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jueves, 11 de septiembre de 2014

PAZ... Y EN JAÉN MÁS RAMAS TIENE UN OLIVO.

La advocación de Paz para las imágenes de María Santísima, ya sea de gloria o dolorosas tiene su origen en dos hechos históricos. Primeramente, un 18 de diciembre del 645, traspasada la medianoche, recién concluido el IX Concilio de Toledo, San Ildefonso, entonces su arzobispo y evidentemente sin santificar, se dirigió hasta la catedral en compañía de algunos colaboradores para cantar los maitines, él, profundo devoto de la Madre de Dios. Al acceder se produjo en el altar un gran resplandor. Sus asistentes  huyeron aterrorizados, pero el continuó y vio a la mismísima Virgen que había descendido del cielo y estaba sentada en su cátedra episcopal. María le habló con dulces palabras a su fiel servidor y promotor de la fe en su inmaculada concepción, le entregó una casulla y desapareció. Por este particular beneficio, a su muerte, ocurrida el 23 de enero del 667, la iglesia de Toledo decretó que el 24 de enero se celebrara solemnemente en todo el arzobispado, el memorable descenso de la Virgen María a la Santa Iglesia Catedral.
San Ildefonso.
No obstante, la advocación de Nuestra Señora de la Paz le es impuesto a finales del siglo XI a raíz de la conquista de Toledo, ya que en el año 1085, Alfonso VI “El Bravo”, rey de Asturias y León, reconquistó la ciudad de Toledo tomada por los musulmanes, constituyendo una de las condiciones estipuladas en el tratado de paz, que el templo principal de la ciudad quedase para los moriscos como mezquita. Tras esto y poco tiempo después, el rey se ausentó de Toledo, dejando a su mujer, la reina Constanza como gobernadora de la plaza. Pero los cristianos consideraron indigno que, si nuevamente eran dueños de la ciudad, no lo fuesen de la iglesia metropolitana consagrada a la Virgen. En consecuencia fueron a presentar sus quejas ante el arzobispo Rodrigo y la reina Constanza quienes compartieron su horror de que la catedral sirviese para los cultos a Mahoma, y aprobaron sus peticiones…
Alentados por aquella tácita autorización, los cristianos trataron de apoderarse de la catedral con gente armada, sin tener en cuenta el compromiso del rey ni el peligro a que se exponían en aquella ciudad donde era mayor el número de infieles. Los moros, ante el ataque tomaron las armas y, juzgando que el rey quebrantaba el tratado, se lanzaron contra los cristianos para vengar la injuria. El combate se entabló frente a la catedral y no cesó hasta que la reina y el arzobispo se presentaron en campo de batalla para aclarar que el ataque se había lanzado sin saberlo el rey.
Enseguida, los moros enviaron embajadores al rey para anunciar el atentado, y el mismo volvió rápidamente a Toledo, con el firme propósito de hacer un escarmiento a la reina, el arzobispo y los cristianos por haber quebrantado su real palabra. Cuando lo cristianos de la ciudad tuvieron noticia del enojo del rey, salieron a su encuentro en procesión, encabezada por el arzobispo, la reina y su única hija. Pero ni las suplicas de aquellos personajes, ni los ruegos del pueblo para que los perdonase, atento al motivo que los animó al ataque y que no era otro que tributar culto al verdadero Dios en la iglesia de Toledo, consiguieron que el monarca accediese a faltar a su honor y a la palabra que había empeñado. Don Alfonso anunció a los solicitantes que la catedral quedaría en poder de los infieles, como lo había prometido, pero en ese momento se produjo un acontecimiento extraordinario, que todos tomaron como una señal que Dios había escuchado sus plegarias. Los moros consideraron el peligro a que se exponían si mantenían el culto a Mahoma en la iglesia principal de la ciudad cristiana y enviaron al encuentro del rey una comitiva de sus jefes. Los embajadores salieron de Toledo y, postrados ante el rey Alfonso, le suplicaron que perdonase a los cristianos y prometieron devolverle la catedral.
Grande fue el regocijo del rey y el de su pueblo, que vieron en aquella solución inesperada una obra de la Divina Providencia. El monarca ordenó, con el beneplácito del arzobispo y de todos los fieles que, el día siguiente, justo un 24 de enero, se tomase posesión de la catedral y se hiciese festividades especiales en honor de la Virgen María, a la que, por haber establecido la paz en la fecha de su fiesta, se la veneraría en adelante con el nombre de Nuestra Señora de la Paz, advocación esta que la Virgen a la que en las letanías la invoca como Reina de la Paz  (Regina Pacis).
Nace así un icono letífico, advocación sin duda que invita a la alegría y esplendor de las glorias. Pero como tantas veces ocurrió, María en sus misterios dolorosos tomó las advocaciones de las glorias. Por ello la Semana Santa se viste de la Paz que tanto le pedimos a Dios y a su Santa Madre. El próximo sábado, la Paz sevillana surcará las calles de su barrio y el parque de María Luisa. Ella es un caso más excepcional, porque normalmente esta advocación suele ser elegida por las hermandades que procesionan a los misterios de la Semana Santa que no suelen encuadrase en la pasión y muerte, obviamente María invita a la Paz tras resucitados, se viste luminosa y de blanco para seguir a Jesús en su entrada en Jerusalén o también para presentir lo que se avecina tras los cenáculos eucarísticos. Suelen portar en sus manos ramitos de olivo en metales nobles o la presencia cerca de ella de palomas en alusión a la paloma – en la gloria de los palios- que trajo en su pico el ramito de olivo que simbolizaba la reconciliación con Dios tras el diluvio universal y el arca de Noé...
Aunque hay iconos de dolorosas advocadas como Paz mucho más antiguas a la sevillana, sin duda, la Virgen del Porvenir fue en muchos casos la inspiración para un boom encuadrado en la época donde la Semana Santa hispalense conquistó definitivamente Andalucía, su canon era el ideal para en muchos casos presentarla desprovista de lágrimas, en ese canon de gloria del tipo dolorosa como también se ha extendido por todo el sur español. Por esta circunstancia hoy compartiré con ustedes las dolorosas o imágenes marianas que procesionan en la Semana Santa de mi tierra, la provincia de Jaén.

La más antigua data de 1970, por lo que pienso que la influencia de las dolorosas “Paz” influyeron para que la hermandad del Resucitado de Úbeda le encargase a unos de los discípulos locales de Palma Burgos, Bartolomé Alvarado Carrasco la talla de la imagen de la alegre Virgen en pino de Flandes, procesionado por primera vez en 1972, haciéndolo sobre un trono propulsado a ruedas, como se ha destilado durante décadas en Úbeda, siguiendo la línea estética que confirió Paco Palma a sus cofradías ubetenses, siendo su autor otro discípulo del malacitano; Ramón Cuadra.

La siguiente Paz en esta tierra donde abunda las ramitas de olivo llegaría hasta Torredonjimeno, igualmente para seguir en la exultante alegría de la Resurrección de su Hijo, salida de la gubia de Juan Ventura, en 1986 aunque en la actualidad se presenta bastante retocada en el año 2000 por Francisco Romero Zafra, paseándose en la mañana de resurrección toxiriana en un paso a los cánones sevillanos, pero sin costal si no me equivoco, porque hace años tuve la dicha de acompañar al paso de cristo con el Rosario de Linares.
Es Jaén tierra donde el arte del sevillano Manuel Hernández León tiene muchas de sus páginas escritas. En Baeza fue donde comenzó a extender su arte cuando la joven hermandad de la Santa Cena le encarga todas las imágenes que atesoran. Como queda dicho, en 1989 realiza la que es para mí una de las mejores imágenes de su producción, con la dolorosa que procesiona igualmente al canon hispalense, pero sin costal, llevada en la tarde del Domingo de Ramos por una cuadrilla femenina en un singular paso de palio con mesa – de la parihuela- y canasto.

En 1990 sería el año en que el portentoso misterio que gubiase el santanderino Víctor de los Ríos Campos para la ciudad de Linares, se vería seguido por un palio blanco donde se cobijaría la escuetas primeras lágrimas de la pasión en la Virgen de la Paz, que a su vez fue hasta entonces el último trabajo para la ciudad del ínclito sevillano Luis Álvarez Duarte, que llego de la mano del sacerdote José Antonio Balboa para sustituir la dolorosa del Rescate y se afianzaría con la realización de tres dolorosas más para la ciudad, amén de una nueva, para sustituir a la anterior que el mismo realizó y finalmente la talla del crucificado de la Buena Muerte… Ella, como es sagrado en Linares camina al compás del costal sevillano en el Domingo de Ramos.


Para seguir nuevamente el caminar de Jesús en su entrada en Jerusalén, viajamos hasta la capital del Santo Reino, Jaén,  donde la hermandad de la Borriquilla elije nuevamente esta advocación para la talla de su Virgen titular –aunque al parecer es debido, a que la misma se encargó por casualidad un 24 de enero…-, una de las mejores obras a mi parecer del sevillano Antonio Joaquín Dubé de Luque, la cual comenzó procesionado sobre un singular palio, de un color verde muy claro, al estilo de Jaén, sobre dos hombros, cambiándose posteriormente el palio a la malla, el andar al pasito corto como lo llaman allí, que en verdad es una imitación del sobre los pies sevillano, hasta que recientemente, con unos de los pasos más destacables de la ciudad, camina al compás del costalero, en esta vorágine que ha tomado Jaén impregnándose de las maneras sevillanas.

Al año siguiente, para el cercano pueblo de Torredelcampo, José Miguel Tirao Carpio realiza la Virgen de la Paz, igualmente para la cofradía del Resucitado, autor de toda la imaginería de la cofradía aunque supongo que últimamente la habrá retocado, porque la impronta de la misma se presenta más afín al quehacer actual que el que desarrollaba en aquellos años. La misma procesiona sobre un trono, portado por anderos desde el exterior.

Estas son las imágenes pasionistas de la Virgen María que procesionan en la Semana Santa giennense, o por lo menos de las que tengo constancia, tierra donde abunda las ramitas de la paz, las del olivo… que como dijo la canción, “mira si hay guerras en el mundo, más ramas tiene un olivo…” ojala fuese así, y la Virgen de la Paz nos insuflara los valores para que reinara la paz en el mundo…

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