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viernes, 7 de junio de 2013

MARTES SANTO SEVILLA. ( y III)

OSCURO MARTES SANTO...

A veces la verdad, hay que tener fe, pero fe de la grande para echar media tarde a pie casi quieto, se avanzaba muy lentamente, ¿que se podría estar desarrollando en el interior de la casa de Dios del barrio de la Calzá…? en esa casa que cuando a Él se le antoje volverá a florecer en el éxtasis de la Semana Santa cuando el Pilatos presenta a Jesús a Sevilla, siempre porque allí arriba así se ha visto conveniente, en Sevilla, el Pilatos no duda quien es el que manda en el paso… y detrás, la fuente donde emana la Sangre del perdón bañando a Sevilla, orgullo neobarroco que casi resucitó al maese Mesa y sus inmortales crucificados, aquel genio llamado Buiza que hace rememorar los viejos tiempos a su delicada y bendita Madre, linda palomita del viejo arrabal de gitanos, alfares y marineros… que ellos venían de Triana. Que tristeza, mirar a la amplia avenida, al asfalto brillante del agua caída en Luís Montoto… un día antes por el mismo enclave saludaba a un viejo amigo que al igual que nosotros caminaban exultante acompañando a los arrebatos que concede Dios. Un barco atravesaba la ciudad llenándola de gracia mientras en la puerta de la antigua iglesia, en la lateral se asomaba la Reina de la Encarnación para contemplar a una cofradía que llevaba lo que ya lleva Ella sin pisar la calle, tres años. Ahora paraguas, ahora lo cerramos… así más de dos horas, hay que tener fe, pero qué por lo menos nos dejaran sacarla para aquellos que sobre impresionantes y suntuosos pasos esperaban a la multitud. Cuando conseguimos entrar allí estaba exultante de elegancia el paso palio de la Virgen de la Encarnación –“paliazo” sin “peros” de Sevilla-, tristemente repitiendo la estampa casi idéntica del año anterior. Pero antes había que seguir la cola para contemplar los increíbles pasos de cristo de esta hermandad, y hubiese gustado como el año anterior detenerse un poquito más solamente, por lo menos para que Óscar viera lo que un Barca-Milán le quitó el año pasado. Pero no, había que andar “que había mucha gente esperando”, a lo que un muchacho que por el habla era sevillano, espetó un poco mosqueado que las dos horas y pico anteriores que había pasado… la verdad mucha fe, para aguantar y no poder ni mirarle el perfil al Señor de la Presentación y en fin, a todo en estos dos pasos. Tan criticado que es por unos el maestro Lastrucci, aquí y sin duda el directo gana por goleada, la magnificencia artística de todo era sublime, que menos del crucificado y sobre todo la genialidad de sus pasos, en las distancias cortas es cuando uno ve el genio que fue Antonio Martin Fernández y lo quizás poco valorado que pueda estar a día de hoy. Como casi no nos dejaron tiempo ni para santiguarnos, parecía que la Encarnación Coronada si nos dejaría un poquito más de gloria, casi tatareando el “Ave María” de su marcha de coronación, recreándonos en su increíble perfil que me hace preguntarme quien pudo tener el duende que tallara su figura, a ver si algún avispado historiador saca algunas conclusiones, porque como sea un desconocido habría de elevarlo a los altares de la gloria artística. Un Martes Santo más sin disfrutar el “trianear” del misterio de esta hermandad que naciera en Triana y que se llevara un trocito de la misma al otro “costero” de la ciudad. Cargados de estampitas, quizás era el único consuelo que nos quedaba, se echaba la noche, las lloviznas no cesaban y ya todo estaba roto, no habría ni Candelaria, Santa Cruz, ni Bofetá… nada, el Martes Santo solo resumiría a un escueto traslado, la gloria de pasión por las calles… por lo menos fue algo más que el año pasado.


















Ya en la cola le comenté a Óscar –hubo tiempo para hablar de todo- que el día anterior me puso los dientes largos con aquello de comer pescadito frito, otra de las sevillanias puras, esos negocios donde se sirve pescadito frito, donde triunfa el adobo y que lo más parecido que tenemos por estas tierras giennenses –que yo sepa- son las churrerías… y es que eso de llegar un establecimiento con forma de charcutería o pescadería y llevarte un cartucho de… solo lo hacemos como diríamos por Bailén o Linares; con los “tallos”. Había ya hambre nuevamente y me pareció que sería el momento perfecto para por primera vez en Sevilla, comerme un papelón de adobo y con algunas reticencias al final acabamos en la legendaria Puerta de la Carne, cerca de los dominios de San Bernardo, con la rehabilitada iglesia de Santa María la Blanca cerca y bajo buenos chaparrones de agua aunque cubiertos por una especie de toldos  comprobando que Sevilla tiene otra cosa inigualable… el cazón en adobo… espectacular más otras cosas como huevas y choco que sinceramente nos hizo disfrutar de las cosas buenas que esconde la sevillania… ante los lamentos y las caras largas ante un nuevo Martes Santo tirado por las alcantarillas por donde se adentraba los ríos de agua que bajaban desde San Nicolás… mejor sonreír y disfrutar de otra manera, y buenas copas de cerveza…
Lo cierto que un día de Semana Santa, a esas horas aun tempranas querer volver a hotel se te hace un poco duro y casi sientes, que qué vas hacer allí. Por cierto ese día jugaba un partido importante la selección española contra Francia… ¿pero más futbol? Para futbol estaba uno…Subiendo la calle nos dispusimos a seguir visitando templos, pero la última cola nos había quitado las ganas, por ello al “nazarenito” de la Salud tan solo lo vimos desde lejos y sin mucho ánimo de nada, pero… eran ya bastantes años sin poder saborear los pasos de la hermandad de Santa Cruz –la cual soñaba contemplar de recogía por la plaza de la Alianza-, por ello que mejor que buscar el faro guía de la ciudad; la Giralda, donde casi a sus faldas vive el Santísimo Cristo de las Misericordias y la Ntra. Sra. de los Dolores. Echándole valentía y confiando en mi “brújula” humana, nos adentramos por las callejas de esta zona laberíntica de la ciudad, creyendo que podríamos acortar, siempre guiándome por donde estábamos y en que direcciones estaban las cosas… luego comprobamos que esto era el “Laberinto del Minotauro”, y nosotros atrevidos “Teseos”, que como en la historia mitológica salimos triunfantes a la calle Mateos Gago para después de tal “proeza” echar el resto y esperar en una nueva cola…
Volvía a llover, paraba, que clima más desagradable se vivió, pero la cola avanzaba rápido, eran en torno a las nueve de la noche hasta que por fin nos adentramos en un paraíso “rancio”, que aunque de otra forma nos cerró magníficamente el Martes Santo. Justamente al entrar, salía el joven capataz Manuel Antonio Santiago acompañado de una chica, seguramente su novia al que todos miraban como cualquier famoso cantante o futbolista que saliera de una discoteca o restaurante, las cosas “grandes” de la Semana Santa sevillana simplemente, allí sus personajes también sienten lo mediático a cada paso que dan…
Pero lo grande de verdad estaba en el interior, con una iglesia prácticamente a oscuras donde pocas luces más la que desprendía la cera de los pasos evocaba a experiencias de otros tiempos… seguramente si hubiese estado allí mi buen amigo Pedro Soriano, nos hubiese indicado que estábamos en una escena de los siglos oscuros, hasta que la bombilla cambiara la humanidad… en la cola, le hablaba a Óscar del Cristo de las Misericordias, otro de esos emblemáticos crucificados de la ciudad, posiblemente salido del genio de la familia Roldán que antaño al parecer lo que repartía sobre el santo árbol de la cruz, era la Esperanza, y ahora las Misericordias del Eterno… le comentaba que este Cristo estaba más cerca de una iconografía mística, casi alegoría, de un hombre Dios dulcemente sentado en su trono de la cruz, que a un hombre desgarrado y suplicante, nada de la expiración, sino que más bien parece que habla plácidamente con su Padre de los Cielos… supremacía de la imaginería sevillana que entre claroscuros del gótico de sus andas, entre evocadores candelabros de forja te invitaba a la reflexión y al silencio, rotundo en toda la iglesia, solo roto por los sonidos de las cámaras fotográficas y los fogonazos casi fantasmagóricos de los flashes, como los de Óscar que ante tanto encanto se vació captando todo lo que en la curiosidad se encontraba… que decir del considerado paso de palio más pequeño de la Semana Santa, aunque a mí me siguió pareciendo un gran paso, en proporción y que menos, en calidad, donde el gesto de María nos retrotraía a los legajos de la memoria del Domingo de Ramos, de la Señora que vive en el barrio que “purificó” don Manuel Prudencio de Molviedro. Las dos sin iguales Reinas de Antonio Eslava, ésta la segunda de una misma “ornada” que bajo su singular joyero nos evocaba los sones de la Alcazaba o majestuosa, entre tanta magnificencia tenebrosa, caminar solemne al compás de Marvizón… por cierto el paso del Cristo me convencía más con los respiraderos bordados y sólo sobre el tupido monte calvario, es tal el mensaje iconográfico de su figura que ningún personaje lo complementa a la perfección…























Ya parecía todo roto, todo acabado, cercanas las diez de la noche, el aroma cofrade volvía a esconderse entre los recovecos de la ciudad. Al fondo, la Giralda imponente parecía lamentarse como el resto de capillitas, mientras Óscar la inmortalizaba, a la mítica torre almohade de corona renacentista, y a este servidor a sus pies siempre ajeno a todo, sin pararme a ver que hacen mis contertulios… pero ahí no acabaría la cosa, un arrebato que desde el principio me pareció absurdo, nos llevó a una antológica caminata hasta la mismísima calle Feria, casi corriendo por las horas para poder contemplar, si hubiese posibilidad a los pasos de los Javieres… así fue, cansadísimos de no ver cofradías en las calles, el dios de las Almas ya estaba plácidamente dormido, con todo cerrado a cal y canto, que al día siguiente también debería haber ajetreo en su casa de Ómnium Sanctorum… a veces los arrebatos nos juegan estas pasadas, por mucho que queramos aprovechar el tiempo al máximo, mientras en un bar de la legendaria calle sevillana, al final veíamos algo de futbol, ante el estruendo de la clientela cuando el canario Pedrito callaba a todo el “Stade de France” y colocaba a España primera de grupo en su camino al Mundial de Brasil… como ven, vaya día para acabar hablándoles de futbol y casi comiendo calle ante los apretones del vientre, cosas de estar más comiendo que viendo cofradías…

Fotos: Óscar Ortega.

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