Buscar este blog

martes, 18 de junio de 2013

RETRATOS DEL DOMINGO DE LA GRACIA...

Estábamos en la mañana de hoy rematando el nuevo remozado e enriquecimiento de mi humilde azulejito de mi terraza donde reina el Señor de esa ciudad donde uno aprende las grandezas de la vida divina… tejadito, peana e incluso farolitos para engrandecer como Dios manda a la figura de su hijo bendito del Gran Poder, como mandan los cánones de la estética, con todo el amor para aquel regalo bendito en los albores de comenzar a sentir de otra manera, aquel que elegí porque simplemente era Sevilla… apartando absurdeces iconográficas y partidistas en que algunos sumergen el mundo de las cofradías.
Me dice mi padre que vaya como estoy dejando al Señor del Sevilla, a lo que le he contestado que allí es simplemente llamado como “El Señor”… rápidamente Sevilla comprende de quien se habla… así, casi rememorando mi espera en San Lorenzo, bajo su centenario azulejo de los cuales bebieron todos los cofradieros posteriores en el planeta, le he comentado a mi madre, que el besamanos, el cara a cara con el Señor de Sevilla, eso no existen palabras que se acerquen a describirlo… seguramente eso, un año más sentiría el amigo y capataz David Parra el pasado Domingo de Ramos, junto a su señora, cuando se sumergió en algo que a él le apasiona… visitar capillas o templos en la mañana del Domingo de Ramos antes de pegarse una ración de gloria esperada durante todo un año, y es que esto como le comentamos el otro día a un buen amigo, debería ser esencial en cada cofrade: su hermandad, sus devociones propias, etc… pero siempre con Sevilla en el otro lado del corazón, y esto es algo que me apena, pero quizás aún no consigo transmitirlo ya que quizás podemos sentirnos agraciados por haber tenido la suerte se sentir la gracia, porque esto es simplemente eso…
Así que hoy les dejo con lo poco que pudo “retratar” con su cámara, retratos de su Domingo de Ramos, donde el perfil más sublime de todos los tiempos no podía faltar, ese que cuando lo miras a los ojos, escuchas en el alma… “no te quejes que mira como estoy Yo”, el que con sus labios descarnados parece susurrarte que mientras más le hieres más te quiere… y de San Lorenzo al Salvador…














De caché en caché, de Juan de Mesa en Juan de Mesa… para mi capataz perdemos el tiempo en otros sitios, el siempre busca la solera eterna hispalense, y en el Salvador vive el más perfecto humano crucificado en el madero, siempre por Amor, al que también se le pide que reparta un poquito más en esta tierra de complicaciones diarias. Perfiles y más perfiles, de las más perfecta anatomía, genialidad irrazonable, pero Dios del Amor ¿que tenían aquellos imagineros del XVII? Perfecta armonía, sobre el inmortal templo que tan solo él le bastaría para darle a Sevilla reconocimiento mundial. Y el perfil de la Madre, quizás Mesino, el que redibujó como dije ayer el Mesa del siglo XX y que quizás continuó para llevarlo a los hijos de Dios de Málaga. El Socorro de Sevilla, envuelta en más solera y en más elegancia, con San Juan de mero espectador, me extraña que se le olvidara una instantánea de ese manto que hace unos años un buen amigo tildó como liso… liso de oro. Pero también ahí estaba el Dios al que le cantan los niños, el que se come las calles de Sevilla marcando el compás unas campanillas y una palmera acariciando los balcones de las señoriales casas del centro, la Sevilla eterna,  dejándonos una estampa de cómo Dios levanta los repelucos de toda una ciudad bajando la “rampla” de los sueños…







Y en el Salvador también vive otros Dios, el que habló con Montañés e hizo que la madera fuera más que madera, seguramente algo tan genial no lo pudo pasar desapercibido el altísimo como para hacerse escuchar a través de tal prodigio de la mano humana. En la intimidad, en su capilla de plata y mármol, con la tenue luz, con la primavera enroscándose por su escorzo perfecto, rescatando estampas del pasado que se mecerían, y ya era hora, por las sombras del jueves que volvió a lucir más que el sol, ahí estaba Él, perfección sobre perfección, solera sobre solera, que le gusta esta palabra a su amigo Pedro Muñoz, el Señor que solo tiene un defecto… no respira… Pasión.
Y como dejarse a su inseparable elegancia más de barrio, le faltó la que reside en Resolana junto al arco para que el barrio fuese otro mundo, pero en Triana, y ya no me cabe duda, quien manda para el bueno de David, es aquel y aquella que lo tuvieron toda una tarde, bajo la lluvia, en el puente donde se cruza más que en ningún otro puente, a la misma gloria, y es que no me extrañaría que en el cielo, la capillita del Carmen fuese la “garita” de San Pedro, y la alcoba del nazareno, la capillita de la Estrella, donde siempre mirando al cielo recibe los ruegos, tal como los ruega Él, el Zapatero más bendito del barrio de Triana y aquella que andaba como los ángeles en sus ensoñadores años de aprendizaje, domingo tras Domingo de Ramos… La Estrella...







Fotos: David Parra Luque

No hay comentarios:

Publicar un comentario