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viernes, 22 de agosto de 2014

EL SUEÑO PARA EL VALLE DE JOSÉ DE LA VEGA.

Si no fuera por las horas que se avecinan, con todos los respetos, cuando según Sevilla Dios y su Santísima Madre vuelven a bajar a la tierra para pasearse por la mitológica urbe hispalense, si el Jueves Santo de Sevilla, quizá, se desarrollase en otra jornada estaríamos hablado de uno de los días más exquisitos y esperados del año cofradiero. Hermandades de infarto, en todo lo que puede componer este fenómeno de las cofradías, donde incluso podríamos destacar a una…

La noche se va llenando de presagios, de rumores de jornada mágica, tristemente mucha ciudad busca el descanso para afrontar lo que se viene encima y por consiguiente se tiene que perder la magnificencia que traspasa la ciudad. Es de noche y las bambalinas que más Semanas Santas han visto acarician el aire que ya huele a Madrugá, mientras el compás juega con los compases de una sinfónica, que se le quedan cortos todo homenaje y reconocimiento, pocos músicos o más bien los justos pero que tocan y hacen música como nadie. El espíritu del maestro Tejera sigue vivo y camina junto a José Manuel Tristán, su padre Pepín también, dando alarde de la más gratificante esencia de esta banda que se pasa las tardes entre palios y toros… la ciudad espera el verde de María desde los dos puntos cardinales de la fe, desde la portada norte de la muralla a la calle larga de la Cava, necesitan su Esperanza, de esta vida que por más millones de años que calce siguen siendo lo mismo de dura y complicada.
Desde la vieja capilla universitaria viene la elegancia concentrada en los ojos de la Virgen, el primer verde, la que dicen tienen el verde más profundo de la Semana Santa sevillana. Un color que dicen no posee, sino que se lo produce la luz de la cera de su romántica candelería, mientras camina en su joyero entre suntuosidades persas. Clasicismo puro, señorío total, sobriedad imperecedera, clase a raudales y así se podría escribir una lista interminable para hablar del Valle de Sevilla.
Llega a Campana como decía aquel compacto de los Reyes, como llega siempre, o quizás no. Por el Duque las bambalinas de la Antigua parecen bailar detenidas en el abismo con una marcha que ya podría ser digna protagonista de esta entrada, “Cristo de la Expiración”, dedicada al “Cristo”, sin más,  como lo llaman los paisanos del jerezano Beigbeder… marcha con mayúsculas para toda hermandad con buen gusto. La Señora que dicen pudo tallar el maese Mesa y Velasco camina en busca de la Catedral, como tantos años la sevillania la ha visto caminar, con su banda sonora por excelencia. “Virgen del Valle” de Gómez Zarzuela es  indiscutiblemente un himno de la Semana Santa no solo sevillana, todo su ser es una obra de arte dedicada a la Madre de Dios, de la cual se cuenta fue la primera titulada con el nombre de una imagen sagrada. Es tan buena y pueden presumir sobradamente de ella, que en ocasiones se han pasado, cuando se cae en el error de no salir siempre de lo mismo, aunque para Ella tenga que sonar muchísimas veces. Campana, lugar complicado para los cambios en una hermandad de tanto rigor y reacia a los experimentos. Pero por fin se hizo la magia, por fin se traspasaron barreras… Francisco Melguizo, un cordobés hermano de la corporación de la calle Laraña le encargaría en 1990 a un paisano suyo una marcha para la Señora que cada Jueves Santo tiene los ojos verdes entre un refulgente amarillo color candelería. Era un genio de la música, que menos cuando el gran Gámez Laserna, en su etapa cordobesa, en la calle donde vive el Dios de mi querido Federico y la Madre del maestro Curro, le impartiera solfeo a don José de la Vega Sánchez.

Entonces ninguna hermandad le encargaba marchas, incluso hasta hace poco en Córdoba ni les interesaba su obra. Pero pasan los tiempos, de la ignorancia hoy laméntanos el desaprovechamiento de lo que el maestro podría a ver aportado a la música procesional. Sonaba en conciertos, pero llegaba el Jueves Santo e incluso se tachaba de la lista. Quizás las modas, bendita moda esta de apostar por la música de calidad, pero un día el mundo se dio cuenta que había una marcha de De la Vega dedicada a la Madre del Coronado por sayones “bilbaínos” y el de la cruz al hombro que debía servir como dosel para el compás de las bambalinas más antiguas de Sevilla. Quizás el problema era que era tan buena que podría competir y quizás ganarle la partida a la imperecedera banda sonora de Zarzuela o quizás que eran demasiado innovadora para hermandad tan rancia que la Virgen del Valle no la escuchaba entre las brisas que preludian la llegada de la noche santa. Pero por fin sonó, y se dieron cuenta que no competiría sino que simplemente se daría de la mano para levantar aún más si cabe los repelucos de la gracia. Por eso disfruten y saboreen lo que soñó José de la Vega para la Virgen que cada Jueves Santo tiene los ojos verdes, como fue para el cordobés el “Valle de Sevilla”…

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