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martes, 18 de marzo de 2014

SEVILLA MORADA... SÁBADO (y II).

En un irresoluto medio día, tras la comida y con casi todo interés cofradiero descansando para la tarde, las opciones nos podían llevar a pasear por la inconmensurable ciudad –aunque por paseos no iba ser el fin de semana- o a descansar en el hotel, como todo buen hijo de vecino en una estancia que abarca más de una jornada. Pero la música cofradiera tomaba el mando en el fin de semana, allá por la plaza de Jesús de la Redención, en la encantadora plaza por donde emerge la cofradía del Besos de Judas desde la iglesia de Santiago, que el próximo Domingo de Ramos se abrirá para rememorar viejas estampas, para presentarnos sobre un primaveral canasto “redescubierto” al Señor de las Penas de San Roque y todo su cofradía. Un certamen, que más bien diría un macro-certamen que comenzó bien temprano y acabó ya con las primeras luces artificiales que iluminan la noche sevillana. A la hora donde más aprieta el astro rey actuaba los “platos menos fuertes” del programa donde sin duda destacaba las agrupaciones de Virgen de los Reyes y como no, la de la Redención. Buscando la sombra, aunque ya más quisiéramos este día para el Lunes Santo andaluz, soportando este que les habla el peso de las horas nos deleitamos con bandas no muy conocidas, de la provincia de Sevilla que no por ello no derrocharon su buen hacer, y es que en esta faceta el nivel de las bandas andaluzas cada vez es superior. Un repertorio muy trianero nos desplegó la Merced del Viso del Alcor y ante la previsión de que para que llegaran los platos fuertes aún quedaba mucho más tiempo, nos marchamos al descanso del hotel.
Aunque duró poco el descanso, porque las redes sociales nos invitaban a volver a las calles, aunque con poca suerte o la verdad no sé qué es lo que se informaría porque por San Buenaventura no había nada abierto por besapiés al crucificado de la Salvación y mucho menos, tras el paseo que requiere, un besamanos del Señor de la Presentación al Pueblo de San Benito. La tranquilidad y el buen tiempo caía sobre Luis Montoto y sus legendarios caños, recordando el compás de un galeón que salvó un mágico Lunes Santo para el recuerdo. Curiosamente acabamos en un lugar muy de la Calzada, donde un eslogan dice que se sirve “la mejor cerveza del mundo”, aunque lo que cayó en bar Raimundo fue más bien eso que yo llamo, tomado con prudencia, el “elixir del costalero”, mientras cosas del destino contemplábamos a un peleón Valladolid poniéndole la Liga más complicada al Barca y mejor a nuestro Real Madrid. Allí rodeados de esencia pilatera por los cuatro costados, estábamos tres personas, esto de que Sevilla sea muy mucho de sus equipos es lo que tiene, lastima del pobre chaval barcelonista que tuvo que tragar la compañía y alboroto ante el infortunio de su equipo de dos madridistas. Acabado el encuentro volvimos con la esperanza de que San Benito se abriera, pero no, aún quedaba mucho más tiempo, incluso nos acercamos hasta la cercana capilla de los Ángeles, donde el Cristo de los Negritos, el de la Fundación se encontraba igualmente en cultos, con la esperanza de que por fin contemplase con mis ojos, en vivo y en directo este legendario crucificado de Ocampo y su Madre de los Ángeles, pero tristemente el plan no salió bien, y aun tendré que seguir intentándolo. Un callejón, por donde suele volver San Roque hasta su morada en la noche de ramos, nos llevó nuevamente a la que será su casa de salida en la próxima Semana Santa donde seguía en activo el certamen de bandas.


El sol comenzaba su marcha tras el hotel de la plazuela, buscando el Aljarafe y por fin íbamos a poder disfrutar de los siempre grandes, pase lo que pase, se diga lo que se diga, míticos sones de la Agrupación Musical Ntra. Sra. de los Reyes. Y este plato musical pude paladearlo con la sorpresa inesperada de unos amigos muy especiales que pude observar entre el mar de cabezas, ahora eso sí mucho más concurrido el certamen que horas antes. Ahí estaban esos locos, benditos locos “cofrades sevillanos” hijos de Oviedo que se encontraban en la capital hispalense para lo mismo que este que les habla, disfrutar y aprender un poquito más. Fue un placer volver a ver a Tino e Iván más unos cuantos hermanos de los Estudiantes de Oviedo, revestidos siempre orgullosos de prendas alusivas de su hermandad, la cual pasean con garbo allá por donde van, los cuales cierto día pensaron que este humilde servidor era el perfecto pregonero para su primer pregón del costalero y muchas más cosas, donde ya se han subido personajes de la talla de Bienvenido Puelles y este año, Dios mediante, la del popular periodista cofradiero de la ciudad donde nos encontrábamos, Esteban Romera.
Llegada las horas en que los templos volvían a recobrar la vida y encendían sus cascadas de estrellas, era hora de buscar y seguir lo premeditado para la noche. Por estos estrechos entramados de callejas llegamos nuevamente ante San Esteban, donde un más sencillo o menos suntuoso altar de cultos alzaba al Dios que abandonaba por unos días su ventana por donde se cuelan los rezos y gracias de la ciudad. Intimismo y sobriedad para el Señor de la Salud y Buen Viaje en la vieja iglesia de una de las ojivas de Sevilla, mientras Desamparados aguardaba la espera entre estéticas hebreas y un paso palio de ensayo levantaba los pellizcos de lo que está por venir…




Era momento de buscar a Dios en la calle, porque al fin y al cabo un vía crucis o un traslado es una nueva salida de hermandad. Pero estas en algunos casos evidentemente arrastran menos que en la que tal como diría Antonio García Barbeito, es la Semana de Dios… pero había mucha bulla, no sé si siempre ha sido así, pero había mucha gente buscando cuaresma, buscando esos cuarenta días y cuarenta noches. Curiosamente fui a elegir un fin de semana, evidentemente condicionado a los que tenía libres por los ensayos de costaleros, y fui casi a escoger en lo que el periodo litúrgico se refiere a casi el mismo que el del año pasado donde coincidió además con el frustrado vía crucis magno por el año de la fe. Así volví a reencontrarme por esos callejones donde suelo buscar las Penas de Triana en los últimos Domingos de Ramos para adentrarme en ese sevillanísimo barrio del Arenal que tomaría gran protagonismo en la noche cuaresmal. Carretería y Baratillo llevarían a sus titulares a otros templos para celebrar sus respectivas funciones principales del domingo por la mañana, ya que como he mentado en más de una ocasión, el Arenal es de hermandades con reducidas sedes canónicas. Por Real de la Carretería ya estaba el cortejo en la calle y dando un rodeo pudimos volver a encontrarnos con el mismo impacto del pasado año, sin duda fue el que más me gustó de los que contemplé, ejemplo de seriedad, elegancia, rancidez, solera, la verdad que me sigue pareciendo tan fácil de realizar lo que vi que no me explico cómo luego fuera de los dominios sevillanos a veces es tan complicado. Me llevé una grata sorpresa cuando la música de capilla llegó ante mis ojos y pude contemplar a un bailenense entonando tristes melodías que nos hacían volar a otros tiempos. Me hubiese gustado estrecharle la mano al amigo Iván Villar, pero la solemnidad no requería tal compadreo. Sin duda que fue sobrecogedor tener al crucificado de los Toneleros tan cerca mía. Aprovechamos una nueva opción de maravillarnos con esta siempre humilde y a la vez suntuosa forma de celebrar los cultos cofradieros bajo el mismo Arco del Postigo, ante la capillita de la única Inmaculada con cofradía de la ciudad. Pronto o eso espero, la pequeñita Pura y Limpia del Postigo sentirá el alboroto de los días grandes, y con la visita del Señor de la Salud tuvo un anticipo. Bellísimo y solemne el momento, de esos que me tienen maravillado, tal como me decía días después mi buen amigo Juan Pepe Galey, que estuvo en Sevilla por motivos personales y pudo contemplar cositas que lo llevaron a entenderme ahora con la experiencia vivida personalmente. Un pellizco especial nos dio a Cristóbal y a mí cuando el hermano mayor de la Pura y Limpia leyó la estación del vía crucis, ya que Antonio Bustos, reconocido orador sevillano en el mundo de la cofradías fue quien presentó el primer concierto en el que mi amigo linarense y este que les habla debutaron en el Rosario de Linares allá por octubre de 2001.














Por la calle Adriano igualmente se agolpaba a la puerta de la capillita del Baratillo una nueva digna multitud esperando la salida de la Piedad del Baratillo. Hermandad de barrio que nuevamente se convierte en la rancidez de tiempos remotos, que al fin y al cabo siempre a todas las hermandades les viene bien, de ahí que los rancios sean poco dados al progresismo cofradiero. Bella dolorosa con carita de Divina Pastora donde su rebaño se convierte en Gólgota sobre donde descansa el cadáver del Hijo de Dios misericordioso. Es curioso observar como en cada lugar que llegábamos nos íbamos encontrando las mismas caras, siguiendo evidentemente mucha gente la misma ruta. Y la misma ruta nos llevó nuevamente hasta Triana, nuevamente a maravillarnos con la estampa que se dibuja cuando cruzas de noche el Puente de Isabel II, y es que por más que uno ha pasado, siempre parece la primera vez. Por San Jacinto no había un palio Juanmanuelino o de Garduño, pero la Estrella más humilde colapsaba nuevamente la calle donde tiene su domicilio. Había más gente que en la pasada recogía del Domingo de Ramos, aunque claro eran las diez de la noche y en Semana Santa las cuatro de la madrugada. Con que suavidad y elegancia llevaban a la Señora que tiene loco a mi amigo Miguelillo, la Valiente de Triana, sus hermanos y supongo que costaleros.



Este año la Virgen no iba sola, esta vez la familia divina de la calle San Jacinto volvía a marchar junta hasta la casa de la madre y abuela, como desde la noche de los tiempos hacen las personas correctas y de buenas maneras. Por los Marineros se presentía un pregón, nuevamente vistazo a la Reina de Triana. Una vez más, aprovechamos el bar Santa Ana para cenar desguatado la gastronomía sevillana de taberna y bar, siendo allí donde sin duda más se disfruta de estar en un bar donde lo cofrade te invade por todos los rincones -qué me gusta leer el azulejo de los relevos…- degustando esa Cruzcampo que quizás le pase como a la sidra en Asturias, que cuando te la bebes fuera de su entorno le cambia completamente el sabor. Una visitilla al templo mayor de Triana, su histórica “Catedral” donde visitamos a sus hermandades, letíficas y menos populares, pero hermandades, como la Pastora y la patrona del mundo de abajo, que paradójicamente se llama Rosario… Por fin por Pelay Correa nos llegó el cortejo, donde una vez más pude contemplar al Zapatero bendito del arrabal en otra de sus facetas procesionales. Venia sin trianear, con el Vizcaya metido en su papel de capataz de cofradía seria como incide los cánones hispalenses para estos menesteres. La sobria suntuosidad volvía a emerger en el cortejo, donde el joven periodista Javi Blanco del Llamador portaba uno de los ciriales del Señor, que venía en las sencillas andas al canon sevillano, con su monte de clavel y una sobrepeana y unos elegantes faroles en las esquinas. Sobrecogedora estampa del Dios orante de Triana bajo la torre de su abuela Santa Ana mientras su escorzo flamenco, para eso lo talló un flamenco se perdía por los muros de la “Señá Santana”. Tras Él llegó esplendorosa la Estrella de Triana iluminando con su congoja a toda la Cava que se apostaba a sus pies, muy diferente a aquel día de junio que bajo los pétalos de rosa nos venía con Hosanna in Excelsis. Con el mismo mimo y delicadeza en la gente de abajo, porque en si todo es delicadeza con esta bella Señora de la calle San Jacinto… que decir del manto de traslado…










Acababa la magia cuaresmal de la calle y ya solo nos quedaba volver a echar el aldabonazo al día con lo cofradiero que toma las calles en la madrugada; los ensayos de costaleros. Aunque antes pudimos escuchar nuestro primer pregón en la ciudad de Sevilla. En los Marineros, se encontraba en sus últimas estrofas el pregón que el periodista Cristóbal Cervantes dio para la juventud de la Esperanza de Triana. Capilla abarrotada en lo que se refiere a sus bancos, de pie estuvimos los justos, igual que cuando toca la banda o alguna de las grandes como es el caso reciente de las Cigarreras que colapsó la casa de la Trianera. Me gustó la experiencia, aunque lo que escuché no es el corte de pregón que a mí me apasiona, todos los días no se puede decir que uno ha escuchado a un buen y experimentado orador a los pies de la Esperanza de Triana, y es bueno fijarse por si a alguno aún se le ocurre encomendarme algún que otro pregón, que corriculum ya tengo. El acto lo cerró la banda de música de Santa Ana de Dos Hermanas con la interpretación de una marcha y los himnos de Andalucía y de España, donde me pregunté ¿es esto un acto institucional o político para que tenga que sonar los himnos? Sin duda es este el resultado de cofradierizar el Himno Nacional y la manía de casi elevar al mismo rango al de nuestra comunidad autónoma… solo faltó el de Sevilla y el de Triana si es que lo tiene…

La noche acababa por los aledaños de los Terceros, nueva caminata, por donde se desarrollaría el único, y paradójico, ensayo de costaleros que me constase de toda la ciudad de Sevilla, el otro seria a las cuatro de la tarde aunque en un polígono alejado. Buscamos por toda la zona el ensayo de Subterráneo y no hubo esta vez suerte, solo pudimos ver unos instantes a Antonio Santiago igualando a su cuadrilla de la Mortaja en el antiguo convento de la Paz. Este fue al final, el aldabonazo de un largo día, con sepa solo Dios cuantos kilómetros a las espaldas y este que les habla con los pies hechos un poema, y es que estas vacaciones forzosas siempre me hacen estragos en los pinrreles, pero bueno aún quedaba por echar un esfuerzo más que a la mañana siguiente, le tocaba el turno a toda Triana y un trocito del que dicen es el barrio con más sabor trianero del otro lado del río, el Arenal y Molviedro…



CONTINUARÁ…

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