagen que nos recuerda en una capilla, que un día la mismísima Virgen Maria bajó a Jaén y se paseó por sus calles, su patrona, aunque en aquellos momentos estuviese en la Catedral para presidir el acto junto a Santa Catalina y la reliquia por la que se levantó una de las catedrales más sorprendentes del mundo, el Santo Rostro, donde se grabó la faz de un humilde carpintero de Galilea al que los siglos siguen santiguándose…
Uno de nuestros objetivos era otro de los grandes misterios contemporáneos que han venido a engrandecer la Semana Santa donde sigue mandando el pellizco en el estómago que levanta el gran ausente de la celebración, el Hijo de Dios según los habitantes de la ciudad donde vivió el mitológico lagarto, que más que Padre, más que Dios, allí prefieren llamarlo… Abuelo. Por el barrio de San Idelfonso prácticamente se desarrollaba la otra hornada de pasos que buscarían la que es la carrera oficial de Jaén en busca de la plaza de Santa María. Allí buscábamos al misterio de la Borriquilla, que iba acompañado por nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestra banda del Rosario de Linares, que no podía faltar en este elenco donde destacó la participación de tan solo bandas de la provincia, y ella sin duda se puede decir que es uno de los máximos exponentes de la música procesional de esta provincia, y sin duda que Linares dejó el pabellón muy alto en Jaén. Pero antes de ello necesitábamos un refrigerio y nuestra cerveza Alcázar disfrazada bajo una etiqueta de Cruzcampo no se nos podía quitar de la cabeza, y como no, San Idelfonso es barrio de bares en Jaén. Y por la plaza de la basílica nos encontrábamos cortejos y pasos, el primero el del paso encargado de mostrarnos el triste final humano de la Redención de Jesucristo. La hermandad de la Soledad con su “nuevo” paso nos mostraba la sobrecogedora imagen del Cristo Yacente, una de las para mi obras más interesantes de la escuela imaginera contemporánea del siglo XX en Jaén, siendo su autor Constantino Ungetti y que hace pocos años vino a ser completada ante el quizás efecto más negativo que tenía, su policromía. La actual de Francisco Romero Zafra es sin duda espectacular y por momentos me hacía dudar si el sudario o mortaja sobre el que descansa el nazareno, era real o tallada. Aquí nuevamente contemplamos el recurso elegido para este día especial como ocurrió con el Cristo de la Humildad y Silencio, es decir, un paso que cada Viernes Santo procesiona magistralmente sobrio y en silencio, nos lo encontrábamos con cornetas y tambores, por una vieja conocida de mis tiempos de músico, la BCT del Cristo de la Fe y Consuelo de Martos, curioso que las dos bandas de esta bella localidad hayan sido las encargadas de dibujar las nuevas estampas. Tenía entendido que este paso iba a costal, pero en esta ocasión iba a doble varal o granadina, algo que en este punto a nosotros no nos llamó mucho más la atención. Así pudimos “apalancarnos” en uno de los bares con solera de la ciudad y del barrio, el “Cuatro Esquinas” donde la cerveza estaba fresquísima, vamos nos “resucitó” completamente para seguir el camino, y estando allí llegó uno de los grandes contrastes de la Semana Santa de Jaén. Sobre el único paso u trono que conozco que está rematado en pan de plata venia portentosa la Virgen de las Angustias de la hermandad de la Buena Muerte, con su serena pena contemplando el fallecido cuerpo de su hijo, casi como cuando lo acunaba en Belén, donde desde entonces ya sabía cuál sería el fin de su vida… no hay duda que una obra tan portentosa tenía que llenar de fe las calles de Jaén en este retablo de nuestra fe, quizás salida de las inmortales manos granadinas de Mora, la cual era escoltada por unos sobrecogedores ángeles llorones que la historiografía solo ha llegado a apuntar la estremecedora leyenda de su hechura, la cual conté a mis acompañantes apoyados en la puerta de este bar del viejo Jaén, mientras sus anderos la movían con la elegancia de la que hace fama su hermandad, sobre un trono de Palma Burgos, que nos invitaba a la experiencia de la siguiente semana, acompañada de la única banda de música de la jornada, la cual interpretó una adaptación de una de la curiosas marchas propias, ideadas para cornetas y tambores, que atesora esta hermandad, “Sacramental” sino me equivoco fue la misma.




Tanto el Yacente como las Angustias buscaban por Teodoro Calvache la calle Tablerón, esquina con el convento de las Bernardas, donde se encuentra el famoso pub “El Trovador” donde se formaría otro epicentro para presenciar el paso de varias cofradías. Casi en la Puerta del Ángel esperaba el cortejo de la Borriquilla, donde este barco del barrio de Belén y San Roque esperaba para continuar su caminar. Por fin podía contemplar en persona esta para mí, una de las mejores creaciones del sevillano Antonio Joaquín Dubé de Luque rodeado de las imágenes que gubiara su hijo, Antonio Jesús Dubé Herdugo sobre el paso aun si finalizar que tallase el linarense con taller en Sevilla, Felipe Martínez Oliver. El Rosario de Linares sin duda se vacío tras el olivo de Belén y San Roque, algo que ciertamente no me gusta en estos pasos, los olivos, que retrotraen en lo que se refiere a la iconografía procesionista a los momentos acaecidos en Getsemaní. Un gran rato acompañando a amigos como Raúl, Ripoll, Javi, Miguel, Antonio, Kike, Seba, etc… y tantos que dejaron su arte con marchas como “Aires del Sur”, “Sentimiento Gitano”, “Refúgiame”, “Dios Padre, Señor Nazareno” que incluso llegó a maravillar a un viejo amigo que también se acercó a Jaén a conocer la fe de esta tierra, el cordobés Enrique Garrido, el cual conocimos hace 10 años cuando era costalero de la Borriquita de Córdoba –hoy capataz en boga- y nosotros acompañábamos al Dios que caminaba por la capital califal por “Soleares por San Lorenzo”, lo que me recuerda que le prometí le pasaría un enlace para escuchar la nueva rearmonización de esta marcha salida del genio de mi buen amigo el “Vokas”, Raúl Castro. Mucha gente de la hermandad acompañando a la banda, como Tito, José Antonio Moreno, “El hermano” siempre auxiliando a los colectivos de nuestra hermandad mientras el barco, también cambiado a costal se encaminaba en busca de la catedral… algo que no me agradó, en esta cuadrilla y en otras, es la “obsesión” de llenar cada compás, cada nota de una marcha con cambios de paso, mi recomendación siempre será; primero captar la base y después montamos el tejado, un paso donde también palpé los vicios heredados del antiguo estilo y al que parecía tampoco le gustaba hacer lo esencial… andar.


Después nos vino el Getsemaní de verdad, con el paso de la Oración en el Huerto cobijando a este Cristo que engrandeció la gubia del sevillano Juan Abascal Fuentes, con su ángel de tintes salcillescos y los más que correctos apóstoles durmientes, sobre un nuevo paso, de la producción artística que dejó en nuestra tierra Francisco Palma Burgos. Acompañado de la agrupación musical de María Auxiliadora de la misma ciudad, portado a doble hombro, no sé si por una cuadrilla mixta o que se iban alterando hombres con mujeres donde llamó la atención a través de los respiraderos y canasto la instalación de ventiladores en el interior del paso… es curioso, que estéticamente no fue de lo que más nos llamó la atención, que no por ello me pareció intuir que levantaba un cierto revuelo popular, no sé si porque así lo querían expresar sus devotos cofrades, o no se la verdad…
















Tras Él llegaba un Cristo que desde que lo conozco siempre ha gozado de mi admiración, el cual también “estrenaba” una placida salida siendo portando en su paso de misterio a costal. Viendo los relevos no dudaba un segundo en comprobar quien está echando una mano o formando parte del equipo de capataces de la hermandad de la Estrella, la verdad no lo sé, y es que la esencia de medidas  y estética del costal retrotraía a Antonio Santiago, y eso por estas tierras es bandera inequívoca del iliturgitano José Carlos Prieto. Una de las notas positivas en el cambio, se palpo rápidamente al ver que por fin este paso no se iba “hundiéndose” en su caminar en los costeros, el paso iba firme, asentado y deslizándose, aunque tiene que ser complicado mover ese paso por sus especiales proporciones. El Señor de la Piedad en su Presentación al Pueblo, ciertamente me enamoró hace ya muchos años, cuando salía desde su barrio de la Alcantarilla solo en su paso revestido muy eucarísticamente, es decir, túnica blanca y manto rojo, portando la caña, este singular y pequeño Ecce Homo hasta que la hermandad acometiese hace unos años el misterio que completara la advocación e iconografía de este Cristo que llegó a Jaén desde Córdoba cambiando la cruz por el cetro de caña real… una vez más Navarro Arteaga labró un nuevo conjunto escultórico para la ciudad, muy influenciado por sus trabajos de entonces en el misterio de las Cigarreras de Sevilla y la Sentencia de Jerez de la Frontera, el cual tenía ya ganas de contemplar en la calle y comprobar el verdadero resultado, ya que por fotos y videos, poco me agradaba el resultado. Lo cierto es que con el directo ganó más, incluso aunque algo apretados, proporcionalmente el misterio se dibujaba bastante bien a pesar de asentarse en un paso pequeñísimo, ideal para una sola imagen. Medidas adaptadas al estrecho callejero del barrio donde se asienta esta hermandad dominica. Y con un exorno también muy eucarístico, muy glorioso, dos ángeles de la vecina hermandad letífica del Rosario parecía querer consolar al Señor de la Piedad que con estas innovaciones dejó su antiguo “look” para pasar a lucir túnicas bordadas. En esta ocasión recuperó la vieja vestimenta, o los colores porque lució un ajuar que llamó bastante la atención realizado con brocado, muy en la “onda” actual de abusar de estas telas, según mi parecer.
Vino muy poco a poco, con la música de su inseparable agrupación musical la cual me regaló una de sus marchas que más me gustan para dibujar la revirá del Señor de la Piedad, la marcha de José Manuel Mena Hervás… “Beso y Traición”.


A partir de ahí tocaba buscar el epicentro por donde cada paso comenzaría una carrera oficial hasta llegar a la Catedral, por la calle Bernabé Soriano, entrando por la plaza de las Palmeras. Este punto si se encontraba bien cargado de público, algo muy común de la Semana Santa local; llenar la carrera oficial y el resto de itinerarios ir no muy concurridos.  Ya había pasado la Angustias, pero  ya estaba esperando el misterio de la Borriquilla, que por cierto se comenzaron a gestar unas paradas eternas que retrasó en demasía los horarios previstos. Allí junto al amigo Ricardo y familia disfrutamos por última vez de nuestra banda y del Señor de la Salud en su entrada en Jerusalén con aires de Presentación al Pueblo, por ello sonaron “Aire para mis Penas” y ya en Bernabé Soriano una espectacular interpretación de “Sentir” que levantó una gran ovación de la repleta calle jaenera, donde por cierto destacar la presencia por este día del ya famoso solista de la banda de Dos Hermanas “Dani de Baza”, y tan solo él y porque el mismo quiso echar el rato con la banda donde al parecer tiene muchos amigos, la verdad lo desconozco. La pena es la mala idea, la mala fe, precisamente cuando aquí se intentaba impulsar los buenos valores, que trajeron siempre los desafortunados comentarios de no sé quién intentando desprestigiar a la banda, esos que ven en esto solo una competición, y donde los cofrades tendríamos que trabajar mucho más por erradicar estos sentimientos tan opuestos a las cosas de Dios… en fin, Él al final pone a cada uno en su lugar, y esa tarde vi que años después a algunos los puso en su lugar, pero eso ya es pasado y mejor no hablar de ello…
Tras ellos volvió la Cena, con aires de Presentación igualmente, con “La Valiente”,  mientras desde las aceras espectadores de lujo lo contemplaba; el autor del misterio, Antonio Bernal y su amigo y también grandísimo imaginero Francisco Romero Zafra, después llegó cronológicamente según las escrituras; la Oración en el Huerto, nuevamente el Amor con la marcha “Oración” de Mena Hervás donde volví a vislumbrar ese paso tan retenido de la gran mayoría de las cuadrillas jaeneras, que no logro a entender porque no se le abre el compás, y cuando esperaba la Estrella, con unas paradas que se hacían cansadísimas nos marchamos a comer algo tras la intensa tarde, cuando el poderoso sol comenzaba a declinar la rodilla ante la noche… cuando volvimos ya se encontraba en una quizás estampa atípica, el curioso Resucitado de Jaén bajo la noche, que vendría a completar esta catequesis, que no vía crucis, de la religiosidad popular de Jaén. Aquí con el encuentro de mi buen amigo Cris, del que me alegré mucho el volver a ver desde Semana Santa, dimos por finalizada esta satisfactoria jornada a la que aún le quedaba muchas cosas por vivir, pero que quizás pecando de “capillitas” pensamos en desistir de continuar, hasta que la gloria cofrade me volviese por una nueva tierra “conquistada” por este simplemente capillita, a las orillas del Mediterráneo contemplado un galeón de Esperanza cruzando un puente, y precisamente no el de Triana…


Fotos: David Parra Luque.

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