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viernes, 12 de julio de 2013

MI "BAUTIZO" EN MÁLAGA... YA NAVEGA LA ESPERANZA... (V)

El día había sido intenso, y ciertamente continuar se hacía un pensamiento en mi mente algo complicado, pero claro, habíamos bajado a esto y para esto, como siempre, pero como se nota un mes, que digo veintidós días, por mucho deporte que intente hacer uno, sin estar diez horas de pie soportando mi considerable peso, aunque intentemos bajarlo, aunque la verdad que el día tuvo que deparar muchos kilómetros recorridos. Por ello, nada más aterrizar en la explanada de Santo Domingo, ante el portón del salón de tronos de Mena, lo que buscábamos era “bajar los costeros a tierra” hasta donde pudiéramos para intentar retomar fuerza hasta la salida que la verdad no sabía cuánto le quedaba y poco me importó ya… hubiese estado horas esperando  en tan cómoda situación….
Como suele ocurrir en estas circunstancias, cualquier resquicio donde poder sentarse se encontraba completamente abarrotado, pero curiosamente otra plaza aledaña, buscando la basílica desde el mismo salón de tronos de Mena, se encontraba con algunos bancos libres… seguramente yo que tengo mano con las Esperanzas, Ésta más buena moza del Perchel, también sabia de mi necesidad en el momento, y allí, a los pies de esa curiosa casa de la Congregación de Mena, que me pareció algo así como una vieja estación de ferrocarril, pudimos descansar todo lo suficiente mientras en la lejanía se palpaba como la masa iba creciendo ante los portones del salón de tronos “esperancista”, esperando un lugar privilegiado para poder darse de bruces con esa enorme mole, más barco que nunca, para eso está en ciudad marítima, del trono de la Esperanza de toda una ciudad. Ciertamente el cansancio nos hacia desistir de esa espera y de ese privilegio, casi intuíamos que la salida no podríamos verla y que ya sería en otro punto donde el desahogo y la espera fuera de otra manera. Pero llegó la hora indicada, y el cortejo, con la única prácticamente presencia de público reducido a los tres bailenenses, eso sí “perreando” en el banco,  salió como antaño desde Santo Domingo en busca de la basílica al que se le uniría el único y gran protagonista del acontecimiento;  la Virgen de la Esperanza, esa bella dolorosa de ojos penetrantes, seguramente casi de la misma firma del inmortal Pedro de Mena, el “Montañés” de los malagueños que cierto día, hasta Ella “sufrió” el soplo que desde el interior de Andalucía bajó hasta la costa desde Sevilla, cuando sin ninguna duda, los que ya hemos vito unas cuantas muestras, se le dibuja la esencia “duartiana” a la Señora de Málaga –el cuello y las facciones enmarcan sin duda la escuela de Luis Álvarez Duarte, siendo las manos completamente obras del sevillano-, algo que en la mayoría de los casos, si considero que fue un error cuando Málaga, o una aparte de ella, comprendió que Sevilla les podía dar más que quitarle, aunque digan que este asunto siga escociendo mucho entre unos ciudadanos que no suele tener agrado o afecto –sin generalizar claro-, como en tantos ejemplos de nuestra geografía nacional, con los ciudadanos de una metrópoli vecina en similares circunstancias…
Y se hacían los sonidos que desprenden el aroma de la pasión, una estampa nueva,  entre un clima nuevo, porque sin duda nunca antes había estado en una tarde calurosa donde se sentía el frescor del mar y esa esencia salada que impregna cualquier ciudad costera –aunque ahora que lo pienso, si he visto la Virgen del Carmen de la barriada del Palo-. Y estábamos en la cuna y las cornetas y tambores se alzaban evocado los sones de la mítica Bomberos, y las aportaciones del maestro Escámez -sonó "Virgen de la Paloma"- o Bernardo Poyuelo, pero ese son, por malagueño siguió dando evidencias de donde quizás miran hasta quien más lo niega… la banda de la Esperanza, quizás la mejor de la ciudad en la actualidad llenaba Málaga de sus sones de siempre pero tal como Sevilla los reinterpretó -sonó "Amor de Madre"- hasta nuestros días aunque el ritmo de la percusión si siguió más los modelos demandados aun en Málaga – con la prestigiosa visita a la ciudad del último gran eslabón en la evolución de esta música-… curioso, aun no me había cruzado a nadie conocido como en otros tantos lugares, pensé “Málaga para los que son como yo aún les cuesta trabajo…” pero de repente, desde lejos, vi como no podría ser en otro sitio a Gabriel, el director del Despojado de Jaén junto a la banda de la Esperanza que en toda la tarde-noche me dejó bastante impresionado desde la última vez que la escuché, hace creo que unos diez años en el II Memorial a Alberto Escámez en Linares, quien mejor que una banda malagueña para ello…





Total que cuando las ultimas autoridades y representaciones se acercaban al salón de tronos, con fray Ricardo de Córdoba entre otros, nos levantamos y buscamos la oportunidad de presenciar la primera salida, mi primera vez, de un trono malagueño y aunque los amplios espacios se encontraban a rebosar si pudimos acercarnos lo suficiente para verla salir aunque fuese de perfil. Es curioso como algo que no había visto lo percibí como si ya lo conociera, años y años de interés cofradiero a través del televisor hicieron que cuando escuche el alboroto ante los primeros toque de campana del mayordomo, como creo que llaman al capataz de dirigir a los hombres de abajo, de trono, pero de abajo, pareciese que llevase toda la vida viviéndolo, cuando comenzaron a lamer el aire malagueño las cabezas de varal y la banda de música de la hermandad comenzó a entonar el solmene Himno de España y después el Himno de la Coronación como hace XXV años, como me informó el bueno de Pedro, y es que en toda la noche solo reconocería una marcha, al parecer el repertorio malagueño primó ante todo y la verdad estoy bastante “pegao” sobre el mismo. Incluso cuando se alzaron entre la marea de gente las campanillas, me pareció algo común y no algo nuevo, lo cierto es que comencé a sentir que el directo le daba otra esencia a esas cosas que nunca me convencieron de la idiosincrasia cofradiera de esta ciudad, y esa algarabía ante la que es su imagen de la Virgen más predilecta, le daban un perfecto enmarque al enorme trono que comenzaba a girar buscando el puente, para irse a Málaga…
Un experiencia nueva, con ello ya hubiese valido la pena, pero como es mi costumbre en estos casos habría que buscar más momentos, más pasión y sin duda sobre el puente de los Alemanes viendo tal magnitud de arte cruzando el puente al que le da nombre, con el sol malagueño declinando la rodilla ante su Madre suprema, entre los claroscuros, me dije que había tardado mucho en ver esta maravilla, aunque a mí lo que me siga removiendo el alma sea otro puente y otros pasos, que sin duda marcan el pulso a este apasionado de las cofradías que no por ello, sintió la necesidad de bajar a la quizás otra gran ciudad de Andalucía a disfrutarla.












Dio tiempo –esto de la pasarela o puente de los Alemanes es un gran invento, que un Lunes Santo en Sevilla le vendría que ni pintado a Triana…-incluso a apostarnos a la salida del puente de la Esperanza y ver como la Virgen, altísima en su retablo andante venia ya entre compases malagueños bendiciendo a su ciudad, con la esencia de su mundo de abajo, es decir, ese “costero a costero” que algunos dicen por allí a las orillas del mar cogieron los sevillanos y sobre todo parando mucho, seguramente por el enorme peso supongo y lo que se tiene que clavar esos varales en los hombros, cuentan, que los que se tiran toda su vida saliendo bajo los tronos, lo tienen deformado. Es curioso que ese momento fuese captado por los fotógrafos del Diario Sur para la portada del famoso diario malagueño del día siguiente, cómo tomando un café en una heladería del Algarrobo al día siguiente nos visualizamos entre la masa malacitana contemplando a la que reparte la Esperanza en esta tierra de marineros… hasta para eso Ella quiso que no nos fuéramos decepcionados de su tierra.
Sin duda la magnitud de los tronos malagueños puede impactar por la altura de los mismos, sobre todo de los palios, cuando esta joya del bordado salido de los talleres de la Trinidad, estrenado en el año 2000, hacía que hasta los altos semáforos se tuvieran que girar para no entorpecer el discurrir de este galeón, que es señal inequívoca de la idiosincrasia cofradiera de Málaga.
El siguiente punto, bordeando el rio seco, ascendiendo en dirección norte, con la singular estampa de Santo Domingo de fondo, nos aria cruzarnos con más sevillania, cuando curiosamente los malagueños también llevaron el altar de la Esperanza ante el altar de la pobreza. Sin duda sentí un escalofrió cuando Santa Angelita de los pobres, en su figura petrificada parecía ver en la lejanía a una Esperanza que quizás nunca conoció, pero que con total seguridad quiere igual que aquella que vive en San Gil. No sabía que cerca estaba el convento malagueño y que sus voces angelicales le cantarían a la Esperanza, y pena porque quizás si hubiese estado en ese punto, hubiese podido abrazar al buen amigo ovetense Ígor Freijo que se encontraba en tierras malagueñas y se acercó a conocer las grandezas cofradieras de la ciudad, una tristeza que me enterase de su presencia días después, aunque luego también estuvimos en un punto en común, mucho más reducido, como es la Plaza del Obispo, y tampoco nos encontrásemos.
Más adelante, la banda de cornetas erizaba el pelo y me traía aires de San Gonzalo con la genial partitura de “Un cielo para mi Virgen”, muy “cigarrona” sin duda esta gran banda malagueña. Curioso cómo les advertía a mis acompañantes, más despistados en esta música, con cierta pero humilde rimbombancia que esa marcha la había realizado mi sustituto en un atril… Bienvenido Puelles, gran culpable de que hasta en la cuna de las cornetas y tambores se siga la evolución implantada en Sevilla como veíamos y sobretodo escuchábamos  y es que como me dice mi amigo Pedro Soriano, mejor o peor , ya nadie te puede quitar que en esta vida has sido pregonero, gracias entre otros a un buen amigo que disfrutaba metros antes de la esencias de nuestra tierra, y es que ellos allí en Oviedo, también tienen su pellizco malagueño, Piñero siempre le tiró mucho Málaga, quizás mi admiración por esta Semana Santa me la transmitió una vez más, él.
Las primeras sensaciones que me resultaban de las experiencias vividas, casi como me preguntaban mis acompañantes, “que qué me había parecido todo” era que sin duda gracia y calidad había a raudales pero que no sé, sentía una falta de algo que también lo he podido percibir en multitud de ciudades como Granada, Jaén, Córdoba, Almería incluso Jerez o hasta Cádiz, que nos aleja en poderío  “humano”, “cultural” o “sentimental” de Sevilla, lo sé, es complicado de explicar,  quizás vi escueto en hermanos de fila a toda una Reina de Málaga - vi extraño el sentido de algunas insignias en el cortejo, con dos “bacalás” idénticas pero sobre diferente color del soporte textil- quizás la hermandad más grande, sin duda entre las de mayor arraigo de la religiosidad popular malacitana. Para que algunos comprendan que cuando les hablo de Sevilla no todo es patrimonio o dinero, es un alma diferente a todo… incluso sin querer parecer esto una eterna comparación, pero para mí por mi forma de ser y mi cultura, se me hacía inevitable, la magia y el arte del fenómeno o folclore popular no es que no se diera, sino que no me transmitió como me ocurre con el otro gran modelo, la magia que siento ante una buena cuadrilla de costaleros realizando chicotás tras chicotás no era lo que sentía ante los pocos metros que andaba el trono con tanta parada y prácticamente pasando de la música… curioso, en la noche pude conocer un poquito a un malagueño que ha escrito un libro donde intenta explicar la importancia que deberían darle las cuadrillas de hombres de trono al caminar de los tronos al compás de la música… sin duda, este hombre fue mayordomo del Cristo de la Agonía de la hermandad de las Penas –archicofrade de Dolores de San Juan también- y esta hermandad como me dijeron los Abolafia está quizás muy señalada de “sevillanista”… curiosamente este hombre, que no recuerdo el nombre iba acompañado de uno de los genios que le dieron sentido a esta cultura del costalero y el valor de la música y que en Málaga parece que se le está intentando buscar una esencia similar pero propia, sin duda el discurrir de la Agonía por la iglesia de San Agustín, y eso que solo lo he visto en videos, es digno de ejemplo de esta búsqueda de las nuevas esencias… creo que también volví a reafirmarme porque un día cambié por completo el ritmo de mi vida cofradiera, y que si alguna día habría que retomarla había que mirar inevitablemente a Málaga o como Málaga lo hizo y sigue haciendo… aunque ya me duelan la boca y las yemas de los dedos de decirlo.
Creo que mi buen amigo linarense, Álvaro “Waly”, que me lo encontré por sorpresa en este punto acompañado de su pareja Aurora, pudo sentir similares sensaciones… para que veas que te iba a nombrar, un honor por cierto hacerlo y encontrarme contigo en Málaga.

CONTINUARÁ…

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