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jueves, 4 de septiembre de 2014

ORTEGA BRU EN LINARES...

Desde que en 1995 a través de este video, este y este me maravillase de los grafismos inconfundibles de las obras de imaginería del inimitable Luis Ortega Bru, no ha cesado en mi la pasión por extasiarme ante todas sus imágenes ya sea en persona ante ellas, en la intimidad de sus capillas, en el bullicio de la calle cuando sus Cristos y sus Vírgenes salen a catequizar y más que nada, a ablandar corazones o también a través de la fotografía, ya que es lógico que es inabarcable poder conocer todo su patrimonio. Dos años después, a través de las páginas del Diario Jaén con motivo de la celebración del primer vía crucis de las cofradías de Linares, es decir, el organizado por la agrupación de cofradías me volvía a asombrar y a sorprender al conocer que mi vecina localidad contaba con una muestra del portentoso arte del de San Roque.
Quizás muchos lo habrán notado que lejos de ser un simple capillita de lo más rancio, también suelo ser un poco “progresista” a la hora de maravillarme con imaginería que no pertenezca tan solo a los siglos de oro de este arte, sobre todo del XVII. La primera vez que vi por video el apostolado de la Cena, misterio de Santa Marta o el dúo del Soberano Poder ante Caifás, sentí un pellizco en mi alma ante el asombro que me produjo el especial e inconfundible sello imaginero de Ortega Bru. Muchos lo consideran el mejor imaginero del siglo XX, yo obviamente no lo voy a discutir, pero en realidad que esto se trata de un análisis puramente asentado en postulados artísticos, para muchos capillitas no fue gran cosa, porque sin duda que fue él; el mayor innovador de las formas barrocas andaluzas en la imaginería del pasado siglo.
Por esta escueta razón, porque podría estar horas hablando de lo que me transmite la obra de Bru, es por lo que el Cristo de la Columna de Linares es uno de mis Cristos predilectos de la vieja ciudad con sabor a mina. Indudablemente, que cuando piso la sede canónica de su hermandad, Santa María, donde vive, es la imagen que siempre atrae mi mayor atención ante el gran elenco de imágenes y estilos dispares que llenan de la catequesis plástica el templo mayor de la ciudad. Es curioso, aquel primer vía crucis que organizaba la Agrupación de Cofradías, con el modelo sevillano de que cada año lo protagonizaría un titular diferente de las cofradías de la ciudad –tristemente con poca continuidad-, fue impulsado por el entonces consiliario o capellán de la misma, don José Antonio Balboa.
Balboa dejaba Sevilla y se asentaba en su tierra natal y dentro de lo que pudo, quiso traer a Linares esos pequeños grandes detalles que forman las cofradías sevillanas para las de su pueblo. Aunque en Linares, bastante años antes, cuando él estaba en tierras hispalenses, el legado sevillano ya llegó de la mano del Prendimiento. En la vorágine cofradiera que levantó la hermandad de San Agustín, surge o renace la cofradía que devolvería el trágico proceso de la flagelación a la ciudad. Aunque años antes, en el torbellino artístico que supuso la llegada de Víctor de los Ríos a Linares, el mismo llegó a realizar un boceto con la idea de que se fundara o reorganizarse esta cofradía que llevaba dormida desde los tiempos convulsos de la Guerra Civil.
Victor de los Rios

Álvarez Duarte.

Antes de continuar narrado esta historia me gustaría destacar que todo lo que estoy escribiendo proviene de diferentes artículos de revistas o libros en torno a la Semana Santa de Linares, no hay ni un detalle que me hayan podido contar, si algo no es cierto según el criterio de alguno, que me perdone, que no sería la primera vez que de Linares se me vienen desgarrando las vestiduras con alguno de los datos que aporto.
Esta cofradía al parecer fue el resultado de una desegregación o formación en escuadra en la noches de los tiempos de unos hermanos de la Vera Cruz para la manutención del culto al primitivo Cristo amarrado a la columna de la ciudad, circunstancia histórica que pasaría igualmente en mi pueblo, en Bailén con la conformación de cofradías a partir de escuadras de la Santa Vera Cruz. Un grupo de cofrades la refundan sumergidos en el nuevo boom cofradiero de los ochenta y para la ejecución de sus titulares deciden contactar en Sevilla con don Antonio Balboa para que los asesore como en más de una ocasión he apuntado en estas páginas sobre los conocimientos cofradieros y artísticos de los que se nutre en la capital de Andalucía. Sin duda que sus consejos van unidos a la línea temporal que se respiraba en Sevilla y los guía hasta los artistas que realizarían sus imágenes, siendo Luis Álvarez Duarte el imaginero mariano de moda el autor de la Virgen de la Amargura, advocación que no me extrañaría que aconsejase el sacerdote linarense, tan unido también a la hermandad de la Amargura de Sevilla. El primer gubiazo en el taller de Duarte lo dio el mismo Balboa tras celebrar una misa el mismo en la capilla de la Señora a la que portó con su costal cada Lunes Santo, la Virgen de las Aguas en la capilla del Museo. Pero para el Señor se fue, para mi acertadamente, al genio que terminó con encumbrase en los años que Balboa estuvo en Sevilla con la realización a cargo de Ortega Bru del Soberano Poder de San Gonzalo y el sumo pontífice José Caifás.


Manzanares.
El cura costalero señala que el imaginero ideal para un Cristo atormentado seria el genio nacido en San Roque, en su última etapa sevillana y de su vida. Y así obraron aquellos hermanos; Antonio García Cabrera, Mariano Hernández Moreno y Alfonso Mota Pérez encargándole al ilustre imaginero la imagen de Ntro. Padre Jesús de la Columna de Linares, un 4 de julio de 1981 se daba el pistoletazo de salida para la creación del único “Ortega Bru” de la provincia de Jaén. No sabría decir si optaron por Ortega Bru al conocer que diez años antes realizó el mismo pasaje evangélico para la ciudad de Manzanares, donde procesiona un sobrecogedor cristo flagelado por dos sayones netamente embutidos en el estilo del maestro que causo más polémica en tierras andaluzas y sobre todo en Sevilla, donde no se le “consintió” desarrollar este tipo de conceptos. Seguramente el Cristo para Linares le seria encargado siguiendo similares dictámenes de los que recibió con la imagen del Soberano Poder, la cual tuvo que retocar en más de una ocasión hasta alcanzar esa gracia sevillana que tanto demanda la ciudad de Sevilla.




Seguramente como el Cristo de Manzanares pero más dulcificado llenaría hoy de gozo al ámbito cofradiero de la ciudad que sabe valorar estas circunstancias, pero el maestro fue llamado demasiado pronto ante ese Jesús que tantas veces plasmó en su mente y con su corazón en la madera. Fue ésta una de las obras inconclusas a la hora de morir Ortega Bru, razón por lo que esta hermandad entra en la “disputa” con otras que se encontraron en similares circunstancias para poder aclarar cuál es la obra póstuma de Ortega Bru.
El imaginero modela un Cristo sobrecogedor y comienza su talla dejando a Dios gracias acabado quizás lo más importante como es la cabeza y algunas partes como los brazos y las piernas. La hermandad del Jueves Santo se encuentra con la realización de su imagen titular paralizada, sin saber que destino le depararía, mientras Álvarez Duarte se lleva lo realizado por Bru a su taller afirmando que su tocayo y colega de profesión le dijo que solo él podría acabar su obra, aunque sus estilos y calidades eran abismalmente opuestas…















Como comenté, según los libros y supongo que publicaciones realizadas a través de la hermandad, definen que la imagen la terminaría un joven discípulo suyo llamado Juan Ventura. Juan Antonio González García es el verdadero nombre de este imaginero, que gracias a una entrevistarealizada al mismo por el portal “La Hornacina” podemos conocer algo mejor aquellos avatares según su palabra. Lo cierto es que Ventura no era discípulo de Ortega Bru, sino de Francisco Buiza, él simplemente fue el elegido por la hermandad para concluir los trabajos paralizados tras llegar hasta él a través del orfebre Manuel de los Ríos que por aquel entonces ya estaría fabricando los respiraderos que completarían los pasos de la hermandad. El mismo finaliza el proyecto tallándole el cuerpo, siguiendo el modelo de Ortega Bru, ensambla todas las partes y finalmente lo policroma, con una carnación que no tiene que ver nada con las de Bru, con un patente brillo que hoy, treinta años después sigue muy patente. Consigue que la viuda de Ortega Bru cobre lo hecho hasta la fecha por su marido además de su trabajo obviamente.
Por esta razón el Cristo de la Columna de Linares tiene un sello diferente en la obra de Ortega Bru, donde sin duda se palpa en lo tallado por Bru la genialidad de su gubia ensamblándose con un nuevo cuerpo que seguía la especial anatomía que insuflaba a sus Cristos, quizás algo exagerada par lo que era su canon –basta comparar con el cuerpo de Manzanares-, algo lógico cuando el que talla no es el ideólogo de la imagen, dotando al Señor de un cuerpo más cercano al culturismo masculino de los gimnasios –quizás basándose en el Cristo de Santa Marta- que de los realistas cuerpos de Luis Ortega Bru, razón por lo cual, el populacho acabó llamándolo, seguramente poco acertadamente como el “Rambo”, protagonista de la popular saga de películas de acción protagonizadas por Sylvester Stallone que causaron autentico furor en aquella década.
Redención de Jerez.
Sin duda que Linares recibió un gran cachito de Ortega Bru, una imagen portentosa, aunque la pena es que nos queda la duda de cómo hubiese sido si la hubiese acabado completamente Ortega Bru, incluso parece que este trabajo causó una especie de continuidad artística en la experiencia vivida por Juan Ventura a la hora de realizar su Cristo de la Redención de Jerez de la Frontera, en 1984, aunque personalmente se palpa una gran diferencia en el acabado de la talla entre el busto de Linares y el de Jerez, además de esas brillantes policromías.









La imagen desde entonces viene impactando a la ciudad cada Jueves Santo, sin duda es una de las grandes obras creadas en los últimos treinta años para la vieja Cástulo, que menos si el alma se la divide con el genio de Bru, primeramente sobre un paso que podríamos considerar como parihuela y respiraderos de palio donde se alzaba sobre un majestuoso monte de clavel rojo he iluminado por cuatro hachones en las esquinas, así lo conocí en la calle un Jueves Santo de 2000, posteriormente la hermandad se embarcaría en un nuevo paso, aún en proceso de ejecución de los hermanos Caballero, quizás tomando como inspiración a las Cigarreras de Sevilla, incluso algunos años caminó al compás de cornetas y tambores, un proyecto que tristemente no fructificó y que podría haber creado uno de los caminares más impresionantes de la ciudad, si el mismo también hubiese optado por el caminar de frente en lugar de los cambios. Ese paso trajo el inicio del misterio, de los sayones y verdugos flagelantes, también aun inacabado donde a día de hoy solo figuran las dos imágenes que gubiase Jaime Babío, seguramente inspirándose en los de Manzanares para que el conjunto calzase con los singulares grafismos del eterno siempre, Luis Ortega Bru.

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