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miércoles, 6 de noviembre de 2013

MOMENTOS MAGNOS (VI)

La Córdoba antigua, la del barroco granadino-cordobés si es que se le puede llamar así, nos trajo al Dios Caído por el peso de los pecados de la ciudad de los califas del albero. Cornetas y tambores anunciaban su llegada, curiosamente con marchas en honor a otro Caído que por vivir donde vive seguramente es más inmortal su figura, pero que al fin y al cabo, recordando al pregonero… Córdoba si lo ve caer tres veces lo vuelve a levantar otras tres… momento efímero que vino precedido de una suntuosidad y un sabor a la elegancia de altos quilates… es curioso, el pasado día de Todos los Santos, en una búsqueda infructuosa que se deshizo por los horarios y los compromisos, volví a plantarme en aquella ensoñadora plaza cordobesa, la Compañía de Jesús se alzaba majestuosa y sus puertas nos invitaban, aun con las apreturas en las manecillas del reloj, a buscar su interior, su apoteosis artístico y devocional y su cofradía… ¿sería una señal? En una pequeña urna descansaba el sueño de los justos el ancestral Cristo Yacente de la ciudad califal que  al cerrar  la jornada  me pregunté y le pregunté… ¿habrá sido casualidad?





Es curioso como en ocasiones lo secundario realza y magnifica. Una estética, un sabor rancio, un andar, y porque no decirlo un capataz nos llevó hasta los pies de la manierista urna de Córdoba. David se detuvo en todos los detalles artísticos que como ven colman el álbum fotográfico. Es curioso que hace unos días le comentase al mismo Curro que Antonio Santiago, su amigo, su capataz, su maestro –con permiso de su padre- sin quererlo colmase muchas de las fotografías que los curiosos y devotos lanzaban al paso del Santo Sepulcro en esa magna que sin duda lo ha tenido que revalorizar muchísimo más en Andalucía, al paso digo. Muchos de nuestros enemigos, de las cofradías me refiero, aunque muchos también sean cofrades y cristianos, nos desmantelarían el tinglado si tan solo le mostrásemos todo esto, pero no… a mi sin buscarlo, los pies me llevaron hasta la Compañía, y allí prácticamente había silencio y humildad de un Cristo muerto y su Madre del Desconsuelo junto a María Magdalena y el discípulo amado… y me arrancaron un Padre Nuestro y un Ave María… bienvenida sea la estética, el arte y la gracia del mundo de abajo…

































Y la muerte manierista y de compás poderoso se diluyó dejándonos la estela para que el compás de un ancla nos trajera la vida al corazón de Córdoba… Dios traía la Nueva Buena en un Domingo de Resurrección de septiembre,  asustaba a los mundanos centuriones y nos mostraba cual belleza de su ejército celestial, aquel que nunca intervino en la barbarie en que le sumergimos, que curiosamente con los siglos la revestiríamos de oro, en este caso de estilo manierista…







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