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miércoles, 25 de abril de 2012

DOMINGO DE RAMOS... ESTE AÑO VOLVIMOS CON EL AMOR. (y III)

Flamenco era el origen del que lo hizo nacer de la madera en lejano año de 1655, y siglos después, desde otro concepto lo mueve una cuadrilla flamenca. No cesó su trianear por el abarrotado en torno a los pies de la Catedral, la banda dejó más que satisfecha al amigo Cris, porque tocaron prácticamente lo más destacable de su ultimo trabajo discográfico; “Una Vida de Esperanza”, “Historia de un Profeta” -cruzándose a su Madre que entraba a la Catedral-, “En Triana”… todo regado como los buenos caldos del magistral trabajo realizado por los hombres de Vizcaya, moviendo el paso tal como inventara su padre en San Gonzalo. Costeros, izquierdos, etc… pero siempre de frente, como debe de ser… que los pasos paraos están muy feos como diría un capataz gitano, y al costalero no le hace nada de bien, siempre dándole ese aire final de todas las marchas, una autentica maravilla acompañarlos en su paseo mientras Él buscaba estrellas que se pareciesen a su Madre en el cielo ya despejado. Que gran modelo de cuadrilla bajo mi apreciación, y seguramente es de las menos seguidas por aquellos que les encanta andar paraos e incluso echar los pasos atrás… esta es mi esencia, así entiendo la Semana Santa, por ello llevo su medalla… ¿hacerme hermano? el tiempo y Él lo dirá. Con un atronador, impactante y llenando la calle sonó “Sentir”, -muy interpretada este año por la banda- con ella atravesó el embrujador Arco del Postigo, en torno al medio día se nos planteaba la experiencia complicada cuando llovía tras salir de la capilla de las Aguas. Sin duda el caminar tras el Señor de las Penas fue incluso mejor que el año anterior, que hasta entonces consideraba que seria irrepetible. Mejores marchas y mejor aun para mi la cuadrilla mientras la Limpia y Pura de la capillita se despedía de su hijo hasta el año que viene desde su joyero del Postigo… y llegaron sones clásicos para atravesar el Arenal, algunos de los sones cigarreros con los que cuenta la banda nazarena; “Azotes” o “Misericordia Isleña” mientras el barco atravesaba la calle Arfe al son de "A ti, Padre" y plantarse ante una abarrotada calle Adriano, un año mas las “Baratilleras” lo esperaban…








Y todo volvió a ser antológico y la banda alzó al aire lo que siempre grita su capataz de trianeras maneras… “Aire para mis Penas” que plantó al Señor “sentaito” de Triana ante el umbral de la Piedad y la Caridad… seguramente, como pasaría el Viernes Santo con La O, hasta el Giraldillo se daría la vuelta para intentar cruzarse la mirada con el que siempre va mirando al cielo. El silencio se hizo entre la multitud mientras la cuadrilla dejó su carta de presentación. Y con aire se presentó ante el umbral de la mítica capillita de aquel baratillo de hombres de la mar, que descasan el sueño eterno bajo la mirada de la Piedad, como su hijo de la Misericordia, Ella los cobija y los abraza. Y comenzó el sueño de cada año, se presentaba este como el de aquel video que días antes había dejado caer en el blog sobre los riegos de la lluvia. Pero este año venían tranquilos y Sevilla quería ver a sus Penas de Triana poner un año más “boca abajo” a toda la calle Adriano.
Y ante las quejas de los que no se identifican con las marchas nuevas, renacieron los sublimes sones de antaño. Si el padre del Vizcaya inventó lo del izquierdo por delante, un tal Bienvenido Puelles le siguió con la música que debía abrir la nueva dimensión cofrade de la que hoy gozamos. Así, nacieron de su genial inspiración marchas como la dedicada a esta hermandad, música de origen cigarrero nuevamente… “Y tu Estrella”, otra marcha por cierto que he escuchado más de una vez por las calles de Sevilla en esta Semana Santa. Los sones de los ochenta marcaban el compás del Cristo sentado para llegar ante la Piedad, la que le cabe el honor de recibir a la primera parte de las hermandades que vienen de Triana normalmente. Cuando comenzó la chicotá del saludo, la reverencia según Triana, emergió la música recorriendo mi piel un escalofrió emocionante. La Presentación nos retrotrajo a sus orígenes y elevaron a los cielos de Sevilla una de sus primeras marchas y a su vez menos conocidas; “Pasa la Estrella”… esta marcha es especial para mi, porque con ella me comencé a enamorar del Señor de la calle San Jacinto, en aquellas cintas de VHS del Correo de Andalucía en las que con esta marcha entraban en la Campana del año 94 y en la que conocía la idiosincrasia de los misterios del otro lado del rio, e incluso la cuadrilla repitió pasos y movimientos muy similares a los de aquel cada vez más lejano año… en el año 2012, señores y recordando a la locución del mismo, todos los asistentes contemplamos que “cual es el secreto de Triana, cual su don, Triana señores no es un barrio, es otro mundo…” reviviendo aquellos sueños de niños en el sofá, mi querido “Zapatero” me lo quiso regalar ante sus pies… quien me lo diría entonces. Ese otro mundo, Triana emprendía el camino de vuelta, las “Baratilleras” se quedaban contentas y la música se fundió con los metales y con las trabajaderas… “Amor, Corneta y Costal” para la despedida, levantando el asombro una vez mas con el solo de corneta, el Dios de las Penas tenia que dejar hueco a su Madre Bendita, dándole aire poderoso en busca de Triana… este año, dadas las circunstancias no lo acompañaríamos hasta su portal como diría la canción del costalero. Este año si tocaba otra cosa y las vistas estaban puestas en el Salvador, para volver a embrujarnos bajo tan bello marco del Silencio que es Blanco y de las Amarguras de su Madre y después tocaría la recogía de la Borriquita y como no, del crucificado, que este año los niños nazarenos volvían con el Amor…





















El Salvador ya se encontraba abarrotado, bella estampa cofradiera en el entorno mientras no mirases al suelo… vaya “mierderio” dejamos las personas. La espera se hizo cenando una baguette previo sablazo de un local regentado por hindúes o turcos, tal cual “Badulaque de los Simpson” que curiosamente no era de “Apu” si no que se llamaba “Va por ti Montoya”…



En el entorno se vislumbra las consecuencias de la primera parte del día, sobre todo de la presencia de capataces que a esas horas deberían estar en sus “hermandades”, pero Dios quiso que este año vivieran el Domingo de Ramos de diferente manera. Y seguramente no los decepcionaría cuando el poderoso barco del Herodes se plantó ante las puertas de la que llaman la “segunda Catedral de Sevilla”. Las inconfundibles trazas del canasto, la genialidad del misterio y la única y singular imagen del Señor del Silencio se dibujaban bellísimamente estremecedora. La luz de la cera blanca – aunque sean sacramental- bajo la oscuridad del momento brillaba, nunca mejor dicho de manera sublime y el andar casi mecánico de su cuadrilla, nos hacia resoplar a los que intentamos parecernos un día de estos nada más que un poquito. Curiosamente pudimos escuchar algunos de los “estrenos” que la banda del ancla tenía para estos días, que más que estrenos, eran clásicos de la banda que por fin podían incrementar el reducidísimo repertorio del misterio de San Juan de la Palma. Bajaba Villegas al son de “Getzabel”, antes reviró desde Francos con “Consolación y Lágrimas” y se plantó en la nueva revirá del Salvador con esa otra genialidad que le compusiera el Vera… “En tus Lagrimas Amargura”. Siguió solemne, repartiendo baberos y su zancada abarcó nuevamente al mundo, a Sevilla, para atravesar la plaza como un ciclón de sentimientos, contagiándonos a todos su Silencio que hasta Herodes nos miraba mosqueado. Nuevamente la “mustia” en esta jornada banda de Triana entonaba el “Cristo del Amor”, el que tiempo después vendría, para dejarnos nuevamente su inolvidable estela.






Pero tras Él venia nuevamente envuelta en una luz indescriptible la “Sacra Tertulia” por excelencia de Sevilla. La apoteosis material que no consigue calmar su divina Amargura. Ver el palio de la Amargura bajo la noche es sentir que estas ante la gran Semana Santa que a tantos y tantos ha enganchado, la que no deja indiferente e incluso le ha cambiado la forma de ver las cosas hasta los agnósticos. Aunque ciertamente no me gustó el movimiento que traía, a este palio lo veo de los que parecieran que van a “ruedas”, pero ante tanta excelencia todo se reduce en Ella. Dice el amigo Mateo Olaya, que yo y que todos los asistentes fuimos testigos afortunados de un momento sublime, la banda del Águila de Alcalá de Guadaira interpretó la verdadera y única creación que originalmente naciera con la forma marcha que compusiera el señero e irrepetible Joaquín Turina – Margot es una adaptación reciente de una opera del sevillano-, dedicada como no, a su Cristo, el que duerme en el interior de la Colegiata y que ya va para dos Semanas Santas sin pisar su inmortal ciudad, “Marcha Fúnebre a Ntro. Padre Jesús de la Pasión”, como no, al portento que naciese de la manos del “dios de la madera”. Sencillamente fue diferente, una marcha evocadora de otros tiempos, los que siempre nos trae la hermandad de San Juan de la Palma. Y dentro de ese novedoso incremento musical experimentado por la hermandad, en la que entraba esta marcha si no me equivoco, también sonó “Dulce Nombre” de Lerate, otra de las marchas que he escuchado mucho este año. Genial y gran clásico de la celebración pasionista local aunque a mi no me cuadre con el estilo de este hermandad… la irrepetible “primavera” de bordados ideada por Ojeda se dibujaba en busca de la calle Cuna, gran epílogo de la hermandad para seguir con el epílogo…







Y el epílogo le da sentido al titulo de esta crónica, cuando en la madrugada ya del Lunes Santo, recordé las siempre impactantes palabras y la rotunda voz de Antonio G. Barbeito en aquellos “Paseos Cofrades”. El Domingo de Ramos del año 2000 fue similar al que vivimos y que quedó inmortalizado en aquel trabajo discográfico. Nuevamente era de noche, entrada en la Jerusalén de Sevilla, Montañés en su perfil de bronce… se preguntó: ¿Cómo viene tan tarde? y los niños nazarenos le contestaron: “este año también venimos con el Amor…”. Y así fue, paradojas del destino, días antes leía en el popular Especial de Semana Santa del Boletín de las Cofradías de Sevilla que este era el único paso de Sevilla que no veía la luna, y en esto que quiso llevarle la contra. Ya me lo imaginé a las horas de su normal salida que esto se podría producir como ya ocurriese 12 años atrás. Tenia ganas de una vez por todas de vivir un gran momento cerca del barco de la ilusión de niños y de no tan niños, de escuchar sus campanitas y que se me quedaran grabadas por siempre… Félix hasta este momento no le hacia loca pasión, aunque Eugenio días antes se escandalizase al escucharlo… pero llego Él, más tarde que nunca, la Borriquita fue el 7º paso en pasar por Campana, no abrió la Semana Santa como mandan los cánones. Se volvió a dibujar lo que fue la antigua hermandad antes del desdoblamiento de cortejos, la cruz de guía abrió a toda la hermandad y las penumbras de la noche abrazaron a la Entrada en Jerusalén más atípica que he vivido. Y el barco dorado relució en la noche, muchos veían su luz por primera vez, fantástica, con su enorme palmera –que me gusta una palmera en estos misterios, ¡fuera olivos!- entre las tinieblas de la noche perfilando el cuerpecito de Zaqueo. Y como es hermandad seria, la música del Sol, sin plumas fue clásica a más no poder, aunque sea un paso “alegre” –para los que siguen buscando el libro de las reglas no escritas-. Venia por Álvarez Quintero al compás de “Soledad de San Pablo”, siempre de frente, sin su característico costero que no apareció en toda la recogía, “Sentencia de Cristo”, “Cristo del Perdón” y “Cristo del Amor” para subir con poderío y fuerza la “rampla” en la que sus niños juegan cada Domingo de Ramos… por cierto Félix cambio de opinión. Y tras el atípico júbilo, llego lo de costumbre… el Amor de Dios crucificado por el hombre. Y este lo fue por un hombre al que cuesta entender que fuera humano. La portentosa figura del maestro Mesa volvió a llenar su plaza, a formar el mejor epílogo, o de los mejores de la Semana Santa. Curiosamente en estos días la portada del Salvador es recreada como portada de la Feria de Abril, por la que entra la algarabía, pero en esta solo entraba la tristeza, la muerte, la pena, el rigor, el negro, la elegancia… la magia de la Semana Santa que no consiguió “eliminar” Rodríguez Ojeda y que por desgracia muchos no saben ver o más bien no tienen la gracia de comprender. Oscar amante del detallismo fijaba su mirada en el epílogo del crucificado, el que lleva a sus pies, el Pelicano del Amor abriéndose el pecho, que grande el detallismo cofradiero, pero que barrocos seguimos siendo en la tierras de María Santísima. Su figura se apagó en la oscuridad de la Colegiata… quedaba su Madre, Socorro del pueblo que la esperaba, pero el día había sido muy intenso, creo recodar que la hermandad entró una hora y media después de lo estipulado. Si, no hace falta que me lo digan, fue una locura pero decidimos dejar al apoteósico palio del Socorro para otro año y buscar el coche en este sin duda diferente Domingo de Ramos, lleno de lagrimas pero también de gloria… pero el broche de oro no acabaría ahí, María quería cerrar como suele hacerlo siempre nuestra estación particular de penitencia, y en nuestro camino a la Cartuja la Estrella más rutilante del día se encontraba portentosa en medio del puente de los puentes de Sevilla, relamiendo su palio “garduñense” las orillas de Triana. Un par de chicotás a tambor la seguimos, no le hizo falta más para pegarnos el pellizco con dos macizas levantás de su cuadrilla que definitivamente a retomado aires “ochenteros” para su dulce caminar, todo no podría ser perfecto pero con la estampa de su bellísimo rostro nos marchamos a descansar para el Lunes Santo…







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