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sábado, 28 de abril de 2012

MARTES SANTO... MARTES A "SECAS".

Cuando comenzaba a gestar esta nueva crónica de mi particular Semana Santa y en concreto con el Martes Santo de Sevilla, escuchaba llover a través de la ventana, “igual que el año pasado” le comentaba a mi madre en alusión a que la lluvia deslució por completo la Semana Santa y la popular fiesta del barrio de San José Obrero de mi pueblo, que comenzó en la noche de ayer. Y ciertamente el año pasado el Martes Santo fue el inicio de la debacle en que se convirtió el año pasado la Semana Grande, la peor que recuerdo, en la que esta pasada ha intentado echarle el pulso.
El Martes Santo del año pasado fue el final de mi estancia en Sevilla, este gracias a Dios tuvo algo más de gloria, la más completa de toda la Semana Santa por otra parte. Como dije en la entrada anterior, los últimos coletazos de las retransmisiones radiofónicas apuntaban a un Martes Santo fuera de peligro aunque ya no nos creíamos nada, comenzamos a sopesar que esta Semana Santa nos íbamos a llevar un palo duro, tan solo disfrutando el pastel en pequeñísimas porciones. La mañana del martes nos daba la razón, nuevamente había gran probabilidad de lluvia a mediada tarde… y un día y en este caso por segundo año consecutivo, las hermandades de extrarradio comunicaban de que este año tampoco… un año más sin presenciar la poderosa zancada del misterio del Cerro del Águila, sin conmovernos de la tétrica imagen de los romanos y sayones pasando de su muerte, de su Desamparo, de su Abandono aunque la tierra temblase por sus cuatros costados… y no iba a temblar su barrio y toda Sevilla con la dulcísima Virgen de los Dolores… pronto hará 10 años que la conocí, pero este año tampoco a querido tener “cara de calle”.




Así que solo faltaba pisar la vieja Híspalis, aparcando nuevamente con facilidad… ¿la crisis o el tiempo? nos preguntábamos. Había algo de tiempo, sin hermandades siempre hay mas tiempo al medio día… y entramos en San Gregorio donde la hermandad del Santo Entierro “trasladaba al sepulcro”, a su neogótica urna, el cuerpo Yacente del Señor, el de la espina Mesina en su ceja. Pequeña iglesia abarrotadísima de personas entre los sin iguales pasos de esta hermandad, destacando siempre la inconfundible “Canina”. Y tenia ganas de visitar San Martín, ya lo verán en la crónica del Miércoles Santo, y en el camino nos encontramos la capillita de San Andrés abierta para contemplar a los dueños y señores de los tahoneros de Sevilla, allí en las estrechuras esperaban “vida” el olivo de San Andrés cobijando al “otro” Soberano de Sevilla y la Señora que desde Madrid a tomado otra dimensión, la que le puso un babero al mismísimo Papa, María Santísima de Regla… San Martín estaba cerrado y tocaba llenar el estomago.


Por según año consecutivo teníamos el privilegio de poder asistir a la salida de la hermandad de San Benito desde el balcón de nuestro paisano y amigo Javi, que un año más gentilmente nos invitaba a asomarnos desde su casa para presenciar el génesis de la estación de penitencia de la hermandad de San Benito. Por ello, con “paraita” en la archiconocida Confitería de la Campana tomamos rumbo al barrio de la Calzada. El tiempo estaba gris, pero no daba sensación de inminente lluvia, sinceramente la esperanza no se perdía aunque en el Cerro hubiesen dicho que mejor no arriesgar. Y en el camino pasamos por San Esteban y obviamente todo aquello se encontraba lleno de ganas de cofradías. Así decidimos quedarnos a ver solo salir al misterio o lo que Él quisiera, el que para este día no está en su ventana, el de la clámide purpura por antonomasia de Sevilla. Y sin duda vamos a tener que llamar a esta jornada la de los “balcones sin cofradías”, porque por casualidad, hizo que el público mirase hacia arriba encontrándonos en un balcón a nuestro amigo y compañero Pablo Gutiérrez, costalero de nuestro Soberano que al visualizarnos rápidamente nos invitó a subir. Buena gente y cariño es lo que desprende este jabalquinteño-linarense y no lo digo por pelotear, es de esos compañeros a los que siempre gustar darle un abrazo. Otro loco del mundo de abajo, afincado en Sevilla por trabajo con residencia cofradiera a más no poder. Gracias Pablo por tu cariño y acogida con nosotros para regalarnos una inolvidable vista entre guardabrisas de cera sacramental pero… tampoco pudo ser, San Esteban tampoco salía y el cielo no daba muestras amenazantes. Así marchamos para la Calzada a ver si había suerte, seguíamos en ese halo de esperanza porque la verdad no daba el cielo síntomas de peligro aunque si estaba cubierto. Un año más Javi nos esperaba, junto a su amigo Antonio que nos hablaba de su pasión por la Semana Santa de sus amores y como se siente ser nazareno de la Macarena, perdón “del Sentencia”. El también apostaba por segundo año poder ver salir a San Benito desde el balcón, todo parecía indicar que seria a la segunda la vencida pero tampoco pudo ser… no llovía, los Javieres tampoco salían y a partir de ahí cayó una nueva manta de agua similar a la que cayó el día anterior. Comprobábamos cual fue el motivo, estaría bastante claro. El del tiempo de la noche anterior metió la pata hasta el fondo y nos lamentábamos viendo la Semana Santa que nos había tocado vivir mientras en “Andalucía Directo” salían hermandades en otros puntos de Andalucía.


Seguimos atentos a la radio y al televisor, viendo como los amigos de Oviedo nuevamente eran entrevistados a las puertas de San Estaban –que grandes sois- en un infructuoso viaje en avión en el mismo día. Paró la lluvia, pero ya estaba todo sentenciado, ninguna cofradía saldría en el Martes Santo de 2012, ni siquiera la Bofetá quiso colgarse el cartel de “la valiente”, el año pasado el palo fue grande. Decía Félix al medio día que “veras como acabamos viendo al Barca en la eliminatoria de Champions…” y la verdad no quedaba otra, eso o visitar templos. Este servidor ya tiró el año pasado un día por el fútbol y este no iba a ser igual, no seria Martes Santo, solo martes… a secas pero San Benito estaba tan cerca que había que rendir pleitesía. Así Cris y este que escribe nos fuimos a la cola, una media hora de espera, mejor eso que nada mientras otros veían el “robo” al Milán… les dijimos que íbamos a por unas pizzas, y así fue pero casi dos horas después…


Nunca había entrado a la mítica parroquia de San Benito, epicentro del antiguo barrio mientras hoy queda embutida por la reurbanización de edificios de pisos. Me resultó curioso el desnivel interior, la “rampla” en San Benito esta en el interior donde presidia el paso palio de la Virgen más querida por todas las Encarnaciones de Sevilla. Pero ¿Dónde estaban los pasos de Cristo?, la cola entraba en otras dependencias, no sé que era el habitáculo aquel, si de la iglesia o una especie de salón museo de la casa hermandad de la corporación del Martes Santo donde había trasladado los pasos o que hay se encontraban en exposición, la cual comunicaba con la iglesia por otro gran portón. Y vaya si mereció la pena, sentí la esencia de San Benito de manera distinta. Lo que impresiona ver sus pasos desde cerca, sin duda la Semana Santa de Sevilla esta echa para las distancias cortas. Primero los pasos, sin duda con ellos Antonio Martín Fernández se podría haber retirado siendo un genio, sencillamente espectaculares y el de la Sangre era sin duda la mayor muestra de la retablística andante de Sevilla. Y arriba Él, derramando su sangre por el monte de claveles para el perdón de todos los ingratos humanos, Buiza en estado puro, en las líneas del crucificado y en la imaginería del paso, una autentica delicia, hubiese estado las horas muertas contemplándolo, pero la cola empujaba. No menos hubiese hecho con el barco del “Pilatos”. Allí parado parece otro, son pasos que sin su inseparable idiosincrasia al andar parece que les falta algo. Pero allí en la estática disposición pude saborear por unos minutos la impresionante filigrana de la talla del paso, vamos como el paso que tenia enfrente pero sobre todo pude paladear un viaje a los años veinte de la pasada centuria y recrearme en el impacto que tuvo que suponer a aquellas personas lo que el genial Antonio Castillo Lastrucci talló para Sevilla. Dicen algunos que no tienen calidad sus imágenes –Cris me decía que nuestros romanos poco tenían que envidiar a esos-, pero es que Lastrucci, su gran aportación fue la escenificación, pareciese que buscaba actores que interpretaran el momento, como si fuese un fotograma de una película y lo llevase a la madera. Merecía la pena ver el misterio por todos los ángulos, el esclavo, Claudia Prócula, Pilatos pareciese estar asomado a un balcón viendo pasar una cofradía mientras Él bajaba la mirada tranquilo y sosegado, una obra de arte que muchos no saben valorar y que sin duda sin esta creación muchas de las recientes y detallistas recreaciones neo-barrocas no alcanzarían esos magníficos resultados, aunque sigo pensando que pocos misterios se han realizado después que estén a la altura de las aportaciones de Lastrucci. Y para terminar, la “Palomita de Triana” la dulce Señora Coronada de la Encarnación, último vestigio de la ancestral hermandad trianera que renació de sus cenizas en zona tan alejada de la antigua Cava. Impactante igualmente verla tan de cerca, bellísima Ella y grandioso su paso palio, de los de “sentarte de culo” en todas sus piezas.

















Había que ir a por las pizzas para los futboleros y como había que esperar más de media hora, pues vámonos para San Esteban… ya se encontraba cerrada y sin torcer el animo buscamos San Nicolás de Bari, casi perdiéndome al jugármela y meterme por las callejas de la Judería, pasando a los pies de San Bartolomé, acordándome del aroma cofrade que tuvo que desprender en el pasado aquel entorno que ha quedado reducido a la salida letífica dentro de unas semanas dela Virgen de la Alegría –curioso que esta advocación no haya llegado aun a las dolorosas-. Así bajo una llovizna llegamos a la sede canónica de La Candelaria que aun se encontraba abierta, repleta y sin colas pudimos detenernos en sus pasos. A Cris le impactó las proporciones del paso de Cristo, el pequeño conjunto donde camina el Señor de la Salud que este año solo ha tenido “cara de calle” para el Vía Crucis del Consejo. Frente a frente, su Madre de la Candelaria, la que te retrotraía a la dulce melodía de Marvizón y al pregón de Carlos Herrera, su curioso color de palio se dibujaba entre la decepción allí frente a frente con otra de esas “Glorias de Sevilla”, la Virgen de las Nieves la cual se encuentra en esta iglesia por el cierre de su sede a la que le da nombre, “Santa María la Blanca” copito de nieve agosteño de la vieja ciudad.









Volvimos a por las pizzas, nos las comimos con el partido terminado, con un resquicio de gloria y volvimos con cierta decepción al hotel. La esperanza se perdía, se mascaba una Semana Santa peor que la anterior y del jueves en Linares no queríamos ni hablar. Había que seguir y esperar, mañana podría ser igual o no… había que buscar la Esperanza y como cada año, el último día se abre con la Esperanza… la bella moza de San Gil…

Fotos: Óscar Ortega y un servidor.

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