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martes, 20 de septiembre de 2011

CON ANDAR LARGO VIENE DESDE EL CERRO CRISTO CRUCIFICADO...

Curioso que nunca me haya acordado de uno de mis pasos preferidos de la Semana Santa sevillana. Poco he hablado del mismo aunque si me he acordado en algunas ocasiones de la Madre Santísima de la corporación, de la cual celebra en este mes su festividad y reina sin discusión en su barrio, la Virgen de los Dolores. El Cerro del Águila tiene por bandera a su cofradía, que cosa más bonita y que envidia da comprobar lo que es la Semana Santa para Sevilla, la cual se reinventa para conformar nuevas formas de darle culto a Dios y su Santa Madre siendo sus cofradías el gran reclamo del pueblo para acercarse a la iglesia, una iglesia exterior y que camina… y de qué forma camina esta hermandad para recorrer su larguísimo camino en busca de la catedral por que aun siendo el orgullo de todo un barrio, más grande es el orgullo de acercar a sus titulares al primer templo de la ciudad y cruzar, aunque sea fugazmente la eterna cuidad hispalense.

Recuerdo el Martes Santo del pasado año de 2009 dos circunstancias: La primera fue en la Puerta Jerez, al medio día bajo un sol de justicia llegaba ante mis ojos por primera vez el calvario que camina y atraviesa las grandes avenidas de Sevilla. Desamparado y Abandonado llegó el barco de caoba y plata, que a falta de la Madre y el discípulo amado siempre va cobijado por sus costaleros el maravilloso crucificado atribuido al inmortal Ocampo entre la genialidad de unos grotescos soldados y sayones que crean una escena espectacular ideada por el llamado cada vez más “profesor Miñarro”, el imaginero Juan Manuel Miñarro en una de sus primeras creaciones. Observar esta escena bajo el cielo, más si esta algo nublado con nada que estropee el fondo te retrotrae al momento del terremoto, las tinieblas y la gran tormenta que se originó cuando el Hijo de Dios entregó su espíritu al Padre Eterno, un sayón que se sortea sus sagradas vestiduras eleva el brazo señalando al cielo atormentado por lo que les parecía la cólera de Dios mientras en el frontal un Longinos con cara de imaginero sevillano se postraba ante el que “verdaderamente era el Hijo de Dios…“ plumas por Sevilla cerraban la escena.

La segunda fue ya en los últimos compases del día o los primeros, no recuerdo la hora, en la plaza del Duque saboreando una espectacular doble revirá del misterio de la Bofetá que emprendía su camino de vuelta a San Lorenzo nuevamente el Cerro del Águila estuvo presente cuando me encontré al amigo Basilio “Kiski” que salía de costalero en el misterio del crucificado que anteriormente residió en la iglesia de San Luis de los franceses para pasar a San Gil desde donde sería trasladado a la parroquia del cerro –como vemos al Cristo le gusta las distancias largas-. Había cogido un taxi para que lo acercara desde la recogía en el cerro hasta el centro para contemplar esta cofradía que le encanta donde con su costal bajo el brazo estuvimos departiendo por lo que Félix aun me dice que no vi nada por estar “cascando” con Kiski. Me habló de la corría que se pegan las dos cuadrillas que comanda un capataz del que siempre habla maravillas, Paco Reguera – otro de esos capataces con poco renombre, pero que hacen cuadrillas de categoría- y su importante e imprescindible característica de su trabajo… andar, pero andar de verdad para poder cumplir con la proeza de cada Martes Santo de atravesar la nueva ciudad, que sería todo campo cuando el hipotético Ocampo tallase al antiguo Cristo que levanta la emoción de un barrio, prácticamente de estreno al lado de Él. Pocos puntos se pueden pillar de este paso o sus pasos no ganándole metros al andar, incluso su paso por Campana se masca una ligereza poco normal en las demás cofradías por lo que este paso siempre se le puede considerar como el crucificado del largo andar.

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