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jueves, 22 de marzo de 2012

RECUERDOS DE PREGON...

Quisiera dejarles con un trocito del pregón de Oviedo en esta entrada. Una entrada que podría considerarse repetida porque ya una vez mostré el audio que la acompaña. Pero es que la sobrecogedora historia de la “niña del pañuelo” en San Gonzalo me sirvió de inspiración, seguramente porque el Soberano lo quiso, para intentar exaltarle al pueblo de Oviedo y a sus cofrades de los Estudiantes, lo que es capaz de mover el mundo de abajo en Sevilla y que tantos y tantos hemos absorbido por nuestras venas. Hacerles ver el sentimiento y lo divino que puede levantar los anónimos hombres de la faja y el costal en nuestra querida Andalucía, sin duda tierra de Semana Santa… les dejo, con la historia en el pregón y el audio que inmortalizó aquel mágico momento a los pies del Soberano Poder del Barrio León…

“Cuantas veces, en la simple maniobra de una levantá, lo que es lo mismo: levantar el paso, los costaleros o capataces dejan hablar a su corazón, cuando el mismo se apodera del sentimiento y la razón, para acordarse de los que lo pasan mal, de los enfermos, de los que ya no están y se fueron a dibujar chicotás eternas por los confines de su Reino o en agradecimiento por alguna intercesión que en muchos casos podemos achacar a la medicina o la suerte, y en la que seguro Él tiene mucho que decir.

Especialmente recuerdo una circunstancia que aún al recordarla me sobrecoge el corazón y me siento en la obligación de transmitírosla, sobretodo para aquellos que buscan y necesitan Esperanza. Allí en Andalucía, en una tarde Sagrada de Lunes, un Dios Soberano caminaba poderoso entre las casitas encaladas y los naranjos de su barrio, mientras un arrogante Caifás se creía que era más que Él y se desgarraba las vestiduras de la ignorancia entre nubes de azahar. “YO SOY” atronaba entre la multitud, aunque muchos como Caifás no lo quieran escuchar… pero hubo alguien que sí sintió el susurro Soberano de sus palabras. Una madre con su hija en brazos, la cual ocultaba su cabecita con un pañuelo por los efectos de la quimioterapia, se acercó al capataz bajo la serena mirada del que iba arriba…como no, y le pidió al capataz y a su cuadrilla que hicieran volar hasta el cielo al Cristo que iban paseando orgullosos, rebosantes de fe, para que su Soberano Poder ayudara a su maltrecha hija y le devolviera aquello que metros atrás va repartiendo su Madre Bendita… Salud. Al año siguiente, la emoción de ese capataz y su cuadrilla de costaleros no se podría definir con palabras en aquel mismo lugar. Como el año anterior, brotaron lágrimas que cayeron hasta el asfalto y adoquinado de aquel barrio, pero estas eran diferentes porque el Gran Poder Soberano de Dios, que en ese momento se reía de Caifás, ¡hay iluso Caifás!… YO SOY LA VERDAD Y LA VIDA, le decía mientras el sanedrita seguía en su infructuosa enfurecida. El Soberano no pudo pasar por alto que aquella mujer lo escuchara entre tanta multitud, entre quejios de cornetas, caminando en la tarde, siempre con la izquierda por delante. Aquella levantá de los hombres de abajo quedó guardada en esa infinita libreta que tiene Dios. La simple y material levantá de medio centenar de hombres buenos… como los llamaba Manolo Santiago, fue escuchada por Él.

Asimismo El capataz invocaba nuevamente a su cuadrilla, feliz y exultantemente emocionado porque aquella madre volvió al mismo lugar nuevamente con su hija en brazos, para que viesen toda la gente de un tal San Gonzalo a su niña sin el pañuelo y su pelito rubio y bien peinado, tan bonita y tan hermosa porque Dios en su Soberano Poder había querido, y si el año anterior voló por un ruego de angustia impulsado por grandes y robustos hombres emocionados como frágiles e inocentes niños, un año después volvió a elevarse a las alturas, por su gente de abajo, para tocar su Reino con las yemas de los dedos y darle gracias de alabanza para su mayor gloria en aquella levantá, que aquel mismo capataz tildó como “la mejor de toda su vida”…

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