Buscar este blog

lunes, 29 de julio de 2013

SÁBADO SANTO SEVILLA.(I)

SÁBADO DE CANELA Y CLAVO...


Me decía una antigua vecina, de esas que son casi como de la familia, de las que me abrazaron para mitigar la furia y la desesperación aquel lluvioso 17 de mayo de 1994 cuando me enteraba que las puertas del cielo se abrían para recibir a un nuevo ángel… que si Jesús hubiese tirado la toalla hace casi dos mil años hoy yo no estaría aquí entreteniendo a la gente con mis ocurrencias… su mensaje fue de los más directos al corazón, yo intuyo que fue Él quien la quiso utilizar, seguramente de la persona que menos hubiese pensado que intentaría paliar mi decepción, aunque aún sigo esperando otras tantas. Que complicado es subir esta calle de la Amargura que es la vida, pero Jesús la subió y sigo sin entender cómo pudo hacerlo. Es curioso donde a veces uno puede encontrar el pellizco para enfrentarte a este teclado que no recibe los tecleos más exactos, correctos y formados de los que muchos suelen gozar y que yo no, y que por más que lo intento no consigo alcanzar, no sólo a realizar, sino hacer entender… muchos o quizás pocos si me entienden, y les importa el contenido más que el envoltorio, por ello ya tomaré las decisiones oportunas cuando crea conveniente.
Pero le tenía prometido a mis amigos Pedro Guerrero y David Mira que con mis “infumables textos”, que a ellos si les apasionan, escribiría la crónica, tan tardía que casi besará el mes de agosto, de la última jornada cofradiera de la que disfruté este año santo del Señor donde se intenta intensificar la fe, esa fe que ciega algunos y los hace desvirase del camino, henchidos el pecho, a veces dolorido, quizás amoratado de los golpes que se dan en el mismo creyendo que solo su verdad es la única y la única que vale… y hay que hacerla imponerse pisando a quien se requiera y de las maneras posibles, aunque haya que menospreciar la vida personal del que ellos consideran meros “contrincantes”… igualito que Jesús, igualito…
Es curioso que con las ganas desparramadas por el suelo, visualizando una serie televisiva con la que realmente me rio bastante –algunos dirían que es digna de los chabacanos… ir abandonando este blog, os lo suplico-, “La que se Avecina”,  Jesús, como me dijo mi vecina Irene, me ha enviado la inspiración… ya no era solo la promesa a dos amigos que si han aparecido en la noche oscura del alma…
En la parodia de la serie televisiva, se celebra un esperpéntico velatorio donde la beata de la serie entona algo así como: “¿muerte donde está tu victoria?”… Seguidamente ha venido a mi mente un lugar donde esa frase retumba a gloria, porque sí, me encanta mi lenguaje empalagoso, me acerca más a Dios, aunque obviamente por la calle no hable así, de ahí que algunos paisanos sigan dudando que yo escribo todo lo que leen… no sé de qué se extrañan, ahí está mi nulo nivel ortográfico… aunque haga callar a un teatro, bueno teatrito o salón de actos en apenas veinte minutos ante incluso varios profesores, uno de ellos la mismísima alcaldesa que miraba impresionada a mi madre y le asentía positivamente ante lo que estaba escuchando… un dato a tener en cuenta de este analfabeto para valorarlo, el orgullo que se llevó durante varios días mi madre quizás sea la recompensa a este estrés al que no le encuentro o encontraba sentido.



Pero volviendo a la serie, entre sus ocurrencias, las puertas terrenales de la gloria en Sevilla se han abierto para recibir al Resucitado, donde cada año, cuando sale eso sí, las Hermanitas de la Cruz cambian sus tristes pero penetrantes cánticos por los gloriosos para El que se levanta triunfante de la muerte y sigue echándole el pulso al de los cuernos con pata de cabra. El “Resucitó” de Kiko Arguello, con aquello de “¿muerte donde está tu victoria?” ha saltado a mi corazón y me ha hecho pensar que sigue siendo un sueño u objetivo, el vivir esta gloriosa mañana ante las puertas de la casa de Santa Angelita de los pobres… quizás ha sido también élla, la que me ha recordado que mi punto álgido en el ya, lejano Sábado Santo fue escuchar a sus siervas cantarles tristes verdades a las Reinas de los Servitas, la Piedad (Dolores) y la Soledad, y tal como obraría con el Baratillo, sin olvidarme que en su regazo descansa la Providencia de Dios. Sin duda este momento llevo meses queriendo contarlo…
Y seguramente la providencia ha querido, que a través de “La que se Avecina”, el espíritu se me llene de aire y de ganas para comenzar a contarles lo que fue para mí el Sábado Santo de 2013, volviendo para dar el aldabonazo a la semana más grande de mi vida a la ciudad eterna que se alzaba ayer mismo desde la carretera de Cádiz cuando volvía de Conil de la Frontera –pagando el peaje-… la torre Pelli y el Puente del Quinto Centenario –“Paquito” para los de sevillanas maneras-  abría las puertas de la modernidad hasta que las torres de la Plaza de España y sobre todo el primer rascacielos de la humanidad, coronado por la fe hecha veleta giratoria, Giraldillo divino, se alzaba triunfante que casi me meto por la Palmera a echarle una visitilla, pero erizó mi vello, y la verdad no sé cómo explicarlo ya, y creo que ya no me importará si no lo entienden y quizás daré poca opción a la réplica… esa ciudad que visualizaba a mi izquierda subiendo la S-30 me disloca los sentidos, porque es ella la ciudad de la Semana Santa, sin más, aunque en ella también se cuezan habas, pero que sin duda más quisiéramos el resto tener que cocer esas habas…


Así, tras acostarme tarde, con la promesa de David de venirse conmigo me levanté a eso de las ocho de la mañana del único día radiante de la pasada Semana Santa. Un whatsapp inesperado, pero en el momento preciso de Pedro Guerrero le abría las puertas de la ilusión, de encaminarse con este simple, si, simple y humilde capillita a conocer por fin a la capital hispalense en un día de Semana Santa… la mejor fecha para conocer la ciudad…no, mejor decir, para sentir, simplemente…
Ciertamente al ser algo más mayor que ellos –yo he asistido a la boda de los padres de David…- me supone un cargo de responsabilidad, que asumo con respeto y con la ayuda de Dios, pero también me supone un enorme placar el contemplarlos con los ojos entornados conociendo lo que ni los videos pueden llegar a mostrar... coinciden en que fue el gran día de sus particulares Semana Santas… El viaje fue temprano porque la mañana del Sábado Santo se abría con tintes de Madrugá, la lluvia en las primeras horas del día del Viernes Santo hizo que se rompiera el final de la jornada más sagrada de la Pasión según Sevilla. La Macarena fue la única que se alzó en valentía para volver a su templo, pero el Señor de la Sentencia dejaría en la Anunciación a los Gitanos más benditos de Sevilla, al Señor de la Salud y a su Madre de las Angustias que volvería a su Santuario en la mañana del Sábado Santo junto a la otra Señora de Sevilla, y esto a David le alteraba la emoción, cuando los “Morenos de la calle Pureza” dibujarían también la populosa vuelta hasta Triana…
Llegamos con la hora justa, en torno a las once de la mañana se echarían los cortejos a la calle, esta vez, sin nazarenos claro está. Aparqué por primera y única vez esta Semana Santa en la Cartuja, a los pies de la polémica y alta torre Pelli que ayer contemplaba con nostalgia desde  casi la barriada donde Dios es prendido en las vísperas y su Madre desparrama la gracia de su Dulce Nombre por las calles de Bellavista… pero qué grande es el sentimiento cofradiero sevillano, hasta donde llega, pensaba ayer.



Rápidamente atravesábamos Sevilla en busca de la Campana - por la calle Bailén- y la calle Laraña cuando a la puertas de la iglesia establecida en la céntrica vía sevillana, la Anunciación , se encontraba la gran masa, como siempre y casi con cualquiera de sus cofradías, para contemplar casi una nueva segunda estación de penitencia de la hermandad de los Gitanos. El “Undebel” ya se recortaba en la lejanía, con su porte señorial, nunca un nazareno tan derecho me inspiró tanta fuerza, no sé si Fernández-Andes se guio en el movimiento del antiguo titular, seguramente salido de las manos de uno de los protagonistas de la jornada, el genial José Montes de Oca, para configurar el porte del actual Señor de los Gitanos –aunque el cuerpo actual se debe a la gubia de Álvarez Duarte- que aunque no en su habitad habitual, me concedía por primera vez el honor de verlo caminar, sin tientos ni Madrugá, por Sevilla, y curiosamente como imaginaba que tuvo que haber sido la primera vez, en silencio, sin sus inseparables sones de Eritaña marcando su lento caminar, en aquel frustrado vía crucis por el Año de la Fe del mes de febrero donde la música según el arzobispado no podía tener cabida, tal como ahora les han dado por exigir para estos extraordinarios traslados cuando las cofradías suspende su estación de penitencia y tienen que volver en otra jornada, porque si es en la misma parece ser que la música si tiene cabida. Ya se vio con el Despojado, La Paz o La Macarena…
La verdad, la escena no era lo mismo, además el paso caminaba como si detrás fuese la banda que para mí es insustituible tras su caminar, es decir Virgen de los Reyes o hasta la que es realidad, la banda que ostenta el título de la hermandad, que en esta nueva apuesta musical sigue sin convencerme. El Dios Moreno caminaba sobre los pies, despacio, tal como tiene que avanzar en la Madrugá santa, cuando la música se enlaza a veces rozando la extenuación y el lógico desgaste de sus costaleros. La verdad, como hizo el pasado año San Gonzalo, en silencio me gusta más ver a un paso poderoso y abriendo el compás, en sí, estos traslados recrean la vieja estampa en la que nació la Semana santa, la penitencia, eso sí, sin penitentes ni nazarenos y el silencio, y por ende el sobrecogimiento. La áureas y portentosas andas del maestro Martín Fernández desprendía sevillania, aunque a algunos solo les parezca este estilo la única esencia pura de la retablística sevillana… y a mí se me pone en duda mi imparcialidad, aun exponga cientos de tochos para comprobarlo, pero bueno, esto en gran medida se puede subsanar…





Se marchaba el de la piel tostada del pueblo calé y por la puertas de la vieja capilla universitaria –donde además de cultura, se enseña prepotencia y soberbia, por lo que este blog también me ha hecho dilucidar, por no decir además la religión del golpe de pecho…-  asomaba el amor devocional del gran Alberto Gallardo, lo suyo era haberla conocido moviéndose mimosa mientras los piropos del ultimo capataz poeta vivo se alzaba y hacían llorar a los puros de verdad y reír a los ineptos… su Madre Angustias, que si había conocido en la calle en 2009 –y quizás en el próximo octubre en su proyectada salida extraordinaria-, dibujaba la atípica estampa de su singular palio de varales salomónicos entrecortándose en el arco de medio punto de la casa donde la Virgen del Valle, junto a San Juan y la Magdalena la despedían, en su tradicional sacra-conversación, aunque no sé si ya estaría montada… pero lo supuse. La bella Gitana sevillana seguía similares compases que su Hijo, como si la banda de Olivares entonara “Reina de San Román”, la verdad que ¿porque no se le puede poner música, cuando se tardó en regresar lo mismo que si la hubiese llevado? ¿un pulso a la teoría contraria?
Fue fugaz pero mis acompañantes disfrutaban, y en esta ocasión conté con las fotografías de David que ilustrarán toda esta crónica… si Dios lo quiere, ya cuento con una cámara para futuras experiencias. Había que caminar rápido, como no andaban los pasos de los Gitanos que se alejaban con San Pedro al fondo bajo “las Setas de la Encarnación”, polémicas ellas, y es que Sevilla sale de un disgusto arquitectónico y se mete en otro allá por la otra orilla, y sin duda la torre Pelli también dibuja nuevas estampas cuando Triana vuelve siempre a Triana.


Y la que volvía era la que llaman simplemente Triana, donde como pasa por la Resolana, manda más la Madre que el Hijo… no era un Sábado Santo normal, la Esperanza de Triana y su Hijo de la Tres Caídas volvía a los Marineros, y esto trajo que muchos, de fuera sobre todo cumplieran el sueño de verla caminar por las calles de Sevilla. Como salían a la misma hora la buscamos por Reyes Católicos, por las puertas de Triana en Sevilla pero el cortejo aún se encontraba en la orilla de la vieja Cava, ya saben que el Arenal para algunos es la antesala de Triana. Allí esperando en la revirá de Pastor y Landero, bajo lo que ansiamos toda una semana, un achicharrante sol nos invitaba al refrigerio de esa Cruzcampo que he vuelto a saborear estos días de descanso en las costas de Cádiz… y es que el sabor de Sevilla con sus cosas es inconfundible…

CONTINUARÁ…


Fotos: David Mira Durillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario