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martes, 2 de julio de 2013

MIERCOLES SANTO SEVILLA (I).

DEL HOLOCAUSTO A LA GLORIA...


Pues con las cosas, que estamos ya en el mes del pleno verano, donde pronto los “Carmenes” marcarán el pulso procesional de los tiempos litúrgicos y aun me quedan unas cuantas historias que recordar de lo que fue mi pasada Semana Santa. Y curiosamente voy a tener que contarles en el mes carmelita, la jornada del Miércoles Santo, donde este año, después de unos cuantos sustos, vino a inaugurarlo la dolorosa del Carmen que ha llenado Sevilla en los últimos años de un ligero sabor a mar cuando su palio azul se hace barca bendita para sumergirla en ese mar de devoción, de arte y categoría que es la Semana Santa sevillana.
Pero la jornada comenzó bien temprano, creo recordar que sin mucho miedo a posibles lluvias aunque el medio día creo que si estaba marcado por una inestabilidad que podría un día más poner la gloria de la Semana Santa en peligro. Pero en el último ensayo de costaleros en Linares, antes de la Semana Santa, el compañero Josito, al ayudarme a ponerme la ropa me aconsejó que el morcillo de mi costal necesitaba ya un recambio, sobre todo por su flacidez. Esta decisión, quizás tomada algo tarde hizo que me dispusiese a llegarme hasta cualquier local de temática cofradiera de la ciudad, que abundan en la misma, a adquirir uno nuevo, basándome en las características que me había aconsejado este loco del costal y amigo linarense. Por ello pensé en el famoso establecimiento  “Primer  Tramo Cofrade” con bastante fama en sus ropas –de hecho ahí adquirí mi primer costal- aunque la verdad tampoco tenía otro más a mano que conociese. Por ello me encaminé hasta Javier Lasso de la Vega con Óscar, con la promesa a Cris de que tardaríamos poco…
La verdad es que con iglesias abiertas, con la tranquilidad de estar en el centro, quien no hacia una paradita en San Gregorio para paladear el decimonónico sabor del Santo Entierro, donde nos sorprendíamos de ver a un hombre que se paró, en una actitud muy devota ante “La Canina”… le rezaría a la cruz digo yo… la esencia de la Semana Santa de finales de XIX triunfaba, el neogótico, Astorga, el paso alegórico por antonomasia de Sevilla y la sublime talla recostada del Hijo de Dios, era sin duda el Amor dormido en su sepulcro de rico según Sevilla… y salimos y el patio de San Antonio Abad abierto como es costumbre, para aquellos que buscan la  veneración a San Judas Tadeo, el Judas que si venera Sevilla, aunque al Iscariote también se le tenga aprecio, sin él ya saben, no habría Semana Santa… al mismo le dejé una velita, como las cientos que iluminan este singular patio que da acceso a la que mejor no les digo lo de siempre, “hermandad más antigua de Sevilla” porque ahí me vendrían los más estudiosos a decirme que es una gran mentira, y ya paso de polémicas… pero lo cierto, que había que volver a encontrarnos con Jesús Nazareno, con su singular paso, con su cruz al revés y a la Inmaculada pasionista junto a San Juan sobre el que siempre le suelo referir a mi padre, en las retransmisiones de la Madrugá sevillana, que es un “apoteosis de paso que se pasea por Sevilla”, las palabras de Dubé de Luque, en los noventa aún colean por mi casa cuando se pasea media catedral de Venecia, por la calles de la Madrugá santa… y me hizo soñar que como será, algún día, Ellos lo quieran, que la tendré que disfrutar y sentir por los poros de mi alma… poco tiempo después Cris nos anunciaría que él se quedaría y que se sorprendería con el Silencio por antonomasia por las calles de Sevilla.






















Llegamos al Duque, y desayunamos, creo que fue el único desayuno en tres días en la capital hispalense. Trago rápido al zumo, que se pierden la vitaminas, como me espetó Óscar y es que disfruta que cuente estos detalles… y llegamos al Primer Tramo, charlando con la señora que lo regenta y me fui con el morcillo nuevo, mucho más duro, un pelín más ancho, pero con la media tristeza que me lo quise llevar con un nombre bordado y no quedan con la palabra PRENDIMIENTO, obviamente ideados para los costaleros del misterio de los Panaderos pero que en Linares también podría valer, incluso esta cuaresma, uno de los contraguías de la Virgen de Regla, Luís Miguel Sánchez Fajardo, tuvo el honor de levantar la parihuela de ensayo del Soberano de Linares y nos recordó que el también era del Prendimiento, al fin y al cabo, el mismo son… curiosidad para la posteridad… pero como dije, no había y me tenía que llevar uno de los que hubiera, y de los que necesitaba solo eran los bordados, así que mejor que llevar sobre la séptima vertebra a una de mis locuras… AMARGURA.
Salíamos y ya se nos estaban haciendo largos, los diez minutos que íbamos a tardar, pero las piernas nos llevaban solas hasta una de las protagonistas que ansiábamos contemplar en la tarde, allá por San Martín de Tours un año más la mole de la Lanzada levantaba el asombro de todos aquellos que buscaban al Dios de la hermandad imperial de Sevilla. Y como uno es creyente y confía en Dios y en sus súbditos, y sabe que si le pides con devoción te puede conceder aquello que le pidas… una fotito a la Esperanza Divina Enfermera, que este año Félix no se pudo plantar ante ella a pedirle buen porvenir en el gremio, pero si le podíamos enviar un trocito de la Virgen “enfermera” a través de whatsapp a su novia, a Toñi, para que ella también confíe en que Ellos existen y Ellos son los que mejor les pueden guiar en la vida… seguramente fue Ella quien quiso viajar a través de la tecnología telefónica para llenaros seguramente la mañana de algo de Esperanza, y nosotros solo fuimos meros instrumentos…















Las calles Quevedo y Cervantes emergían en la plaza mientras a Óscar le retrotraían a su vida cotidiana en Madrid, y por ellas buscábamos nuevamente el hotel para “despedirnos” de Sevilla, yo hasta el Sábado Santo y Óscar hasta cuando Dios lo disponga nuevamente. Salimos del hotel –gratísima experiencia, ojala vuelva muchos años más- en busca del parking del Duque  o más bien de la Concordia con las maletas para ir nuevamente en busca de la Esperanza… aquella que este año por marzo cumplía diecinueve años… pero el cielo un día más  comenzaba a asustar y allá por donde se abre el Miércoles Santo las cosas no estaban muy claras, en Nervión aún no había noticias claras… el temor a que el Miércoles se convirtiera en un día como el martes nos ponía nerviosos, y es que hoy con las calores me sigue amargando pensar en las ultimas Semana Santas… encima en el Parking, en un despiste, me subí aparatosamente a lo alto de un bordillo que podría haber deparado un reventón del neumático y tener que viajar de vuelta con una rueda de repuesto. Incluso me encontré que una luz delantera estaba fundida y tendría que volver en la noche “tuerto”. Ciertamente me puse muy nervioso pero al final no fue nada, pero no sé, el susto que me entró me costó quitármelo, cuando por la avenida de Torneo en busca, un Miércoles Santo más de la alcoba de la Virgen María en Sevilla, “El Llamador” nos indicaba que íbamos a vivir un nuevo Miércoles Santo en Sevilla, nunca antes vivido… el Dios de la Sed y su Madre de los ojos color “cielo Andalucía”, el que ansiamos los cofrades desde hace tres años, decían hasta el año que viene… este año el palio de Charo Bernardino no levantaría la algarabía de Sevilla soñando con un Miércoles Santo de lo más normal… completo.
El percance en el parking, la Sed no salía, cambio de planes, nueva experiencia, temor a que se repitiera el Martes Santo… ciertamente me indispusieron, me pusieron de muy mala leche, con lo que me costó este año poder volver a la Semana Santa de Sevilla, todo parecía que se iba a esfumar… atravesando la Resolana, al vislumbrar el arco de la gloria según Sevilla, llegué a tentar a Dios… bueno a su Madre y frustrado exclamé: “ay Macarena, seguro que ya ni me guardas aparcamiento…” dudé de Ella, dudaba de los designios de allí arriba, quien no duda cada día de Ella… pero busqué aparcamiento en una basílica hasta las trancas, buscando el corazón del barrio de los macarenos, como siempre por las puertas de San Gil y… el mejor aparcamiento de la zona estaba esperándome… Óscar se reía, me decía: “pero que suerte tienes siempre…” pero a mí se me frunció el gesto, sabía que eso venia porque la vecina de verde se marchaba riéndose, la vecina que dicen está entre el llanto y la sonrisa. Los agobios me los quito Ella de un plumazo, me solucionaba el aparcamiento para todo el día bien cerquita de su casa, y tan solo quedaba entrar en el reino de los cielos, porque la Virgen es la misma en cada iglesia, en cada pueblo, pero un pajarito me contó que en la pradera de los atardeceres eternos, en donde se vive de verdad, hay un especie como de casa de campo que se asemeja mucho a lo que cada viandante ve cuando pasa ante la Basílica de la Macarena, y que en esa casa es donde vive la nacida sin mancha y que Garduño la peina para siempre casi como si estuviera en casa, ya que dicen que su alcoba está entre el camarín y el palio de la Macarena… entré algo triste, sintiéndome mal, lo reconozco y no me avergüenzo de contarlo, como si le hubiese faltado a mi madre o a un ser querido, me costó levantar la vista y contemplarla como siempre; radiante, bella, tan real y tan de otro mundo, pero allí estaba la Esperanza y casi me daba un tirón de orejas por ser a veces como soy… como siempre, la basílica llena de aquellos que la buscan, por cualquier motivo, desde el turístico, el curioso hasta el que la tiene como una vecina más… casi como su segunda madre.















Que sería del barco donde sorprende su hijo de la Sentencia, si no estuviese allí, hablaríamos de un San Gonzalo, un San Benito… seguramente mucho más, pero es que Dios lo tiene tan complicado en esta casa, donde su Madre se convierte en esa Diosa revestida de sol, coronada de estrellas y la luna a sus pies del Apocalipsis que siempre está “El Sentencia” en un segundo plano, aunque el mismo haya tenido que montarse una legión fiel y casi romana de seguidores macarenos. Que tendrás Macarena, que en el bar de Sergio siempre te busco en esa estampa que daban en las mesas petitorias –para caridad, esto no es comercio en la casa de Dios-, la misma que te pasó Óscar por tu remozado manto de tisú. Curioso, hoy estaba leyendo sobre una hermandad andaluza donde se decía que el manto de su virgen está considerado el mejor de su género… quien escribirá esos rankings, porque está claro que por la Macarena y Sevilla no se ha pasado… obviamente Óscar se llevó la reprimenda del guardia de seguridad, pero es que una devoción tan enorme, como no llevarte aunque sea un poquito de su suave roce, si desde abajo se presentía su aliento, mientras las mariquillas nos hacían ver que algún día, alguien descubrirá que la Esperanza Macarena respira… que tendrás Macarena me preguntaba a salir, encendiéndote esa luz para que tu ilumines a los míos, que tendrás que muchos que no pueden evitarlo, salían como te cantó horas después un saetero, que tendrás que todo el que te mira tiene que romper a llorar…
Sin La Sed, buscamos el centro, sin tener aún muy claro como acabaría el Miércoles Santo, con nubarrones y sol, y buscamos por última vez en la Semana Santa el bodegón allá por la plaza del Museo… allí que me perdone la Macarena, la esperanza se tambaleaba, yo que quería este año verla como Dios manda, la cofradía, o mejor dicho, la primera cofradía torera de la jornada dejaba igualmente a Sevilla y a su populoso en el recuerdo, barrio de San Bernardo, huérfano de la Salud crucificada y del Refugio de su Madre… incluso creo recordar que el cielo les daba la razón a las dos primeras hermandades en echarse en estación de penitencia , cuando comenzó a llover con la intensidad digna en Sevilla para suspender una estación de penitencia, y haciendo tambalearse a esa regla que siguen las cofradías, en la que cuando se echa una a la calle, todas le siguen detrás…
Es curioso que yo censure a aquellos capillitas, cofrades, semana santeros que cuando van sobre todo a Sevilla, se desvíen en otros entretenimientos que no sea la Semana Santa. Creo que eso además de ser un “espectáculo”  es una escuela inagotable de sabiduría donde cada oportunidad debe de ser aprovechada al máximo, cualquier detalle por insignificante que parezca, es una lección magistral… siempre decía que como alguien pude perderse el ver a una hermandad por darse unas vueltas por el Corte Inglés, ciertamente como lean estos los dirigentes de esta multinacional, son capaces de denunciarme, pero llovía sobre Sevilla, casi a la hora en que debería salir la Estrella de los mares de la calle Feria estaba próxima… había que entretenerse en algo, y desde el Duque, los artículos cofradieros del Corte Ingles llamaban mi atención… y hasta allí que fuimos a echar el rato, ya ven como no se puede hablar muy alto, estaba en el Corte Inglés en Semana Santa.
Allí dentro nos encontramos un personaje peculiar de la Semana Santa sevillana, curioso personaje para muchos que aún no conocen todas las esencias de las cofradías sevillanas. Nos encontramos a un encendedor de cera de los pasos, pero uno de los especiales, los pertenecientes a las sagas de encendedores, porque si, en Sevilla también hay familias o grupos de personas que obran como profesionales pero sin cobrar –que yo sepa-, y salen cada jornada encargados del encendido de la cera de los pasos. Aunque no conozco su nombre, si sé que pertenece a la saga de la familia Santizo, la cual, su patriarca llegó a ser hermano mayor de la hermandad de Torreblanca. Sin conocerlo entablamos conversación con él ya que llevamos unos cuantos Domingos de Ramos caminado junto a él, tras el misterio del Señor de las Penas de Triana, y se sorprendía de que gente de Jaén –Cris espetó que él era de Linares- también lo conociese, por cosas así Sevilla, le pese a quien le pese es… bueno que os lo explique Antonio García Barbeito en su pregón: “Yo no digo que ella tenga lo que ninguna otra tiene. Digo que si alguna viene a compararse, que venga...”
La tarde pintaba mal, pero no quedaba otra que continuar, y un día más esperar, y la tarde sería de esperas… había que subir nuevamente hasta los dominios de la Madre de Dios en Sevilla, hasta la calle que hasta que Ella no la pisa, parece que no ha llegado la Semana Santa a su asfalto, a sus paredes… la calle Feria. Pocas horas antes, cansados, veíamos como Ómnium Sanctórum no nos esperaba para contemplar su catequesis plástica del martes, viendo desde la puerta de un bar como la selección española le daba al resto de España, al otro resto una noche de martes más… y no queríamos lo mismo, pero lo temíamos, pero hasta allí plantaríamos nuestra primera espera de esperanza, de un nuevo Miércoles Santo,  al final, Dios nos plantaba un nuevo Miércoles Santo donde he empezado todos, en los dominios donde Dios seria negado, a un nuevo compás, a un nuevo trinar de platillos y cajas de esencia sevillana y esa salve marinera volvería a retrotraer en nuestros oídos ese rumor de mar en oleaje cuando las Vírgenes del Carmen se apoderen de los mares de esta nuestra querida y difícil España…
Oscar estaría súper  acertado con la cámara, cuando con apenas dos fotografías pueden contemplar cómo se puede pasar del holocausto a la mismísima gloria… ven como llovía cuando llegamos, que llegamos tan solo por llegar… y el cielo comenzó a abrirse y el Carmen Doloroso nos eternizaba la espera sobre esa pared donde llevo dos noviembres viendo la gloria de María para Todos los Santos, la esperanza dio su fruto y porque Ella siempre lo quiere nos quiso despedir con la gloria, se hacía un día más la Semana Santa de Sevilla, el Carmen Doloroso se erigía en nueva “valiente” para gloria de las cofradías sevillanas y eso es que Dios tendría ganas de que recapacitáramos contemplándolo, como mira con amor y sosiego a aquel que le había jurado la misma vida horas antes y lo iba negando, hasta tres veces, dándonos una lección de vida y amor para caminar en este valle de lágrimas… las que derramó San Pedro hace apenas tres días desde la torre que corona un Giraldillo…



CONTINUARÁ…

Fotos: Óscar Ortega Padilla.

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