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sábado, 21 de junio de 2014

DIOS SALVE, EL CORPUS DE SEVILLA... (I)

Discúlpenme a los que les pueda estar interesando mis vivencias personales, para eso esto es un blog, de lo que fue mi caminar por la pasada Semana Santa de este año del Señor de 2014, pero no puedo evitar aparcar momentáneamente las crónicas penitenciales para comenzar a contarles otra que fue de indescriptible sabor a gloria, en una ciudad que una vez más me ha enseñado otra de sus caras cuando se enfrenta a una nueva celebración con las cosas de Dios. Hace años, discutía con un viejo compañero de trabajo de cual podía ser el mejor Corpus Christi de España, evidentemente en temas de ornato y celebración. El mismo me apuntaba siempre a los archiconocidos de Toledo y Granada y yo le indicaba que con lo poco que podía haber investigado sobre ellos y el que nos ocupa en nuestra crónica, el de Sevilla, seguramente el de la capital hispalense podría ser el más espectacular como para llevarse ese premio, si a comparar y competir nos pusiésemos.
Desde que a los políticos le quitaron el valor al segundo jueves que reluce más que el sol del año, a mí por lo menos se me hacía imposible poder visitar uno de estos corpus, que por cierto el recién proclamado Rey Felipe VI podría marcarse un detalle y volver a instaurarlo en jueves, el día de su coronación, si es verdad que algo de poder tiene en este nuestro sistema gubernamental. Este año, ha sido el primero que tendría la oportunidad y la verdad es que no iba a estar pendiente del televisor de lo que se desarrollaba en Madrid, no soy antimonárquico ni mucho menos anti Borbón, al contrario, pero tampoco creo que a día de hoy sea esta anquilosada figura “política” tan necesaria como para ese desborde de pasiones que levantan entre muchos, desbordamiento que se resume en lo de siempre: competitividad mundana, nada más. Para que me vean, rancio pero no extremo, por eso tenía que aprovechar este día para postrarme ante el único rey que considero digno de tal relevancia mundana, aquel que le dijo a Pilatos que no era de este mundo y que cada festividad de Corpus Christi sale en su divina presencia sacramental al encuentro del pueblo. Aunque no voy a ser hipócrita, elegí Sevilla porque su idiosincrasia conforma unas horas de corpus que sin duda atraían mi mayor atención, y por ello viajé hasta Sevilla, sólo esta vez, para comprobar si tenía razón ante aquel viejo compañero, de la grandeza del corpus de Sevilla, aunque comparar no puedo hasta que no vea los demás, pero solo les diré que las horas que estuve en Sevilla, fueron IMPRESIONANTES.










Así da gusto festividad de Corpus Christi, como debe de ser; en jueves, porque llevársela al domingo para mí, sin duda fue cargarse poco a poco este día grande que había en España, aunque quizás haya que contemplar otras circunstancias, como es la educación religiosa de cada lugar, porque en Sevilla el domingo vuelve a ser corpus, en la Magdalena o en Triana, e igualmente la ciudad se entrega a estos “Corpus chicos”. Fiesta que tiene sus vísperas, parafraseando a Barbeito, dignas de volver a decir “quedémonos en las vísperas” con un derroche de alicientes secundarios que engrandecen la salida de Dios, el de verdad, a la calles, aunque para otros esos alicientes sean más importantes o no, nadie podemos descifrar los sentimientos que florecen en cada persona, ya sea entendiendo la trascendencia de esta procesión y su protagonista o los que se sienten más en comunión, como evangelio de los sencillos, cuando la Hiniesta gloriosa inundaba la calle Sierpes o Dios, en la madera volvía a recodarnos donde comenzó este milagro del pan y el vino, quizás allá por las apreturas de Boteros y Sales y Ferré donde  Jesús parecía impartir una misa improvisada, casi sermón de la montaña, al compás de costaleros y una orquesta de cornetas y tambores hacían del entorno una catedral enorme, con el cielo azul por bóvedas llenando a Sevilla de su gracia bendita… ¡cuánto habló el Señor sin terciar palabra! si es que nada más recordarlo me ha hecho ponerme a contarles una vez más…








Así que vayamos por pasos, a ver lo que me sale. Ciertamente la gloria comenzó cuando volví a contemplar ese cartel de Pepsi que me recibe o cuando volvía a entrar por el centro, sonriéndome al ver al indio de la avenida. No había pasado ni dos semanas y ya estaba uno otra vez en la ciudad de la gracia, que impasible, ajena a mí se alzaba una vez más para llenarme el espíritu con su mejor cara. Aunque la gloria comenzó cuando dejé el hotel a eso de las siete de la tarde y mis pasos una vez no se resistían a sentir que en Sevilla solo puedo pensar en cofradías, y los mismos tomaban el rumbo que no estaba marcado, cambio de planes repentinos y qué mejor que volver a dar gracias tocando el talón más sagrado de la ciudad, donde dicen los curas que no está Dios, que la imagen es solo un instrumento, pero ¿de verdad que la gente no ve en la cara del Gran Poder a Dios detenido en el tiempo?









Vísperas que se alzaban por una calle Sierpes repleta de vida, de unos jóvenes que enfrascados en los colores de España buscaban el milagro de unos jugadores que ya nos dieron todos los milagros que les concernieron, la verdad que no pude elegir mejor opción para este día, y el siguiente. Altares que se alzaban de una categoría compositiva que me dejaba sin voz, una nueva lección, creo yo, de cómo se deben hacer las cosas, porque me vuelvo a reafirmar, ¿porque nunca encuentro en otros lugares cosas mejores? ¿Por qué el ingenio de otras latitudes nunca me parece del mismo nivel? y ¿Por qué lo de fuera con gran prestancia se parece, pero casi nunca supera a lo de Sevilla? Sevilla, universidad indiscutible para con las cosas de Dios, para otras cosas no lo sé, pero para cofradías o iglesia, en pocos segundos hizo que me quitara el sombrero. Que decir al pasar por San Francisco, con los arcos, el altar que esperaba la Hiniesta gloriosa o el concierto programado, si hasta en las ya hoy contemporáneas calles, cuartetos de músicos te trasportaban a la época que tuvo que respirar Sevilla en las noches de los tiempos cuando llegaba el “Día del Señor”. Acertadamente la iglesia sevillana abría las puertas de su urbe, la que sigue haciendo a los hombres tildar de locos a sus ideólogos, gratuitamente, para que el que gustase se maravillase de la grandiosidad con que en esta ciudad ha querido rodear, al que como digo, es mi único y gran Rey, incluso para todos aquellos monárquicos que también sean creyentes convencidos. La catedral nos mostraba que todo estaba preparado, como si dijéramos que “parece que es la hora, pero no es la hora”. Magnificencia arquitectónica, suntuosidad en todo lo que nos rodeaba, es curioso, mientras más me gusta conocer el mundo del arte, más valoro los detalles que inundaban a la Santa Iglesia Catedral de Sevilla. Desde la tumba de Colón, el Órgano y coro pasando por el mayor retablo de la cristiandad recién restaurado, ante la magnitud de uno de los crucificados de la ciudad y de los tiempos, que paradójicamente es grande y reconocido aun sin salir a la calle, “Clemencia” de Montañés... La Capilla Real me mostraba después de muchos años, creo que veinte a la “Señora de Sevilla”, siempre con permiso de la que vive en San Gil. La fernandina Virgen de los Reyes nos decía que por Ella reinaban los reyes, quizás por eso seguimos con monarquía, porque Ella lo quiere, desde que ese rey santo, entronizado en sobrio paso esperaba como pieza de ajedrez las horas de su día grande -que no de su festividad- que es cuando sale a las calles de Sevilla.











Porque el corpus de Sevilla no se entiende con el único paso de Dios, la verdad casi inadvertido en la fastuosa custodia de aquel que le da nombre a una de las calles más cofradieras de la ciudad, Juan de Arfe. Sevilla enriquece la salida de Dios Sacramento con lo que crea conveniente, y al día siguiente, antes de Él, un ramillete de pasos lo antecederían pues simplemente para eso, para provocar más grandeza y unión con el pueblo que tiene que creer en una sagrada ostia que ahí está Dios, más cuando el poder de la imagen, el creer viendo, en la ciudad es un recurso tan aceptado y con tan buenos resultados. Fue un día de muchos sueños, que intento a veces borrar de mi subconsciente, y es curioso, cuando menos me lo esperaba hoy me entero de una noticia que quizás, si Dios lo quiere podría hacer más fáciles esos sueños que intentaba quitar de mi mente cuando por ejemplo contemplaba la Purísima en su paso, acompañada de otra custodia más pequeñita donde se guarda una espina de la corona de espinas de Jesús, para que vean que corona tenía mi rey… y así santos de la iglesia que emergen de las fuentes inagotables de religiosidad en esta ciudad, San Isidoro, San Leandro, las santas del barrio del compás, Triana y sus mártires Justa y Rufina, derrochando sevillania entre el alminar de la cristiandad, y sevillania desprendía mi querida sierva de Dios que nos legó palomas blancas o ángeles terrenales en su convento de la calle que nombra desde los tiempos en que sin rey pareció que esto no podría funcionar, Santa Ángela de la Cruz. Para terminar con el culpable de que Sevilla sea lo que es hoy, centro universal de la religiosidad en España, que hizo que se levantara esta catedral y que la patrona sea tildada de fernandina… sobrecogedora obra de Pedro Roldán con el patrón y rey santo, San Fernando.

Las vísperas me hacían ver eso de que Sevilla es como un pueblo enorme, porque la esencia me recordaba a tradiciones y costumbres pueblerinas que sin duda en el resto de ciudades ya no se patentizan tan coloquialmente como allí, por eso digo que es Sevilla punto y aparte. Todas las edades y contrapuestas culturas y clases caminaban en concordancia disfrutando cada uno a su manera de la víspera del segundo jueves que reluce más que el sol. Dicen que este año había menos gente, la verdad, entonces como será aquello un día que no haya partido transcendental de España en un mundial. Llegó el tiempo de comer algo, y ver el dichoso partido, curioso que cuando ya estaba satisfecho vino el primer gol, que parecía que el chileno que marcó me decía a través del televisor: “Juan Pedro que la Hiniesta va a llegar a Montesión…” y como me gustó el plan que me ofrecía, con el regusto de una pavía de bacalao exquisito en el paladar pues nos fuimos en busca de la primera gloria sevillana de la temporada para mí. Curiosamente, este año pensaba que no vería quizás ninguna gloria de Sevilla con eso de trabajar los domingos, porque se supone que para agosto, si Dios lo quiere volveremos a tajo, pero si hubo y la verdad es que no me dejó indiferente. Es curioso, en la próxima entrada del Domingo de Ramos les contaré que para buscar a la Hiniesta dolorosa me encaminé por San Andrés, hasta San Martín, pues el miércoles fue casi idéntico camino para buscar al primigenio icono, bueno semi copia barroquizada de Lastrucci, curiosamente para restituir a la quemada en tiempos en que en España no había rey, de la Virgen de la Hiniesta gloriosa.







Por San Martín no había ni el tato, pero retumba a gloria, pero retumbar. Rápidamente encontré en el callejón por donde el Dios traspasado comienza cada Miércoles Santo su caminar, a la legendaria Agrupación Musical de Santa María Magdalena de la ciudad de Arahal. Ciertamente los repelucos de la espera se desbordaron, escuchando lo que veía, con esa rigidez, alzando su bandera al cielo, no era para menos para no acordarse del maestro. Qué potencia, que manera de llenar la calle, y es que en cierto modo, este que les habla ha escuchado en directo demasiado poco al Arahal, quizás me di cuenta, que ellos son dignos de no perdérselos ni un Domingo de Ramos más por las calles de Sevilla. Ahora entiendo mejor a aquellos que añoran estos sones, que saben a Semana Santa, aunque estuviésemos en tiempo de gloria. Cómo algo tan poco concurrido, quizás fue la sorpresa, pudo emocionarme tanto, mientras interpretaban la marcha “Caridad y Misericordia” que me hacían ver al Dios de San Julián recortándose por Sevilla, mientras Tino desde Oviedo vía whatsapp me agradecía la foto y me indicaba la suerte que tenía, es cierto, es una suerte estar allí. Venían abriendo el caminar de la corporación de San Julián obviamente, son la banda de San Julián por antonomasia, la del sabor a caoba y plata, y más plata y azul para María, tras ellos venia la madre que prendió todo en aquella iglesia “cercana a la Puerta de Córdoba” desde que se vino de Cataluña a su Sevilla, Aquella que la leyenda  no lo cuenta, pero tuvo en verdad que hablarle a Mosén per de Tous, porque la leyenda en latín fue un invento para que no lo trataran por loco, porque seguramente la Virgencita, ante los perros y perdices calmados por su divina presencia lo que le dijo fue algo así como “vámonos pa´ Sevilla miarma”…





Por Alberto Lista y Conde de Torrejón solo venia el cortejo, es el mundo de las glorias… más con la atención puesta en el epicentro de Sevilla. Pero al volver la esquina, la bulla siempre nos anuncia que los pasos nunca irán solos. Venía con su marcha de este Señora coronada al compás de Sevilla, con la gracia de abajo, con el sabor tan intenso que desprende el son del costalero al pronunciarse la palabra “Ariza”… “Rosario de Montesión”, marcaba  a los pateros en la revirá ante la capilla del Rosario y un templete cubría la excelencia de la Virgen de la Hiniesta mientras me aproxima inevitablemente, despertando en mí, ahora más que nunca, viviendo el directo que es lo que importa, unos sueños que me hacían de rabia borrar, las frustraciones de los ignorantes, pero curiosamente, dos días después viene la vida y parece abrir con un rayo de luz para el futuro… esperemos.
La gloria de las vísperas del corpus, buscaba el ayuntamiento al que protege como su patrona, por ello un enorme altar la esperaba en la plaza de San Francisco. Seguía el compás mandándola en ese momento un solo Ariza, faltaban los otros dos hermanos y con él la nueva generación de Arizas. Es curioso, un día antes, sin buscarlo me encuentro en YouTube el programa aquel de Canal Sur que homenajeaba a los andaluces, “Senderos deGloria”, y uno de ellos fue el gran Rafael Ariza, el cual al final cogía en brazos a su nieto. Si no me equivoco aquel niño de poquísimos años ya manda pasos, incluso su alternativa, en Campana con el Dios de la familia, Jorobaito bendito, quebrada su voz, fue para su abuelo. Ahí me di cuenta como pasa los años tan rápido, aquel programa lo vi en directo, ya estaba envenado por Sevilla, ya sabía que Ariza “sonaba a llamador” y ahora contemplaba a ese casi bebe mandando pasos, con su padre y tíos, y con mucha presencia, apuntando muy buenas maneras…
Más repelucos, como sonaba Salteras por Dios, que hasta el del redoble me ponía los pelos de punta, pero bueno eso no es complicado, que virtuosismo el de este hombre. Salteras habrá tenido épocas mejor o peores en el viento, pero en percusión siempre ha sido y sigue siendo la mejor banda de música del mundo, para mi claro. Pero el viento ¡como sopla actualmente señores!, se fue con “Reina de las Mercedes”, siguió con “Coronación” o esa “Macarena” de Abel Moreno, ya casi bajo la noche, que se fue para un amigo de los “Madriles” que también le gusta soñar cosas que nos hacen imposibles como a mi…











En San Martín esperaba la Lanzada y los Panaderos, que están allí por obras en su capilla, por cierto antes de todo esto entré a San Andrés, había un culto especial sacramental sino me equivoco, pero donde quisiera destacar un aroma entre mezclado del incienso y alguna flor o planta aromática que te hacia detenerte allí sin prisa alguna. Y aroma es lo que desprendía los nardos del paso, flor por antonomasia de las glorias y los palios de extraordinaria, flor de María que dicen los floristas por estas tierras jaeneras, que solo crecen a finales de agosto o principios de septiembre… con “Hiniesta Gloriosa” entraba en Saavedras la Virgen  en busca de San Martín, aunque quizás el tiempo, se palpaba tensión por sentir retrasos en la marcha que hizo que solo se parara y siguiera su camino por las estrechez de Cervantes, yéndose con “Virgen de la Palma” de Marvizón y donde comenzaba “Rocío”, y como siempre intuyo, el mundo pasa en su inicio, camina, se descentra, si es que no tiene mucho pellizco, allí me encontré una vez con mi amigo Carlos, vecino del barrio, hasta que las cornetas imitando a las trompetas con sordina nos callaba, y hacia al mundo volver su atención al momento. Con el solo llega el arte efímero cuando suena esta marcha de Vidrié, el silencio y la gracia que explosionó con la potencia que derrochó el Carmen de Salteras, si sonaba hasta mejor que el día de la Macarena. Incluso el amigo Madueño se cercioró de esos sueños que nos parecen imposibles cuando emergía la Señora del templete de San Julián, con más arte y más gracia de “Pasa la Virgen Macarena” que nos llevó hasta la misma plaza de Campana. Se marchaba mi viejo amigo bailenense, sevillano de convicción, esto también se debe en parte a que nunca quisieron escuchar sus sueños, y con “Pasan los Campanilleros” entraba en Campana con un paso, lo que aún no me dado la Semana Santa, me lo dio las glorias. Última calle donde Sevilla si parecía más Sevilla, es lo que tiene cuando las cofradías llegan al centro de cualquier ciudad. Sierpes bajo toldo, como palio a la que lleva templete le dio la última fragancia por la calle cofradiera por antonomasia, con chicotás donde siempre se le ganaba paso a la Virgen, con sucesión de marchas al cual mejor, un repertorio muy clásico, alegre y eucarístico, con poca oportunidad a cosas raras, ni incluso a las de moda. No grabé nada, aunque su antológica marcha, para la más sublime de las estrellas “Estrella Sublime” se dibujó mientras su hermano mayor me regalaba una estampita de la Señora y los diputados seguían empujándome como si fuera estorbando…  no grabé nada, pero si intuí algo rápidamente y lo grabé para la posteridad. Si hay alguien en Sevilla que su figura te retrotraiga a las glorias, ese es el profesor Juan Martínez Alcalde -mientras escribo esto observo en la estantería sus geniales Anales de la Glorias de Sevilla-, el cual a muchos en Sevilla o fuera, como es mi caso, nos ha enseñado la bendita gracia de esa “segunda semana santa “de la ciudad con sus cofradías letificas. El mismo se encontraba contemplando la procesión, es algo normal la verdad, verlo en estas procesiones, sobra las explicaciones la verdad. Y según las noticias, porque hablo como alguien ajeno a él y a muchísimas cosas, como suelo decir, me gusta seguir viéndola, a Sevilla, como un turista, el mismo ha pasado momentos delicados de salud y quizás por ello el hermano mayor se fue a por él y lo puso delante del paso… los Ariza le levantaron a la Señora en agradecimiento, así lo quiso seguramente la Virgen mientras caminaba por Sierpes en busca del ayuntamiento. “Pasan los Campanilleros”, marcha por excelencia del procesionismo hispalense fue el telón de fondo musical con que la Hiniesta Gloriosa entró en San Francisco para poco a poco subir la empinada rampa del enorme altar con la marcha de su coronación, que por tres veces, “Hiniesta Coronada” del maestro Albero dibujó el lento y seguramente duro compás de los hombres de abajo, para posarla definitivamente, clavado como un reloj, a las doce de la noche mientras repicaban las campanas de la Giralda, un año más, mi primera vez, a la espera de que ante Ella pasara Dios Sacramentado.







Fue el broche de oro a las vísperas, mientras me marchaba escuchando el nuevo himno de Marvizón, impreso en la estampita, en busca de la iluminada torre faro y guía de los sevillanos. El Giraldillo se estaría extasiando de la magnificencia de los altares que se levantaban por lo mismo que  él proclama, la fe, como el que alzaba en la “Cuesta del Bacalao” por parte de la hermandad de la Sed, la impresionante balconada de Casa Rodríguez o los que dibujaban la plaza del Salvador –la cual también visite en la tarde- que ya se apagaba decepcionada por los que eligieron la opción del fútbol… a la siete de la mañana tocaba diana, que la silueta de Dios volvería a abrir la mañana…

CONTINUARÁ…

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