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miércoles, 28 de marzo de 2012

DIEZ AÑOS INCREIBLES...

Un día como hoy 28 de marzo pero de hace diez años, en 2002 era Jueves Santo. Una Semana Santa especial, muy especial para mi para narrarles una historia que como es lógico comenzó días antes, en el Domingo de Ramos. Un día que amaneció esplendoroso para abrir la gran Semana de Dios que quedo guardado para siempre en mi corazón. Aquel día dio comienzo la realización de un sueño, de esa búsqueda de un modelo que me hiciese sentir a gusto conmigo mismo, sentirme realizado. En septiembre comencé el sueño y a la vez duro trabajo en el Rosario de Linares y aquella tarde era la alternativa.
Grabado en la memoria, de lo que me siento muy orgulloso cuando recorría por primera vez en mi vida las calles de Almería y la portentosa figura de robustos costaleros nos recibían. Y nos llevaban a San Pedro y el aroma que se respiraba en su interior me hacia sumergirme en un paraíso que ni en los videos ni en el papel jamás hubiese podido sentir. Era una nueva Semana Santa para mí, la primera vez que no estaba en mi pueblo, pero había que ser valiente por que aquella promesa sigue aun viva… ante todo voy a aprender. Y las lecciones comenzaron a sucederse desde ese mismo momento, en el frescor de la iglesia junto a la mole de madera con “trece tíos” en lo alto. Joaquín ya lo sabe… “¿te gusta?”… tu veras si me gustó, cuando la hojarasca barroquizante voló al cielo… tanto video, tanto libro… aquello no era igual, ahí comenzaba mi universidad cofradiera. Luego vinieron una Semana Santa llena, plena… tuvo de todo pero como hacen los buenos historiadores recordaremos la grandeza y los errores los pondremos en un rincón, donde no destaquen pero que se vea para no volver a cometerlos.

Esa sombra que produjo el paso mientras salía sonando la que para ellos es su himno, “Este es mi Cuerpo”, mi primera anochecida viendo el efecto de un candelabro de guardabrisas, mis primeras sensaciones de lo diferente que era este nuevo modelo de Semana Santa para mi. Aquella llegada a la Virgen del Mar, la primera carrera oficial en mi vida y lo que es una recogía apoteósica. De la Cena me llevé, quizás la amistad con dos hermanos, de los que sin duda comencé a aprender cual es el camino para ser costaleros como Dios manda. La Semana de Dios siguió su curso, al día siguiente entre una gran estrechura el Hijo del Hombre recibió la Sentencia mas injusta y nosotros quizás también, aunque hay que entonar el “mea culpa” sin duda. Pero fue mi primer barco de tribunal en la que se quedó grabado un recuerdo, que tal como me diría mi amigo Pedro Soriano “como te gusta llevar razón”… así me sentí cuando Vicente se vino para adelante, en una revirá embrujadora con caja china y me hizo ver que se sentía orgulloso de estar ahí… fue el primer bailenense que me decía “sevillano” que lo reconvertía a mi “religión”. Que noche aquella cuando eran las cuatro de la madrugada y aun estaba pisando suelo almeriense… apenas tres horas de sueño en esa cama con ruedas, que fue durante cuatro años el autobús que nos trasportaba por media Andalucía. Intacta en mi recuerdo esta esa llegada a las siete y media de la mañana y tirar para currar, que incluso a media tarde llegue a quedarme dormido, pero en lugar de descansar, ya que eran los días grandes como no podría ser de otra manera a seguir viendo cofradías, la Vera Cruz… la de Bailén y hasta la de Linares.





Y siguió aquel maratón pisando Aguilar de la Frontera en el Miércoles Santo tras Jesús Caído en tierra, con una Semana Santa que me retrotraía mas a lo que había conocido durante veinte años… lógicamente no era mi modelo, pero había que cumplir porque este tipo de bandas tiene que vivir de los contratos, aunque ya se queda el honor de haber conocido una nueva Semana Santa con aquella curiosa tradición de la bengalas que nos hacia estar en una sola calle mas de dos horas. Igualmente podría catalogar aquel Viernes Santo por la mañana en el cordobés pueblo vecino, Monturque, donde me sorprendió ver la humildad en la que aun viven tantos y tantos pueblos con un fabuloso Nazareno de la escuela de Mora…y en el que el caminar por sus calles te retrotraía a las antiguas y ancestrales fotografías antiguas de cualquier Semana Santa de mi tierra… aun me sigo preguntando que donde nos encontrarían…

Semana Santa intensa, de buenos sabores y malos que se vieron recompensados en aquel eterno Jueves Santo. En aquel que el Señor salió con lirios morados Martín, el día de nuestro estreno tras el “Gitano” como lo llamamos entonces hasta que nos absorbió la forma en que lo llamaba nuestro recordado, mítico y grande Andrés Caparros… el Soberano. Un día que amaneció y continuó gris, pero la hermandad se echó a la calle viviendo momentos intensos, conociendo lo que es salir con tu hermandad pero con ese modelo que meses atrás busque acercándome a sus divinas plantas. Curiosamente entonces el paso no salía completo y evidentemente nada de doblado, incluso con la suspensión de varios ensayos por falta de costaleros. Estaciones de penitencia que se hacían mas que un disfrute una penitencia nunca mejor dicho, porque ante todo había que sacarlo y sobre todo volver… mas o menos sanos. Pero Caparros, David y otros tantos siguieron luchando por conseguir lo que hoy gracias a Dios hay aunque haya que seguir trabajando en mejorar… vasta decir que no he tenido relevos en los ensayos… así que la cosa aun no debe de estar tan bien como se pinta, aunque el Jueves Santo si Él quiere si los tenga, pero lo ensayos siguen siendo esenciales para el crecimiento del costalero y en si de la cuadrilla.
Pero la misma lo dio todo y la banda también para plantarse el paso del Señor en carrera oficial y tener que darnos la vuelta en búsqueda de San Agustín por la llovizna que se produjo. Así acabó mi primer Jueves Santo tras el Soberano, incompleto, sin palpar la vuelta al barrio como diría el Vokas, subiendo la calle La Virgen rodeados del pueblo que disfruta con el Prendimiento… de esto hace hoy mismo 10 años y los que Él quiera que vengan…






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