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domingo, 8 de septiembre de 2013

EL "NUEVO" CAUTIVO DE SANTA GENOVEVA...

Me resulta bastante curioso el fenómeno que sobrevuela en los últimos tiempos cada vez que se acomete una profunda restauración sobre una imagen, y con profunda me refiero cuando se decide por parte de quien corresponda eliminar la lógica suciedad que se incrusta cada día sobre la “piel” de las imágenes. La verdad, la polémica se va un poco de las manos sobre todo en Sevilla, es lógico, la cantidad de expertos, entendidos o que aspiran a serlo allí es mayor que en cualquier otra ciudad, donde se quiera o no, se reduce siempre a los cuatro que no sobrepasan la cantidad de los dedos de las manos. El último caso lo tenemos en el barrio del Tiro de Línea, donde Jesús Cautivo en el abandono de sus discípulos, tiene cautivada las almas de todos sus vecinos, siendo restaurada por el imaginero que marcará sin duda esta etapa de la vida cofradiera de la ciudad, pero vamos me refiero a lo publicitado, que últimamente está en todos los “fregaos”, Fernando Aguado.
Yo siendo sincero, llevo más de media de mi vida intentando aprender de esto, sin pisar una facultad y exponiéndome en muchos casos a dar por válido lo que simplemente puede ser una opinión, y no la verdad absoluta. Es increíble comprobar como los mismos profesionales se contradicen, llegando a pensar que en las universidades tiene que haber un aula y un profesor para cada uno… como diría los catalanes, será la “pela”…
Que se puede esperar del aficionado, del capillita de a pie de calle que se tiene que guiar por lo que dicen los que se le suponen que son los que saben de esto. Años observando todo tipo de intervenciones creo que me han podido dar una ligera idea para diferenciar cuando a una imagen se le quita la suciedad y recupera su aspecto “con la cara lavada” y las que la gubia y el pincel perfila de nuevo los grafismos de las imágenes. Yo a día de hoy he llegado a la conclusión, quizás mañana me hacen cambiar de idea, de que los que mejor restauran son los que estudian para ello, los restauradores, los que su única intención es arreglar y respetar lo que hay, eso sí, según donde y de quien hayan aprendido. Luego están los imagineros, que como creadores es lógico que dominen la técnica, pero no me ha gustado que en ocasiones se exceden en su labor y tocan lo que creo que no deben de tocar, eso sí refiriéndome a las imágenes que creo que no necesitan más trasformaciones porque de por si nacieron llenas de genialidad, que aunque sé que van contra las normas de la profesionalidad, ante una imagen de escaso valor artístico, yo si apoyo retallados y repolicromados y como ejemplo les dejo este trabajo de Sebastian Montes Carpio, discípulo de Antonio Bernal de Córdoba con el Nazareno de Jódar (Jaén), como devolvió a los galdurienses su Cristo pero con una estética superior y más próxima a las obras de gran prestancia.

Por eso me sorprendo, aunque no debería la verdad, de leer las diversas opiniones del populacho capillita al contemplar las comparativas de Cautivo del Tiro de Línea. Algunas llegan a afirmar que la imagen se ha cambiado, que se ha hecho nueva, yendo más lejos, dando a entender un domino y conocimiento de la técnica que la imagen presenta una policromía totalmente de la línea del imaginero restaurador, Fernando Aguado. Aunque no me fie para estos menesteres de los imagineros, aun poseedores de la formación académica en mantenimiento y recuperación de obras de arte, creo que el trabajo ha sido magistral, que la limpieza ha sido todo un acierto mostrándonos que la imagen que creó Paz Vélez era aún muchísimo mejor que como muchos la conocimos y la verdad creo que es descabellado pensar que se ha podido repolicromar porque es evidente que todo sigue en su lugar, vamos ni un robot hubiese podido hacer un repartimiento de tonalidades, amén de los regueros de sangre, tan idénticos, pero aun así, los “expertos” dicen que hay cambiazo… son muchos, incluso amigos que considero maestros de esto, que no son partidarios de eliminar estas pátinas del tiempo, porque –y en cierto modo creo que tienen razón- con ello las imágenes pierden esa solera tan especial que les insufla el pasar de los tiempos, son como sus arrugas de la vejez, pero dicho esto, simplemente diré mi opinión, y esa es que las imágenes deberían recuperar su aspecto original en la medida de lo posible, y intentar mantener siempre ese aspecto, incluso llegando al extremo de intentar mantener la policromía en las zonas del roce de la veneración, es decir manos y pies de los desgastes producidos en los besamanos y besapiés. Con el paso de los años, la costumbre vence a la costumbre y todo resultará, nunca mejor dicho, de otro color. Tema delicado, basta ver según palabras del imaginero-restaurador, que con los ojos no se atrevió a la limpieza y se palpa sin duda que sigue manteniendo la misma mirada, quizás a algún temor a descubrir un blanco u color del iris que cambiara en demasía, no la mirada que han conocido los que lo han visto desde que saliera de la madera, sino la que en las últimas décadas, tapada por la suciedad han conocido una sola generación, la que cae en el error de afirmar que lo que ellos conocen es lo que ha sido de toda la vida…

Creo que se ha redescubierto una imagen más impactante, más realista por decirlo de alguna manera que nos muestra que la suciedad acumulada quizás no le daba tanta solera y mucho menos le favorecia, incluso un bellísimo trabajo de modelo del cuello que muestra que quizás las túnicas deberían ser remodeladas para que no taparan algo que sin duda le da más humanidad a este Hijo de Dios que encoje cada Lunes Santo, desde su simpar paso dorado, el corazón de todos los que no extasiamos contemplándolo…

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