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jueves, 22 de agosto de 2013

BAILÉN 1990. SALUDO

Había pasado por alto comenzar la Semana Santa como comienza para muchos bailenenses, aunque en este caso la de hace veintitrés años, con el saludo entre Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de los Dolores en la plaza de la Constitución. Me resulta curioso escuchar las historias acaecidas en estos tiempos por boca de mi padre, en que en aquellos primeros años de Agrupación de Cofradías ambas cofradías chocaban por saber quién era quien “saludaba” a quien, con lo fácil que hubiese sido ponerlo en el programa como yo he dicho “saludo entre…”.
Este Saludo de 1990 era la muestra palpable cuando este evento cofrade, que en realidad era y debería seguir siendo, un simple traslado de ambas imágenes a la iglesia de Encarnación para realizarle sus cultos cuaresmales, comenzó a forjar la popularidad que viene atesorando hasta nuestros días. Seguramente sería el primer año en que ambas cuadrillas de anderos colaboraban a llenar de elegancia el acto vistiendo el traje en lugar de cualquier ropa, incluso con chándal deportivos, como quizás puedan ver en futuras entradas de años anteriores a este. Abre el video la ya típica estampa de contemplar el trono de la hermandad de Ntro. Padre Jesús, el anterior al actual, obra del carpintero local Juan Rusillo “El Tupi”, parado a las puertas de su recoleta capilla esperando para comenzar el camino procesional. Un primer plano nos muestra la faz de Jesús Nazareno, una de las dos imágenes con las que cuenta la corporación de la Cuesta de Jesús, el que muchos llaman “el nuevo” por ser la segunda imagen adquirida tras la Guerra Civil del icono de Cristo cargando con el peso de la cruz. Si no me fallan mis cálculos, aquel año sería cuando comenzaría o se reanudaría la alternancia de las dos imágenes en las salidas de Semana Santa, es decir en la procesión de la mañana, tal como se le llamaba entonces, volvería a salir la imagen de los talleres seriados, el “viejo” para los bailenenses. Un primer plano nos muestra cual era la “piel” de entonces del Cristo, obra de autoría anónima que vino a reavivar el icono destruido en la Guerra Civil, antes de que Tirao Carpio lo restaurase imprimiéndole la actual policromía. Una restauración que eliminó esa rigidez de la imagen, aunque no una exageración, si le dio un poco más de movimiento y encorvadura a la imagen y se le comenzó a vestir con túnicas cortas, dejando de vestir desde entonces la túnica que luce en las imágenes, la primitiva de cola con bordados en oro, la del ángel en la cola. Para poder vestir la misma, se creó esta imagen cuando la hermandad ya contaba con una imagen de Jesús con la cruz a cuestas, para continuar con los modos dieciochescos de túnica de cola, peluca de pelo natural, corona de espinas en metales nobles y cruz de impronta barroca decorada… aun me parece estar contemplado aquella vieja cruz desde el callejón colgada entre las imágenes del Resucitado y el Amarrao, los cuales entonces, por cierto, no estaba en ese lugar, hasta que se remodeló el interior de la vieja capilla de la Consolación donde se fundó la primitiva hermandad de la Santa Vera Cruz, germen de la actual cofradía residente en la misma… y es que estos videos nos muestran el génesis de una gran regeneración que llegó hasta lo que no se puede grabar en las procesiones.
El exorno floral comenzó a engrandecer el paso, años anteriores salía sin una flor, poco más que cuatro escuetas jarras o jarrones como decimos aquí con sendos ramos de claveles, sin ningún motivo de interés por la estética. Posiblemente estamos también ante el estreno de los cuatro faroles que desde entonces vienen dando luz a las imágenes de la cofradía, realizados por el genial orfebre cordobés, Francisco Díaz Roncero, un encargo que se forjó tras la realización por el mismo del trono de la hermandad de la Santa Vera Cruz que al parecer ya también va a pasar a la historia. El trono, con seis varales que salían de lo que se pueden llamar los respiraderos o el canasto del paso, caminaba al compás de la banda de cornetas y tambores de la hermandad, una estampa ya tan lejana y atípica que muchos serán los que se sorprenderán de ver a Jesús andar con aquella música plana muy alejada del estilo creado por Alberto Escámez. Esta era música común de las bandas militares y algunos temas populares, basta ver como cuando el Señor se marcha para la iglesia suena una composición que es una famosa salve que se le canta a la Virgen de la Cabeza de Sierra Morena.
En el lado opuesto, en el lugar propicio por lógica, sin buscar lo rebuscado y dando más sentido a la espontaneidad, llega la Virgen de los Dolores que a muchos puede que no les llame mucho la atención, porque poco ha cambiado su trono procesional desde entonces, quitando que hoy luce un nuevo palio, pero la verdad es que nada más se le añadido, bueno el nuevo manto que sustituye al antiguo bordado. Pero lo cierto es que por entonces ese trono tendría uno o dos años de vida y el impacto que causó en la vida cofradiera de Bailén, fue uno de los causantes de abandonar la siempre manida costumbre de caer en la excusa de la humildad tanto económica como de poderío poblacional para no crecer… Juan Alcalá toca la campana de la primera cuadrilla de hermanos “anderos”, las cosas por su nombre, culpable de reconvertir su hermandad entonces y lo que le siguió después con el resto de cofradías. Muchas caras conocidas se pueden vislumbrar en las imágenes, como Pedro “carape” que ya soñaría con reconvertir a su sencilla hermandad –como verán en siguientes entradas- a lo que las demás ya se estaban equiparando, y lo consiguió con creces o frente a Jesús, frente a su Cristo, el recordado Alfonso Rangel, uno de los cofrades más recordados y queridos de Bailén, alma mater entonces y gran culpable de reconvertir a su hermandad de morada túnica, que la amasó como el pan que creaba cada día en su panadería hasta ponerla como uno de los grande referentes devocionales de la localidad.
Tengo presente en mi memoria aquel saludo, no se lo creerán, o si, pero estaba jugando con una banqueta de la cocina a las procesiones –mejor no les cuento que era la Virgen…- mientras mi madre y mi abuela Isabel, que Dios sé que la tiene en la gloria me cogieron de la mano y me llevaron hasta la plaza del reloj para comenzar a forjar a este simple capillita, tras el manto de bordados decimonónicos lloviznando como podemos ver  en las imágenes abriéndose paraguas. Entonces aún no se le tenía tanta consideración al evento que al trono de la Virgen no se le ponía apenas flor y mucho menos la acompañaba una banda, y curiosamente sin pasarse por la cabeza poner el cassette de los ensayos, se perdiera el paso, la veces que hiciese falta y es que a veces vamos como los cangrejos... Las típicas reverencias y los alzados malagueños levantan la algarabía de una Semana Santa que se glorificaba y tomaba los bríos ochenteros de la Semana Santa andaluza, cuando la vieja banda de Jesús entonaba el “Toque de Oración” que indignaba a mi padre ya “que aún no ha muerto”, y es que el escueto repertorio daría de si esta interpretación.

Los tronos bajaban la calle iglesia en busca de la Encarnación, seguro que muchos se emocionaran de verse bajo los varales de Dios y María mucho más jóvenes. Entonces o aquel año comenzó la marcha el Nazareno y detrás la Virgen de los Dolores, a la contra de cómo siempre se ha hecho hasta nuestros días, el motivo no lo sé, quizás así fue en un principio cuando este acto no tenía ninguna transcendencia en el pueblo y eran las pocas vecinas de la zona quien se acercaban a verlo, como mi abuela María Dolores –pero que nombre más hermoso tenía mi abuela, el nombre por excelencia de María en sus misterios dolorosos…-, a la cual le gustaba más esta imagen de Jesús que la otra. Aún recuerdo a mi madre, en la esquina del estanco, viendo a la Virgen comenzar su camino tras su Jesús recordar las palabras de su suegra, seguramente llorando emocionada, cuando tuvo la dicha de contemplar aquella estampa… “mírala como tira detrás de su hijo…”

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