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martes, 17 de junio de 2014

DOMINGO DE RAMOS... SEVILLA, PARAÍSO COFRADIERO. (II)

La mañana y la tarde-noche, el día en definitiva iba a ser tan intenso que ni siquiera aprovechamos el momento sentados a la mesa. Un Domingo de Ramos más en el mismo lugar, comiendo prácticamente siempre lo mismo, para qué cambiar si lo hacen fenomenal y el sabroso sabor de la cerveza Cruzcampo, la de Sevilla, dieron el pistoletazo hacia la verdadera semana de la gracia, aunque ésta fuera la última ocasión en la semana que disfrutara de la Semana Santa que traspasa más los cánones de simple turista en los que se me puede tachar. Seguramente se notará, que el amor y pasión con el que hablo de estos Cristos y estas Vírgenes es algo diferente que cuando hablo de otros mundos y vivencias. Junto a Pedro y Antonio me dispuse a abrir la pasión de una jornada que planee vivir de una nueva forma rotundamente diferente a lo experimentado en los últimos años. Por ello, ese planteamiento me dejaba dos opciones para comenzar, o salida de Jesús Despojado o salida de la Borriquita. La plaza del Salvador por segundo año consecutivo derretiría nuestras cabezas esperando el misterio, que salga antes o después, siempre trae la primera buena nueva, la más mundana, de la entrada triunfal de Jesús en las ciudades que se convierten en improvisadas Jerusalén. Y es que así tiene que convertirse cada ciudad cuando parece recibir a Dios para un año más y ya van casi dos mil, conmemorar su entrega plena por nosotros, por ese amor tan infinito e inigualable que nos tiene el Creador o en este caso el Hijo del Creador, aun siendo la misma persona.
Aunque este año, cosas de la experiencia, me preparé a conciencia, aunque en la vistosidad del Domingo de Ramos sea lo que menos vista, la cabeza me la protegí con una gorra, que incluso era cofradiera, perteneciendo al merchandising de mi vieja banda del Rosario de Linares, donde por cierto la estrené por primera vez. Pedro me espetaba que parecía un “guiri” y es que el calor era digno de los días que se nos avecinaban, mejor así, aunque la botella de agua fuera continuamente requerida y el sudor no desapareciera en todas las horas que éste fue buscando el camino del Mesías, el jersey solo sirvió para incomodar… Allí esperábamos a Félix, Óscar, y David que se venía este año con nosotros, aunque el gentío y al observar que estábamos a pleno sol, decidieron quedarse más atrás en plena sombra, aunque eso sí, después el avance del astro rey nos dejaría en plena sombra y lo único luminoso que sentiríamos seria el dorado caminar del paso del Dios de los niños. Seguramente los cascos de la banda del Sol, parecerían auténticas cacerolas hirviendo, y es que tanto llorar por una Semana Santa de Sol, incluso que la hubiésemos cambiado al verano hizo que quizás el Eterno dijera… “pues ahí la lleváis”. Pero si quiso ponernos a prueba no pudo con los cofrades y capillitas que queríamos sentirlo en la iglesia de los sencillos, allá donde la teología se imparte al compás entre fachadas y plazuelas… la calle.
Por fin nazarenos de negro ruan abrían la comitiva con esa cruz de guía que esperábamos ansiosos durante tanto tiempo, esa misma, simbólicamente digo, da igual de la cofradía que sea, que ya ansiamos aunque ahora nos quede tan lejos. Tanta magna, extraordinaria, glorias, etc… durante el tiempo de la espera y siempre esta primera cruz de guía es la que nos pega el nudo en el gaznate de la autenticidad. Cada año es más sentimental, cada año la siento más dentro, cada año soy menos turista aunque en cierto modo me gusta vivirla como un turista… este año, casi se me saltan las lágrimas cuando por fin se hacia la Semana Santa, y en Sevilla, como deseaba porque también se unía ese sentimiento de no poder hacer lo que mi alma más quería, no haber podido rascar algo más de gloria. Niños nazarenos recibiendo la más auténtica clase de sevillania, ser cofrade y capillita, les duela o no a esos sevillanos, raro espécimen, que no les gusta las cofradías mientras la plaza se llenaba del pueblo que nació bajo la sombra de la Giralda y otros tantísimos que sienten a esta ciudad, gracias a su Semana Santa como un paraíso personal o casi como su segunda casa.


















Sin darnos cuenta, entre los naranjos, la plaza se convertía en Jerusalén cuando casi de la nada crecía una palmera que nos anunciaba que el Hijo de Dios, ya bajaba exultante, con carita de niño, con ganas de jugar con aquellos que son sus nazarenos, Él que tanto nos dijo que había que tener la inocencia de los niños para ganarnos el paraíso. Habría que darle gracias, porque siendo tan adultos y tan mejorables, Él nos concedía la gracia de su Semana Santa, mientras una cabeza caliente de televisión buscaba su cara, porque a través de ella, el Señor de la Sagrada Entrada quería escuchar a través de las miradas a aquellos que no pueden verlo a pie de paso, como estábamos nosotros, ya sea por salud o por estar en la otra punta del mundo, la Borriquita en Sevilla y a través de la televisión e internet sería, seguramente en esos momentos el centro del universo.
La solera del Amor se mascaba rápidamente, aunque esta fuese la parte más jubilosa de la hermandad, por ello Pedro resoplaba y Antonio decía que había que hacer como las figuras del paso, gritar: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!... en verdad era la frase que podía definir todo, así lo sentía Antonio en su interior mientras el Sol, la banda digo, un año más marcaba su repertorio clásico… “Cristo del Amor”, “Ntro. Padre Jesús Cautivo”, etc… los hombres de José Mª Rojas dibujaron un perfecta chicotá, larga, eterna, seguramente complicada al estar bajando la “rampla” de la ilusión, donde Dios jugaba como los chiquillos con su arte y compás solemne, nunca un armatoste de madera despertó tantos sentimientos, en niños y no tan niños, y particularmente me gustó que en todo momento fue “sobre lo pies”, parece ser que esa enseña del “costero a costero” está quizás desapareciendo en este paso, que por muy jubiloso no puede desprenderse de la línea de lo que es toda su hermandad, la rancia de la jornada. Todos los ingredientes tenía el momento para que Pedro me comentara el pellizco que estaba sintiendo, la belleza de la plaza, la luz y el paso donde aunque parezca mentira también puede presentar novedades destacadas, aunque haya quien piensen que la grandes hermandades de Sevilla son inalterables. Se presentaba una nueva disposición escenográfica del misterio, donde el Señor sobre la borriquita se atrasaba más al centro del paso. Se buscaba recuperar la iconografía del misterio primitiva lo que hizo sustituir además algunas imágenes por otras nuevas, un día más, salidas de la mano de Fernando Aguado, que también caminaba junto al paso de la palmera por antonomasia en Andalucía. Lo cierto es que ni me pareció mejor ni peor, aunque yo pienso que el modelo anterior nos desvirtuaba el sentido de la escena, porque desde hace muchos años, el público también entró a formar parte de los mismos pasos y éramos nosotros los que recibíamos a Dios para disfrutar, porque es la realidad, de su pasión, muerte y resurrección. Con ello pensaba que el paso perdería poder cuando lo ves venir, pero lo cierto es que tampoco noté tanta diferencia, a mi modo de ver, esto se resumía en las ganas típicas de junta de gobierno de dejar constancia de su paso por el gobierno de la hermandad. Aunque si noté que el Señor estaba algo más elevado que el resto de imágenes, obviamente ahora había que hacerlo destacar, y eso dio como resultado, a mi ojo, desde mi perspectiva de que la talla del Señor cabalgando el jumento hacia que las secundarias quedasen como desproporcionadas en tamaño con el Cristo, el San Juan de Lastrucci sobre todo me parecía incluso más pequeño desde donde yo lo observaba.


Todo parecía tan igual al año pasado, que la verdad nuevamente me pareció todo nuevo, y es que señores se había hecho el prodigio, se hacia la magia de la Semana Santa mientras la palmera y los llorones de plumas de la banda parecían ser engullidos por las apreturas de Cuna, en la primera búsqueda hacia la Campana... La multitud se marchaba, Félix y compañía decidían seguir las tendencias de David de centrarse en las quizás cofradías más punteras de la jornada y ponían rumbo nuevamente hasta Triana y la salida del Zapatero Bendito. Pedro y Antonio comenzarían a buscar en el centro todas las hermandades posibles y este que les habla intentaba contactar con alguien que me prometió que podría escuchar o por lo menos intuir a un nazarenito pedir una venía diciendo… “a Dios por el Amor”… ese iba a ser mi nuevo Domingo de Ramos, el que pensé que me surgía gracias a una gracia de allí arriba, que cumplía más que un sueño, un deseo, pero aún me sigo preguntándome por qué no me cogía el teléfono… en gran parte, el derroche de  fuerzas de la mañana fue pensando de que vería a todas las cofradías esperando sentando en la Campana, pero el destino no lo quiso, y me dejó decepcionado reprogramando todo nuevamente en mi mente, decepcionado, caminando entre una multitud ansiosa de pasión, aunque el calor apretase despiadadamente. Tuve que echar el resto, darlo todo, porque solo tenía un día y a ver como saboreaba todo lo que pudiera ver, esa es mi filosofía, aunque llamara a Óscar o Félix, ya sabía que este Domingo de Ramos ya no lo salvaría con ellos, por eso siempre digo, que yo medio planeo, luego Él dispone cuando tantos me piden respuestas con tanta antelación. En fin, el que iba sobre la Borriquita, supongo que algún día le recordará que la palabra de los hombres va a misa… espero que me sirva de lección, seguro que aprenderé de esto para el futuro.
No quería ni insinuarlo desde aquel día, pero tengo ese defecto, cuento demasiadas cosas, pero es que vaya tela que poco corazón hay en este mundo, y que asco me produce esta parte de la humanidad, así nos expulsó al valle de lágrimas, así vamos a estar aquí penando mientras siga en pie este planeta, cómo nos gusta culpar de los males al que caminaba en lo alto de los pasos, y es solo nuestra mala fe la que provoca que esto sea un valle de lágrimas. Aun siento la decepción que tenía por la calle Rioja, total no me dio ni oportunidad ni a una explicación que quizás fuera comprensible, pero bueno, Dios quizás quiso que volviese a caminar el Domingo de Ramos como siempre, con ajetreo, dolor de pies, mucho sudor y oleadas de gloria, porque creo que este fue increíble en todos los sentidos. El Domingo de Ramos del año anterior se reactivaba y probábamos suerte, este año nadie dudaba de que apareciera alguna nueva tormenta por el Aljarafe. Por ello, bajo la sombra del Corte Ingles de la calle San Pablo se alzaba un nuevo y mágico telón de la incomparable Sevilla. La iglesia de la Magdalena nos dibujaba un cartel de Semana Santa en movimiento, que hasta nuestras más escuetas cámaras podrían sacar una bella instantánea cuando nos llegaba la cofradía de Molviedro. Mira por donde, el año pasado no pude saborear bien al misterio de Jesús Despojado y este lo podía pillar magníficamente, viniéndonos al compás de su mítica banda, aunque siga siendo independiente Virgen de los Reyes.









Lloraban las agrupaciones esta semana el adiós del maestro, la leyenda… y la música no sabía si venia de los instrumentos o era una rotunda nana de ángeles que venía desde el cielo, quizás fue esto último, mientras la batuta de Manuel Rodríguez Ruiz dirigía su “Pasa la Virgen del Refugio” en el escenario de la eternidad para que el Dios del antiguo Compás de la Laguna nos siguiera embriagando de Semana Santa, con esa su tierna mirada al cielo, Él que si vería al de Arahal asomado entre las nubes del cielo, que seguramente se había despistado un ratito de su eterna mirada allá por San Julián. A destacar, este año el Despojado, era menos despojado de sus vestiduras que nunca, más revestido de lo normal –quizás era una señal, que me decía, que al llevar más ropa, el bolsillo sería más grande, y la que me habían jugado ya la llevaba guardada…-, sobre todo desde que estrenase el cuerpo de Eslava Rubio recordando las viejas estampas de cuando fue tallado en la misma cárcel, y es que esta hermandad iba a pagar en su historia las sinrazones que trajeron la Guerra Civil. Asentada hoy día en la plaza de Molviedro, siendo uno de los puntos clave para iniciar la Semana Santa venía con su apuesta por los cambios trianeros, sigo pensando que no le sientan a este paso, que en lo que se refiere a las andas, estrenaba la acertadísima culminación del proyecto original del paso, dorando todas las partes de talla del canasto y respiraderos. Es curioso, ahora observándolo culminado, me recuerda a otro paso de la ciudad que sigue igual canon, un paso que procesionó hace pocos días portando al Sagrado Corazón de Nervión, donde paradójicamente sale de capataz Federico González, el que hasta esta Semana Santa ha sido el capataz del palio que nos llegaba, el de su Madre, la Virgen de los Dolores y Misericordia. Romanticismo puro del siglo XXI dibujaba este paso de palio, de especial personalidad en las facciones de la Señora que tanto amó “Fernad”, en su presencia, dolorosa de diadema y San Juan a su derecha. Pedro, que en muchas cosas me recuerda a mí, volvía a soñar con modelos a exportar, ya le llegará el aburrimiento definitivo y Antonio contemplaba su primer palio de la jornada, porque exigió que eran imprescindibles, como ya ven, uno siempre a las órdenes, pero los designios de Dios al final, sin quererlo le darían por el gusto. La chicotá fue corta, el paso como verán en el video, pasó a tambor, el de la banda de los “pingüinos”, con todos los respetos, que aquí no escuchamos el tono, pero aun había que seguir buscando esa chispa que nos induce definitivamente a la sensación de que ya es Semana Santa, y la misma domina los sentidos de Andalucía…
Se me iba pasando la decepción, en busca de la plaza Nueva, seguíamos el guion del año pasado, que marchaba mejor en ese sentido. Ante el Andén del Ayuntamiento, bajo un sol que parecía que estábamos en la playa en pleno julio venían los primeros nazarenos de la Semana Santa, blancos y relucientes, este año seguramente irían empapados como el año anterior, pero en esta ocasión de sudor y no de lluvia. El sol era tan aplastante, que en la revirá que había sombra no cabía ni un alma, y un paso más a la derecha, donde caía el sol podías ver perfectamente el humo que echaba el embaldosado, donde nos quedamos, menos mal que la gorra fue el gran acierto del año, todo por no perder un sitio privilegiado cuando llegaran los pasos, porque como siempre digo, la Semana Santa de Sevilla, como mejor se disfruta y mejor te traspasa el alma es en la distancias cortas. Jesús de la Victoria se acercaba un año más, ya era hora de deleitarse con su presencia, y sin problemas. El año pasado los regueros de lluvia estremecían cuando aquí mismo se rompió el Domingo de Ramos, diluyéndose como las gotas por el torso del sayón semidesnudo que le coloca la cruz a Jesús. Aplastaba el calor, como tiene que aplastar este fabuloso y enorme galeón que nos traía al Señor entregándose a su particular valle de lágrimas, abrazándolo, que a su vez era todos los nuestros apunto de caer sobre su hombro, aunque su mirada pida la misericordia de su Padre, Él también era humano, en su pasión lo fue más que nunca en su vida conocida. La banda de la Encarnación entonaba la música para la revirá de los “legionarios del Porvenir”, una marcha que da título al que iba embriagando sobre el ampuloso bombo del canasto, “Jesús de la Victoria” una marcha hermosa, de tintes gloriosos que me pareció un clásico de los que no suelo reconocer, pero investigando me entero de que al perecer es una versión de una marcha de Abel Moreno. Todo siguió su ritmo, los fantasmas del pasado los derretía el sol, y el arquillo del ayuntamiento pareció decirle “adiós viejo amigo, este año te toca seguir repartiendo la única Victoria de la vida, la de nuestra salvación…”, con la misma sensación de siempre, de que este paso necesita un Domingo de Ramos solo para él, para saborearlo completamente, al igual que el del “Herodes”, ya que su poderoso caminar siempre te deja con muchas más ganas de más.











La Victoria de Dios, la que no vence al alba como las notas de Puccini, sino al medio día, se marchaba queriendo abrazar los problemas del mundo por Tetuán, bajo los árboles de la plaza, mientras la espera tórrida se nos hacía eterna esperando la Paz que derrama María. Quizás, tanto nazareno es un motivo para que la hermandad ya se encuentre preparado su coronación canónica. ¿Tiene mucha devoción para ello? Sus fieles y hermanos lo sabrán, para mi es una bella y popular dolorosa, envuelta de circunstancias materiales que la están convirtiendo en uno de los epicentros del Domingo de Ramos. Su blancura, la plata goticista de su palio y sobre todo, el andar y la idiosincrasia de los únicos costaleros con sobrenombre más que asentando. Nuevamente los “legionarios del Porvenir”, comandados como no podría ser de otra forma, de la escuela Santiago me devolvía a la blanca y dulce “Jardinera del Porvenir”, ya que llevaba tres años, que parecen que pasan volando, pero que ahí están, sin embriagarme de su elegante y porte señorial, como las princesas románticas paseándose hermosas por el Parque de María Luisa. Si el motivo fuese netamente costalero, porque yo no soy “simplemente costalero”, si en mi mano estuviese el poder elegir el paso que quisiese para ser su costalero, el palio que sacaría en esta jornada, seria Ella, la que irradia la Paz de los cielos. Venía poderosa, me la esperaba más templada, con el son que debe llevar un palio cuando necesita ganar metros, lección de buen hacer, o por lo menos según mi visión. Tal vez las exigencias este año para el paso y velocidad de la carrera oficial era el motivo, y me tuve que conformar con el mismo sabor que me había dejado su Hijo Bendito, pero aun así, contemplar el movimiento de sus bambalinas, para mi sigue siendo un misterio por resolver, cómo con ese corte puede la cuadrilla dibujar ese movimiento, sin duda que Antonio Santiago es el mejor complemento a un prioste en la ciudad, será de los que mejor saben prevenir cual es el correcto trabajo para que el arte efímero culmine magistralmente los pasos de Semana Santa y gloria, ni Manolo Santiago movía así el palio, y ahí están los videos para los nostálgicos ochenteros que se desgarran las vestiduras cuando contemplan pasos como este andando, perdónenme pero esto para mi es la elegancia absoluta. Así se nos fue fugaz la Virgen de la Paz, con una banda de Santa Ana bordando magistralmente una marcha que estos días resuena con fuerza en mi alma, ante la festividad de Dios Sacramentado,“Triunfal” esa versión a banda de música de “Cantemos al Amor de los Amores” nos dejaba el paladar del otro gran jueves de la ciudad tras la Virgen blanca del Porvenir… curiosamente nuestro próximo objetivo, pasado mañana escuchará desde el Palacio Arzobispal la bella partitura de Sagastizábal en las cornetas cigarreras…
CONTINUARÁ…

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