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lunes, 5 de noviembre de 2012

PRESENTADO A SANTA ÁNGELA...


A que no saben que el Martes Santo es uno de los días en que procurador de Judea, en ese día de la Calzada, Poncio Pilatos sobreactúa, hace de malo cuando en Sevilla todos saben que hasta es cómplice con el Galileo de la Calzada. Ese día hace su papel, como actor secundario de lo que se representa por la ciudad y va acompañando el compás del barco al que da nombre popular “el Pilatos”. Se yergue poderoso y en una actitud que en el fondo no le gusta, ir de cobarde y con una arrogancia que no pudo con “el que no era de este mundo”, pero la historia es la que es, cuando en la tarde viene de maneras trianeras –que mejor adaptación de la segunda parte de una historia que comenzó en Triana- presentando a el Hijo de Dios a Sevilla, si incluso en el fondo Claudia Prócula va contenta por que ella también es partícipe de la escenificación, que menos cuando ella también es vecina ilustre del barrio desde donde viene San Benito. Pues eso, que aunque no lo parezca, hay un momento cuando el galeón de Antonio Martín Fernández alcanza la plaza de San Pedro, el Pilatos comienza a mirar de reojo al Señor de la Presentación esperando que el Redentor tome el mando de la cuadrilla de costaleros, espera ese momento en que el Señor le mande:  “Poncio, tu que estas más cerca dile al que manda mi gloria terrenal –porque allí arriba así se ha decidido- que ordene “la derecha “adelante” y la izquierda atrás”… y es que le Señor de San Benito cada Martes Santo no quiere perderse la belleza de la primavera, el colorido y el aroma de las flores que adornan los pies de su amiga Angelita…
Por eso, porque sabe que no puede tomar la calle de esa Santa sevillana, por complacer las normas mundanas, siempre quiere que el Pilatos lo presente ante una de las ciudadanas sevillanas de las que se siente más orgulloso. En Triana nació su hermandad para venerarlo como Dios de la Sangre y para coronar de estrellas a su Madre de la Encarnación, la “palomita” que un día abandonó el arrabal y volvió a renacer acompañando a su Hijo presentado a la ciudad, la que no puede evitar que acabe en la cruz, en tensión y barroquísima crucifixión “Buizana”. Y por ello el Señor Presentado le rinde honores, porque aunque ya no venga de Triana –bueno el nunca vino de allí- si mueve al Dios de la Calzada con la esencia de aquel otro barrio donde un día fue muy querida su Madre Bendita. Por ello su banda entona sus “canticos” de alabanza para su Cristo y por Santa Ángela, por la cual se celebra hoy su onomástica. Suena "Reina Madre de la Encarnación" para la “reina de los pobres” para que el Pilatos una vez más eche abajo la abarrotada plaza. Y la emoción se desborda, a Pilatos le cuesta mantenerse, aunque Él siempre siga mantenido esa compostura, de mirada baja y melancólica, resignada, -aun me sorprende como hay eruditos que siguen tachando a Lastrucci de mediocre…-  tal como siempre intentó vivir la por siempre Sor Ángela de la Cruz. Por ello, el Pilatos, esta vez se toma la confianza y manda levantá a pulso, para seguir disfrutando del momento, cuando el júbilo se hace música y pueblo se enorgullece de que en Sevilla hubo y hay personas como Santa Ángela, por ellos la música vuelve a recordar que “Santa Ángela, eres de todos” mientras toda Sevilla, incluso al Pilatos le encantaría, se postra “A los pies de Sor Ángela”, para la despedida, levantando como siempre el asombro del Martes Santo del Cristo que camina siempre Presentado a Sevilla…

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