El éxtasis del Siglo de Oro, la monumentalidad hecha crucificado, un Mesías perfecto que sirvió de “molde” para que Mesa dibujara al que dicen en Sevilla que es el Hijo de Dios, y desde el día del vía crucis, quizás mucho más allá que la ciudad que da sombra un Giraldillo. Una escultura modelada por Bautista Vázquez. Quien le hubiese dicho al “viejo” lo que depararía esa corriente de la escultura policromada y las pasiones que levantarían, sobre todo gracias a herederos de ese arte que lo elevaron a cotas nunca más superadas. Y dicen que existe un equilibrio perfecto entre los tres crucificados, seguramente cierto -¿Qué hubiese sido si Ortega Bru hubiese tallado los que le proyectó?- pero entre Pedro Nieto y Juan de Mesa había un abismo, que aquel día, rondando la hora Nona, con la música del estómago marcando el compás, se palpó en la quietud de este barco de las tres cruces en lo alto del “monte serrado”. Tocaba deleitarse ante los inmóviles altares errantes del arte efímero, y el gozo ante éste pareció desmesurado, todo era genial en la casa donde vive la catalana más sevillana de todos los tiempos, “Moreneta” Ella, pero del moreno andaluz y gitano de Sevilla.
Se nota nada más en estas fotografías que me cede gustosamente David Parra, que los grafismos se elevaban a un interés desmesurado, en buscar el recodo, el escorzo, la perfección y el sublime rostro del Señor que escucha quizás su última conversión como hombre, magnitud ante un colosal canasto que ni con ello desvía la atención… una obra de arte que se pasea por Sevilla, les insisto, intenten detenerse ante ese paso, ante su cofradía, que no les defraudará… arte de altos quilates, pero bien avenidos, porque consiguieron captar la esencia de unas lágrimas que intentaron romper la tensión y quizás la respiración… quedé contigo Señor, no sé qué ocurrirá, pero bien sabes que el Viernes Santo me gustaría estar contigo en el paraíso, ese en el que reinas… Sevilla.
CONTINUARÁ...
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