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miércoles, 19 de marzo de 2014

SEVILLA MORADA... DOMINGO.

Similarmente amaneció la mañana dominical, aunque con algunos nublos que no terminaban por romper en esa Sevilla primaveral que se respiró todo el fin de semana. Ciudad casi desértica por el centro, despidiéndonos del hotel, mientras por la Magdalena los operarios aun siendo domingo se afanaban en “blanquear” como diríamos en mi pueblo, vamos pintar, la fachada de la iglesia por donde sale la letífica Virgen del Amparo, casi puerta con puerta con Montserrat, la siempre cerrada a cal y canto. Chocaba ver Reyes Católicos sin un alma hasta que un vez más volvimos al puente, y del puente a San Jacinto donde había que llenar el estómago. El domingo era para Triana, porque en la ciudad hubo bastante más cosas de las que disfrutar, pero todo no podría ser, y es que a Sevilla le pasa como a Roma, no se la puede ver en un día y menos a sus cofradías. Solo nos faltó el crucificado de Triana, el de la vieja leyenda gitana para contemplar todas sus cofradías penitenciales, aunque si contemplé a otro crucificado porque por fin pude conocer a los titulares de la más joven que tiene el arrabal.




Pero antes había que pasar por la calle Castilla y apostarnos a los pies de esa pirámide de cera roja que elevaba al “Jorobaito” bendito del barrio, Nazareno de Triana, Hijo de la O que se preparaba para su función principal. El frescor del templo contrastaba con lo que poco tardó en comenzar a hacer mella, el sol que finalmente le pudo a las escuetas nubes y al fresco mañanero e hizo que me sobrara más de una “capa”. Nuevamente por Pureza que tenía que llevarme un encargaito, cosas de las redes sociales que informamos de todo. Un rosario del verde esperanza, y cómo estar en su casa y no despedirnos un día más del Moreno y la Morena… si al final hubiese venido el amigo David Mira cómo se hubiese puesto de su “cofradía”. Y por la “Señá Santana” nuevamente a contemplar al Penas y a la Estrella esperando el comienzo de sus cultos, sobre sus andas dispuestas en el altar mayor y con un escueto montaje de cultos que no sé si luego se cambiaría por lo reciente aun del traslado. Junto al retablo mayor de la Abuela de Dios, la patrona de los costaleros y junto a Ella una imagen que nos despertó el interés que nos detuvo un buen rato en su contemplación. Si no me equivoco estábamos ante una imagen de la Piedad que antaño tuvo su carácter procesional a cargo de una extinguida hermandad trianaera titulada de la “Sexta Angustia”. La imagen del señor presentaba los grafismos inequívocos de la estética del XVI y la Virgen de los del XVIII, siendo según se apunta por los eruditos la imagen del Señor posiblemente un crucificado que se adaptó a esta iconografía. Su cofradía desapareció sin unos motivos claros, ciertamente seria bello contemplar este conjunto por Triana en una estética similar a los Servitas, llenando a Triana de una hermandad de auténtico rigor y clasicismo, aunque ya tenga una y no acabe de explotar entre los trianeros. Lo cierto es que me llamó poderosamente el deterioro gravísimo de la imagen del Señor, con la falta incluso de algunas de sus extremidades a causa de los insectos xilófagos y me preguntaba como la ciudad y su barrio, siendo como son para estas cosas, podían dejar que la imagen se siga consumiendo poco a poco, porque la verdad es que necesita una restauración profunda que conserve este icono artístico y devocional que se pierde en la noche de los tiempos.









Seguimos la senda a orillas del legendario rio que le da denominación a la calle que pisábamos, contemplando la estampa eterna de la Torre del Oro conversando con su madre Giralda, por Betis buscábamos la Triana contemporánea, los Remedios, donde en su también complicada capilla a la hora de pillarla abierta el Dios azotado de las Cigarreras se encontraba igualmente sobre una cascada morada esperando a su función principal. Sencillez de ladrillo contrastando con el barroquismo de las cofradías, calzando todo a las mil maravillas donde un Cristo desencajado por el martirio nos hacía extasiarnos en la genialidad del maestro Buiza. Que decir de la belleza indescriptible de aquella gran Señora que un día de octubre no muy lejano en la memoria se descubrió a Sevilla y al mundo entero con su Victoria, del alba al anochecer. Observándola aun me parecía estar en las penumbras mientras un ascua de luz se movía al compás eterno, detenido en el tiempo de “Valle”… un pellizco al contemplar entre un portón el galeón del último gran Señor de las Cigarreras y contemplar por primera vez el titular más histórico de toda su existencia cofradiera, con la imagen de Amaro Vázquez ocupando el lugar del titular actual en su misión expositiva del paso.





Tocaba ahora bajar por Republica Argentina en busca de otra faceta cofradiera, la de los ensayos de costaleros, en este ocasión, dos de las cuadrillas más mediáticas de la ciudad, las de los dos pasos de la Esperanza de Triana. Aunque casi sin premeditarlo nos encontramos con la iglesia menos conocida del barrio, embutida entre las nuevas edificaciones, en sí, se trataba de un amplio bajo de pisos donde si no fuera por lo que fuera, parecía que habíamos entrado a un Salón de Testigos de Jehová o una iglesia protestante. Pero no, el catolicismo es la llama del Señor que alimenta a esta feligresía, porque en el templo acababa la misa e incluso creo que se encontraba con mejor entrada que los históricos del barrio. La parroquia del Buen Aire se abría ante nosotros y con ello conocíamos a la Virgencita que renombra la iglesia sobre su templetecito mientras en el lado de la epístola una dolorosa de manos entrelazadas lloraba la Pasión y la Muerte de su Hijo crucificado. La genialidad de las manos de Navarro Arteaga para su barrio nos mostraba a la hermandad de vísperas del arrabal, la que lo llena de sobriedad cada Viernes de Dolores desde esta recóndita iglesia. Lo cierto es que no sé el trabajo e integración que tendrán en la misma, pero contemplar a un crucificado tan “apretado”, hundido en el suelo, por la baja altura del templo o recinto cultual, más la anómala salida del mismo según los cánones sevillanos, nos chocó un poquito de que la hermandad no optase a buscar otro templo u otra alternativa como una casa de hermandad o capilla.
Y cerca de allí una masa rodeaba simples hierros portados por costaleros, así de simple pero así de mágico el poder de atracción hoy en día de esta afición, que tiene algo que no tiene  ninguna otra, que es el plus de llevar a Dios y a su Bendita Madre al encuentro del pueblo que las necesita. Primeramente los “chiqueninos” de la Reina de Triana, comandados por su capataz Juanma López Cantero. Que diferencia  tan abismal en un ensayo de palio a comparación de la estación de penitencia con todo el ornato dispuesto a hacer vibrar a los corazones, y cuantas ordenes que en cierto modo impactan, como allí no se pasan muchas, para eso se suponen que están los elegidos y por ende los “mejores”. Arrastraba sus “fans”, pero era el que iba por delante el que ganaba por “goleada”. La masa que arrastraba el ensayo de la cuadrilla del Cristo de las Tres Caídas –segundo año que los veo- evidenciaba por donde tiran hoy en día los gustos y modas. Los Ceballos comandando el galeón de Triana, sus hombres dibujando las chicotás que impresionarán por la Madrugá y el pobre de Rivera Ordoñez sin parar de fotografiarse con todo el mundo, solo faltamos nosotros creo yo…


Alcanzando esa otra orilla blanca de Triana, la del barrio León tocaba ahora acercarnos hasta su encalada y pequeña parroquia donde vive alguien muy grande, porque elevado a las alturas piramidales, casi como Faraón del Tardón, junto a su mejor amigo y su Madre la Salud, el Soberano Poder quería volver a decirnos, de otra manera, nueva para mí, ese YO SOY que traspasa la fibra más sensible de los que sentimos hondo a San Gonzalo. Nada más llegar a la encantadora plazuela, en la puerta se encontraba alguien muy especial para mí, porque siempre lo he considerado uno de los grandes culpables de este bendito veneno y porque además he tenido por suerte y por mediación de Dios Soberano el honor de haberlo conocido y recibir su cariño. Comenzaba en nada la ceremonia y se le veía algo liado, pero fue un orgullo nuevamente volver a estrecharle la mano a don Bienvenido Puelles Oliver, leyenda viva de San Gonzalo y de la Semana Santa sevillana, y que no sea la última…







Con ello casi rozando ya el medio día volvimos como dicen en Triana, a Sevilla, ya que en el Arenal terminaríamos esta carga de energía que nos llevará a nuestro tiempo más ansiado de cada año. Buscábamos Molviedro y nuevamente la música. Es curioso que varias veces en el fin de semana, cuando me equivocaba en los atajos, Cris me restaba importancia a mis cabreos porque no pasaba nada por dar un paseo más, y es que ya tenía uno los pies y las agujetas al máximo. El último fallo me hizo buscar el antiguo Compás de la Laguna por Adriano, donde sin tenerlo en cuenta nos volvimos a encontrar a la Virgen con su Hijo en su regazo por las calles de Sevilla… me decía Cris, que eso que tanto digo yo de que somos sus instrumentos, es lo que hizo la Piedad, quería que la viésemos nuevamente y con ello nos mandara un beso de despedida y su bendición. Silente, en una mañana encantadora volvía a su capillita del Baratillo sin dejar de pegarnos el nudo en la garganta de la gracia. Un policía nos indicaba entonces que el de la Carretería si había finalizado ya, por lo que solo nos quedó ir ante las puertas del Despojado de Sevilla y deleitarnos con una potentísima y magistral interpretación de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas, aunque como aún faltaba un tiempo, degustamos el rico placer necesario de la comida en el Serranito del Arenal, un heladito de los Rayas y un ramillete de marchas y virtuosismo de la banda nazarena, al compás de “El Refugio de una Madre” que nos pegó el aldabonazo a un fin de semana inolvidable, como duro de afrontar, pero con la ganas de que ojalá pudiesen ser todos los que restan de igual forma para que la Effetá nos habrá a la gracia de una nueva Semana Santa, la cual, la luna caprichosa del Nissan nos la traerá muy alta y por ello quizás haga que Sevilla este año para mí no sea como estos últimos… pero eso mismo dije el pasado año.

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