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viernes, 1 de agosto de 2014

UN SINGULAR NAZARENO... DE PACO MALO.

Una vez más navegando por la red descubro cosas nuevas, nuevas porque a mí me lo parecen y como así lo siento, llegan al punto de querer compartirlas en esta bitácora del capillismo. La mejor herramienta hoy en día para ello, para llegar a estos casos, quizás por casualidad o porque así lo quieren allí arriba, es Facebook. Antaño eran otras herramientas que la verdad veía menos fructuosas a la hora de conocer algo simplemente por casualidad, había que indagar más. Tanto se comparte, tanto se enlaza en el “cara libro” que sin darnos cuenta hacemos del mundo más recóndito, la primera plana de todo lo noticiable. Así fue, una simple fotografía de un paso, sencillo –aunque con unos bellos candelabros de guardabrisas-, como en una primera fase de ebanistería, portado a costaleros… llamó mi atención todo cuando veía que esos costaleros sacaban una cofradía en un pueblo pequeño del Jaén interior, del humilde y pequeño mundo jiennense, él alejado de las grandes urbes humanas, como es la capital, Linares, Úbeda, Andújar, etc…
Quien me conozca y quien me siga casi desde el principio, sabe que esta circunstancia es digna siempre de mi interés, quizás por viejos anhelos de querer mostrar a aquellos que piensan que hay sueños irrealizables, de que sí se pueden hacer realidad. Una cuadrilla de costaleros, de sevillanas maneras –en sí las únicas formas originales de tipos cargando con arpillera un paso- en un pueblo que no alcanza los cinco mil habitantes, Valdepeñas de Jaén. Una población de la que prácticamente conocía hablando cofradieramente por algunos ejemplos de imaginería que llegaron al pueblo desde la capital procedentes de algunas hermandades de Jaén en la posguerra, sobre todo por un nimio estudio que realicé por el autor de algunas de las mismas, artífice a su vez de los romanos de la cofradía del Prendimiento de Linares, en la cual, en su boletín fue publicado.
Ciertamente no conozco muy bien todo el engranaje que ha supuesto que costales también lleguen a este pueblo jiennense, ni siquiera he encontrado videos de cómo puede trabajar y a qué nivel de técnica pueden estar formando esa cuadrilla, si me parece que esta pasada Semana Santa pasearon por primera vez a las devociones del pueblo a través de la carga ancestral de la vieja Híspalis. Fue simplemente por fotografías, incluso parece una cuadrilla mixta, quien será el que los guía o la asesora, o si los mismos vienen de los puntos cardinales que se erigen hoy en día en la provincia en referencia al costal… la verdad no lo sé. Poco se más, tampoco es el objetivo principal de esta entrada, pero evidentemente me sirve de guía e introducción para lo que verdaderamente me llamá más poderosamente la atención.




















Parece ser que la salida de este paso, con Jesús Nazareno cargando con la cruz a cuestas era el culmen a un proyecto de devolver esta devoción e iconografía al programa plástico de la pasión y devocional del pueblo, sino me equivoco, desde la Guerra Civil… hay que ver hasta qué fecha ha llegado la reconstrucción del frustrado exterminio de las creencias que se dieron en aquellos complicados tiempos. Me llamó poderosamente la atención la imagen del Señor, por sus grafismos, por su presencia, por su iconografía, por sus vestiduras… se recuperaba una procesión, pero la imagen no parecía salida de la noche de los tiempos, tampoco del arte que en mayor proporción colmó a los pueblos devastados en tierras del Santo Reino… curiosamente aquí nació el ínclito guardia civil, héroe del bando nacional del asedio al santuario de la Virgen de la Cabeza, el capitán Santiago Cortés.
Evidentemente tenía toda la pinta de ser una imagen nueva, contemporánea, actual, más aun por esa singular túnica que lo revestía, que se podría, esta estética, encuadrar en un movimiento artístico de reciente estudio al que he tenido acceso salido de la prestigiosa firma de Juan Antonio Sánchez López entre otros eruditos donde refleja la influencia actual en la imaginería y el arte procesional con el “Homoerotismo” o el culto a la belleza masculina. Como lo encontraba a través de Facebook y su impronta me descolocaba totalmente, solo me bastó preguntar por su autor para responder todas mis dudas al comprobar que su autor era Francisco Malo Guerrero, “Paco Malo” como ya va siendo conocido este artista nacido en la giennense Torreperogil, formado entre Baeza y la universidad de Sevilla y el asesoramiento del imaginero sevillano Darío Fernández.
Un artista que no ha dejado a nadie indiferente, muy aplaudido desde una óptica artística contemporánea y criticado desfavorablemente por la corriente religiosa, más o menos, unos por ser meros capillitas aferrados a los modelos barrocos y neobarrocos sevillanos y otros, quizás más exquisitos, que no encontraban una esencia indispensable en algunos de sus trabajos religiosos, como es la unción sagrada. Se da a conocer prácticamente con un desgarrado, hiperrealista Jesús atado a la columna, descarnado, vencido y sobre todo con un desgarrado gesto de dolor en su semblante, a lo que hay que añadir los realistas efectos de su torturado cuerpo, influjo directo en la actualidad que ejerce la obra cinematográfica “La Pasión” de Mel Gibson. Imagen que rápidamente se encuadra en la corriente hiperrealista, la cual es censurada por muchos por todas las premisas expuestas, que resumiendo se centrarán en que la obra, aunque artísticamente muy notable, no llega a transmitir la divinidad que siempre se ha requerido a esta rama del arte, más bien pareciese un hombre más, no el Hijo de Dios, una obra de museo de cera que para una iglesia, sin contar el recurso también de actualidad, quizás encuadrable en esa nueva corriente del “neobarroco gay” del que nos habla Sánchez López al dejar ver tan realistamente los genitales del Señor, algo que en otros tiempos hubiese sido duramente censurado y que hoy en día, sobre todo en los centros más profundos de la iglesia y las cofradías, sería difícil de entender… yo ya lo dije en cierta ocasión con otra imagen similar, las miradas, en esa tendencia tan mundana “voyeur” se irían a los innombrables del Cristo.








Con Paco Malo me encuentro entre dos tierras, entre la conservadora y la innovadora, siempre me muevo entre esos dos mundos del pensamiento. Aquel trabajo con el que saltó a la fama –una fama que hoy en día se consigue rápidamente a través de las redes sociales y la cultura cofradiera que se ha fomentado en ellas-, me hacía dudar y pensar a donde estaba llegando el mundo del arte cofrade y hasta donde lo está llevado la misma sociedad, la que se siempre ha influido y modelado a las cofradías y su arte. Su obra posterior, a mis cortas luces, contando ya que fueron encargos de cofradías, creo que intenta influirse de modelos más conservadores, seguramente incentivado por el que paga, aunque sin olvidar sus conceptos y quizás atrevidas percepciones. El mundo del arte lo ha premiado, lo que es igual a que bueno tiene que ser, para mí lo es, pero muchos son los que no terminan de asimilarlo, quizás el precio a pagar por todo el que siempre ha querido cambiar y aportar aire fresco… de su Resucitado para su pueblo, pues he leído que parece un jugador de balonmano disparando a portería, por personas que demuestran que de esto saben, aunque al final todo siempre se resuma en las más personales opiniones…

No voy hacer un análisis profundo del Nazareno para Valdepeñas de Jaén, porque no estoy cualificado para ello o simplemente porque no me merece la pena ir más allá en esta casa, lo dejo al libre albedrio, solo quiero que lo conozcan y que cada cual saque sus propias conclusiones, más cuando tantas veces he sido tachado de “intrusista”. Pienso que Paco Malo ha seguido esa línea entre lo conservador e innovador, aunque la policromía siga prácticamente los modelos más comunes hoy día, aunque muy influenciadas por las de la “nueva escuela cordobesa” (Zafra y Bernal) como en tantos y tantos artistas, sí deja su sello del Cristo flagelado en la descarnada espalda del Nazareno, porque la imagen es de talla y policromía completa como nos muestran algunas de las fotografías en el proceso de hechura. La disposición iconográfica se separa, si no me equivoco de toda otra muestra anterior sobre la misma temática, alejándose de las más comunes zancadas Mesinas o Montañesinas, se nos muestra a un Cristo a mi percepción exhausto, casi sin fuerzas aunque a la contra, parece sacarlas de la nada para seguir su tormentoso y decisivo camino para la humanidad, dibujando una nueva disposición de la zancada en la temática del arte del Nazareno, que en cierto modo, al ser imagen de vestir me recuerda a similares innovaciones del genio de Ortega Bru, ¿quién no ha visto al Soberano Poder de San Gonzalo (Sevilla) o al de Pasión de Málaga y le ha costado distinguir bien la postura de las piernas en ambas imágenes? A ello hay que sumarle la especial túnica de terciopelo morado con matices de desgastado con la que se bendijo y salió a la calle, de una estética cada vez más en uso para imágenes cristíferas aunque aún poco comprendidas por los más “rancios” de las cofradías. Una túnica realizada por los jaeneros Martin Suarez y Javier García que complementa el tradicional cíngulo de cordón de oro con un fajín hebraico más propio de las vestimentas de hebrea de las dolorosas, en esto la innovación es clara, aunque también posee una túnica más afín a lo que se ha venido a llamar “modelo clásico” de túnica de lisa en los más comunes tonos granas, está realizada en terciopelo por los referidos bordadores de la capital, aunque este modelo apenas tenga cien años de historia, desde que Jesús del Gran Poder en Sevilla vistiese la primera de la que se tiene constancia.












La disposición de las manos también me parece novedosa, creo que magistralmente ha conseguido plasmar unas manos que quieren agarrar la cruz con el consiguiente efecto de dolor que debía padecer en ellas tras tantos sufrimientos. La cruz igualmente colocada en una disposición menos común, posiblemente buscando una vez más el realismo que impera en las nuevas creaciones, sobre todo en aquellas en las que el que encarga deja más libertad creativa al autor. En el rostro del Nazareno, como toda la obra por lo poco que he podido ver a través de las redes despierta una misma sensación entre la admiración y la confusión. No soy experto en estudio artístico y como no me gano la vida en ello no me mojaré, pero sin saber que ha podido influir el arte de Malo Guerrero a simple vista la imagen me retrotrajo en matices a la escuela barroca granadina, quizás manierista, en la palidez de la carnaciones, los tonos que siempre se verán de la sangre, en el tratamiento también diferente de la barba, tirando para los modelos de Mora y esa exhausta mirada del Señor, en cierto modo cada vez que la veo me vienen ciertos fogonazos con el arte de Pablo de Rojas, aunque más barroquizado, y a la vez desde una óptica más contemporánea, como en un cumulo de mezclas de todos los tiempos.























Por ello hoy les dejo con esta imagen, que quizás para la población que es, les sea más complicado darse de bruces con ella, aunque como dije al principio, con esto del internet, cada día todo está más al alcance de la mano. Mis sensaciones sobre esta imagen están como diría la canción de Héroes “entre dos tierras”, no sé si sería capaz de apostar por una obra así, pero tampoco las puedo negar porque me atrae mucho… el tiempo diría si estamos ante una colosal obra o no…

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