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jueves, 26 de septiembre de 2013

BAILÉN 1990. DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Y para concluir esta serie, donde poder recodar u conocer como fue la Semana Santa de mi niñez y donde comencé a enamorarme del único e incomprendido mundo de la religiosidad popular, acabaremos pues con la procesión que cierra la Semana Santa y que nos muestra el sentido de todo lo que en una semana pasa ante nuestros atónitos ojos de Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Dirían las monjitas de la cruz, con sus “coplitas” al que trae la buena nueva algo así como… “que mañana de luz, recién amanecida, resucitó Jesús…” y lo cierto es que el Domingo de Resurrección es una jornada de procesiones matinales, pocas hay por la tarde-noche y las que hay las están trasladando a las mañanas. En Bailén, pues ocurre igual cuando Jesús se alza triunfante sobre un monte de clavel blanco, por aquello de la gloria…
Pero en 1990, fue una tarde y noche de luz cuando Jesús miró al cielo y nos mostró su típico banderín redentor. Bellas fueron aquellas tardes de Resurrección, con la última procesión, cuando se invitaba a salir a todos los nazarenos de las demás cofradías si no recuerdo mal, pero eso sí, sin caperuz, que aquí comenzaba la gloria, se acabó la penitencia, hasta que años después esto cambió. Incluso fotografías algo más anteriores a este año, nos muestra el cortejo con sus hermanos vestidos de calle, sin lucir la túnica, algo que sería más correcto, porque al eliminarse el privilegio, porque es eso, del anonimato, la túnica pasa a ser un mero uniforme, como la equipación de un equipo deportivo, pero años después llegó el hoy ya asentado caperuz blanco.
Jornada jubilosa, donde siempre sus anderos han dado rienda suelta a la festividad del día, comprendido pero que quieren que les diga, a mí me sigue sabiendo a Semana Santa, y no todo tiene que tener cabida. Observen que estamos ante la imagen del Resucitado, seguramente el segundo que tuvo en su historia la hermandad, para sustituir al anterior destruido en la Guerra Civil, que gracias a Dios es de las pocas imágenes bailenenses que hemos podido conocer de la antigua Semana Santa. Imagen seriada, con su anterior policromía y tonos adquiridos bajo la pátina del tiempo, hasta que años después se sustituyera, al parecer por su deterioro, en una acción para mi desacertada, porque en plenos años noventa se recurrió nuevamente a los talleres de Olot –en lugar de realizar una talla de más calado artístico y en madera-, hasta que solo dos años después Tirao Carpio acometiese una restauración sobre esta imagen y la re policromaría la verdad con bastante poco acierto.

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