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viernes, 27 de abril de 2012

LUNES SANTO...YO SOY, HASTA CON CAPOTE. (y II)


La bulla precisamente se agolpaba en el trayecto comprendido entre la iglesia de la Anunciación hasta la iglesia de Santiago, porque la hermandad del Beso de Judas había anunciado la vuelta a su sede en la misma tarde, en un intervalo sin lluvias, a un ritmo rápido porque ya todo estaba consumado. San Gonzalo no tomó esta opción, no se si siquiera la sopesaron, pero ya todo el mundo incidía en un nuevo Domingo de Resurrección con traslados extraordinarios. Así que Sevilla entera colapsó el corto recorrido donde los pasos de la corporación de Santiago volverían en la ya penosa noche del Lunes Santo.








La Encarnación, incluidas las escaleras de las “Setas” se encontraban hasta la mismísima bandera, aquello transmitía con la disposición del publico escalonado una sensación de estadio de fútbol, así que mejor buscamos la recogía que seguramente se produciría algo de esencia cofradiera. Pero fue increíble ver que la calle Santiago y la embrujadora plaza del Señor de la Redención se encontraban casi al 100% de su capacidad. Los pasos vendrían sin recrearse, comiendo metros, todo programado en una media hora. Y en menos de eso se presentó el barco de “caoba” y oro donde se escenificaba la peor de las traiciones de la humanidad. Cuentan que su crecidísima cuadrilla ejerció un increíble trabajo plantando al olivo de la calle Santiago en su plaza en apenas tres chicotás. Nosotros nos agolpamos tranquilamente justo enfrente de su portal cuando llegaron los ciriales y la banda nos anunciaba que si iba a ver algo de disfrute capillita en este jornada. Apareció desde la esquina la mole que dirige Paco Reguera con su sublime compás y saltó sin duda la anécdota musical, la que te sorprende y no te esperas cada año… de repente pareció que detrás no iba su genial agrupación musical, si no la Tres Caídas de Triana… y es que la potente entrada de la marcha “Maria Stma. del Rocío” inundó la recoleta y sevillanísima plazuela. Nos quedamos perplejos al comprobar que la banda ha realizado una adaptación de la misma –a esto el amigo Esteban Torres, lo llamaba algo así como agrupaciones “violadas”, a algo por el estilo-. Ciertamente considero que a la Redención ni a ninguna otra agrupación le hace falta readaptar marchas del otro estilo, pero bueno si hay algún motivo especial no lo conozco aunque sin duda la marcha está dedicada a la bella Madre del Señor de la Redención. Por cierto, para aquellos que dicen que hoy las bandas de cornetas y tambores, con las nuevas instrumentaciones se parecen a las agrupaciones, a mi aquello me sonó más a cornetas que a agrupación, así que las instrumentaciones cambian poca cosa… la verdad que pocas adaptaciones han conseguido un pellizco especial en estos experimentos. Pero no puedo negar que esa marcha me llega dentro, me eriza el vello y el nudo en la garganta se me enreda a la faringe – la eché de menos el Jueves Santo-. Sin duda fue una de las escenas imborrables de la Semana Santa, viendo al genial –si, genial, el arte no es solo barroco o neo-barroco- trabajo compositivo que ideara para Sevilla el maestro Lastrucci recortarse bajo el olivo en la oscuridad de la noche ante la magnifica interpretación de esta grandísima agrupación. Cuando el Señor y Judas pisaron la plaza emergió el estilo “trianero” de esta cuadrilla, con su peculiar estilo, entremezclando el costero largo de la Sentencia y el “picaito” de las Tres Caídas para plantarse en la ultima revirá, sin duda para la recogía la hermandad se olvidó de las nubes…



La mole se posaba ante la ultima revirá, los discípulos se escondían bajo el frondoso olivo preguntándose que hacia Judas besando al maestro, seguramente pensaría que venia en son de paz por que el Redentor abre sus brazos, seguramente Él quería abrazarlo a sabiendas de que venia a mandarlo a su suplicio, pero Él hasta agonizado amaba a sus verdugos… “Agonizando Dijo” seria precisamente la marcha con la que el misterio del Beso del Iscariote encarase nuevamente el umbral de su casa, en este triste y fracasado Lunes Santo. El Dios de la túnica blanca se perdía en el interior mientras el olivo recreaba una sensación de apretura, como si el paso se encogiera como una esponja para entrar por la puerta. Ya estaba la Redención del mundo es su casa, pero aun quedaba la Madre de las “Rocianas” de la calle Santiago…















En el ambiente se mascaba una mejoría en el tiempo, pareciese que aquello contagiase a la hermandad, donde si hizo que la Virgen llegase con algo más de mesura y al compás de la música. Sin verla en la lejanía, las Nieves de Olivares entonaban sus rítmicas marchas para la Señora de perfil macareno y advocación universal y almonteña. La Virgen a la que ya poco le queda del maestro Lastrucci se encaminó a poner un bello broche de oro a este ingrato Lunes Santo. Esta entrada, fue la que dejó algo de buen sabor de boca a los deseos de pasión. Y entre los muros de Santiago comenzó a sonar “Encarnación Coronada”, la archiconocida marcha de Abel Moreno y rezo del Ave María en le trio. Obviamente la cuadrilla entonó el rezo a su Virgen guapa revestida del color de la esperanza, pero de repente surgió esos fenómenos que hacen grande a la Semana Santa de Sevilla. La abarrotada plazuela comenzó en un ligero y bajo tono a entonar la plegaria inmortal a María, casi un murmullo, consiguiendo crear un momento que solo podremos saborear los que tuvimos la dicha de vivirlo, aquello pareció esos rezos y canticos de los primeros cristianos de las películas bíblicas. Y apareció el palio que traía como un ascua a la Virgen del Rocío, y bajo la luz de su mirada, Olivares entonó por dos veces para la revirá esa marcha que le gusta tanto a mi amigo Antoñin, y a mi por supuesto –lo mejor que se le ha hecho a Triana en los últimos años-; “Triana de Esperanza” con su dulce melodía, su potente entrada de cornetas mientras la cuadrilla daba muestras de evidencia de que su complicado palio al final iban acabar dominándolo. Y en el trio casi se repitió la gracia de la marcha anterior cuando mucha gente comenzó murmurar la letra del mismo, la Salve a la Esperanza de Triana, viendo una escena un poco más acorde de la Madrugá de Viernes Santo. Y al final el ascua de luz del Rocío buscó su casa, no de la mejor forma que hubiese querido, pero seguramente se le antojó un poquito de “cara de calle”. Aires almonteños surgieron para despedir a la Madre, el flautín erizaría los pelos de los que fueran rocieros cuando comenzó la marcha “Rocío de Santiago” y terminar adentrándose en la igualmente complicada entrada con la ya muy popular marcha “Caridad del Guadalquivir”.
Fue el fin de este nimio Lunes Santo, al final volvimos antes de lo esperado. Atravesamos las aun mojadas calles vacías de la gloria, llegando hasta la plaza del Museo donde los ventanales mostraban a Sevilla lo que se había perdido este año, la Expiración y las Aguas seguramente miraban al cielo a través de ellas, desde un recodó de nubes el Perejil volvería a cantarle su saeta, pero ninguno pudimos escucharla con los oídos, si con la memoria. Todo había acabado, recreando en mi cabeza aquel Lunes Santo de 2005, mi primera vez en Sevilla tenía similares connotaciones, esa misma escena fue la última aquel día…. En busca del coche la esperanza surgía, lo que venían diciendo los partes meteorológicos, que el martes no habría riesgos… pero como pasó en toda la semana tocaba esperar…










 Fotos: Óscar Ortega y un servidor.

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