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martes, 24 de abril de 2012

DOMINGO DE RAMOS... ESTE AÑO VOLVIMOS CON EL AMOR. (II)

En la visita al Gran Poder, les debo de confesar que tuve la osadía de pedirle que nos diera o me diera dos glorias… cofradías en la calle y la mágica tarde del Jueves Santo de la que también tuvo que ver algo… dicen que este es el que mejor mano tiene para los milagros…
Allí por Santa Catalina, la decepción se mascaba más amarga que nunca, se vislumbraba los peores pronósticos de que la historia del año pasado no solo se repetiría, si no que seria peor, pero aun así la esperanza nunca se llegaba a perder. Las vistas estaban puestas en los dos extremos de la ciudad, en la calle San Jacinto con la “valiente”, muchos confiaban en su valentía histórica y trianera. La otra esperanza se cernía por la Puerta Osario pero el cielo no seguía dando muestras de mejora. Aun así había que seguir esperando, ya comenzaba el agotamiento de andar y sin ver a Dios y María caminar por Sevilla, tristes pero a la vez contentos porque esto es también Semana Santa, la peor, pero como me dijo Joaquín Gómez aquel Lunes Santo de 2005; “esto también hay que vivirlo”.
Como San Roque estaba más cerca, pues tomamos rumbo hacia la calle o avenida Recadero a seguir buscando la esperanza, aquí más que nunca. Curiosamente siempre me rondaba por la mente contemplar la salida de esta hermandad, pero nunca me cuadraba en los planes de cada Domingo de Ramos. Siempre tenía que verla en el entorno de San pedro - Encarnación, y ciertamente no es que sea un lugar que encuentre atractivo para el disfrute de cofradías. Pero las circunstancias adversas me llevaban hasta los pies de la iglesia de San Roque y a los de la capillita de los Negritos, vecinas puerta con puerta. Si no recuerdo mal, son las imágenes de los Negritos las únicas que me quedan por contemplar en vivo y en persona… ya solo me queda el crucificado de la Fundación, porque a través de una ventana pude contemplar un trocito de la Madre de los Angelitos negros que cantaba su mítico cofrade Antonio Machín, la belleza desmesurada de la Virgen de los Ángeles. Tocaba esperar y por la radio estaban como la cada vez más abarrotada zona -ya se sabe mientras menos cofradías más masificación-, sin saber nada. Por las ondas radiofónicas, escuché esa singular frase del argot cofradiero hispalense en los días como el que se nos presentaba, un optimista hermano decía que su Virgen de Gracia y Esperanza “tenia cara de calle”… que arte, que gracia, ¡olé! grite en mi interior porque así fue, Dios definitivamente quiso plantar sus pies por Sevilla. El Señor de las Penas quiso que su Madre paseara su Esperanza por la ciudad y la Gracia bendita de su rostro por el que corren las lagrimas al compas de la cera como diría el mítico poeta… curioso, como mi particular Semana Santa comenzó una semana antes, en Ciudad Real contemplando a su “hermano gemelo” para que la autentica y grandiosa Semana Santa comenzara con el Señor de la Penas de San Roque. La felicidad crecía cuando por Triana, el otro Dios de la Penas del día decidió que este año también iba a “trianear” por su barrio y por Sevilla, que si las nubes no se iban ya estaba ahí su Madre para ser la Estrella más rutilante de la jornada para iluminar a sus hijos.





Se salvaba medio día parecía, porque las otras dos hermandades son de mucho mas rigor y desconfianza ante las inclemencias meteorológicas, de las que la sorna sevillana dicen que suspenden la estación de penitencia un día antes, así lo afirma Fran López de Paz en la radio aunque no veas como le cortó el reportero… “eso le pensaras tú, Fran”. Así se hizo por fin la Semana Santa, se abría por la calle Recadero, y tal como una semana antes dije, Jesús levantó la cruz un año mas. Las representaciones de los Negritos y la letífica de la Virgen de la Sierra, Patrona de Cabra –filial residente en San Roque- nos estropeaban un poco la vista, este año los pasos no llegarían hasta la capilla del Dios y la Reina de los negros, salían con tiempo de retraso y había que avanzar. La primera cruz de guía, las primeras filas de nazarenos, ya estábamos en la gloria. Luego pasó una cosa con forma de paloma, que mejor no les cuento –bastante se rieron a mi alrededor-, pero ante tantas personas ¿me tenia que tocar a mi…? siempre ha sido una paloma la representación material del Espíritu Santo, seguro que el de San Lorenzo me estaba recordando, que si me había escuchado…









Y poco a poco fue saliendo el Señor de las Penas, doblando por el peso de la cruz, ayudado del portentoso cirineo, grande Illanes en el trabajo escultórico como grande y peculiar es el canasto de este paso. Sin planearlo contemplaba la bella salida de San Roque, y los inconfundibles ecos de la Centuria Macarena lanzarían al nublado cielo de Sevilla la primera marcha real, su inconfundible marcha real –al poco Presentación de Dos Hermanas nos daba igualmente la buena nueva por la radio-. La banda hizo gala de lo que más presumen dentro del mundo musical, que lo suyo solo es cornetas y tambores y su peculiares sones envolvieron el mágico momento abrazando junto al Señor la cruz más esperada del año y del día. Poquito a poco, con su particular andar los hombres de Carlos Villanueva comenzaron a pasear al primer Cristo que buscaba ese calvario que corona un Giraldillo al son de la marcha “Señor de la Penas”. El Cristo siguió su camino al son clásico de “Réquiem” mientras nos embobamos ante la magnitud de su presencia, que me gusta las trazas de su canasto.

















Y le tocaba el turno a la Virgen que se le antojó antes que a ninguna “cara de calle”. El fabuloso conjunto del palio hizo disfrutar a un público ansioso de pasos, con la belleza de la Señora que tallara Fernández-Andes. Que genialidad de paso, me encanta su diseño, “una idea así tengo para… ¿he Félix?” él sabe para quien, aunque solo sea un sueño. La música de tintes letíficos, rítmica, alegre pero de pasión me hacia acordarme de mi amigo Vicente… una bandera de enlaces egabrenses, la Virgen de Gracia y Esperanza y de telón de fondo la música de la Nieves de Olivares… cuantos recuerdos para acordarme de mi amigo que estaría por tierras malagueñas, casi pude paladear lo que sintió hace unos años tras esta bella Señora que se paseó con categoría y poderío. Me encantó todo lo que viví y no porque estuviera deseoso de cofradías, allí se derramo arte y categoría… en el cielo los dejarían… mientras se marchaba dejándonos una estela del maestro Garduño en busca de la Puerta Osario, despidiéndose de la Reina de los Negros al compás de “Virgen de los Negritos” de Pedro Morales, la que comienza con los compases de la canción de Machín….




Triana estaba lejos, y parece que la cosa ya no pintaría mal en toda la tarde, entonces había que correr, porque ya se está convirtiendo en tradición… había que alcanzar San Juan de la Palma. Y corrimos, mucho más que “a paso lluvia”, donde nos cruzamos al primer “paisano”, José Moreno, costalero de nuestro Soberano. Pensábamos que dadas las circunstancias la plazuela estaría hasta la bandera… pero no, llegamos más tarde que nunca y había más hueco que nunca, incluso nos dispusimos en una mejor colocación que en años anteriores, frente a la puerta. Fueron cosas de la corría que nos pegamos, porque después si se puso aquello que no cabía un alfiler. Pero estábamos un año más, este con incertidumbre y con la esperanza de que disfrutásemos de la “elegancia blanca”, la Hermandad de la Amargura. Todo indicaba que si saldría aunque a la hora estipulada (19:45) no abrieron los portones por donde sale el Dios “reluciente”. Decían por la radio que ante los retrasos de las cofradías de San Roque y la Estrella, esperarían un poco más para así evitar posibles parones, una hermandad que le gusta estar continuamente en movimiento, con las paradas lógicas obviamente. He aquí lo que se llama categoría y lo que muchos llamamos saber hacer las cosas bien, por lo menos en el tiempo que me ha tocado conocerlos. Habiendo poca probabilidad de lluvia: sale. Esta es la única valentía que les da su cordura y de la que yo me identifico. Se fue lo malo, decían los meteorólogos y dejarían que el Domingo de Ramos terminase como todos los años, que tuviese su segunda parte. Y como teníamos una disposición más privilegiada el disfrute de todos los años creció en dimensión. La serpiente blanca comenzó a atravesar el barrio de la Feria y el simpar barco del Herodes comenzó su poderoso caminar de cada Domingo de Ramos. Silencio pero de color blanco, un silencio reluciente para el divino que tratan de mentecato. La segunda parte de los Villanueva al frente comandando a unas de las cuadrillas más admiradas por su trabajo, aunque no sé que pasa que ver una cuadrilla de esta familia, que por cierto, raro es el año en los que los capataces no echan alguna reprimenda a sus hombres en alguno de sus pasos. El barcazo que tallase “Currito el dorador” reviraba enmudeciendo la abarrotada plaza, apretujados mientras la Triana clásica entonaba el desgarrado quejio del “Silencio Blanco” como llevan haciendo dos décadas. Enlazan “Cristo del Amor” para seguir el clasismo musical de la hermandad, que incluso excluyen las marchas del mismo corte de maestro Escámez. Y como siempre pero cada año diferente… la indiferencia amarga de María ante el consuelo infructuoso de San Juan… el discípulo amado sin duda de Sevilla. Salía una Reina con una melodía llena de “Amargura” como la que refleja en su cara, genialidad escultórica la que desprende el duende de la mano que tallara su figura. Suntuosos bordados que impactan a cualquiera, porque así entendemos a la que es Reina de Cielo y de la tierra, nuestros ungüentos perfumados del siglo XXI, mientras las llamas de la candelería anaranjaban su triste Amargura… no hay dolor mas impactante en toda la Semana Santa mientras se alejaba la Amargura de Sevilla... y Cris con el sueño cumplido.





Cuatro cofradías en la calle, el Amor también al completo, en un solo cortejo salía la Entrada en Jerusalén que este año se tornaba tardía, como hace 12 años. Se dibujaba sin duda la estampa del día, los candelabros completando su total función; llama de fe y llama luminaria, curiosamente del paso que en las ultimas décadas no conocía la noche. Pero ahora tocaba Triana y ante las posibles masificaciones había que buscar a la Estrella cruzando nuevamente el laberintico entramado de calles hasta llegar al Postigo… pero allí aun no había llegado la cruz de guía, la cual apenas estaba saliendo de la catedral. Así subimos la calle Fray Ceferino González –viendo pasar al palio de San Roque por el interior de la Catedral desde fuera, ya que la puerta del Príncipe estaba abierta- hasta la plaza del Triunfo… allí esperaríamos a las Penas del barrio de Triana. Y se hizo esperar, pero en la lejanía nos encogía el corazón mientras en la plaza Virgen de los Reyes el Vizcaya gritaba aquello de ¡vámonos pa´ Triana! Al son de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas –no me ha agradado su nuevo uniforme- elevando al cielo aquella música por la que es conocida la hermandad; “La Valiente”. En este momento Cris me decía, que ojalá escuchara a la banda tocar la marcha “El Refugio de una Madre”, en broma le dije “no te preocupes que la van a tocar aquí mismo” aunque en el fondo pensé que por ahí andarían mas a tambor… no se por qué esas corazonadas no me dan cuando hecho una quiniela o el euromillón porque cuando se acervaba el galeón dorado de Antonio Martín Fernández, Presentación anunciaba la marcha que ansiaba mi buen amigo linarense… “El Refugio de una Madre”.

Sublimes sones, para mi claro, marcha envuelta en polémica a la que le encuentro un gran pellizco y me emocioné ver al Señor de las Penas, el de la medalla de mi coche acercarse con tan magnifico dosel musical abarcando el mundo de “costero a costero”. La cuadrilla trianeando, como todo los años, sin ser la más perfecta seguramente, pero a veces pienso que la candencia de la “imperfección” también le da su sabor al andar de un paso, que no parezca el trabajo del costalero casi mecánico. Pero así el curioso misterio de los preparativos a la crucifixión, deslumbró ante nosotros para repetir lo del año pasado; encaramarnos tras su caminar. Pero este año seria mejor, con más metros. La escolta de la banda nos decía que no nos metiéramos, porque fuimos sin duda los primeros que lo hicieron de los tantos y tantos que fueron llegando para caminar con el Señor que camina sentado, tras el “Zapatero de Triana” hasta la capilla del Baratillo.
Así pegados a los lados, tras uno de los guardias civiles, ante el acoso de la escolta de la banda – hasta que al final como todos los años se metió media Sevilla detrás- nos pusimos a deleitarnos con Triana y sentir el caminar “alegre” y agónico del Señor que gubiase José de Arce.







CONTINUARÁ…
Fotos: Oscar Ortega y un servidor. El resto encontradas por la red.

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