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lunes, 15 de julio de 2013

MI "BAUTIZO EN MÁLAGA"... EL COSTALERO DEL SOBERANO Y EL ADIÓS A LA ESPERANZA (y VI)

El embrujo de la noche malagueña se cernió sobre nosotros, un día tan largo en la encantadora ciudad –que no le quepa la duda a todos los malagueños que no les están gustado todos mis puntos de vista- que me descubrió como es la ciudad bajo el oscuro manto de las pasiones, y es que de noche todo tiene otro encanto especial. Nuevamente las callejas del centro nos guiaban por destinos llenos de incertidumbre, que si cañita, que si comer, que si buscar de nuevo la Esperanza… así llegamos a Larios, y de Larios a la Constitución, pero aún le quedaba al lento caminar que algunos ya auguraron la tardísima recogía, que lógicamente no íbamos a contemplar. Por la archiconocida plaza del cofradierismo malacitano se intuía los actos programados y Larios seguía siendo el corazón latente de vida de Málaga y los no malagueños… espero que esa vieja amiga afincada en la ciudad ciertamente no escuchara como la llamaba… es lo que tenemos los de Bailén, parece que nos gusta cruzarnos por los destinos a los que nos lleva el Señor…
Con esa incertidumbre de espera, de qué hacer, vislumbré en la legendaria calle cofradiera de la ciudad a alguien que me descolocaba por completo… parece… no puede ser… se lo comentaba a Pedro y Antonio, pero creo que ellos no le ponían cara a este hombre de corpulento cuerpo y pobladas barbas plateadas, casi como el color que desprende su Salud… casi no tenía duda, pensé que al igual que yo, por qué no va a viajar hasta Málaga para conocer las grandezas de la que sin duda es la otra gran apuesta a la aplastante Semana Santa sevillana, la suya, la que por goleada se extiende por Andalucía, por lo que sea, pero esa es la realidad. Cómo persona como él podía pasar tan desapercibido, no era el presidente del Consejo de Cofradías de Sevilla, que también pasó por allí caminando, pero su humilde legado ha hecho que en la cuna de las cornetas y tambores sean las marchas sevillanas las que triunfen, y hasta que unos malagueños intenten darle un nuevo matiz al caminar de los tronos malagueños, quizás por esta razón estaba también en Málaga, esperando a la Esperanza. Sentí que también se me quedaba mirando, aunque esto me parecía más utópico, yo sí que no soy nadie para que la gente me reconozca por la calle, pero aunque en ocasiones soy muy introvertido, en esto de las cofradías, si he sido más abierto y “echao pa lante”. Así, como mis acompañantes me lo insistían, me acerqué a comprobarlo, que podía perder, seguro que no le desagradaría conocerme, así en cuaresma me lo hizo ver que en el barrio León tenía un amigo para hablar de cofradías…
¿Perdone, es usted Bienvenido Puelles? Si… tu cara a mí me suena… Bienvenido soy el que tuvo que haberlo presentado como II pregonero del costalero en Oviedo…



Me pareció un honor, así se lo dije, que quien me iba a decir que le estrecharía la mano a Bienvenido Puelles Oliver en un lugar que no estuviera lleno de naranjos y casitas encaladas, donde el Soberano va maniatado en lugar de portar la cruz allá como vimos en la mañana por por los Santos Mártires… que conocería a uno de los culpables del desbordado amor por la costalería en la ciudad, donde sin duda esta forma de portar a Dios y su Madre, lo tiene la verdad harto complicado. Sin duda que este viaje fue bueno, bueno de verdad, que incluso me pude ir con la gratificante experiencia de conocer a Bienvenido Puelles y de poder sentir su humildad, de contarle un poco de nuestras experiencias, de sentir el honor al contarme que se tragó in situ todo el video de mi pregón antes de comenzar el suyo, de conocer a su mujer y de que me hablara de su Cristo, por ello le invité que si podía visitar los Mártires para conocer a Pasión. La verdad es que me gustaría volver a charlar con él en ese marco incomparable donde vive, tras la casa hermandad de San Gonzalo, en el Tardón donde vive el Soberano Poder y el Caifás más admirado del mundo…
Pero no nos desviemos, que estamos en Málaga, lo siento pero aquí escribe el alma, no una cabeza políticamente correcta y siendo fieles a los típicos tópicos, queríamos ver una procesión malagueña por la calle Larios, es como los que se piensan que en Sierpes todo el mundo entra a ver procesiones, más en el día especial que obviamente no había sillas de pago. Así se lo dije, supongo que sería un empleado de “Pans & Company” –y después de todo dándoles publicidad en este blog que algunos llaman “mediático”-, al que me cerró la ventana de la segunda planta desde donde tomé esta toma, con la malísima cámara de mi teléfono móvil, del cortejo de la Esperanza adentrándose por la calle Larios.
Pero al final solo nos quedamos con contemplar el trono en la lejanía, para optar en marcharnos hasta la plaza del Obispo donde igualmente tendría lugar un nuevo acto en esta especial procesión y efeméride. Callejeando por las calles adyacentes, en busca de la Catedral de la Encarnación, que me acordé de mi amigo… bueno no diré su nombre que luego se me avergüenza, pero allí estaba disfrutando de los placeres de una terraza, de un clima maravilloso, su querida Terelu Campos, la verdad nos faltó la fotografía…
Hasta que nos plantamos en la bella y cofradiera fachada de la catedral malacitana, donde por ejemplo el Nazareno del Paso realiza su bendición cada año o la Expiración desprende ese fuerte y maravilloso aroma genuino de lo rancio y lo mustio, como en pocos lugares del mundo se consigue. Ante un emblema más de la ciudad había que echar el aldabonazo a este veraniego día en Málaga, sin bañador, arena, ni espetos, sino rememorando los días cálidos bajo la Luna del Nissán casi como tienen que vivirlos los malagueños, que luna llena había… Qué pena no coincidir con Ígor, que por allí también se dejó caer, quizás bajo la Piedad marmórea que corona el palacio episcopal. Un poco ya cansina la espera, sin duda el cuerpo estaba ya dando un esfuerzo más extraordinario que la procesión en sí, aunque en esta ocasión la Esperanza llevaba relevos… al parecer se abrió el cupo en esta ocasión para todos aquellos que quisieran tener el honor de ser su hombre de trono. Por ello se hacía curiosa la estampa de muchos tíos, vestidos de blanco, con camisetas alusivas a la celebración con una bolsa en las manos en su punto de relevo. En la misma llevaban la túnica, que se pondrían cuando el trono se les acercara para hacer los relevos y que en este punto no puedo pasar por alto este detalle.



Respeto todas las diferentes formas de ver las cosas de todo el mundo, pero yo diré la mía. Creo que se debería sopesar en la ciudad que para salidas extraordinarias lo suyo debería ser un traje de chaqueta, por la elegancia digo, por poder, se podrían poner un camiseta y unos vaqueros, porque cuando la procesión no es penitencial –ésta al ser extraordinaria pierde el sentido de penitencia, siendo más bien de gloria- y se lleva túnica, a mí, me da la sensación que a la importantísima significancia de la túnica, se le está dando la mera jerarquía de simple uniforme, y uniforme los únicos que los llevaban eran la representaciones militares y los músicos de las bandas… algunos ya me decís que si las comparaciones con Sevilla y tal… a mi Sevilla me enseña esto, y yo lo veo correcto, serio y acertado, y me explica su por qué, que dentro de una lógica litúrgica tiene una significancia aplastante y yo allí aún no he visto ninguna túnica en una procesión fuera de la Semana Santa, es por ello que os ruego, que dentro de mi posición me dejéis hacer comparaciones, que simplemente lo hago para aportar y ya que cada uno coja lo que quiera coger. El hombre de trono, por circunstancias no lleva uniforme como si podría catalogarse la ropa de un costalero, el hombre de trono va con la túnica de estatutos, la túnica de la marcación de la penitencia y esta debe de estar limitada para lo que rija los estatutos que suele ser la salida penitencial… entonces que en el cortejo hubiesen salido los hermanos vestidos de nazarenos ¿no? Y ya eso de salir a cara descubierta… Porque será que Pasión es una de mis favoritas… y de las más señaladas de esta “sevillanización”.
Pero con ello la música nos traía el triunfal cortejo de la Esperanza, creo que sonó “Soledad de San Pablo” y tras ellos la muchas representaciones de hermandades con unas bacalás – ¿esta insignia existían desde antiguo como tal en Málaga?- que sin duda quitaban el hipo, que categoría de bordados se están haciendo para la ciudad de la Malagueta.





Los mismos se abrieron y permanecieron sin seguir el itinerario esperando el trono de la Esperanza, que apareció con una marcha que no puede alcanzar a reconocer, aunque creo que se trató del que podría catalogarse, “himno de la Semana Santa malagueña”; “Malagueña, Virgen de la Paloma” del maestro Hernández Moreno.  Me hubiese gustado estar más cerca, porque sin duda esta es otra de las estampas de las cofradías malagueñas. Aquí comenzaron a aparecer muchas de la esencias que años atrás veía por televisión, en el andar de los hombres de trono, como esa especie de efecto “ola” que realizan alzando más los hombros mientras se hacia la genial música del maestro Braulio Uralde y la Esperanza nos sorprendía con las colosales dimensiones de su galeón al compás eucarístico del “Corpus”. Fue lo más cerca que estuvimos del trono, tiempo esperamos para ello, y aunque las distancias cortas te muestran la magnitud de los trabajos artísticos, te resta en muchos ángulos visibilidad de lo más importante, la Virgen, muy tapada por la candelería, enormes jarras y sobre todo por los colosales arbotantes u candelabros, con esos especiales y singulares guardabrisas, igualmente de tamaño más fuera de lo común. Algo que no encajara debería tener esta desproporcionada perfecta proporción… Málaga es para las distancias más alejadas.

Descansaba la Esperanza y mis pies y espalda se les hacia el momento cuesta arriba, con la lectura de una carta por parte del obispo de Málaga, creo que  fue él, y la interpretación a cargo de una orquesta y coral de una bella pieza musical con el canto desgarrado femenino como contrapunto a la Reina de Málaga. Los toques sobre la enorme campana revolucionaron a sus hombres de trono para volver al trabajo, que por cierto, poquitos jóvenes se veían entre sus divinos huecos, que estos también tienen su galera bendita, mientras en los costeros visualizamos los que van en el llamado “submarino”, donde lo mismo va un carpintero que un actor del “Jolibú”… se marchaba la Esperanza, y poníamos fin a una intensa jornada de emociones que ya se guardan en el recuerdo, con un gran sabor de boca aunque a algunos no se lo parezca, de que Málaga por supuesto que merece mucho la pena, que me gustaría volver, si pudiera al gran evento de septiembre, la procesión magna, con siete tronos de palio con motivo del año de la fe, en la celebración denominada como “Mater Dei”. Además que quizás dentro de una semana pueda volver a encontrarme con sus calles y sus devociones e incluso con la Carmela que en esta quincena les recibirá en el blog - también vecina del Esperanza en el Perchel-, nunca antes había dedicado un mes entero a otra ciudad que no fuera Sevilla. 

3 comentarios:

  1. Bueno, quería felicitarte por la serie. La he leído íntegramente y disfrutado también.
    Es evidente que has sido objetivo y que te ha gustado. Pocos malagueños pueden tener queja de tus crónicas.
    Los malagueños, por razones que desconozco, disfrutamos de las Semana Santa por ojos ajenos y los tuyos han estado atentos.
    Ya sabes donde estamos cuando quieras repetir. Hay muchas semanas santas de Málaga, puede que alguna más te guste.

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  2. Sin duda muchísimas gracias por este comentario, no le pido a nadie que piense como yo, sino que intente comprenderme, y usted me parece que lo ha hecho, así da gusto esta función que un día me eché a mis espaldas costaleras, pero que antes fueron hombre de trono, aunque aquí los llamemos como cada cual quiere. Como no, no les quepa duda que Málaga es importante en mi cultura, me gusta Málaga y por ende su Semana Santa, grande donde las haya, y tengo casi la deuda de que Dios me dé la oportunidad de algún año conocerla como merece, mis pegas y mis alabanzas solo se quedan para mí, aun con ellas presentes se disfruta y se olvida todo lo accesorio aunque si puedo decirlas públicamente, lo único que se puede hacer es valorar los que ojos ajenos e imparciales han contemplado… o es que no me quejo también de Sevilla? Curiosamente una de las personas que más me presta su hombro para apoyarme cuando lo que escribo por aquí no gusta, me dijo que en esta vida cuando se cuenta algo y todo se expone extremadamente perfecto, hace que en la sociedad tenga menos trascendencia, y cuando se ponen los peros, es cuando todo se activa y se encauza en pos de mejorar… él fue quien me dejó una revista de La Saeta de 1988 y comencé a conocer en profundidad la Semana Santa de los tronos…
    Un saludo, y si el domingo busco la otra gran esencia de vuestra tierra que me disloca, la playa y el espeto, puede que vuelva a encontrarme con vuestra religiosidad popular, con esa espectacular procesión del Carmen del Perchel, embobarme de ese Niño Dios de Romero Zafra y quizás mostrarle a alguien muy especial un sueño, ver al Cristo de Mena, aunque sea sin Legión…

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  3. Pedro sabéis que nosotros ese día estuvimos encantados de enseñaros las imágenes y contaros las historias más cofrades que rodean a la ciudad que nos acoge. Estaremos encantados de volver a hacerlo de nuevo, volver a pegarnos una "pechá" de andar para ver todo aquello que la Semana Santa Malacitana esconde.

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