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domingo, 4 de agosto de 2013

SABADO SANTO SEVILLA (y V)

EL FINAL DE LA GLORIA...

Nuestros pasos volvieron sobre si, por Lasso de la Vega, Orfila y se encaminaron por Cuna buscando el corazón de Sevilla… la cera tiniebla de los Servitas era la comidilla de la conversación entre mi buen amigo, rancio y mustio, hasta para las cosas de rancio abolengo bailenense, Pedro Guerrero, que al atravesar ese otro inmortal rincón de la sevillania, la plaza del Salvador, un chispazo cruzó unos pequeños cirios ante mis ojos, en un negocio de artículos religiosos, que por ende en Sevilla, los artículos también era muy cofradieros… pequeños cirios, como los codales que se utilizan para los candelabros, colgaban del techo, el escaparate y pensé que allí podría llevarme una muestra de esa cera que se ve tan poco por estas tierras donde se gasta más el blanco, morado y rojo, sin tomar muy en cuenta esas leyes por las que se rigen en Sevilla para el color de la cera en los pasos.
Así me traje un pequeño cirio color tiniebla, para elevar más mi esencia rancia y mustia, que los primeros días, tras la Semana Santa, muchas entradas las escribí a la luz que me daba el cirio, para que me llenara de inspiración y como no, para que tomase la forma más bella de un cirio; desgastado y chorreando borbotones de cera… con este pellizco llegamos a la colapsada calle Alemanes por Hernando Colón. Encaramarse como el año pasado en la “Cuesta del Bacalao” era ya una utopía, pero bueno, eso me lo esperaba, la tardanza en las tomas de decisión en el Duque hizo que hasta este enclave llegásemos tarde. Aun así, como de la experiencia se aprende, sabia del año anterior que cuando la Trinidad enfilara la calle Francos, contemplar por Alemanes al Santo Entierro iba a ser tarea complicada y a final tendríamos que buscarla por donde el año pasado la busqué y así me dieran las primeras horas del glorioso Domingo de Resurrección… algo que no quería que se produjese…
Así que la idea era la esquina de Hernando Colón, porque el quizás gran objetivo en esta nueva búsqueda de Pasión, la última de la pasada Semana Santa, era contemplar al Santo Entierro y si la jugada salía bien, en la otra esquina, la de Argote de Molina (Cuesta del Bacalao) despedirnos del paraíso, como si fuéramos Alicia y estuviésemos en ese imaginario país de la maravillas, y ese lugar en nuestra alma, es sin duda, Sevilla en Semana Santa, y aun para muchos, para los más rancios, este apoteosis de los sentidos se cierra con la Soledad de San Lorenzo…


Un epicentro tan buscado, que ya estaba como siempre abarrotado y contemplar a los Servitas y a la Trinidad en la revirá del “bacalao” era harto difícil y por ello la perspectiva era algo alejada. Cuando llegamos, apenas pudimos ver como la cruz de la Piedad lamia los últimos resquicios de aire de la calle Alemanes, haciéndose la música ya algo cansina, una vez más, los mismos pasos al compás de “Quinta Angustia” de Font Marimont… sería como una especie de agradecimiento por parte de aquella a la que quizás le regalé un pasado más aplastante, una reivindicación de su origen más irrevocable… creo que pocas veces he visto en tantas ocasiones seguidas una cofradía en una jornada santa en la ciudad que corona ese Giraldillo que ya comenzaba a iluminarse por la luz artificial de cada noche, aunque estas noches las disfrutará de otra manera… un ir y venir en esa esquina algo alejada, de músicos y costaleros que buscaban un negocio de porciones de pizza para aliviar el peso de la jornada, para llenar los estómagos que a veces solo se llenaban de pellizcos de arte… muchos rancios dirán que eso no es ni comida ni negocio para encajarlo en la Pasión sevillana, pero que quizás se podría encajar también como un guiño con la esencia histórica, y es que seguramente sin Italia hoy no podríamos estar disfrutando de la catequesis plástica más grande del mundo… así que la rica pizza sevillana se convirtió en nuestra última cena en la urbe hispalense, en Semana Santa de 2013 y espero que no sea la última, claro. En el trasiego, en la ingesta, los Servitas seguían llenando ajenos al mundo, su particular penitencia. Pasó la Piedad nada más llegar pero la Soledad si pudimos medio saborearla, entremezclando el olor a incienso, el primer azahar por aquello del tiempo seguramente, con el sabor tan poco español de la pizza, mientras “La Muerte de Ases” y “Virgen del Valle” marcaban el embrujador camino de la hermandad Servita de Sevilla.


La lejanía no invitaba mucho al encanto y al embrujo, pero estando allí había que seguir disfrutando, aún quedaba para que llegara el entierro del Hijo de Dios. Por ello nos llegaba una nueva ración de la hermandad populosa de la jornada, el Decreto volvía a levantar el entusiasmo de aquellos que sueñan cada día del año con la magia del caminar de los barcos, de la Semana Santa más alegre, la que no disloca a los rancios, más afines a la anterior hermandad y por ende a casi todas las de la jornada. Cigarreras seguía sonando como si fuera la primera marcha de la semana. Sonaba uno de sus tantos éxitos pasados como “Madrugá Sevillana” mientras la imaginaria reunión celestial se aproximaba a emprender su definitivo regreso  a la basílica de la Auxiliadora con otra de esas nuevas marchas con vistas a convertirse en otro éxtasis para los sentidos de los amantes de la música cofradiera para paso de cristo, la misma precisamente de recientísimo luto, al haber despedido hace pocas horas a un alma mater que cambió quizás la concepción de la música actual llamada para marcar el camino de Cristo, el arahalense don Manuel Rodríguez Ruíz… sonaba “Stábat Mater Lacrimosa", título que en definitiva marcaba el ambiente de la jornada…
Con el misterio de las Cinco Llagas, quizás la decepción musical fue la tónica destacable, porque la música trianera se hacía nuevamente clásica, evocadora de los orígenes malagueños, con la genial marcha “La Virgen Llora” de Escámez, éxtasis para muchos, pero que quizás a aquellos que deseaban disfrutar de su banda referente, como era el caso de David, con marchas más recientes, en este su estreno ante la “magna hispalensis”, la música no consiguió satisfacer al máximo, aunque la cuadrilla, quizás la mejor de los tres de la hermandad, dibujó una medida chicotá que parecía quererse despedir, muy poco a poco de la Giralda que imponente, llena de luz, parecía echarle un pulso al santo varón que se alzaba sobre las escaleras para desenclavar al crucificado de Duarte.
La Virgen de la Esperanza, la Trinidad, como la verdad, la llamamos muchos o casi todos llegó con su algarabía, quizás preludio de la gracia que en apenas pocas horas comenzaría a celebrar el cristianismo mundial. Su paliazo de barrio dibujaba la estela de las esencias más puras de la Semana Santa de sevillanas maneras, o más bien desde la esencias juanmanuelinas. Los acordes de la Oliva de Salteras, celebrando su centenario se alzaban jubilosos al cielo sevillano, que en este enclave, cuando levantas la vista para contemplarlo es sin duda, una visión de otro mundo… nos acordamos en este punto de nuestro amigo Antonio Pradas cuando la trinitaria nos despedía a los acordes de “Macarena” de Abel Moreno… algo que más tarde, seguramente esta esencia emergería sensaciones nuevas que nos trasportarían a otra época…


Pero antes, como ya habíamos esperado bastante para ello, nos llegó en un buen lugar el simpar cortejo de la hermandad del Santo Entierro sevillano, y sin duda que el paso que lo abre no dejó a nadie indiferente, seguramente ni a los que llevan toda su vida contemplándolo. El rancio de Pedro lo esperaba, la curiosidad de David se hacía patente y la sorpresa de Iván era mayúscula… un esqueleto sobre un paso, sigue siendo algo poco comprensible hasta para los autóctonos…la gracia vino cuando llegaba la cruz de guía, en el trasiego de la policía al abrir el público que conformaba la revirá de la “Cuesta del Bacalao” que debería atravesar la hermandad de la iglesia de San Gregorio, un hombre discutía con su mujer porque la policía lo colocaba cerca de la revirá, donde suelen casi siempre parar los pasos ante de acometer esta maniobra de girar los pasos en la dirección de la vía y el recorrido a seguir por la cofradía. Se quejaba porque llegaba la Canina, y para muchos sevillanos, este paso trae “malfario”, y este caballero era uno de ellos que creían en ello y le rechistaba a su señora esposa: “y encima nos ponen aquí para que nos paren a la Canina…” las entrecortadas risas de mis acompañantes, ya que venia la silente hermandad, al explicarles el sentido de aquella queja se fueron apagando cuando llegó, el que para mí en verdad es una gracia poder contemplar, el Paso del Triunfo de la Santa Cruz, porque su mensaje es más de vida que de muerte, aunque la misma se sentase sobre el globo terráqueo… la cruz se erguía victoriosa, vencía a la muerte, una muerte para córtale el chollo a lo más temido de todos los tiempos, aquello que nos traía el fin a esta, encima, complicada vida… la muerte. Aquel que había muerto en esa cruz, vencía a la propia muerte porque nos traía la Resurrección y nos traía la reconciliación, la vida mundana volvía a ser un tránsito para alcanzar ese paraíso que había prometido a Dimas, sentado o crucificado, reinante sobre su trono del Santo Árbol de la Cruz….
Indescriptibles las sensaciones ante el pasar de la Canina, días después, los padres de David, cuando fui a su casa para que me cediera todas estas magnificas fotos, me comentaba estupefactos que qué locura era esa de procesionar a un esqueleto sobre un paso, que aunque explicara su significación, seguiría levantando estupor, y es que por algo desaparecieron los pasos alegóricos en tiempos pasados, la comprensión no estaba al alcance de todos, aunque acertadamente, el Santo Entierro siga manteniendo el paso que quizás le da más fama a la hermandad.



















Pero tras el mismo, nos llegaba la triste realidad mundana, la que ven aquellos que no saben leer el mensaje de la Canina… Dios, el hombre había muerto y caminaba más humano que nunca en una urna, que por más suntuosidad neogoticista sobredorada, solo nos daba muestras de humanidad, de un ser maltrecho y muerto, aunque Juan de Mesa –¿quién duda de que no sea obra del cordobés?-, con su inmortal espíritu llenase de espiritualidad todo aquello que tallara, y es que aquel que tuvo la dicha de tallar al Hijo de Dios según Sevilla, no podía gubiar a un Jesús simplemente humano… aunque como todos los Santos Entierros del mundo, poco podíamos contemplar del Señor, que llegó precedido como no, del colorido de las túnicas de todas las representaciones de la hermandades penitenciales de Sevilla y seguido de los acordes de la Banda Municipal de Sevilla. Contemplar el paso de la urna bajo la torre Giralda, fue sin duda sentirse parte de una postal tradicional… sin duda, es este uno de los enclaves más bellos para presenciar a esta hermandad, sin duda, en este punto ganó el momento al del año pasado…
El neogótico, la esencia o moda intacta de una época en las cofradías sevillanas seguía inundado todo el abarrotado entorno de la antigua calle de los Alemanes… hermandad de tres pasos, pero sin palio. El pésame, tradición tan española también la sube Sevilla a un paso. La Virgen de curiosa advocación, “Villaviciosa” nos traía aires decimonónicos llenos de embrujo y rancidez. No posee esta hermandad, según mis gustos, muchas esencias externas a destacar como puede ser la costalería. Quizás en el arte, para los amante de la variedad si, mientras los bordados románticos circundaban los ropajes de todos los asistentes al entierro más triste o quizás más beneficioso de todo los tiempos, aquellos que según nuestras esencias populares le dieron sus condolencias a la Madre de Dios. Aquí recordamos el momento anterior con la Trinidad cuando el paso nos llegó a los sones de “La Madrugá” interpretada por una banda militar. A Pedro y a mí nos pareció estar viviendo una estampa de la Semana Santa en la que yo por lo menos comencé a enamorarme de Sevilla, sonaba a años noventa con la marcha quizás más exitosa de aquella década, salida del compositor referente de aquello años, Abel Moreno que con marchas como esta, o la anteriormente citada, “Macarena”, revolucionó un poquito más si cabe el procesionismo sevillano y por ende andaluz, si hasta en Bailén lo notamos. Pensamos que estábamos viendo al “Soria 9” tras un paso sevillano, y por la marcha parecía que solo faltaba la figura de Abel Moreno abriendo el camino de sus legendarios músicos, algo que ya pasó a la historia, que tras comprobar que se trataba de la Banda de Música del Acuartelamiento Aéreo de Tablada días después, solo nos quedó pensar que la sensaciones nos trasportaron a una época que ya nos hubiera gustado vivir, aunque éramos demasiado jóvenes…


Pero Dios con los años no ha concedido poder perdernos por la magia de la ciudad por antonomasia de la Semana Santa. Se marchaba el paso del Duelo y la multitud se volvía a reconfigurar, todo parecía que volvía  a su ser, pero mucho desistieron y nos dejaron a los justos para poder disfrutar el siguiente  paso y para nosotros el broche de oro a nuestra particular Semana Santa del año del Señor de 2013. La Cuesta del Bacalao volvería a tomar vida, tras la intensidad servita y trinitaria para acoger su última estación de penitencia, ya que la lluvia no permitiría que la Resurrección comenzase a hacerse una más, como cada año por esta cofradierísima calle sevillana, y es que es a partir de aquí es cuando el Resucitado recibe el calor de la ciudad…
Pero en la revirá, ya cansado, esperábamos el triste final de la Pasión y la Muerte, solo quedaba el llanto solitario de la Madre de Dios, aquella que escuchó por primera vez el llanto del bebe divino, en aquel establo de Belén donde vino a nacer el Hijo de Dios, donde el ser más poderoso del universo, vino a hacerse carne como uno más, y como cualquier bebe, alzaría su llanto entre la burra y el buey, estuviesen presentes o no, pero así nos educaron para luego recrearlo en nuestro imaginario. Un llanto que nos traía su mera humanidad y que curiosamente, sería el llanto contenido de su Madre la que cerraría su misión terrenal para la Redención en la gloria. Largas filas nazarenas de la hermandad soleana de la ciudad, la que después de mucho avatares nos legó a la que se considera la dolorosa más antigua de la Semana Santa sevillana. Ese llanto, en soledad, que lleva los siglos contemplando la ciudad, sobre su para mi genial y genuino paso, casi paso de Cristo, de rico dorado y la inclusión de la candelería, seguramente otra de la genuinidades sevillanas, que se han copiado en cientos de rincones de Andalucía, siempre el referente… es curioso como el cansancio siempre a estas alturas de la Semana Santa siempre me ha podido, aunque tuviese ante mí las grandezas de la semana más esperada… con esta sensación nos llegaba la Soledad de San Lorenzo, con el andar de la cuadrilla que comanda los Ariza, la cual creo puede que sea su mejor cuadrilla o la que su trabajo a mí más me impacta, porque lo cierto, que aunque Ariza suena rotundamente a llamador, en los últimos tiempos no sean sus pasos lo que más me disloquen la pasión por el arte efímero de los hombres de abajo.



Pero esta sí, levantá maciza y un arranque poderoso seguido de una candencia llena de templanza, sin duda, una opción magistral para el paso que cierra la pasión y la muerte, de la Madre sola, aunque el discípulo amado recibiese el encargo de su cuidado, pero así entendió Sevilla y después Andalucía, que quería ver a la Virgen tras el triste final de su más bendito fruto, Jesús de Nazaret , sola, soportando el peso de la misión que se le encomendó y dando muestra catequética de cómo quizás tendríamos que soportar los problemas, con entereza y confianza ciega en el que todo lo puede…
Iván nos invitaba a que nos quedásemos en su casa, para así poder contemplar al Resucitado, una oferta suculenta, pero me quise guiar por intuición, ya que los partes meteorológicos anunciaban nuevamente lluvias para cuando la iglesia de Santa Mariana, se abriese como aquella piedra del sepulcro para que emergiera de ella la buena nueva, la Resurrección de la vida. Agua que se convertiría en torrencial durante todo el día glorioso de la resurrección… y así fue, ni salió el Resucitado y quizás no salió ninguno en toda Andalucía, la cual entristeció encima un día que de por sí, para los capillitas es muy triste. Además nos tuviésemos que haber vuelto bajo una torrencial tormenta que cayó durante toda la mañana por Andalucía, y la verdad ya tuve bastante con la del Miércoles Santo… así, que con todo esto, dio por finalizada la Semana Santa que Dios quiso que contemplara, mejorable pero también muy llena de pasión y de recuerdos indescriptibles que guardaré mientras mi mente siga viva.









No pensaba que un 4 de agosto en vísperas del día grande para mi patrona, la Virgen de Zocueca, me encontraría echando el aldabonazo a mis recuerdos cofradieros que gracias a Dios, aun han seguido muy vivos para poder contárselos a quien se deja su tiempo en leer a este sencillísimo escritor, o más bien a uno que escribe, que aquí gusta mucho venir a sacarme la puntilla a todo, pero bueno eso prácticamente ya se ha solucionado, he decidido que aquí solo haya hueco para mi opinión, en cierto modo no me interesan lo que mis puntos de vista puedan producir en otros y visto lo visto, después de casi cuatro años de blog he eliminado la opción de mensajería en las entradas, así evito, el ataque desde el anonimato o sin el de aquellos que parece quieren tener conmigo continuas batallitas personales que no se amoldan a mi ser y obviamente al del blog.
Esa ha sido la decisión sopesada en estos últimos días de mucha reflexión, de los consejos de los pocos, la verdad, que ha querido pasar conmigo mi dolor y decepción… solo por ellos, he decidido que quizás merezca la pena continuar, aunque aún tengo que replantear mis pensamientos y a donde quiero llevar este blog. El resultado de todo esto lo iré y lo irán viendo con el tiempo, para los que necesiten algo del blog o de mí, les dejo el correo electrónico y el Facebook, aunque la verdad lo advierto de antemano, obténgase de rebatir cualquiera de mi opiniones o lo que exponga porque ya no entraré al trapo, aquí opino yo, el que quiera opinar que se busque otra casa o se monte su propio blog, con esa intención lo cree, para dejar mis opiniones, no para crear un foro de opinión, una razón por la que dejé prácticamente los foros y expondré lo que me dé la gana, que será lo que Dios quiera, no a lo que los ajenos me lleven, me aconsejen o me exijan y al que no le guste, pues que no entre, sin más queden ustedes con Dios… si el año que viene les vuelvo a contar una nueva Semana Santa será síntoma de que Dios me ha concedido una más, así que a seguir con la espera…


Fotos: David Mira.

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